¿Un día normal?
Más tarde de haber meditado y recordado mi pasado, concreté que era hora de dejar de torturarme con aquellos momentos tan crueles que tuve, así que mejor preferí alistarme para ir a la universidad.
Me levanté de la cama, me organicé, y cuando estaba lista, bajé a desayunar.
—Hola, buenos días —dije con una cálida sonrisa a Ana, mi madre.
—Buenos días primor, sírvete el desayuno, está en el microondas —habló sin tanta emoción, como de costumbre.
Así que acto seguido abastecí mi plato con comida, y me senté en el comedor.
—¡Qué raro que no me saluda la pequeña malcriada de la casa! Te voy a castigar, ¡ya verás! —bufó mi hermano a mi lado con tono gracioso.
—¡Ay ya, Andrés! Ni porque te fuera a pasar algo por no saludar o ignorarte —expresé entre risas—. ¿Pero sabes? si te mueres, te creo.
—Já, já, já que chistosa, Emmy —respondió sarcástico.
Pasaron más o menos 10 minutos, los dos estábamos listos. Nos despedimos de Ana y partimos para la universidad.
Yo apenas tenía 17 años de edad, y mi hermano 21. Desafortunamente éste iba a ser el último año que Andrés me llevaría a la U debido a que se graduará.
Él y yo nos la llevamos excelente, ya que como mi mamá es tan fría y seria con nosotros, juntos decidimos que no nos iba a faltar amor de familia, y por eso somos tan unidos.
Llegamos.
En la entrada me estaban esperando mis dos amigas: Lina y Betty. La primera, es exageradamente amigable conmigo, por eso somos mejores amigas. Su apariencia es muy fresca, es alta, de cabello corto y negro, sus ojos son marrones y tiene una contextura delgada. La segunda, es más bien bromista y ocurrente, le gusta hacer reír a las personas; su apariencia es —a pesar de eso—, delicada. Tiene el cabello lacio hasta la cintura, de color miel, incluido sus ojos. En cambio, yo si soy un poco distinta a ellas, y se debe a mi obstinado pasado. Soy tímida, y con dificultad confío en alguien, sinceramente no me gusta ser el centro de atención; por otro lado, mi apariencia es sutil... Soy alta, tengo el cabello rubio hasta los hombros, mis ojos son verdes, y eso sí, me sonrojo por todo.
•
Empezaron las clases y ya estaba agotada, la mayoría de veces era así... por esas horribles pesadillas. Nunca me dejaban concentrarme ni estar tranquila, y mucho menos dormir —que era lo más agobiante—. Por eso, cada instante, estaba pendiente de lo que pasaba a mi alrededor. Era un poco prevenida.
Justo cuando ya le estaba colocando cuidado a la clase de Historia, me sentí anormal. Me removí en mi puesto mirando con confusión mi entorno. Notaba el ambiente pesado, o no sé... era algo más, pero no lo discernía apropiadamente, sólo sé que me afectó demasiado, y sin concederlo perdí mis fuerzas y mi control.
Escuché a lo lejos a la profesora articular mi nombre. Le iba a responder, pero no pude modular ninguna palabra.
Siguiente de eso no me acuerdo de nada.
Cuando me recuperé y conseguí reparar mi entorno, pude apreciar que no me encontraba en el aula, sino en la enfermería.
Sin pensarlo me enaltecí y me acerqué con suavidad a la enfermera que estaba "cuidándome".
—Emm hola —espeté confundida.
—¡Dios santo! Niña casi me matas de un susto —exclamó mientras sutilmente apagaba la televisión.
—Lo siento —dudé—. Me puede decir porqué estoy aquí.
—Claro jovencita. Hace aproximadamente —miró su reloj de manecilla—, 15 minutos te desmayaste en el salón, así que te trajimos aquí. Llegamos a la conclusión que se debió a que no te has alimentado ni dormido adecuadamente —hizo una pequeña pausa—, estás realmente pálida, y tienes unas ojeras gigantescas. Pero, en fin, ya sabes, sólo duerme y aliméntate bien, a la próxima nos comunicaremos con tus padres para que vengan por ti. Ya puedes continuar con las clases, que te mejores.
—Bueno, muchas gracias —musité saliendo de la habitación.
No podía creer que esta condición me afectara tanto, me volvería maniática; solamente esperaba que no volviera a pasarme ésto.
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«Faltan sólo dos horas para acabar otra jornada de clase» pensé al encontrarme con mi mejor amigo, John.
Él y yo nos conocemos desde muy pequeños. Desde que tengo memoria, ha estado a mi lado en la luz y la oscuridad, como si fuéramos cielo y nubes, sangre y venas.
Y aunque tenga 20 años de edad su apariencia dice todo lo contrario. Parece de un joven de 17. Es delgado, de estatura promedio, y tiene una cara de adolescente. Sus ojos son marrones al igual que su deslumbrante cabello, y su sonrisa es hermosa, la verdad, siempre me ha parecido la más llamativa de todas —suspiré.
—Emmy, te veo un poco despistada, ¿te pasa algo? —preguntó John mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.
—No es nada, ya sabes, lo de siempre.
—Qué triste... —Hizo una mueca, creyendo que mi desconcierte era por lo que me pasó en la mañana y no porque estaba pensando en él—, espero que estés pronto mejor —me animó resignado.
—Trataré de estarlo, gracias por preocuparte por mí; por algo eres mi mejor amigo —recité tierna para subirle el ánimo.
Sólo sonrío, y sin esperármelo me abrazó, tan dulcemente que quería que ese afecto no terminara nunca, pero como era de imaginarse no fue así.
Él para concluir tan hermosa acción, me depositó un beso en la mejilla y al oído me susurró:
—Sabes que siempre me preocuparé por ti, eres mi mejor amiga, y lo que más antojo es verte feliz, verte sonreír.
Me sonrojé tan exorbitantemente que no lo pude mirar, así que mejor seguimos colocándole cuidado al instructor.
•
Ya había culminado las clases. Y para despejar mi mente decidí caminar por el campus.
Pasaron alrededor de 15 minutos cuando de repente sentí que nada estaba bien, de nuevo algo extraño iba a pasar.
Me coloqué ansiosa. Dispuse mis piernas a apresurar el paso; pero por mi lapso de desesperación, caí al terreno febril.
«Mierda» —pensé.
Avisté mi lado izquierdo, y oh no...
¡Diablos!
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Lamento no haber podido subir capítulo ayer, ya que tenía tantos trabajos que no pude terminarlo, y pues la idea no es subir algo incompleto.
Espero que les haya sido de su agrado, y les esté gustando mucho.
Gracias por su colaboración.
GLPR ♥
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