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Capítulo XXIII - Primeras impresiones e intento de fuga:

"El deseo nos fuerza a amar lo que nos hará sufrir."

Marcel Proust.

Princesa Naira Angelov:

¿Pero se puede saber quién demonios era aquel horrible individuo sentado frente a mí en posición amenazante mientras acribillaba a una pobre ardilla que seguramente no se merecía eso?, ¿por qué sentía tanta repulsión hacia su persona?... ¿y por qué tanta atracción?

De repente, la saliva se me acumuló en la boca, y tuve que tragar empleando un gran esfuerzo y produciendo un escandaloso ruido que provocó una sonrisa torcida en la boca de mi acompañante.

"Asqueroso."

Torcí el gesto al ver cómo su expresión cambiaba al meterse un dátil en la boca y lo masticaba suavemente. Sin apartar sus ojos de los míos. Como queriendo insinuar algo.

"Gallardo..." *

Entonces, él entornó los ojos, y me produjo un cosquilleo en el final de mi espalda.

"Turbador."-Sentencié finalmente.

- ¿No comes, Naira? -Me preguntó inquisitivo ladeando el rostro. Sus ojos cobaltos resplandecieron impacientes por escuchar mi respuesta.

-No tengo hambre. -Respondí de la forma más seca posible, encarándole, tratando de no acobardarme ante su sugestión.

De repente, el sujeto tragó lo que tenía en la boca y dejó caer los cubiertos que sujetaba en ambas manos al plato que tenía frente a él, descansando sobre la mesa de madera noble, desencadenando un estallido. Acababa de partir el plato de barro con la cubertería de plata que anteriormente agarraba tan fervientemente para apuñalar a una ardilla ya muerta.

"Muy turbador."-Me recalqué a mí misma al presenciar el incomprensible gesto.

- ¿Sabes...?, yo tampoco tengo hambre-hizo una pausa en la que aprovechó para recolocarse en su asiento, volver a poner los codos sobre la mesa y reposar su cabeza sobre sus manos entrelazadas para inspeccionarme así con la más penetrante e irritante de las miradas. -No de comida, al menos. -Espetó.

Cerré con fuerzas mis ojos ya resecos por la sorpresa y me separé de la mesa arrastrando mi asiento por el suelo de mármol.

"Pero... este pedazo de excreción... ¿de qué me está hablando?"

Me tomó un segundo agarrarme los bajos de mi saya y otro para asegurarme de que el abracadabrante ser aún seguía en su sitio y no había movido ni un músculo. No me hacían falta más pistas para saber que toda esta farsa no había sido otra cosa más que la obra de Galadriel.

Me giré hacia la puerta en un movimiento veloz y precipitado, y si no hubiera sido por la mano de mi acompañante, quien se había colocado a mi lado y agarró mi muñeca sin hacer ningún tipo de ruido y en menos tiempo del que cualquier mundano hubiera jamás necesitado para aquello, me habría caído de bruces por no estar acostumbrada al uso del tacón.

Volví mi rostro y observé su escrutinio desde abajo. Ya había tenido la oportunidad de comprobar lo mucho que me superaba en cuanto a altura al haberse colocado tan cerca de mi apenas varios minutos antes de sentarnos para almorzar, pero no me había tomado el tiempo suficiente para analizar sus tan-ahora-tensas facciones hasta aquel momento; pude observar que era un varón mucho más maduro que yo, pálido, y de repente recordé que era el Comandante del ejército de Mystica al notar su tan trabajador cuerpo de nuevo pegado al mío, pues había él acortado toda la distancia existente que pudiera haber existido entre ambos; su liso cabello, tan oscuro como la noche, caía hasta sus orejas, y unos cuantos mechones del mismo se encontraban esparcidos por su lisa frente, desembocando en una mirada hechicera tan fría como lo era su piel al tacto, y sin embargo, había algo en el azul de sus ojos que desataba mil preguntas dentro de mí y que no me creía capaz de pronunciar.

>>Sus largas pestañas chocaban con sus finas cejas y dejaban un hueco perfecto para aquella recta e inmejorable nariz.

