05. the calamity party
✹ CHAPTER FIVE . . .
❝ the calamity party ❞
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KATHERINE NO HABÍA PODIDO DORMIR. Desde que ella y Pip descubrieron esa nota debajo de la almohada, ninguna de ellas había podido pegar ojo. Se movían de un lado a otro, pero sin conciliar el sueño. La joven Bell no había podido dejar de pensar en esa nota. Dudaba mucho que se tratara de uno de sus nuevos amigos gatstándoles una broma pesada.
Al día siguiente, todos recogieron sus cosas para emprender su viaje de vuelta. Katherine y Pip eran las únicas que iban calladas en el trayecto por razones más que obvias. Pip dejó a todos en sus respectivas casas hasta que quedaron ella, Katherine y Cara.
La joven Bell alzó la mirada para mirar durante un segundo, tal vez dos, a Pip. Ella llevaba el pelo recogido en dos coletitas, las mismas de hace una semana cuando la llamó «Sargentita». Sonrió inconscientemente ante eso, y desvió la mirada de la ojiverde.
―No me creo que el verano se acabe. ―se quejó Cara, pensativa, mirando por la ventanilla― Luego empezará nuestro último año, y...
―No quiero hablar de eso. ―pidió Pip rápidamente, y Katherine frunció el ceño en su dirección. Ella estaba situada en la parte de atrás del coche de Pip.
Cara miró a su mejor amiga con una mezcla de confusión y sorpresa.
―¿Sigues enfadada por lo de Ruby?
―¿Cómo es que solo le dijiste a Lauren que te gusta? ―preguntó.
―No se lo dije, lo adivinó.
―¿Y por qué yo no? ―contraatacó la de pelo corto, un tanto abrumada.
―Porque a tí no te interesan esas cosas. ―contestó la menor de los Ward con una sonrisa, pero Pip desvió la mirada― Vamos, es una chorrada. Es una libélula, ¿recuerdas? Y yo un renacuajo.
―Eres un gusano, como yo. ―respondió Pip y Cara rio un poco, pero Katherine no dijo ni hizo absolutamente nada.
Ella se había percatado de que Ravi había mensajeado a la joven Fitz-Amobi. Katherine sintió una punzada en el pecho y decidió ignorar aquello, para volver a prestar atención a la conversación entre las mejores amigas.
―¿Qué te preocupa? ―preguntó Cara mirando a Pip, borrando su sonrisa.
Al oír aquello, Pip se removió en su asiento, un poco incómoda, no sin antes mirar a Katherime de soslayo.
―No quiero que nada cambie.
―Oh, vamos, te conozco desde los cuatro años. ―dijo la joven Ward para envolver a su mejor amiga en un abrazo― Nada cambiará entre nosotras, ¿vale?
―Vale. ―contestó Pip como pudo, pues Cara la estaba estrangulando y soltó una risita, la cual contagió a las demás.
Katherine rio, pero no pudo evitar pensar en Margot. Extrañaba a su mejor amiga más que a nada. La necesitaba. Necesitaba tenerla a su lado. Necesitaba que le dijera que todo iría bien. Pero la pelirroja no estaba. Se había mudado de ciudad por su culpa. Por ser una Bell.
Borró su sonrisa al recordarla,y Pip pareció darse cuenta de eso ya que frunció el ceño en su dirección. Pero no dijo nada, no delante de Cara. No quería abrir una profunda herida sin querer y que su reciente amistad se estropeara.
Cara salió del coche, no sin antes despedirse de Katherine y obviamente de Pip. La castaña abrió la boca para hablar cuando la joven Ward estuvo lo suficientemente lejos, pero se vio interrumpida cuando Katherine se reincorporó en su asiento.
―¿Qué ocurre?
―Pip, mira. ―la chica señaló un coche a lo lejos, pero ambas reconocieron a las personas que se encontraban dentro.
Naomi Ward y Max Hastings.
Parecían estar hablando de algo muy importante y serio, pues discutían. Max estaba enfadado. Naomi intentó hablar, pero el rubio la interrumpió con un grito y un golpe en en volante que obviamente no pudieron escuchar. Hastings le reprochaba algo a la mayor de las Ward, pero esta no podía reaccionar siquiera. Solamente se encogía en su asiento, mirándolo. Parecía estar acostumbrada a aquello.
Unos segundos después, todo pareció calmarse un poco y Max recargó su cabellera rubia en el respaldo del asiento del piloto. Naomi tragó saliva para salir del coche en dirección a su casa, sin mirar atrás hacia su amigo.
Katherine y Pip compartieron una mirada confusa, sin entender el motivo de la discusión entre los antiguos mejores amigos de Sal Singh.
El móvil de Pip volvió a sonar y ambas chicas se sobresaltaron. Katherine pensó que se trataba de Ravi, ya que se recargó de nuevo en el asiento de atrás para desviar la mirada del móvil.
―Mi madre me acaba de escribir. ―habló Pip al leer el mensaje, y miró a la pelinegra por el retrovisor― Dice que te invita a comer sus deliciosos tacos.
―Oh, no, no hace falta.
―Insiste. De hecho, dice que más te vale que aparezcas o no volverá a dejarte entrar en mi casa. ―bromeó, aunque la pelinegra sabía que no mentía.
―No sé, Pip, no quiero ser una molestia ni nada por el estilo, es...
―No eres una molestia. Lo eras antes, y mucho. Pero ahora ya no. ―contestó Pip con una sonrisita― No para mí.
Katherine le sonrió, y ambas chicas se estuvieron mirando por unos segundos hasta que la castaña reaccionó.
―Entonces... ¿qué dices?
―Sí, está bien, iré. ―Katherine alzó las manos en señal de rendición y Pip asintió mientras reía para teclear una respuesta afirmativa a su madre.
Pip dejó el móvil en el posavasos del coche para arrancarlo de nuevo.
―Oye, eh... creo que Ravi te ha escrito antes. No sé lo que quería, pero supongo que querrá hablar contigo. ―dijo Katherine con una sonrisa amable.
Aunque fuera una sonrisa falsa.
Pip se encogió de hombros ―Bueno, pues... creo que puede esperar.
―¿Segura?
―Sí, claro. ―ella empezó a conducir y miró a Katherine por el retrovisor con una mini sonrisa― Dime, ¿te gustan los tacos picantes o un poco más dulces?
―¿HOLA? ―preguntó Pip al llegar a casa, pues la verdad era que todo estaba muy en silencio. Normalmente, todos los días a esa hora, Josh se encontraba en el salón viendo unos dibujos de Disney Channel a todo volumen y se podía escuchar desde la entrada.
Katherine iba detrás de ella y cerró la puerta de la casa, siguiendo a la chica.
Parecía no haber nadie.
Pip se quedó estática al ver algo, sin despegar la mirada, y Katherine frunció el ceño para posicionarse a su lado. La joven copió el movimiento que su nueva amiga hecho al ver lo mismo.
