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♡ ‹ keep it inside.

Rosé aceleraba con precisión, dominando cada curva mientras el motor rugía al límite. Su concentración era impecable; sus manos firmemente en el volante y sus ojos atentos a cada señal o posible obstáculo. Sabía que cualquier error podía atraer la atención de un policía, lo cual no podían permitirse en ese momento.

En el asiento trasero, Jennie, con una mezcla de ternura y deseo, limpiaba el semen de Lisa. Usaba el bóxer de Rosé, moviéndolo con cuidado sobre el rostro de la chica, asegurándose de no dejar rastro alguno, mientras Lisa esbozaba una sonrisa satisfecha. Las dos intercambiaban miradas cómplices, ansiosas por llegar a casa y continuar lo que habían comenzado.

El auto estaba vestido de un vapor y un calor impresionante. Rosé había dejado su camiseta en el asiento del copiloto; el calor que irradiaban sus cuerpos la habían obligado a deshacerse de ella. Solo llevaba sus pantalones, con su verga guardada a duras penas, marcando claramente en la tela mientras su mente seguía maquinando lo que vendría después.

A pesar de la velocidad y el peligro, en el aire se sentía una mezcla de adrenalina, deseo y un profundo anhelo por seguir explorando sus cuerpos.

Llegaron al edificio sin contratiempos, el rugido del motor se apagó suavemente mientras Rosé aparcaba el auto con precisión. A pesar de la velocidad y la intensidad del trayecto, ninguna de las tres mostraba señales de fatiga; al contrario, sus ojos brillaban con una emoción incomparable.

La siempre atenta pelinaranja le entregó a Lisa la camiseta de Rosé para que cubriera su cuerpo y disimulara cualquier rastro de lo sucedido minutos antes. Con una sonrisa cómplice, ayudó a Lisa a acomodarse la falda, asegurándose de que todo estuviera en su lugar antes de salir del auto.

Jennie y Lisa fueron las primeras en bajar, ajustándose con calma sus ropas como si acabaran de terminar una salida casual. Detrás de ellas, Rosé cerró el coche y se unió a ellas, con una actitud serena pero segura, controlando la situación como siempre. Las tres caminaron juntas hacia la entrada del edificio, sus movimientos sincronizados y relajados.

Una vez dentro del ascensor, mantuvieron la compostura. Jennie y Lisa intercambiaban miradas discretas, pero su lenguaje corporal denotaba la impaciencia que sentían. Rosé, por su parte, permanecía aparentemente imperturbable, aunque la tensión en su mandíbula y la postura ligeramente rígida traicionaban la excitación que intentaba ocultar.

Con la cámara del ascensor observándolas desde una esquina, actuaban con total normalidad, como si fuera un día cualquiera. Ninguna se permitía un gesto o mirada que pudiera levantar sospechas, pero la energía entre ellas era innegable. La subida al piso se hizo eterna, y la expectativa crecía con cada número iluminado en el panel del ascensor. Estaban a segundos de reanudar lo que habían dejado en pausa.

El ascensor se detuvo con un suave "ding" y, apenas se abrieron las puertas, las tres salieron con pasos decididos, casi sin mirarse entre ellas, pero con una coordinación natural que reflejaba la anticipación que sentían. El pasillo hacia el apartamento de Jennie se hizo corto, como si sus cuerpos estuvieran guiados por una fuerza sobrenatural. La pelinaranja, con manos ágiles, sacó las llaves y abrió la puerta en un solo movimiento. Apenas habían cruzado el umbral, Rosé y Lisa ya estaban dentro, sin perder tiempo, mientras Jennie cerraba la puerta con un clic casi imperceptible.

La mirada de Jennie fue directo al sofá, el mismo donde aquella vez Rosé las había presenciado accidentalmente en un momento privado, un recuerdo que ahora avivaba aún más el deseo. No hizo falta decir nada; Rosé se acercó a Lisa con una determinación feroz y la empujó suavemente hacia el sofá, haciendo que cayera con gracia sobre los cojines. En cuanto Lisa estuvo sentada, Rosé se arrodilló frente a ella, con una intensidad que desbordaba ansiedad. Sus manos, temblorosas de deseo, se aferraron a la tela de la falda de la menor y, con un tirón brusco, la hizo deslizarse por sus piernas, revelando la piel que tanto había anhelado.

