Noticia inesperada.
En clases de Deportes nos localizábamos.
«Excelente»
El ejercicio hace despejar la mente, desvaneciendo así —por ejemplo—, la conversación que tuvimos hace poco.
La habilidad de las personas de poder disimular con tanta perfección sus contrariedades me dejaban admirada; en especial porque se volvían tan expertos que, aunque uno lo quisiera, jamás podría adivinar lo que les pasaba. Aunque, hacer parte de este mundo egoísta y esta sociedad desalmada, implanta en la mayoría de personas ésta habilidad, llevándola en las venas. Porque bueno... ¿Quién no tiene problemas diariamente? ¿O quién quiere que todos se den cuenta de nuestras propias dificultades? Supongo que nadie, y yo estaba dentro de ese grupo.
•
Después de una larga actividad física, ya habíamos acabado toda la jornada de clases. Era hora de regresar a casa.
Me despedí de mis nuevas amistades; no sé de dónde saqué las fuerzas, pero a cada uno le dediqué un fogoso abrazo. Sabía que los necesitaban.
—¿Por qué? —me preguntó Salomé.
—Por lo de hoy, de aquella conversación... ahora sé que no soy la única que disimula su tristeza con una sonrisa, y por eso el apretón, porque sé que te hacía falta uno.
—Gracias —restituyó.
Sus ojos se iluminaron.
—No hay de qué. —Y me marché.
Retorné a casa, luego de haber caminado un poco más de 10 minutos. Cuando entré, mi madre estaba en la cocina preparando el almuerzo. Andrés todavía no había llegado.
—Hola mami.
—Hola hija, emmm... —dudó—. Necesito hablar seriamente contigo.
—Claro, ¿qué pasa? —exhibí intrigada.
Se limitó a observarme.
—¿Qué esperas? —jadeé afanosa.
Ella dejando a un lado las zanahorias que estaba picando se lavó las manos y me invitó a sentarme en el sofá de la sala.
—Disculpa, pero no es fácil —confesó un poco apenada.
—¿Qué pasa? ¿Es algo grave? Dime de una vez, por favor.
— Pues no sé cómo lo vayas a tomar, por eso estoy nerviosa —suspiró—. He tomado la decisión que dentro de dos semanas nos mudaremos lejos, a un pueblo llamado Stanville. Significa que no podrás terminar tus estudios aquí. —Me estrechó la mano.
— ¡¿Qué?! —grité histérica, sofocada— ¡Tú no puedes hacerme esto! ¿Acaso olvidas que aquí tengo mi vida? Hemos vivido en esta ciudad desde que tengo memoria. ¡Entiéndelo!
—Ca-cálmate Emmy —imploró con asfixia.
—No mamá, sólo piensas en ti —declaré indignada—. ¿Qué pasará con mis estudios? ¿Qué pasará con mi carrera? ¿Qué pasará con mi vida social? ¿Qué sucederá cuando lleguemos allá? ¿Ah? ¡Necesito respuestas!
—¡Emmy Hugsong, para ya! Deja esa ridiculez de decir cosas a la primera, sin pensar. Es que tú no te das cuenta que para mí también es una situación difícil. Yo también he vivido aquí desde que nací; tengo mis amigos, mi propia casa, hasta mi trabajo, así que no vengas a que sólo hago esto para destruirte la vida, no te creas tan importante —espetó con un tono autoritario—. Comprende que yo solo quiero tranquilidad para nuestra familia.
— No es eso, es que me dan miedo los cambios, ¿por qué no lo razonas? —Le conté melancólica— ¡Maldita sea! —grité pegándole al sofá.
—¡No más! Deja esos shows.
—¿Shows? Claro, claro —bramé—. Odio esto, siempre es lo mismo con mi jodida vida, siempre pasa algo para impedirme ser feliz, siempre me siento inferior a los demás, ¡SIEMPRE!
—¡Qué pares de una vez!
—¡No, maldita sea! Desprecio esta familia, los desprecio a todos.
Y de repente sentí mi mejilla ardiendo como lava; mi progenitora me había concedido una bofetada.
— ¡Eres una psicópata! Me lastimaste... —manifesté tapándome el pómulo ya marcado con la silueta de su palma—, evidentemente de esta familia no queda nada. ¡Ojalá te pudras!
Las lágrimas no se contuvieron más, y para tener algo de dignidad, fui corriendo hacia mi habitación. Mientras, ella salió a la calle, quizás enfurecida, quizás decepcionada o quizás disgustada...
Jamás la había visto así.
Me asomé por la ventana de mi cuarto, ella embarcaba su carro, se iba lejos de aquí; lejos de esta mierda de hija.
— Vuelve —sollocé retractada.
Me acosté en la cama mirando el techo, mirando la nada. Empezaba a deprimirme, no por el motivo que mi madre se haya comportado así conmigo, sino por el trato que yo le di. Quería decirle que las palabras que le escandalicé eran falsas, que sólo las pronuncié por el momento, pero que jamás querría algo así.
•
Desperté, avisté el reloj. Ya había pasado 2 horas. Ella aún no llegaba, pero yo tenía un plan.
Fui al baño a limpiarme la cara por tantos sollozos. A continuación, bajé a la cocina, quería hacerle el mejor almuerzo del mundo, para que por lo menos, superara lo que pasó al medio día y me pudiera perdonar.
Realmente estaba contrita, apenada.
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Somos otra persona cuando estamos enojados, así que intenta calmarte, ya que un "lo siento" alivia en el momento, pero jamás sanará las heridas que dejaste por no controlarte.
Espero que les haya gustado este capítulo, y también las frases que dejo al final de cada uno de ellos.
Como siempre espero que voten, comenten y compartan mi historia. Gracias por su apoyo hermosuras.
Los quiere,
GLPR❤
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