Una hoja de papel perfectamente doblada por la mitad se encontraba sobre la mesa de la cocina.
Katherine y Pip se miraron antes de que la última se adelantara para acercarse a la hoja de papel. Katherine fue tras ella. Ambas temían lo mismo: que la misma persona que había enviado la nota la noche anterior hubiera entrado en casa de Pip para dejar una segunda.
La ojiverde agarró la hoja de papel para desdoblar con la respiración entrecortada. Katherine hacía lo mismo. Pip la miró de reojo una última vez hasta que finalmente la leyó.
Su expresión se relajó al instante.
―«Nos hemos ido a comprar. Volveremos tarde. Dile a Katherine que se sienta como en su casa. Besos». ―leyó Pip en voz alta y la expresión de la pelinegra también se relajó.
Ambas adolescentes soltaron un suspiro de alivio al darse cuenta de que no había nada de qué preocuparse.
Al menos por ahora.
Pip le hizo una seña a Katherine para que la siguiera a su habitación, y esta la siguió. Las dos entraron en esta tras subir las escaleras hacia la parte de arriba, y la de pelo corto empezó a cerrar todas las ventanas y cortinas.
Katherine, mientras tanto, cerró la puerta con pestillo. Solo por si acaso. Después, se sentó en la cama de Pip para sacar la nota que ambas recibieron la noche anterior en la acampada.
La leyó de nuevo y tras unos cuantos segundos pareció darse cuenta de algo, ya que sacó su móvil con rapidez.
Pip la miró con curiosidad y se acercó a ella para sentarse a su lado. Vio que la chica buscaba entre las grabaciones acumuladas y le daba al play a la de Nat Da Silva, la entrevista más reciente.
―¿Qué estás haciendo? ―le preguntó Pip a Katherine al ver que adelantaba la grabación hasta casi el final, pero la joven Bell le hizo una seña con la mano para indicarle que se callara.
―Pareces maja, Pippa. Y a ti te conozco muy bien, Katie. ―se escuchó la voz de la antigua mejor amiga de Andie Bell desde el móvil― No sabéis lo que estais investigando. Tened cuidado.
Ella volvió a repetir la grabación otra vez. Y otra. Y otra. Y otra. Hasta que Pip miró a Katherine con las cejas alzadas.
―¿Estás pensando lo mismo que yo?
―Sí. ―respondió la chica para mirar a la castaña― Nat usó exactamente las mismas palabras que en la nota que anoche encontramos en el bosque.
Pip no dijo nada más, y Katherine tan solo se levantó de la cama para dirigirse al escritorio de la ojiverde y empezar a escribir con un rotulador negro otro nombre más en la lista de sospechosos.
Nat Da Silva.
Le dolió mucho escribir el nombre de una de las pocas personas que la respetaban en esa lista, pero no tenía otra elección. Ya era una sospechosa.
Pip se acercó a ella para posar una mano en el hombro de Katherine y así brindarle apoyo. La joven Fitz-Amobi alzó la mirada para fijarse en una foto.
Una foto en la que salía el chico que intentó robarle la nariz a Katherine, pero en vez de con traje ahora estaba vestido de policía.
Luego recordó que ese mismo chico recogió a Nat del partido de tenis en el que ella perdió contra Cara. Tenían que estar relacionados sí o sí.
Pip agarró rápidamente su ordenador para sentarse de nuevo en su cama, abriendo la tapa antes cerrada de este.
―¿Qué haces? ―preguntó Katherine con confusión acercándose hacia la cama, y Pip mantenía su mirada fija en el ordenador.
―Necesitamos buscar los nombres de todos los agentes de policía de Little Kilton.
―De acuerdo, Sargentita. ―Katherine hizo un saludo militar y Pip rodó los ojos con una mini sonrisa.
Esperaron a que el ordenador se reiniciara y Pip buscó en una página web: «Agentes de Policía de Little Kilton». Le dio clic al primer enlace.
Daniel Da Silva.
Hermano de Natalie Da Silva.
―Bingo. ―exclamó Katherine con una mezcla de ironía y sorpresa, para chocar los cinco con Pip, quien suspiró en forma de alivio. Por fin sabían la identidad de ese chico roba narices.
RAVI SINGH contemplaba la pared cubierta de fotos y pruebas relacionadas con el caso, boquiabierto. Katherine y Pip habían contactado con él para así poder explicarle todo lo que habían descubierto y en qué habían avanzado hasta ahora en la investigación.
―Crees que estamos locas. ―dijo Pip después de un incómodo silencio, esbozando una sonrisa que más bien luego se transformó en una mueca.
―Al cien por cien. Pero no tiene por qué ser algo malo. ―contestó Ravi con un poco de diversión― ¿Qué tenéis? ¿Qué es todo esto?
Ambas chicas se levantaron de la cama para dirigirse hacia el escritorio.
―Es Dan Da Silva ―habló Pip señalando la foto del chico―, el hermano de Nat Da Silva. Es un policía que trabajó en el caso.
Ravi se acercó un poco más para inspeccionar la foto más de cerca.
―Oh, cierto, me acuerdo de él. ―contestó el moreno sin despegar la mirada de la foto― Es un capullo.
―Sí, es el tipo que nos amenazó en la fiesta y que me robó la nariz. ―añadió Katherine cruzada de brazos.
―¿Puede ser el Hombre Mayor Secreto?―preguntó Ravi.
―Sí. ―contestaron ambas.
―Bueno, no lo sabemos. Nat nos dijo: «Pareces maja, Pippa. Y a ti te conozco muy bien, Katie. No sabéis en lo que estáis investigando. Tened cuidado». ―pensó Katherine en voz alta, y Pip la miró de reojo― ¿Estará cubriendo a Nat?
―Tal vez. ―respondió Ravi para acercarse de nuevo hacia unas fotos, siendo estas en las que salían el trío inseparable de mejores amigas.
Andie Bell, Nat Da Silva y Emma Hutton.
Ravi empezó a despegar las fotos para colocarlas en otro lugar.
―¡Eh! ―se quejaron las chicas.
―Solo las estoy poniendo en orden cronológico. ―explicó el joven Singh mirándolas con una sonrisa― La verdad es que me sorprende que no lo hayáis hecho vosotras.
Katherine abrió la boca para responderle algo no muy bonito, pero Pip se lo impidió colocando una mano en su hombro. A la joven Bell no le caía mal Ravi, de hecho, lo entendía más que a nadie y se identificaba mucho con él.
Pero había empezado a cansarse un poco de que pasara demasiado tiempo con ellas. Sobre todo con Pip. Y la verdad era que no sabía la razón.
Ninguna de ellas dijo nada más, y dejaron que Ravi terminara de pegar las fotos correctamente.