Rosé no podía soportar la barrera de la ropa; cada segundo que pasaba sin tener acceso a cada rincón de ese cuerpo era una agonía. Su respiración se aceleraba, y su mirada era casi salvaje mientras sus manos recorrían las piernas desnudas de Lisa. La pelinaranja sin quedarse atrás, se acercó por detrás de Rosé y, con un toque delicado pero firme, comenzó a despojarla de su top. Sabía que tanto Rosé como Lisa preferían que la ropa no fuera un obstáculo, y con movimientos hábiles, dejó el torso de su amiga completamente al descubierto, para luego hacer lo propio con su top.

Ahora, Rosé estaba arrodillada frente a Lisa, sin más prendas que sus pantalones, con su pecho sudado.

La pelinaranja de pie a un lado, apenas contenía su propia excitación como si fuera un peso para ella. Lisa no perdió tiempo y fue directo a su pantalón, recorriéndolo con manos hábiles hasta sentir lo que buscaba: una dureza firme y pulsante que estaba ahí por ella. Con una mezcla de satisfacción y provocación, subió la mirada, sus ojos encontrando los de Jennie mientras sus labios se curvaban en una sonrisa traviesa. 

── Me encanta verla así, dura por mí ── susurró con un suspiro que denotaba tanto lujuria como una sutil dominancia. Sus ojos bajaron nuevamente, fijos en los pantalones de la pelinaranja.

Sin romper el contacto visual, la pelinaranja se deshizo de sus pantalones con un movimiento fluido, dejando su erección completamente expuesta. Sin perder el ritmo, la tomó con una mano y la guio hasta el rostro de Lisa, acariciando su mejilla con la cabeza de su miembro. El gesto era tanto un juego de poder como una muestra de la intimidad que habían cultivado. Lisa, sin apartar la mirada, permitió que Jennie se la restregara en la cara, disfrutando de la mezcla de humillación y deseo que eso provocaba en ambas.

Mientras tanto, Rosé se levantó para buscar los condones. Su cuerpo estaba en un estado constante de calor y ansiedad; cada segundo que pasaba la hacía más consciente del deseo ardiente que sentía por ambas. Al regresar, la visión que la recibió fue aún más provocativa: su amiga frotando su erección contra el rostro de Lisa, mientras esta cerraba los ojos y suspiraba con deleite.

Rosé se quedó quieta por un instante, observando la escena con los condones en la mano. Su mente se encendió en una vorágine de imágenes y deseos. El fuego interno que la consumía solo creció al ver mejor cómo Jennie y Lisa se entregaban la una a la otra, y supo que lo que vendría a continuación superaría todo lo que habían experimentado juntas hasta ahora.

── Jen ── llamó Rosé con voz baja pero firme, atrayendo su atención, esta seguía disfrutando del aliento caliente de la rubia. La pelinaranja levantó la cabeza y se encontró con la mirada de Rosé, esa mirada cargada de intenciones──. Tengo una idea ── continuó, con una sonrisa sugerente que hacía claro que no era cualquier idea, sino algo que seguramente elevaría la intensidad de lo que ya estaban viviendo.

Sin dudar, respondió: ── ¿Cuál es? ──. Sin dar más detalles, Lisa la miró con complicidad y susurró: ── Confía en mí ──. La confianza que compartían era tal que no se necesitaban más palabras.

Rosé se acercó a Lisa, tomando su rostro con suavidad antes de besarla con delicadeza, un contraste con la intensidad que se avecinaba. Lisa respondió al beso mientras sus manos no perdían tiempo en bajar sus pantalones, revelando su erección, igual de ansiosa y firme como la de Jennie. Con las tres ahora completamente disponibles, el ambiente se saturó de deseo.

Sin perder el ritmo, Rosé tomó el control y colocó a Lisa en cuatro patas sobre el sofá. La imagen de su cuerpo curvado, con su sexo expuesto, mojado y listo, solo hizo que la tensión entre ellas alcanzara un nuevo punto de ebullición. Las manos de Rosé recorrieron las caderas de Lisa, disfrutando del contraste entre la suavidad de su piel y la firmeza de su propio deseo.