>>Y entonces cometí un error. Y ese hombre se dio cuenta, y yo lo supe. Lo supe porque pude ver la cínica sonrisa que curvaba sus labios cuando me fijé en su boca; tan jugosa, tersa...tan atrevida... enmarcada toda ella y su terrible sensualidad en una recortada barba que le cubría gran parte del rostro.

Jamás había mirado a un hombre como acababa de mirarlo a él.

Nunca sentí la tan visceral necesidad de querer tocar, acariciar o sentir a un mundano, de besar si quiera. Mis padres no me habían enseñado a hacerlo, y Galadriel tampoco profundizó en el aprendizaje; la Princesa de Danovica sí que entendía de lealtad; hacia su región, hacia sus súbditos, hacia sus amigos... pero nunca entendió lo que era el amor...

>>Aunque sí hubo algo que el Rey Sargo se encargó de hacer antes de su asesinato, y aquello no fue el asegurarse de que supiera cómo gobernar, o cómo manejar las transacciones con las demás capitales, sino el cómo abrazar cualquier instinto o sentimiento asesino y lidiar con él hasta poder efectuar eso que tan fervientemente deseaba; acabar con la vida de alguien, sin embargo, el convivir con mi sádico progenitor y posteriormente con dos demonios asesinos, me hizo comprender que yo no quería volverme así. Por ningún motivo.

Este pensamiento me depósito de nuevo en la realidad, en el momento en el que el salvaje hombre me mostraba sus alineados dientes por encontrarse sonriendo.

Al observar su desvergonzado gesto, le puse mala cara al intratable y majadero mundano e intenté zafarme de su agarre revolviéndome en mi sitio. Sin embargo, no pude hacerlo, y a pesar de mi agitación, él no pareció moverse del suyo.

>>No pude impedir que me soltara. No pude detener su frívola mirada.

>>No pude evitar los latidos de mi encabritado corazón respondiendo a su contacto.

Él aumentó la fuerza con la que me sujetaba la muñeca.

Gruñí por lo bajo.

Su gélido tacto empezaba a quemarme la piel, pero en un mísero instante de vacile, no quise que me soltara.

-Me hace daño. -Reté.

- ¿Y eso te supone un problema? – Me preguntó. En sus ojos rebotaron las chispas.

Mi boca se entreabrió ante el estremecedor comentario, pero intenté mantener la poca compostura que me quedaba.

-Suélteme. -Ordené en un tono más alto.

- ¿Qué vas a hacerme si no lo hago?...me encantaría escucharlo.

- ¿Acaso esto es un juego para vos? -No me di cuenta de que mi voz se había elevado 8 octavas. - ¿Es lo que le parezco?, ¿un juguete? -Los ojos se me llenaros de lágrimas. No podía imaginarme un futuro más horripilante que con aquella persona. Por un momento la idea de volver a mi vida anterior, escondiéndome de mi madrastra y escapando por los pasillos de palacio en secreto de Everyld y sus secuaces se me antojó idílica. Pero no iba a llorar delante de él. No podía permitirme perder el duelo de esa manera. No.

Me mordí el labio inferior tan fuerte que a los pocos segundos pude distinguir el sabor metálico de la sangre mezclándose con mi saliva.

"Aguanta. Sé fuerte."-Me repetía.

Y entonces lo miré:

Vislumbré en su escalofriante sonrisa algo similar en lo que observaba en mi familia postiza, y esta vez no me quedaron más dudas; todas aquellas se allanaron.

Aquel hombre no sólo había pactado algo terrible y cruel-al menos para mí-con Galadriel, mi madrastra, sino que también pertenecía él a su misma especie; aquel hombre era "El Diablo".

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Glosario:

*Abracadabrante: horripilante.

*Gallardo: atractivo, sensual, guapo.

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¡Buenas a todos!😁👋🏻

¡Redbird al teclado!🐣

Ha sido un capítulo cortito pero necesario, ya que así conocemos las primeras impresiones de ambos en cuanto a la primera vez que se encuentran🙈🙊

Espero poder subir otro nuevo capítulo (y esta vez más largo) muy pronto.

Muchas gracias por leerme, ¡un beso!😘❤️

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El modelo en el que me he inspirado para describir a Asmodeo es Ferrán Calderón:

(Vídeo MUY, pero que MUY interesante)

¿Qué opináis de él?, ¿os lo imaginabais así?

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