―Mirad ―dijo el chico una vez estuvo todo colocado, y empezó a señalar todas las fotos―: Andie, Emma, Nat. Andie, Emma, Nat. Andie, Emma, Nat. Hasta llegar aquí: abril, dos semanas antes de que Andie desapareciera. A partir de aquí, solo Andie y Emma. No Nat. ―el joven miró a las chicas― Está claro que discutieron por algo.
Después de unos segundos, Katherine habló, pues pareció acordarse de algo.
―¿Por sus fotos desnuda?
―Fue en abril. Lo sé porque habíamos perdido cinco-cero al fútbol. ―explicó Ravi y Katherine ahogó una risa― Todos empezaron a pasárselas en el autobús.
―Pero no se supo quién las filtró. ―dijo Pip después de un tiempo, y miró a Katherine de reojo sabiendo que lo que diría a continuación no le haría demasiada ilusión― ¿Y si fue Andie?
Katherine escuchó aquello y bajó la mirada. No podía creerlo. La investigación del caso estaba dándole la oportunidad de conocer y descubrir los secretos de una hermana mayor muy diferente a la que ella conocía.
O, al menos, a la que ella creía conocer.
―¿Le haría eso a su mejor amiga?―preguntó Ravi con el ceño fruncido.
―No lo sé, pero de ser así le dio un buen motivo a Nat. ―contestó Pip, y miró a Ravi con una sonrisa― Dame tu móvil.
El chico le sonrió, y el dolor en el pecho de Katherine se intensificó aún más.
LA PIERNA DE KATHERINE subía y bajaba con rapidez. Ya había anochecido y ella, Pip y Ravi se encontraban sentados en un banco cerca de la oficina de correos, lugar donde Nat Da Silva y Emma Hutton habían quedado para verse.
Con el minúsculo detalle de que Emma Hutton, en realidad, se trataba del trío de detectives. Nunca había hablado con Nat sobre verse. Katherine, Pip y Ravi se habían hecho pasar por Emma esta vez.
―La próxima vez hay que elegir mejor la comida. ―dijo Ravi, refiriéndose a la bolsa de patatas que tenía en la mano.
La habían comprado en un quiosco cerca de la oficina de correos mientras ellos esperaban a Nat.
―¿Qué tienen de malo? ―preguntó Pip, refiriéndose a las patatas.
―Hacen ruido. Necesitamos algo silencioso. ―explicó él.
―Como un dónut. ―dijo Pip llevándose una patata a la boca, y Katherine sonrió levemente ante eso, aún con la mirada situada en el suelo del lugar.
―Muy pegajoso. ―contestó Ravi, y Katherine sintió que estaba arruinando un momento entre ellos. La pierna de la chica subía y bajaba con más intensidad― Piensa en las huellas.
―Cierto. ―respondió Pip, mirando a un punto fijo, pensativa. Miró primero a Katherine― ¿Y las nubes? Esas sí que son silenciosas.
La chica alzó la mirada al darse cuenta de que Pip le estaba hablando a ella y no a Ravi. Ella se encogió de hombros.
―Perfecto. ―esbozó una sonrisa que no le pudo llegar a los ojos.
Pip la miró con confusión y abrió la boca para decir algo más, pero se vio interrumpida al escuchar la puerta de un coche cerrarse cerca de ellos.
Nat Da Silva se bajó del coche con la mirada puesta en su móvil, seguramente escribiéndole a Emma para hacerle saber que ya había llegado.
Katherine fue la primera en levantarse.
―Hola, Nat. ―saludó la pelinegra con una sonrisa amable.
―Hola, Katie. Me alegro de volver a verte. ―saludó la rubia casi sin mirarla, pues seguía con la mirada puesta en el móvil― He quedado con una amiga, no puedo hablar.
―¿Con Emma? ―preguntó esta vez Pip, levantándose del banco para situarse al lado de Katherine. Nat se detuvo al instante y se giró para mirarlas con una mezcla de sorpresa y confusión.
―Somos Emma. ―informó Ravi levantándose del banco también, y con la bolsa de patatas en la mano.
―¿Qué cojones...? ―fue lo único que pudo decir Nat, confundida, guardándose el móvil en el bolsillo.
―Sabemos que mi hermana filtró tus fotos desnuda. ―comentó Katherine, aunque decir aquello le dolía.
―¿Perdona? ―dijo Nat, acercándose al trío de detectives con lentitud. Cuando pareció darse cuenta de lo que sucedía, soltó un suspiro irónico― ¿Creéis que Andie publicó esas fotos y que yo la maté por venganza?
Ninguno de ellos dijo nada. Pip se encogió levemente de hombros, de forma retórica; Ravi miraba a Nat fijamente y Katherine bajó la mirada.
―Qué fuerte. ―dijo la rubia, mirando especialmente a Katherine, antes de comenzar a caminar de nuevo hacia su coche― Andie era mi mejor amiga.
―Discutísteis, ¿verdad? ―intervino Ravi, y este consiguió que Nat se detuviera― Justo antes de que desapareciera.
Nat se giró para mirar al chico.
―Yo me peleé con Sal la noche antes de que muriese. ―añadió el menor de los Singh con la mayor amabilidad que pudo reunir― Aún me siento mal.
Nat se quedó mirando a Ravi durante unos segundos. Y en ese intercambio de miradas Katherine pudo darse cuenta de que la chica lo entendía. Nat sabía por lo que Ravi estaba pasando.
―Estaba distinta.
―¿Cómo? ―preguntó él.
―No lo sé. Antes de morir, entró en modo autodestructivo. ―explicó la rubia mirando a un punto fijo, para mirar a Katherine― Empezó a quedar con un chico que era lo peor.
Katherine y Pip se miraron de reojo.
―Le dije que se alejara de él, pero no me hizo caso. ―añadió.
―¿Quién? ―preguntó Ravi, y la tensión en el ambiente era palpable.
Nat miró varias veces a los tres adolescentes, como si se estuviera guardando aquello durante mucho tiempo, antes de decir su respuesta.
―Max Hastings. ―contestó y, al oír el nombre del antiguo mejor amigo de Sal, Katherine y Pip intercambiaron una mirada― Es retorcido.
Nat no dijo nada más. Solamente miró una última vez a Katherine antes de darse la vuelta para volver a montarse en su coche y arrancarlo. Se despidió de ellos con un asentimiento de cabeza.
Cuando el coche desapareció de la vista de Katherine, Pip y Ravi, ellos decidieron irse también. Empezaron a caminar hasta la casa de los Singh.
―¿Podría Max ser el Hombre Mayor Secreto? ―preguntó Pip.
―Nat solo ha dicho que quedaban.
―Sí, pero Max dijo que nunca había hablado con ella. ―contradijo Katherine, pensativa, recordando la conversación con el rubio en la fiesta de sus padres; miró a Ravi― Mintió.
―Puede que Max sea un capullo, pero siempre estaba en nuestra casa. ―intentó defenderlo el moreno, y sonrió un poco antes de reír― Me enseñó a hacer una chilena.