Jennie observaba de cerca, esperando el siguiente paso, sus ojos fijos en los movimientos de Rosé, quien tenía la situación perfectamente calculada.

Su enfoque estaba completamente en el cuerpo curvado de Lisa, cuyo sexo expuesto y húmedo parecía rogar por atención. Con una precisión deliberada, Rosé acercó la punta de su verga a la entrada del coño de Lisa, rozándola apenas, lo suficiente para aumentar la tensión, pero sin penetrarla. Mientras lo hacía, su mirada se dirigió a Jennie, dándole una señal para que se uniera.

Jennie entendió al instante y se acercó, tomando su propia erección con una mano y posicionándola junto a la de Rosé. Ahora, ambas vergas estaban alineadas en la entrada de Lisa, rozando su piel, pero sin entrar aún. Rosé comenzó a frotar la suya lentamente, permitiendo que la fricción creara un roce placentero para las tres. Jennie, siguiendo el ritmo de su amiga, hizo lo mismo, replicando cada movimiento.

La mezcla de sensaciones era casi insoportable. Ambas sisearon simultáneamente al sentir lo húmeda y caliente que estaba, mientras su excitación crecía exponencialmente. La tailandesa sentía la presión de ambas en su entrada, gimió dulcemente: 

── Oh, por Dios, están tan duras ── soltó con la voz entrecortada, su cuerpo temblando ante la expectativa.

Con su voz ronca y cargada de deseo, Rosé se inclinó más cerca de Lisa, sus labios apenas rozando su oído mientras susurraba: 

── ¿Quieres que te llenemos, Lisa? 

Era una pregunta cargada de lujuria, más una promesa que una simple provocación. El cuerpo de Lisa tembló ante esas palabras, y apenas contuvo un gemido cuando respondió con un susurro urgente: 

── Sí, por favor.

Al escucharla, Lisa giró la cabeza hacia atrás, su mirada buscando a Jennie, que estaba posicionada a su derecha. Su expresión era un reflejo de pura necesidad. Rosé, con una sonrisa traviesa, le preguntó: 

── ¿Cuál de las dos quieres que te lo meta primero? ── La pregunta estaba llena de intenciones, pero Lisa estaba tan perdida en la mezcla de placer y anticipación que no pudo responder. En lugar de palabras, su cuerpo habló por ella: arqueó la espalda, retorciéndose ligeramente, incapaz de contener las sensaciones que la inundaban al escuchar la propuesta.

Jennie, impaciente y deseando empujarla al límite, le dio una nalgada firme que resonó en la habitación, acompañada de un toque justo de dolor y placer. 

── Contesta, ¿cuál de las dos?── exigió, su voz baja pero cargada de autoridad. Manoban jadeó, su respiración entrecortada mientras procesaba la pregunta. Con una mezcla de audacia y vulnerabilidad, finalmente dejó escapar: ── ¿No pueden ser las dos?

Las palabras de Lisa provocaron sonrisas tanto en Rosé como en Jennie. La pelinaranja se inclinó un poco más cerca, pasando suavemente una mano por la espalda arqueada de Lisa antes de responder con una mezcla de burla y cariño: ── Cariño, te vamos a romper en dos si hacemos eso.

Lisa, sin embargo, no retrocedió. En su voz había una determinación inquebrantable y una necesidad que superaba cualquier preocupación: ── No importa. Puedo tomarlas, sé que puedo. Su declaración fue tanto un desafío como una entrega total a sus deseos. Ambas, Rosé y Jennie, sabían que Lisa estaba lista para todo lo que viniera, y esa confianza en su capacidad para manejarlas las prendió aún más.

Con miradas cómplices, Rosé y Jennie se prepararon para cumplir con los deseos de Lisa, sabiendo que lo que venía no sería nada menos que una explosión de pasión desmedida.

Rosé y Jennie intercambiaron miradas por unos segundos, una conexión silenciosa cargada de deseo y entendimiento. Ambas sabían que Lisa estaba pidiendo más de lo que cualquiera se atrevería a pedir, pero estaban dispuestas a complacerla. Jennie, con una sonrisa juguetona, decidió que si Lisa quería a ambas dentro de ella, eso tendría. Sin perder tiempo, se apartó del trío y fue en busca de un lubricante en su habitación, sabiendo que lo necesitarían para hacer realidad esa fantasía.

