—Por fin despertaste, primor —divulgó cercano a mí.

Asentí sin mirarlo.

—¿Tienes hambre?

No hice ninguna expresión. Lo odiaba más que nunca y no quería depender de él.

—¡¿Tienes hambre?! —volvió a preguntar antes de abofetearme.

Un par de lágrimas vieron la luz exterior.

A pesar de estar desesperada no lo miré, no quería que notara mi gran tristeza, aunque bueno, escupir sangre de mi boca y llorar no ayudaban a impedirlo.

—¿Es qué eres una perra masoquista? Contesta de una fracasada vez... ¡¿O quieres más?!

—No, no quiero comer. Además, deja de golpearme —expresé con firmeza.

Sarcásticamente emancipó una gran carcajada.

—Que falsas ilusiones las que te creaste, déjame informarte que desde ahora harás lo que yo te pida, hermanita.

«¿Hermanita? Es decir que sí era Andrés, siempre había sido él.»

Pero... ¿Por qué lo hacía? ¿Por qué estaba tan obsesionado conmigo? ¿De verdad haría cualquier cosa con tal de volverme suya?

Negué con la cabeza.

—¿Sabes qué? No perderé más tiempo y te traeré algo de comer. Te la daré, te la comerás, así tendrás más energías y yo disfrutaré luego de ti, ¿me oíste?

Silencio.

—¡¿Me oíste?! —escandalizó tan cerca de mi rostro que sentí como nuestras respiraciones se unían a la misma vez.

—Púdrete —respondí sin más.

—Lo haré, pero contigo.

•

Hambrienta y cansada me presenciaba. El odio y remordimiento me apoderaban. El vacío me dominaba y yo no podía luchar contra él. Quería escapar, intentaba pensar, intentaba que mi cerebro funcionara e ideara un plan, pero la debilidad me imposibilitaba llegar al objetivo.

Así que por la gran impotencia que sentía en ese instante comencé a llorar; lágrimas y lágrimas salían de mis ojos lastimados, lloraba con los últimos alientos que me quedaban, lloraba con mi alma, con mi cuerpo, con mi corazón. Intentaba detenerme, pero no di vasto, controlarme era difícil...

A veces la tristeza que llevas adentro es tan grande que ella te controla, y a ti simplemente, te toca aceptarla.

—Ya no más Emmy, si sigues encerrada en lo negativo cómo esperarás que las buenas cosas te comparezcan, ¿ah? —pronuncié en un susurro.

Cerré mis ojos con el fin de olvidarme de todo; cuando lo conseguí, mi hermano retornó.

«¿Por qué las personas que más amas son las que más te hacen daño? ¿Por qué la vida siempre te paga mal con aquellos que darías todo por sólo verlos sonreír, aunque fuera un segundo? ¿Por qué nuestra existencia es tan egoísta y hace dudar hasta de nosotros mismos?»

—Oye —manifestó excluyéndome de mis cavilaciones—, te traje esto. Espero que lo disfrutes porque más tarde será mi turno para complacerme —dijo con una bandeja en sus manos, la cual contenía un plato con sopa, arroz, un pedazo de carne y ensalada de zanahoria. Exactamente mi comida favorita.

—¡Maldito infeliz! ¡Te odio!

—También me encantas, reina —sonrió—. En fin, es hora que recargues un poco tu energía.

Sin esperar, trasladó una silla a mi lado y se sentó para cucharearme. Él prefirió eso, que soltarme y dejarme comer por mi propia cuenta

"Solo por precaución".

—Listo, terminaste —declamó al apreciar los platos vacíos—. Iré a hacer unas cosas, ahora vendré a disfrutarte.

Lo ignoré.

—¡Respóndeme! Detesto que me preocupe por ti y tú ni siquiera me das las gracias.

—Gracias —recité irónica.

—De nada —compensó tocando mi pierna izquierda.

—¡No me toques! Mejor vete de una vez.

—Sí, mejor ahorro energías para más tarde.

•

A los 10 minutos regresó mi queridísimo secuestrador —nótese el sarcasmo—. Para serles sincera quería de todo corazón dejar de estar manipulada por este imbécil.

¿Por qué era tan complicado tener una vida normal?

—¿Estás lista para la acción? —consultó excitado.

—Sí —respondí segura.

—¿Por qué? —contrarrestó confundido.

—Me di por vencida. Haz conmigo lo que apetezcas, al fin y al cabo, eso ibas a terminar haciendo... Haciendo lo que se te diera la gana, ¿no?

Asintió.

—Sólo quiero pedirte algo, no es más —continué—. ¿Podrías quitarte la máscara y ese distorsionador la voz? Sé que eres Andrés, así que no más misterio, no más juegos, no más suspenso.

—Okey, ¿preparada?

No respondí. Iba a doler ver a mi propia sangre haciendo esto, demostrándome que todo el dolor que sentí, siento y sentiré es por culpa de la persona que alguna vez me dijo que confiara en ella, de la que me juró que nunca me iba a defraudar. Pero lástima, todo eso se quedó en falsas palabras, en el pasado.

Y poco a poco él se iba quitando su disfraz, poco a poco mi esperanza como una flor se marchitaba, poco a poco mis ojos se quebraban y salía un río de ellos, poco a poco mi alma suplicaba que todo esto fuese una broma de mal gusto... Pero no, a veces la vida real no es una cápsula de amor y felicidad.

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Likeeeeeeee xd los quiere,

GLPR♥