Katherine rodó los ojos con una mini sonrisa. Le caía muy bien Ravi, pero a veces se comportaba como un niño. La verdad era que hacia falta un poco de alegría en el equipo, y Ravi era la perfecta y mejor definición de eso.
―¿Le sigues viendo? ―cuestionó Pip, y llegaron al portal de la casa de Ravi.
―Pues no, desde el funeral. ―contestó mirando a la castaña― Bien, mi casa está ahí. ¿Queréis que os acompañe?
―Estamos bien, pero gracias. ―respondió Katherine esbozando su mejor sonrisa.
Ravi asintió y se despidió de ellas con una sonrisa, antes de dirigirse hacia su casa y entrar en ella. Katherine y Pip esperaron a que el chico cerrara la puerta antes de empezar a caminar.
―Vas a hacer lo que yo creo, ¿verdad?―dedujo Pip, copiando el paso rápido de la pelinegra, y el de la joven Fitz-Amobi era bastante... peculiar.
Katherine se mordió el labio para no reír, pero sin dejar de caminar.
―Vamos, Sargentita. Vamos. ―avisó la de ojos oscuros mirando a la chica.
―¡Que no me digas...!
―Cállate y camina, Sargentita.
MAX HASTINGS. Ese era el nombre del chico que había mentido sobre su relación con Andie Bell. Katherine no iba a dejar que se fuera de rositas tan fácilmente. Sobre todo si él estaba involucrado con su hermana mayor.
Y, justo por eso, la joven Bell se encontraba en frente de la puerta de la residencia de los Hastings y Pip estaba situada a su lado, y esta tocó el timbre.
Miró a Katherine una última vez, pero esta tenía la mirada fija en la puerta. Estaba serena. Y tranquila. Aunque sabía que por dentro su nueva amiga estaba igual de nerviosa que ella.
Unos minutos después, la puerta se abrió, dejándose ver a un hombre.
―Hola. ―saludó él.
―Hola. ―saludó Pip, pero esta parecía que se iba a ahogar de los nervios.
Katherine le dio un codazo a la ojiverde para que se tranquilizara, o de lo contrario serían descubiertas.
―Somos amigas de Max. ―mintió la pelinegra con una sonrisa amable.
―Qué afortunado. ―contestó el señor Hastings con la misma sonrisa.
―¿Está en casa? ―preguntó Pip.
―¿Toby? ―se escuchó desde el interior de la casa la voz de una mujer, y se dejó ver a la señora Hastings― Trae más vino del sótano.
El hombre se giró para mirar a las adolescentes.
―Max está arriba. ―indicó con una sonrisa divertida― Vosotras seguid el olor a Paco Rabanne.
―Gracias. ―contestaron las chicas antes de adentrarse en la casa.
Empezaron a subir las escaleras hacia la parte de arriba, sintiendo las miradas del matrimonio de los Hastings. Pero los ignoraron lo mejor posible. Finalmente llegaron a la parte de arriba de la casa.
Observaron por unos segundos todas las habitaciones, y se decantaron por la del fondo a la derecha. Katherine abrió la puerta con mucho cuidado de no hacer ruido o algo parecido. Pip fue tras ella, haciendo una mueca al oler la colonia que el señor Hastings les había dicho.
Todo estaba pintado de distintos tonos de color verde. Hasta la cama era de ese mismo color. Se notaba que el menor de los Hastings tenía un color favorito.
Se escuchaba el sonido de agua cayendo a presión, por lo que ambas dedujeron que Max se encontraba duchándose en el baño. Tendrían que darse prisa. Pip empezó a abrir las puertas de los armarios y Katherine se dirigió hacia el escritorio. Buscaban algo incriminatorio o que tuviera que ver con Andie.
Katherine buscaba por los cajones del escritorio, e hizo una mueca de asco al encontrarse con un preservativo usado. Cerró ese cajón para abrir el siguiente.
Pip abrió una puerta de otro armario, también de color verde, e hizo la misma mueca de asco que Katherine al ver que había fotos de chicas semidesnudas.
Y, de repente, el grifo de la ducha dejó de funcionar. El agua cesó. Max acababa de terminar de ducharse.
―Mierda. ―exclamaron ambas chicas chicas un susurro, y se miraron con preocupación antes de dirigirse a paso rápido hacia la puerta.
Sin embargo, Katherine se giró para darse cuenta de que en una de las mejillas de Max se encontraba una foto enmarcada. Era él junto a sus amigos.
Ella y Pip se miraron. Katherine dudó por unos segundos antes de agarrarla para inspeccionarla desde más cerca. Todo parecía normal, era una foto entre amigos pasándoselo muy bien.
Hasta que la joven Bell notó algo detrás del marco. Palpó la zona varias veces para asegurarse de que no era su imaginación, y no lo era. Sacó lo que se encontraba ahí detrás y lo miró.
Sus ojos se abrieron como platos, sus cejas salieron disparadas hacia arriba y su boca se abrió. Pip se acercó hacia ella y copió su expresión al ver lo que, o mejor dicho, quién, estaba en la foto.
Andie Bell.
Pero no era una foto normal, sino que salía únicamente con ropa interior de color rosa. Ella posaba para la cámara y hacía morritos con sus labios.
Katherine sacó su móvil con la mano libre que le quedaba y le tomó una foto a su difunta hermana semidesnuda. Le temblaban las manos. Pero eso no le impidió tomar la foto con su móvil.
―¿Qué coño hacéis? ―se escuchó la voz de Max Hastings, y ambas chicas se giraron para mirar al chico.
Su brillante pelo rubio goteaba sobre el suelo, y llevaba solamente una toalla de color gris envuelta por su cuerpo. Se le podía ver el pecho desnudo y marcado por sus abdominales. A otras chicas aquello les podría haber parecido sexy, pero a Katherine ni Pip no.
A ellas les producía arcadas.
―¿Sabía Sal que te acostabas con su novia? ―preguntó Katherine, asqueada.
Max se recargó en el marco de la puerta del baño, para colocar una mano en su cintura mientras las miraba.
―Qué graciosas ―dijo él en tono burlón―, como unas vírgenes vengadoras e histéricas.
―Nos tomaremos eso como un cumplido. ―contestó Pip con las mismas ganas de vomitar que Katherine.
―No me acosté con Andie. Me la encontré en mi clase, en el instituto. ―explicó el chico y empezó a jugar con sus manos― La dejé junto a mi cama por... inspiración.
Katherine retuvo una arcada al darse cuenta de la sonrisa socarrona del rubio y supo a lo que realmente se refería.
―Eres un asqueroso. ―insultó la pelinegra mirando a Max fijamente.
Max soltó una risa irónica ―Que valore la belleza femenina no significa que me tirase a la novia de mi mejor amigo.
Él se sentó en el borde de su cama, y a Katherine le dieron ganas de estamparle la cabeza contra el escritorio. Y unas cuantas veces. Demasiadas, incluso.