Mientras Jennie buscaba el lubricante, Rosé no perdió tiempo. Estaba demasiado excitada para esperar, y la tentación de sentir a Lisa alrededor suyo era irresistible. Con una mezcla de impaciencia y precisión, comenzó a meter la punta de su verga en el coño de Lisa, disfrutando de la presión y el calor que la recibían. La menor gimió en respuesta, su cuerpo temblando ante la sensación. Justo en ese momento, Jennie regresó, encontrándose con la imagen de Rosé empujando apenas dentro de Lisa.

Cosa que ella no sabía, pero Lisa le había rogado a Rosé para que metieran algunos centímetros en lo que la pelinaranja volvía.

── Mmm, no puedes esperar ── bromeó Jennie, alzando una ceja mientras se acercaba con el frasquito de lubricante en la mano.

Rosé soltó una pequeña risa, sus ojos brillando con deseo.

── Jamás. Es tan apretada y tan caliente, Jen ── respondió con un tono ronco, sin dejar de mover su cadera lentamente para mantener a Lisa al borde del placer.

Jennie, sin querer perder tiempo, destapó el frasquito de lubricante y vertió un poco del líquido frío sobre su verga, comenzando desde la punta sensible hasta la base, asegurándose de que estuviera completamente resbaladiza y lista para lo que venía. El contraste entre el frío del lubricante y la calidez de su piel la hizo estremecer, pero también intensificó su anticipación.

Viendo que Jennie estaba lista, sacó su verga del interior de Lisa por un momento, tomando también un poco de lubricante para cubrirse y asegurar que todo fluyera suavemente. Lisa, sintiendo la breve separación, soltó un pequeño gemido de frustración, deseando más. Pero su espera no duró mucho; Rosé comenzó a empujar lentamente de nuevo, esta vez metiéndose más profundo. Su verga se deslizó con más facilidad, entrando cada vez más hasta llegar a la mitad, disfrutando de cada centímetro que su cuerpo reclamaba.

Jennie se colocó estratégicamente debajo de Lisa, sabiendo que la posición sería clave para lograr lo que Lisa tanto deseaba: sentirlas a ambas al mismo tiempo. Con algo de esfuerzo y ajustándose a las curvas y movimientos del cuerpo de Lisa, Jennie logró que la chica se acomodara encima de ella. El resultado fue exactamente lo que había imaginado: los pechos suaves de Lisa presionándose contra su cara, sus respiraciones erráticas y esos pequeños gemidos de anticipación que solo la encendían más.

── Prepárate, bonita ── susurró Jennie con una sonrisa satisfecha antes de tomar su verga y guiarla hacia la entrada de Lisa. Sentir el calor y la humedad que la recibían era suficiente para hacerla jadear. Rosé, entendiendo perfectamente el ritmo y lo que venía, se retiró para darle espacio a Jennie, permitiéndole empujar su verga hasta el fondo dentro de Lisa, llenándola por completo.

Una vez que Jennie estuvo completamente dentro, Rosé se preparó para la siguiente fase. Colocó la punta de su erección en la entrada, justo al lado de la verga de Jennie, y comenzó a empujar lentamente, abriendo a Lisa aún más. El cuerpo de la rubia reaccionó al instante, tensándose y soltando un grito agudo de puro placer. 

── ¿Qué demonios? ── jadeó, abrumada por la intensidad de la sensación. No había experimentado algo así antes, y la mezcla de dolor y placer era casi imposible de procesar.

Jennie, siempre cuidadosa, le susurró con suavidad: ── Si necesitas que paremos, por favor pídelo── . No quería llevarla más allá de lo que podía soportar, aunque la visión de Lisa aceptándolas a ambas era una fantasía hecha realidad.

Lisa, con los ojos cerrados y el rostro mostrando una mezcla de éxtasis y concentración, asintió. No había forma de que quisiera que se detuvieran; al contrario, su mente solo podía enfocarse en la sensación de estar completamente llena, de sentir a Rosé entrando poco a poco junto a Jennie. El estiramiento, la presión, y la combinación de ambas dentro de ella la llevaban a un punto de placer que nunca había experimentado.

