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Dulce doncella.

Cuando arribé a mi casa, la alegría no podía disimularla. Una gran sonrisa se implantaba en mi rostro. Al ser tan obvia, mi madre me observó con picardía y me evidenció:

—Como que alguien por aquí la pasó bien esta noche.

—Shh mamá, me vas a hacer sonrojar —respondí tapándome la cara de vergüenza.

—Sólo digo que no tiene nada de malo, es bueno olvidarse de todos estos dilemas un rato —sonrió nostálgica—. Se nota en tu diaria mirada que no has estado bien; cada vez estás más vacía, y sé qué harías cualquier cosa por cambiar esta situación —me aconsejó mientras se tomaba una taza de café y prendía un cigarrillo.

—¿Cómo sabes todo eso? —afligí confundida.

—Ay, hijita mía. —Sostuvo mi mano—. Yo también fui adolescente y pasé por circunstancias como las tuya. Yo también me sentí sola estando acompañada —exhaló al terminar.

Era extraño que habláramos, en especial de un tema tan personal como éste. Me sentía difusa, por un momento olvidé la noche de hoy y lo bien que la había pasado. Sin más rodeos le manifesté:

—Emm, estoy un poco cansada. Iré a acostarme. —Me estiré—. Te veo mañana.

—Que descanses. —Me abrazó—. Ya sabes, a pesar de todo tienes que ser fuerte, ahora en este mundo los débiles no sobreviven. Tenlo presente.

Asentí y sin esperar más, me dirigí a mi habitación.

2 MESES DESPUÉS.

Todas las noches sin excepción alguna seguí teniendo pesadillas con aquel sujeto misterioso y el barranco. Estaba cansada y saciada de lo mismo.

Mi vida en la universidad siguió un poco normal: Tareas, exámenes, ganas de acabar los estudios lo más pronto posible; amistades, chismes...

Pero a diferencia de antes, algo más pasó.

Desde el día del cine, Richard y yo empezamos a salir más de seguido y, por ende, a tener más confianza el uno con el otro. Siempre la pasaba bien con él —no había excepción alguna—.

Todas las noches nos quedábamos chateando hasta tarde. Y, después de estudiar me llevaba a casa.

—Alguien por aquí está enamorada. —bufó mi mejor amiga observando el cuaderno que se hallaba entre mis manos—. Y como veo, esos corazones que dibujaste con las iniciales de Richard lo confirman —fastidió.

—Shhh, no lo digas tan fuerte —susurré a la vez que cerraba mi libro para que dejara de chismosear mis garabatos.

—Es que no lo entiendo... Si se quieren ¿por qué no están juntos?

—Es complicado, quizás él esté buscando el momento justo —respondí insegura.

—Ojalá no te toque esperar tanto, eso también aburriría —admitió yéndose del lugar.

Las clases se pasaron muy despacio... pero luego de una eterna espera ya era hora de liberarse de aquella prisión. Y sin digresión, me dirigí a la salida para esperar anhelante a mi platónico.

—Hola, hermosa —dijo suavemente a mi oído mientras me abrazaba por la espalda.

—Hola —expresé disfrutando al máximo su afecto.

Mis mejillas adquirían un tono rosa por el nerviosismo que emanaba de mi interior.

—Te llevaré a tu casa, pero no antes sin decirte que estés lista a las 7:00 de la noche. Iré por ti.

—¿A dónde iremos? —pregunté confundida.

—Es sorpresa. No te asustes, dulzura. —Y me depositó un cálido beso en la mejilla.

Luego de aquella corta conversación nos subimos a su moto y marchamos directo a mi hogar. Cuando llegamos, hablamos un poco más afuera de mi pequeña casa.

Ya eran las 2:30pm, y como él tenía que trabajar, se fue.

El resto de la tarde me la pasé ansiosa.

«¿Por qué quería verme?» no me dejaba de interrogar.

Para despistar mis abrumados pensamientos, me distraje haciendo tareas y arreglando mi cuarto escuchando fortísimo mis canciones favoritas.

Miré la hora: Eran las 6:30pm.

Comencé a arreglarme con una gigantesca sonrisa en mi fisonomía.

Colocada frente al espejo detallé como había quedado. Un vestido azul celeste me recorría el cuerpo. Unas valetas negras cubrían mis pequeños pies. El cabello cogido, con unos cuantos mechones sueltos me hacían aparentar frescura. Y, por último, un maquillaje sutil: algo de polvo, brillo y rubor para retocar mis máculas.

«¡Listo! Ya estoy preparada».

7:00pm, y como Richard era una persona puntual ya estaba aquí. Cuando tocó el timbre, descendí las escaleras vigorosa, e intentando disimular mis alborotadas emociones empecé a respirar de manera pausada.

Abrí despacio la puerta, nuestras miradas se iluminaron.

—¡Wow! Te ves hermosa. —Sus ojos irradiaron belleza. Yo no lo asumía.

—Muchas gracias, tú también estás de maravilla.

Y era verdad.

Tenía una camisa a cuadros de colores fríos —lo que hacía resaltar más su mirada—, y un blue jean apretado. Eso para mí estaba bien, bastante bien, diría yo.

—Bueno, doncella —declaró haciendo una reverencia—, creo que es hora de apresurar.

Me sonrojé... tanto, que hasta él lo notó y soltó una pequeña risa junto conmigo.

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Un poco de amor no hace daño, la vida de basa de eso, a veces es alegría, otras veces dolor.
Así que sonríe hasta que alguien te haga llorar, y llora hasta que alguien te haga reír, la vida es así, como lo dice Porta ♥

Espero que les haya gustado mucho el capítulo, perdonen la demora pero es que las tareas y los problemas no me dejan; por fin hice este capítulo, así que ya saben, estrellita y compártanlo.

Babeeeessss feliz día.
GLPR

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