―¿Y cómo explicas esto? ―preguntó Pip acercándose a Max, seguida de Katherine, y le enseñó una captuea de pantalla sobre la conversación entre Andie y Sal en el móvil del último.
Max pareció no ver bien lo que ponía, por lo que miró a Pip con una ceja alzada. La joven Fitz-Amobi tragó saliva para acercarse un poco más hacia él. Katherine miraba fijamente a Max, preparada por si le hacía algo a Pip.
―«Ya no te reconozco. No voy a hablar contigo hasta que pares». ―leyó el rubio en voz alta y suspiró― Así que se acabó enterando.
Las chicas lo miraron con curiosidad, incitándole a que siguiera hablando.
―Andie vendía drogas.
A Katherine le costó asimilar esas tres palabras. Andie. Vendía. Drogas. Si antes tenía ganas de vomitar, ahora tenía muchas más ganas de hacerlo.
No reconocía en absoluto a su hermana mayor. ¿Qué había sido de la Andie que le cantaba canciones para dormir o que horneaba galletas junto a ella mientras cotilleaban sobre cualquier tontería?
―¿Cómo lo sabes? ―preguntó Pip al ver que Katherine no tenía mucha pinta de querer formular palabra en ese momento. Y lo entendía.
―Yo era uno de sus clientes. Las vendía en las fiestas Destroyer sobre todo. ―informó Max― Sal odiaba las drogas.
―¿Era traficante? ―preguntó Pip refiriéndose a Andie.
―Trabajaba para uno.
―¿Quién? ―habló Katherine con serenidad después de unos segundos asimilando toda la información.
―No sé cómo se llama.
―¿Cómo lo encontramos? ―inquirió la pelinegra.
―En una de esas fiestas, supongo. ―respondió el joven Hastings, y las chicas intercambiaron una mirada en la que se explicaron todo.
Sin embargo, Max pareció también enterarse de lo que estaban pensando, ya que sonrió divertidamente para levantarse y quedar cara a cara con ambas chicas. El rubio tenía que mirar hacia abajo ya que era como casi una cabeza más alto que ellas. Katherine era un poco más alta que Pip, pero aún así Max era el más alto con diferencia.
A Pip pareció intimidarle un poco más el chico, pero a Katherine no. Había lidiado con idiotas como Max Hastings prácticamente toda su vida, sobre todo desde que Andie desapareció.
―Las Destroyer son sexys y sudorosas y ruidosas y un pelín turbias en el mejor de los sentidos. ―informó el mayor mirando a las chicas, quienes lo miraban con una mezcla de curiosidad y asqueo― Vosotras sois buenas chicas, Katherine y Pip. ¿Estáis preparadas para esto?
Todo se quedó en silencio durante unos segundos. La tensión en la habitación crecía cada vez más. Katherine empujó a Max levemente, y este cayó sobre su cama, sentado. Miró a la pelinegra.
―Pues claro que lo estamos, pedazo de idiota. ―espetó Katherine mirando al rubio, y Pip la miró con complicidad― No vamos a dejar que un ricachón malcriado que se masturba las veinticuatro horas del día y que encima lo presume nos diga lo que tenemos que hacer. Tranquilo, Hastings. Ten por seguro que seremos más maduras en una fiesta que tú en las miles en las que habrás estado.
Max soltó una risa sarcástica que no consiguió aligerar el ambiente.
―Me gusta tu seguridad, Katherine. ―dijo el chico con una sonrisa, mirando a la joven con sus ojos azules― Me recuerdas demasiado a Andie.
―No te atrevas a poner el nombre de mi hermana en tu boca, desgraciado.
―Katie, ya es suficiente. Vámonos ya, por favor. ―murmuró Pip tomando la mano de la nombrada para empezar a caminar hasta la puerta.
Pero Katherine seguía con la mirada fija en el chico que ahora mismo quería estrangular con sus propias manos.
―Eso, iros o llamaré a la policía por allanamiento de morada.
Katherine sonrió ante eso.
―Oh, me encantaría ver cómo fracasas en el intento, Max. ―aquella palabra la dijo con retintín― La verdad es que... bueno, no creo que ir a la policía para contarles esto sea lo más conveniente teniendo en cuenta que nos obligaste a beber tanto a mí como a Pip aquel día en la fiesta de tus padres.
Max abrió la boca para replicar algo, pero hasta él sabía que no podía. Katherine tenía razón. No podía decirle nada de esto a la policía ya que ella podría incriminarlo a él por incitar a beber a unas menores de edad.
―Buenas noches, Max. Y cuidado con la inspiración, no te vayas a quedar sin un brazo por accidente. ―Katherine le envió un beso con la mano al ojiazul, sonriente, antes de salir por la puerta de la habitación.
Una vez fuera de la casa de los Hastings, Pip miró a Katherine y sonrió antes de chocar los cinco con ella.
―CHICOS, QUIERO IR A UNA FIESTA DESTROYER. ―dijo Pip con una sonrisa una vez la campana del recreó sonó y todo se encontraban sentados en su sitio de siempre. Katherine también estaba allí, pues ahora ya formaba parte de aquel grupo de amigos.
La joven Bell nunca lo admitiría en voz alta, pero a ella le agradaba pertenecer a ese grupo de amigos con los que podía ser ella misma. Le gustaba estar con ellos y con Pip. Sobre todo con Pip.
―¿Que quieres qué? ―preguntó Cara, anonadada, mirando a su mejor amiga como si le hubiera salido otra cabeza.
―Sé que no me pega demasiado.
―¿Demasiado? ―habló Connor con la mirada en el suelo― No te pega nada.
Katherine soltó una risa que intentó disimular con una tos y el chico alzó la mirada para encontrarse con la de ella. La chica le dedicó una sonrisa y él se la devolvió. Connor desvió la mirada de Katherine sintiendo sus mejillas arder.
Pip miraba aquello con el ceño fruncido.
―¡Sí! ―exclamó Lauren con esa voz chillona que a Katherine le ponía un tanto histérica― Llevo queriendo ir a una Destroyer desde que cumplí nueve.
―Pip, odias las fiestas. ―le recordó Cara a la chica, aún extrañada.
―Hay que probarlo todo. ―se excusó Pip, encogiéndose de hombros.
―La idea es no perderse nada. ―añadió Zach con la mirada situada en el libro que estaba leyendo.
―Exacto. ―corroboró Lauren a su amigo, y miró a Cara― No puedo ir a la Escuela de Cine hasta no haber ido a una súper fiesta. Y Ant estará allí.
Todos dirigieron su mirada hacia el chico, quien se encontraba a tan solo unos cuantos metros de ellos. Él intentaba atrapar los M&M's que su amigo le lanzaba con la boca.
Cara saludó al pelinegro para molestar a Lauren, a pesar de que este no se diera cuenta de ello, y su amiga le dio un golpe en la pierna.