"Joder, esto sí que es estar llena", pensó, sintiendo cada milímetro que ambas empujaban en su interior. Sus gemidos se intensificaron, y las tres sabían que estaban alcanzando un nivel de intimidad y placer que no se encontraba fácilmente.

Cuando la australiana terminó de deslizarse completamente dentro de Lisa, sintió cómo el cuerpo de la rubia se tensaba y luego se relajaba al adaptarse a la doble invasión. Con un gesto suave pero firme, Rosé acarició la espalda de Lisa, su voz baja y cargada de lujuria mientras la elogiaba:

── Eres una buena chica, has aceptado dos pollas dentro como una campeona.

Lisa, con la respiración entrecortada, respondió casi de inmediato, su voz temblando de placer: ── Me lo merezco. 

Sus palabras reflejaban la satisfacción y la entrega total al momento. Jennie, aún debajo de ella, sonrió con ternura y le plantó un suave beso en los labios, disfrutando de la cercanía. Lisa, en medio del placer, susurró un "Gracias" casi como un reflejo, apreciando tanto la conexión emocional como el placer físico.

── No agradezcas, linda ── respondió Jennie, su tono lleno de afecto, mientras sus manos comenzaban a explorar las curvas de Lisa, preparándose para lo que venía.

Park, sin perder tiempo, se aferró a la cintura de Lisa, sus dedos hundiéndose en la piel mientras ajustaba su posición para asegurar que sus embestidas fueran precisas y profundas. Sentía la necesidad de moverse, pero sabía que debían hacerlo despacio para no abrumar a la menor. Jennie, por su parte, colocó sus manos alrededor del culo de Lisa, dándole un agarre firme para poder moverse al mismo ritmo que Rosé.

Con una mezcla de anticipación y deseo, Rosé preguntó en voz baja: 

── ¿Estás lista, gatita?── La tailandesa asintió, sus ojos cerrados mientras se preparaban para la embestida. 

── Sí, muévanse... despacio ── pidió, su voz suplicante mientras su cuerpo temblaba de expectativa.

Las embestidas comenzaron tal como Lisa las había pedido: lentas, profundas y perfectamente sincronizadas entre Rosé y Jennie. Cada movimiento estaba calculado para maximizar el placer sin apresurarse, alternando entre la penetración recta de Rosé y los empujes hacia arriba de Jennie, buscando estimular todos los puntos sensibles de Lisa. El lubricante hacía que todo se sintiera suave y resbaladizo, permitiendo que ambas entraran y salieran sin fricción dolorosa. No había intención de lastimarla, solo de hacerla sentir bien y satisfacer su deseo de ser llenada por ambas.

Todo iba bien, los gemidos de Lisa se mezclaban con las respiraciones pesadas de Rosé y Jennie. Pero de repente, La australiana sintió una oleada de preocupación cuando se dio cuenta de algo crucial. Con un resoplido, su respiración se volvió tensa al recordar que, en medio de toda la pasión, olvidaron algo importante: los condones.

── Jen, joder ── gruñó Rosé, sus ojos escaneando rápidamente la habitación hasta que vio los paquetes tirados al lado del sofá. Estaban tan envueltas en el calor del momento que ninguna de las dos había recordado usarlos.

Jennie, aún concentrada en los movimientos de su cuerpo dentro de Lisa, soltó un comentario distraído: ── Joder, sí, está apretadísima.

Rosé la miró con una mezcla de incredulidad y urgencia. 

── No es eso, idiota. Olvidamos los condones.

Jennie parpadeó al darse cuenta de lo que Rosé estaba diciendo. 

── Carajo ── murmuró, compartiendo la preocupación.

Rosé se inclinó hacia Lisa, su tono suavizándose al tratar de hacerla entrar en razón. 

── Cariño, vamos a sacarlas un momento para colocarlos, ¿sí? ── Lisa, sin embargo, reaccionó de inmediato, su voz cargada de deseo y negación. 

── ¡No! ── protestó con una mezcla de ansiedad y lujuria.

Rosé trató de ser más persuasiva, acariciando suavemente la espalda de Lisa mientras le explicaba: ── Te podemos dejar embarazada, no es lo mejor.

Pero Lisa, con la voz teñida de desesperación, insistió. 

── No, no y no. Quiero que se corran adentro, por favor.

