Estaba caída en el suelo, en la tierra, cerca de un riachuelo. Miré mi alrededor y pude notar que no estaba en mi habitación, la verdad, en ningún lugar que haya visto antes.

Y allí me encontraba, entre los arbustos y árboles de aquel misterioso bosque, lejos de cualquier ruido desesperante de la ciudad. Sentía una calma excepcional, algo difícil de creer, imposible de explicar.

Así que mi curiosidad me ganó. Me levanté, empecé a dar unos cuantos pasos, y confundida pregunté:

—¡Hola! ¡¿Hay alguien aquí?!

Como era de esperarse no conseguí respuesta alguna.

En mi mente transitaban tantas preguntas. Algunas de ellas como... ¿Qué hacía aquí?, ¿Cómo llegué a este lugar? ¿Será que alguien me trajo?, pero si era así, ¿Quién?

En serio era triste tener millones de cuestionamientos y no tener ni una simple respuesta. Sólo sabía que estaba sola, o bueno, eso era lo que aparentaba.

A lo lejos observé una cabaña en la cima de una colina, así que, sin pensarlo, me encaminé hacia ella.

Era aproximadamente medio día, lo infería porque el sol estaba encima de mí, dándome toda su energía y calor en el rostro; por esta razón decidí irme por el borde del riachuelo. Además, era lo más seguro ya que si me entraba al propio bosque podría perderme.

Caminé hasta que mis piernas no dieron para más. Y por fin, más o menos por media hora, desemboqué en el lugar deseado.

Entré con precaución, no quería asustar quizás a los convidados que se hospedaban dentro. Pero me equivoqué, al revisar el lugar pude percibir que estaba vacío.

Cuando estaba ubicaba en la cocina, husmeé buscando algo de comida, tenía demasiada hambre; afortunadamente encontré un poco, así que me alimenté sin pensarlo dos veces.

Pero esperen...

Cuando terminé me di cuenta de que, si había comida, y era tan fresca, alguien residía aquí.

En medio de mis dudas, algo cayó al suelo, haciendo ruidos realmente formidables y violentos haciendo que se me colocaron los pelos de punta.

Giré poco a poco mi cuerpo, asegurándome que estaba segura, lo hice con los ojos cerrados, porque el pánico que sentía en ese momento no me dejaba observar la situación con rigor. Cuando acabé de hacer la acción, levanté mi vista, tenía compañía, alguien estaba al frente mío.

Era un hombre alto, toda su vestimenta era de color negro. Con dificultad se le lograban percibir sus cabellos ondulados color café oscuro. Tenía una máscara, una máscara que me llamaba mucho la atención, me llenaba de ansiedad e incertidumbre, pero a pesar de eso la llama de la curiosidad no se apagaba en mi interior.

Me quedé paralizada. En su mirada se podía entrever que no estaba a gusto con mi presencia, en especial después de haber fisgoneado un poco su lugar de estadía.

Se acercó lento y aterrador; originándome de forma inconsciente que diera un paso hacia atrás. No quería que me hiciese daño, se lo diría, pero el miedo no me dejaba modular ni una sola palabra, ni un sólo sonido. Simplemente mis ojos no se apartaban de los de él, tratando de entender qué pasaba por su mente, tratando de averiguar si me haría daño o no.

En ese preciso instante se abalanzó sobre mí, interrumpiendo mis pensamientos. Me inmovilizó. De su bolsillo sacó un trapo y me durmió... como si ya estuviera preparado para ésto, como si hubiese esperado que llegara hasta aquí por mi propio mérito.

•

Era ya de noche, me encontraba aún en la cabaña, lo sabía porque a través de la ventana divisaba el riachuelo que me ayudó a llegar hasta aquí.

Todo era exactamente como lo recordaba.

De nuevo, aquel hombre misterioso me desconectó de mis especulaciones. Ingresó por la puerta de aquella pequeña habitación de una manera tan exorbitante, que me sobresalté en mi puesto.

Sonrió maliciosamente, de un estilo tan atroz, que quería que en ese segundo me tragara la tierra, desaparecer por un rato, lejos de aquel mortal, el cual me brindaba aprensión.

No había palabras suficientes para describir todo el pánico que pasaba por cada poro de mi cuerpo, por cada célula, por cada parte de mi ser.

Se acercaba cada vez más hacia mí. Con cada paso que daba, mi respiración se aceleraba más y me impedía respirar adecuadamente.

En un abrir y cerrar de ojos corrí hacia la salida, pero era tarde; en mi primer y único intento me agarró de los brazos, me empujó e hizo que me lastimara con una de las cuatro paredes que nos rodeaban, fabricando así, que cayera en un rincón de la habitación, o más bien, de la escena de conmoción.

Me costó levantarme, y peor sabiendo que no podía hacer nada. Él me tenía rodeada, arrinconada, sin ninguna posibilidad de escapar.

—¿Por-por... por qué me haces és-ésto? —Le pregunté, con tanta dificultad, que me sorprendió haberlas articulado.

Se quedó en silencio, prefiriendo buscar algo en su mochila.

«¿Qué estaría explorando ahí?»

La verdad no sé bien qué, pero lo que fuese no sería algo beneficioso.

Sin pensarlo, no desaproveché la gran oportunidad que me daba la vida. Le lastimé su entrepierna con un puntazo de mi pie; le pegué con todas mis fuerzas. Él se arrodilló por el dolor tan monstruoso que apreciaba.

No soltó ni un sólo alarido, lo que me dejó perpleja.

Pero aun así aquel ser se volvió a levantar, sólo rió por una milésima de segundo; y sin darme la ventaja de reaccionar, ya tenía enterrado en mi pecho un largo y afilado machete.

Ese era mi final...

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Bueno, es mi primer capítulo, espero que les haya gustado, que los haya entretenido aunque fuese por un rato. Trataré de subir más lo más rápido que pueda.

Me ayudarían mucho dándole una estrellita, y compartiendo este libro a sus conocidos y amigos.
Espero recibir gran apoyo de ustedes.

Gracias por brindarme un pequeño tiempo de sus vidas.

Con amor, Ginett, jaja. :$ ♥