―Y también Ruby Foxcroft. ―contraatacó Lauren a la chica para molestarla, le sacó la lengua y todos rieron.
―Cállate un poquito. ―pidió la joven Ward mirando a la chica con sarcasmo.
―Creo que hay una Destroyer al inicio de cada trimestre. ―informó Lauren.
―¿Cómo la encontramos?
―No invitan a gente como nosotros. ―respondió Connor a la pregunta de Katherine― Esas fiestas son súper secretas.
―Sí, además de bastante depravadas. ―añadió Zach mirando a Pip.
―Menos mal que se nos da bien resolver problemas. ―dijo ella.
Unos minutos después, las chicas se despidieron de los chicos para adentrarse en el instituto y dirigirse hacia la biblioteca.
Una vez las cuatro estuvieron sentadas y con todo preparado, Pip habló.
―Vale, solo tenemos que averiguar cuándo y dónde es la próxima Destroyer y cómo acceder a ella.
Lauren asintió, Cara le hizo un saludo militar con los dedos a su mejor amiga y Katherine copió su movimiento.
―De acuerdo, Sargentita.
―Como me vuelvas a llamar así, juro que te echo el vaso de café que tienes a tu lado por encima.
Katherine alzó los brazos en señal de rendición y todas rieron. Después de aquello, por fin se pusieron manos a la obra. O, mejor dicho, al Internet.
Katherine entró por primera vez en un montón de tiempo a Instagram, y tenía la bandeja de mensajes con más de cien notificaciones. Nunca usaba esa aplicación, sobre todo porque siempre recibía mensajes de gente del instituto no muy bonitos dirigidos hacia ella.
Se percató de que tenía una solicitud de seguimiento de Pip. Sonrió levemente ante eso y miró a la castaña de reojo, quien estaba centrada en su móvil buscando cualquier pista sobre la fiesta Destroyer. Ella aceptó su solicitud.
Pip pareció darse cuenta dd eso ya que alzó la vista de su móvil para mirar a Katherine. La ojiverde le sonrió y la ojimartón le devolvió la sonrisa. Desvió la mirada de Pip, sintiendo algo raro en su estómago, como un hormigueo.
Cara vio que Lauren estaba sonriendo mirando un vídeo de Ant Lowe, por lo que le dio un golpe en el brazo para que reaccionara. La chica se disculpó con una sonrisa y todas volvieron a ello.
Unos segundos después, Pip se sobresaltó, haciendo que las demás también se sobresaltaran para mirarla.
―¿Qué pasa? ―preguntó Lauren.
―Nada, nada. ―aseguró la de pelo corto mientras miraba su móvil― Le he dado me gusta a un post de Becca Bell.
Katherine la miró con confusión, preguntándose por qué Pip estaría cotilleando la cuenta de su hermana mayor. ¿Pensaría que estaría relacionada con el caso? La castaña la miró y le explicó que era para ver si ella había ido a alguna fiesta Destroyer y si había publicado algo sobre esta.
Un profesor que vigilaba la biblioteca pasó alrededor de ellas, por lo que las chicas escondieron disimuladamente sus móviles y lo que tenían en la mesa.
Cuando el hombre se hubo ido, siguieron navegando por Instagram sobre la fiesta Destroyer.
―Esto es inútil. ―dijo Cara tras unos segundos, cansada― Nadie ha publicado nada incriminatorio.
―Los lazos negros son una pista. ―habló Katherine con determinación mirando a las chicas― Pip y yo los hemos visto en el bosque.
―Esperad, mirad. ―dijo Lauren para darle la vuelta a su ordenador y enseñarles un post sobre la fiesta Destroyer.
―Cinco noches más. ―leyó Pip en voz alta― Hay una fiesta fiesta sábado.
―Chicas, Naomi me ha contestado. ―avisó Cara mirando su móvil.
―¡Por fin! ―exclamó su mejor amiga y Katherine sonrió ante eso.
―Dice que cuando iba a las Destroyer, compartían la localización el lunes antes de la fiesta a mediodía.
―Pero eso es...
―¡Ahora! ―exclamaron Katherine y Pip a la vez, esta última mirando su reloj.
Cuando el recreo terminó, las chicas idearon un plan para conseguir saber dónde sería la fiesta Destroyer. Pip se presentó como candidata para hablar con Ant Lowe, pues aunque intentaron que Lauren lo hiciera, era imposible.
Katherine le hizo una seña para que empezara a caminar hacia él, y Cara y Lauren le sonrieron en modo de apoyo.
Pip suspiró para acercarse a Ant.
―Me encantó ese reto de baile que publicaste. ―dijo y el chico se giró para mirarla― Me sorprendió que no calase.
―Conseguí mil trescientos likes.
―No está mal, pero si quieres conseguir más impacto, tendrás que engañar al algoritmo.
―¿Ah, sí? ―preguntó él― Suena complicado.
―No, solo tienes que adapta los parametros de visibilidad. ―contestó Pip con una sonrisa despreocupada― Puedo hacértelo yo, si quieres.
Ant miraba a la chica, y bajó la mirada a su móvil para después volver a mirarla. Le extendió el móvil a Pip y esta lo tomó con una sonrisa amable. El pelinegro abrió su taquilla y, mientras él sacaba su libro, Pip esperaba a que fueran exactamente las doce del mediodía y fingía que escribía algo.
-Vamos, Pipsquick. -apuró Ant a la joven Fitz-Amobi una vez guardó el libro en su mochila- Tengo clase de Español.
-Sí, por supuesto -respondió con la mirada puesta fijamente en el móvil del chico, mientras seguía fingiendo que escribía-, dame un segundo...
Al chico le llegó una notificación en ese mismo instante, y eran exactamente las doce del mediodía. Pip se metió a la notificación y vio la localización de la fiesta Destroyer que estaba buscando.
Pero era una especie de código.
Black Banana Bears.
Ant le arrebató su móvil a Pip, y esta pudo cerrar la pestaña de Instagram justo a tiempo.
―¡Listo! ―exclamó la castaña con los nervios a flor de piel, viendo cómo Ant se alejaba― ¡Prepárate para viralizarte!
El chico se giró para mirarla con confusión, pero al final una sonrisa divertida se formó en sus labios. Pip reía de una forma nerviosa, y Katherine negaba con la cabeza. A la chica no se le daba para nada bien disimular.
Pip se dio la vuelta para caminar hacia sus amigas de una forma divertida, la cual sacó una sonrisa a Katherine.
―¿Acabas de decir «viralizarte»?―preguntó Cara con diversión y todas empezaron a reír.
―Bien hecho, Sargentita. ―felicitó Katherine a Pip revolviendo el pelo de la ojiverde con una sonrisa, para dirigirse a su siguiente clase.
―LEED EL CAPÍTULO DOS PARA LA SEMANA QUE VIENE. ―Katherine escuchó la voz de su profesor de Literatura de fondo, Elliot Ward, pues tenía su mirada clavada en la mesa de su derecha, en la cual se encontraban las mejores amigas: Pip y Cara.