Rosé y Jennie intercambiaron miradas preocupadas, conscientes de los riesgos. Kim trató una vez más de razonar con Lisa: 

── Cariño...

Lisa, determinada y completamente entregada al momento, interrumpió con su súplica más honesta. 

── Tomaré la pastilla del día después, pero tienen que correrse dentro. Es lo que más quiero, Nini.

La resistencia de Lisa hizo que Jennie gruñera con frustración, pero también la excitó aún más. En un arrebato de pasión, la pelinaranja capturó los labios de Lisa en un beso salvaje, mordiendo ligeramente su labio inferior antes de murmurar con una mezcla de afecto y lujuria: 

── Joder, qué codiciosa eres.

── Fóllenme ya, puedo aguantarlo, puedo aceptarlo todo ── gimió Lisa, su voz entrecortada por la necesidad y la lujuria. No había espacio para dudas ni para temores; solo quería que la llenaran, que la rompieran en el mejor sentido posible. Sus palabras fueron una súplica desesperada, un clamor por más placer.

La mayor de las tres, con una sonrisa traviesa, miró a Rosé con una chispa de complicidad en los ojos. 

── ¿Escuchaste, Rosé? Dice que puede aceptar todo ── dijo en un tono cargado de provocación──. Será mejor que la follemos bien.

Rosé no necesitó responder con palabras. Todo lo que sentía, toda la lujuria que corría por su cuerpo, se expresó en el movimiento decidido de sus caderas. Sin más demora, ambas comenzaron a moverse de nuevo, sincronizando sus embestidas para llenar a Lisa hasta el límite. Las dos vergas, cálidas y resbaladizas, se deslizaban dentro de su cuerpo al ritmo perfecto, entrando y saliendo con una precisión que solo venía de la experiencia y de conocer exactamente lo que la otra quería.

Lisa jadeaba, sus gemidos elevados al punto de convertirse en casi gritos de placer. Su cuerpo reaccionaba a cada embestida como si estuviera al borde del colapso, pero en lugar de quebrarse, parecía fortalecerse. Cada empujón la hacía arquear la espalda aún más, buscando desesperadamente ese punto de ruptura donde el dolor y el placer se entrelazaban. Sentía cada centímetro, cada pulsación, y no podía contener los sonidos que salían de su boca, como si cada vez fuera mucho más de lo que podía soportar, pero aún así lo anhelaba.

Rosé y Jennie, totalmente inmersas en la intensidad del momento, alternaban sus movimientos con una precisión calculada. Mientras Rosé embestía recto hacia adelante, alcanzando lo más profundo, Jennie empujaba hacia arriba, estimulando todos los puntos sensibles desde otra dirección. Cada una se aseguraba de que Lisa sintiera cada centímetro, cada roce, mientras sus cuerpos chocaban con un sonido húmedo y rítmico.

Lisa estaba perdida en el mar de sensaciones, su mente nublada por el placer abrumador. El calor en su vientre crecía con cada embestida, acercándola al borde. Los gemidos se volvieron más erráticos, más intensos, mientras su cuerpo aceptaba todo lo que le daban. Sabía que estaba siendo llevada al límite, pero eso solo la hacía querer más, exigiendo con cada gemido que no se detuvieran, que la llenaran hasta que no pudiera más.

Rosé, con los dientes apretados y la respiración pesada, sintió la tensión en su propia erección aumentar. El placer de estar tan profundamente dentro de Lisa, sintiendo cómo su cuerpo se ajustaba a ambas, era casi demasiado. Podía sentir a Jennie al otro lado, compartiendo el espacio estrecho dentro de Lisa, y eso solo aumentaba la sensación.

Jennie, por su parte, no podía dejar de mirar el rostro de Lisa. Ver cómo se descomponía en placer puro mientras las dos la llenaban era un espectáculo en sí mismo. 

── Así te queremos, Lisa ── murmuró con una voz cargada de deseo──. Que lo sientas todo.

El ritmo aumentó, el sofá crujía bajo el peso de los movimientos combinados, pero nada importaba más que la sinfonía de gemidos, suspiros y jadeos que llenaba la habitación. Estaban completamente sincronizadas, llevando a Lisa al abismo.

Sin perder el control, Rosé decidió llevar el momento a un nuevo nivel. Con un suspiro cargado de deseo, separó las nalgas de Lisa con ambas manos, exponiendo su entrada trasera. Al verla tan vulnerable y expuesta, un gemido ronco escapó de sus labios. La visión de esa piel suave y esa entrada arrugada provocó una oleada de lujuria que se tradujo en una embestida más fuerte y profunda, arrancando un gemido aún más intenso de Lisa.

Jennie, que seguía sumergida en la calidez apretada de Lisa desde abajo, jadeaba mientras su cuerpo era rodeado por el placer. Lisa estaba apretando tanto alrededor de ellas que cada movimiento se sentía aún más intenso. 

── Joder, joder, así. Qué rico se siente ── jadeaba Lisa, su voz rasgada por la mezcla de placer y necesidad.

El cuerpo de Lisa respondía a cada embestida con una presión deliciosa que hacía que tanto Rosé como Jennie sintieran una mezcla de lujuria y desafío. La tensión en el ambiente crecía, sus respiraciones se entrelazaban con el sonido de la piel chocando, los gemidos y las súplicas. Jennie gemía con fuerza, sintiendo cómo Lisa la apretaba desde dentro, casi como si intentara retenerlas a ambas para no dejar que ninguna escapara.

Rosé, con la mirada fija en el cuerpo de Lisa, disfrutaba del control que tenía sobre ella. Cada vez que empujaba, Lisa arqueaba la espalda y soltaba gemidos más fuertes, totalmente entregada al placer. El calor se acumulaba, la piel resbalaba por el sudor, y el ritmo, aunque aún medido para no lastimarla, comenzaba a intensificarse a medida que el deseo de llevarla al clímax crecía.

Lisa estaba completamente atrapada entre ellas, sintiendo cómo ambas llenaban cada espacio posible dentro de su cuerpo. La intensidad era abrumadora, pero justo lo que deseaba. Sentía cada centímetro deslizarse dentro de ella, con Jennie empujando desde abajo y Rosé tomando el control desde arriba, llenándola y llevándola cada vez más cerca del borde.

El placer era absolutamente abrumador para Lisa. Cada embestida simultánea llevaba su cuerpo al límite. La punta de Jennie presionaba justo contra su punto dulce, enviando descargas eléctricas de placer por su columna, mientras que la de Rosé rozaba su cuello uterino, empujando más allá de lo que creía poder soportar. Estaba atrapada en una mezcla perfecta de sensaciones que la hacían sentir al borde de la destrucción y del éxtasis total. Sabía que iba a quedar destrozada después de esto, pero no podía desear otra cosa en ese momento.

── Será mejor que te corras pronto, nena. No aguantaré mucho más ── murmuró Jennie entre besos rápidos y húmedos a sus pechos. Cada palabra era entrecortada por los gemidos que escapaban de sus labios. A pesar de querer durar más, la sensación de estar dentro de Lisa, sintiendo cómo la apretaba tan intensamente, estaba llevándola al límite.

Rosé, notando la urgencia en la voz de Jennie y sintiendo también su propio clímax acercándose, aumentó la velocidad de sus movimientos. Cada embestida era más rápida y precisa, aprovechando el deslizamiento perfecto que proporcionaba el líquido pre-seminal, la humedad del coño de Lisa, y el lubricante que hacía que todo fuera tan suave como intenso. El roce constante hacía que sus cuerpos parecieran encajar perfectamente, moviéndose al unísono en un ritmo frenético y sincronizado.

Y entonces sucedió. Lisa alcanzó un orgasmo que la dejó completamente vulnerable. Su cuerpo se arqueó violentamente hacia atrás, sus gemidos se transformaron en gritos mientras sus manos se aferraban con fuerza a la pelinaranja. 

── Sí, sí, sí. Oh ahh... ¡Oh por Dios! ── gritaba con una mezcla de alivio y éxtasis. Su piel ardía, sus piernas temblaban, y cada músculo de su cuerpo parecía estremecerse bajo la oleada de placer que la recorrió.

Pero Rosé y Jennie no se detuvieron, manteniendo el ritmo implacable que la llevó al clímax. Lisa gemía aún más fuerte, incapaz de controlar su voz mientras ambas seguían embistiéndola. Rosé comenzó a gruñir, perdiéndose en la sensación de estar tan profundamente dentro de ella, mientras Jennie también sentía el calor de su propio clímax acercándose.