La clase había acabado y la campana había sonado. Pero ambas chicas miraban fijamente una libreta que tenían en la mesa mientras murmuraban algo entre ellas.
Katherine se inclinó hacia la derecha, sin levantarse de su pupitre.
―Hey, ¿qué hacéis? ―preguntó la pelinegra y Pip se tensó al oír el aliento de la chica chocar contra su cuello.
―Oh, bueno, eh...
―Estamos intentando descifrar lo que significa el código sobre la localización de la fiesta Destroyer. ―respondió Cara por Pip al escucharla balbucear, y la miró de reojo con el ceño fruncido.
―¿Puedo ayudar? ―preguntó Katherine, y ellas asintieron.
Sin embargo, Elliot Ward se adelantó y antes de que la chica pudiera hacer algo se dirigió hacia donde ellas estaban.
―¿Qué tenéis ahí, chicas? ―preguntó el hombre y Cara le sonrió a su padre.
―He estado escuchando ―aseguró Pip mirando al señor Ward―, y su argumento sobre las falacias de las novelas góticas ha sido genial.
Él sonrió ―Gracias.
―Hay que descifrar un código. ―explicó Katherine, señalando la libreta― Tenemos que encontrar una dirección usando el código «Black Banana Bears».
―¿Qué son, tres palabras? ―cuestionó el hombre, confundido.
―¡Pues claro! Soy tan estúpida. ―exclamó Pip, seguramente al darse cuenta de algo, para agarrar su móvil y mirar al señor Ward― Eres un auténtico genio.
Elliot hizo una seña con la mano, restándole importancia. Pip puso esas tres palabras en el buscador del Google Maps, pero su sonrisa se borró.
―Mierda ―maldijo Katherine en voz baja al ver lo mismo, y miró a sus amigas―, está en mitad de la nada.
Decidieron no investigar más durante el resto del día y una hora después la campana que daba por finalizado el día sonó. Katherine salió de su clase de Biología colocándose los auriculares. Su día no estaba siendo demasiado bueno, pues se encontraba bastante distraída.
Toda la investigación sobre el caso de Andie Bell la estaba agotando tanto física como mentalmente. No esperaba encontrarse tantas sorpresa provenientes de su propia hermana.
La canción «Treat You Better» de Shawn Mendes empezó a reproducirse y Katherine sonrió ante eso. Se dirigió a su taquilla para sacar sus libros restantes y, en cuanto abrió la puerta de esta, varios post-its cayeron al suelo.
Suspiró, cansada de que todos los días fuera lo mismo. Ni siquiera los leyó, los arrugó para tirarlos a la papelera. Caminó hasta la salida del instituto, no sin antes llevarse unos insultos homófobos por parte de algunas personas. Pero decidió ignorarlos.
Anduvo por varias calles hasta que llegó a la de la casa de los Singh. Pudo ver el coche de Pip aparcado enfrente de la casa de ellos, y frunció el ceño. Cruzó la calle para quedar lo más lejos posible.
Giró su cabeza para mirar hacia el interior del coche, y los vio. Pip Fitz-Amobi y Ravi Singh. La chica reía mientras el chico también lo hacía. Justo cuando pensaba que su día no podía empeorar, y resulta que sí lo hizo.
Sintió un extraño dolor en el pecho al ver cómo Pip reía junto a Ravi. Sintió sus ojos aguarse, pero no sabía exactamente el motivo. Se limpió una lágrima que caía por su mejilla antes de empezar a caminar calle abajo.
―¿CUÁL PEGA MÁS PARA UNA FIESTA? ―preguntó Pip enseñándoles a Katherine y Cara dos outfits para la fiesta. Habían pasado unos días y era la tarde del sábado― ¿Lana o punto?
-Ninguna. -contestaron ambas chicas con cansancio, tumbadas en su cama.
-Venga, desembucha. -dijo Cara reincorporándose en la cama de su mejor amiga.
-¿Sobre qué?
-Está claro que quieres ir por el caso. -la chica miró a Katherine y la señaló con el dedo índice- Y tú también.
-¿No puede ser por curiosidad? -cuestionó Pip y Katherine la señaló, dándole la razón.
-No te lo crees ni tú. -contestó la menor de los Ward, y Pip sonrió.
-¿Tienes ganas de ver a Ruby? -preguntó la ojiverde con un tono de voz divertido y emocionado.
Cara suspiró para acostarse de nuevo en la cama -Está fuera de mi liga.
-¿Por qué? -preguntó la de pelo corto y miró a Katherine en busca de ayuda, pero esta solamente se encogió de hombros- Eres divertida, eres amable, ¡y tienes unos dientes geniales! ¡Ganaste la prueba de fitness tres años seguidos! Sigue adelante y conquístala como una reina queer.
Cara empezó a reír.
Katherine bufó con una sonrisa para desviar la mirada de Pip. Todo había sido un poco diferente desde que pilló a Pip y Ravi riendo en el coche de la última. La joven Bell había estado un poco distante, y Pip lo había notado.
Pero la joven Fitz-Amobi no quiso decir nada al respecto, aunque la verdad era que quería hacerlo. Le había extrañado ese repentino cambio de personalidad, al menos durante esos cinco días.
-Cálmate, porfa. -pidió la joven Ward a Pip con una sonrisa, y miró a las demás- No podemos llegar tarde. Naomi dijo que esas fiestas son muy oscuras.
La chica tomó los brazos de sus amigas para quedar en el medio. Katherine se miró en el espejo de la habitación de Pip. Hacía muchísimo tiempo que no se arreglaba tanto. Cierto era que tampoco iba muy arreglada, tan solo llevaba unos vaqueros de campana, un top de color negro con el logo de los Rolling Stone y sus converses desgastadas.
Se había aplicado un poco de rubor en las mejillas y un poco de rímel en las pestañas. No destacaba mucho. Tampoco es que quisiera hacerlo. Decidió dejar su pelo largo, oscuro y lacio suelto.
-¿Vais a salir? -se escuchó la voz de Leanne, la madre de Pip, y entró en la habitación con un cesto de la ropa sucia.
-Eh... sí, a una fiesta. -respondió su hija, y la mujer alzó las cejas.
-¿Desde cuándo vas tú a fiestas? -cuestionó su madre con un tono divertido pero a la vez sorprendido.
-Una fiesta, ¿eh? -intervino el padre de Pip, Victor, apareciendo en la habitación y colocándose al lado de su mujer- ¿Qué fiesta?
-No es una fiesta -dijo Cara y Katherine se mordió el labio para no reír, sabiendo lo que diría después-, más bien es una reunión social.
-Eh... toma dinero de mi parte para el taxi de vuelta, ¿vale? -avisó la mujer.
Pip asintió -Lo haré.