Lisa, jadeando y aún sumida en la euforia de su orgasmo, solo pudo aferrarse con todas sus fuerzas a la pelinaranja, cerrando los ojos y preparándose para el momento en que sus amigas finalmente llegaran al borde. El placer era tanto que su mente parecía desbordarse, dejándola en un estado de pura necesidad. 

── Córranse... dentro. ¡Ya! ── imploró con desesperación, su voz llena de urgencia.

Jennie fue la primera en llegar. Con un último empuje duro y profundo, dejó escapar un jadeo estrangulado mientras su semen comenzaba a salir en oleadas, llenando a Lisa desde dentro. El cuerpo de Lisa reaccionó instantáneamente, apretando aún más, lo que hizo que Rosé soltara un gemido gutural. La menor la besó torpemente, sin poder contener la gratitud y la pasión que sentía en ese momento, saboreando el sabor salado de los labios de la pelinaranja mientras su cuerpo seguía temblando de placer.

Rosé la siguió apenas unos segundos después. Casi pierde el equilibrio cuando sintió cómo la presión aumentaba dentro de Lisa. Era como si su cuerpo fuera una prisión deliciosa y sofocante. Con un último gruñido, su clímax estalló, liberando hilos y hilos de semen que se mezclaban con los de Jennie. Lisa estaba tan apretada que casi la hacía ver estrellas. Su respiración se volvió errática mientras todo su cuerpo se sacudía con cada contracción de su orgasmo, sintiendo cómo el calor espeso llenaba el interior de Manoban.

La tailandesa estaba completamente aturdida, su mente flotaba en un mar de sensaciones.

Lisa no podía creer lo llena que estaba; su cuerpo temblaba mientras el calor del semen de ambas la invadía por completo. Era demasiado para ella, pero también lo que más había deseado. 

── Qué bien se siente su semen caliente ── murmuró con voz quebrada. Apenas terminó de hablar, sintió otro chorro llenándola más, probablemente de Jennie, a juzgar por el gemido que soltó la pelinaranja.

Rosé, sintiendo el agotamiento en su cuerpo, con mucho esfuerzo comenzó a retirarse lentamente para darle un respiro a Lisa. La presión dentro de ella era tanta que, en cuanto la australiana se salió por completo, Lisa soltó un gemido entrecortado. Jennie también siguió, sacándose con cuidado para no lastimarla más. Las piernas de la rubia temblaban ligeramente por el esfuerzo y el éxtasis que la dejaba mareada. Ambas observaron cómo, al salirse, el semen comenzaba a derramarse desde el enrojecido y exhausto coño de Lisa.

── Jen ── llamó Rosé con una voz ronca por el esfuerzo y el placer.

── ¿Qué? ── contestó Jennie, todavía tratando de recuperar la respiración.

── Tienes que ver esto ── dijo, señalando la escena ante ellas.

Jennie, con curiosidad, se levantó y ayudó a Lisa a acomodarse en una posición en cuatro para tener una mejor vista. Cuando se agacharon para observar más de cerca, ambas quedaron atónitas ante la visión. El semen se derramaba lentamente desde su interior, goteando sin control en un flujo espeso y blanco que contrastaba con su piel roja y sensible.

La pelinaranja no pudo evitar recoger un poco con los dedos. Sin pensarlo dos veces, lo llevó de nuevo al interior de Lisa, empujándolo con suavidad mientras sonreía. 

── No desperdicies nada, gatita ── le susurró con un toque de ternura y picardía.

Rosé y Jennie rieron juntas, disfrutando de la complicidad del momento. A pesar de la intensidad de lo que acababan de hacer, ambas sabían que ahora era el momento de cuidar a Lisa. Con suavidad y cariño, comenzaron a limpiarla, dándole el espacio y el tiempo para recuperarse.

El ambiente en la habitación cambió a algo más cálido y tranquilo, las risas se apagaron y dieron paso a susurros de consuelo y cariño. Lisa estaba agotada pero satisfecha, sonriendo débilmente mientras sus amigas la rodeaban, asegurándose de que estuviera cómoda y bien cuidada.

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