-Oh, y recordad -dijo Victor y todas la miraron-: si alguien os ofrece droga, primero tomaos la mitad.
-No, no, shh. Dejémoslas tranquilas. Vamos. -intentó callar Leanne a su marido, y todas se miraron entre sí.
-Pero si así nos conocimos. -le reprochó el hombre a su mujer, pero esta lo empujó hacia fuera mientras aseguraba que eso no era verdad.
Una vez el matrimonio estuvo fuera de la habitación, Cara fue la primera en reír. Pip tenía una expresión asqueada y una mueca de desagrado. Eso consiguió que Katherine también riera.
UNOS MINUTOS DESPUÉS, terminó de anochecer por completo. Se reunieron con Lauren y empezaron a caminar hacia el bosque. Pip le explicó a la chica lo que había pasado con sus padres y ahora Lauren opinaba sobre eso.
-Solo digo que tus padres son un auténtico sueño. -le dijo la joven Gibson a Pip― Son divertidos, son intelectuales, y molan un montón.
―No molan tanto. ―contradijo Pip.
―Siendo justos, sí.
Katherine no decía nada. Tenía la mirada clavada en el oscuro suelo del bosque mientras pisaba las hojas secas que cubrían este. Lauren, sorprendentemente tenía razón. Los padres de Pip eran geniales. Ella deseaba cada día que los suyos fueran como los de la joven Fitz-Amobi. Los padres de Pip se preocupaban por su hija y les importaba lo que hacía con su vida y la querían mucho.
A Katherine, en cambio, sus padres siempre la habían ignorado. Siempre habían sido Andie y Becca para ellos. Y la verdad era que ya estaba acostumbrada a todo eso. Pero estaba cansada de ser la oveja negra de su propia familia. Estaba realmente cansada de ser ignorada por todos y que ni siquiera tuviera una llave de casa y que tuviera que rezar para que Becca estuviera en casa para abrirle la puerta.
―Pone que es aquí ―dijo Pip mirando su móvil, sacando a Katherine de sus pensamientos―: «Black Banana Bears».
―¿Escribimos a los chicos por si están aquí? ―preguntó Katherine, pero ninguna de ellas respondió ya que llegaron a la localización de la fiesta.
―Esto es surrealista. ―dijo Lauren mirando la cueva que había ante ellas.
―Tal vez deberíamos volver. ―sugirió Cara, un poco nerviosa.
―Todo irá bien dentro. Nos tomaremos un par de piñas coladas. ―intentó tranquilizar Pip el ambiente.
―Pip, es una rave, no habrá piñas coladas. -contradijo Lauren y la ojiverde la miró.
―Mi padre siempre dice que una fiesta no es una fiesta sin piñas coladas. ―informó Pip― ¿Listas?
―Adelante, zorras. ―dijo Lauren quitándose la chaqueta vaquera para que su camiseta de tirantes quedara al descubierto, antes de ser la primera en dirigirse hacia la fiesta.
―Vuelve a llamarme así y le arranco las coletitas tan monas que lleva. ―avisó Katherine con una sonrisita angelical y ellas rieron para adentrarse en la cueva.
Pudieron encontrar a Lauren, quien ya llevaba una botella de alcohol en la mano. Empezaron a caminar por la cueva, y la pelirroja le dio un trago a la botella. Katherine rodó los ojos.
La música retumbaba en las paredes y zumbaba en los oídos de la joven Bell. No podía entender cómo la gente amaba ir de fiesta. Tal vez les gustaba reventarse los tímpanos de esa forma.
Divisaron una luz azul a lo lejos, por lo que fueron hacia ella mientras todas contemplaban el lugar con estupefacción. La cueva era mucho más grande de lo que parecía. Y, cuando llegaron al sitio principal, la música se intensificó. Había una gran cantidad de personas bailando y bebiendo y pasándoselo bien. Algunos se tambaleaban de un lado a otro debido a lo ebrios que se encontraban y algunos otros se besaban entre sí.
Katherine y Pip se miraron durante unos segundos, pensando que haber venido a esa fiesta supondría un gran esfuerzo. Solo habían ido allí para encontrar al chico que le traficaba drogas a Andie.
―Es como el infierno de Dante. ―gritó Cara, pues el volumen de la música estaba tan alto que tenía que alzar la voz― ¿Cuándo nos vamos?
―Aún no. ―contestó Pip, y Lauren volvió a aparecer junto a ellas.
―He intentado pedir un «Sex on the Beach», pero solo tenían vodka y naranja ―dijo Lauren dándoles un vaso de bebida a cada una―, así que solo es un «Beach».
Katherine miró a Pip, y vio que esta no tenía ningún vaso de bebida. Sin embargo, ella sí que le dio un trago a su vaso y el sabor del vodka le quemó toda la garganta. Pero, sorprendentemente, estaba bueno. No quiso beber mucho más aparte de eso, pues ya aprendió la lección en la fiesta de los Hastings.
―¿Buscamos a los chicos? ―sugirió Cara y todas asintieron.
Salieron de la sala de luz azul para caminar hacia un agujero, y cuando entraron por este vieron que había un montón de gente sentada formando un círculo. Al principio Katherine se pensaba que estaban haciendo una especie de ritual satánico, pero ni siquiera se asemejaba a lo que en realidad estaba sucediendo.
Las chicas se quedaron de pie, para ver cómo una chica morena se disponía a girar una botella vacía de alcohol. Era el juego de la botella. Unos segundos después, la botella se detuvo.
Y apuntó a Connor.
La sala empezó a llenarse de murmullos emocionados, y el chico alzó la mirada para encontrarse con la de Katherine. La pelinegra le sonrió, pero él parecía realmente avergonzado. Con las mejillas sonrosadas, se levantó del suelo para seguir a esa chica y meterse dentro de una cortina.
-¿Qué cojones? -fue lo único que pudo decir Cara, con la boca abierta.
-Creo que es un juego sexual. -explicó Pip con la mirada fija en la botella, y Katherine hizo una mueca de asco.
-Cara Ward. -se escuchó la voz de una chica y todas se giraron para encontrarse con Ruby Foxcroft- No sabía que este era tu rollo.
-No suele... -empezó a balbucear la morena, pero Lauren le dio un leve golpe para que mantuviera la compostura, y lo consiguió- serlo.
-Ven a bailar. -sugirió la de pelo anaranjado, extendiéndole la mano a Cara, y esta sonrió como una boba para aceptar la mano de la joven.
Empezaron a caminar tomadas de la mano, y Cara se giró para ver que sus amigas la estaban animando. Ella y Ruby desaparecieron del campo de vista de las chicas, y Katherine suspiró.
―Lo siento. ―le susurró Pip a Katherine y ella la miró con el ceño fruncido― Oh, ya sabes, por... por lo de Connor.
―Oh, no te preocupes. No me gusta.
―le restó importancia la de pelo largo y Pip la miró con las cejas alzadas.
―¿Ah, no? ―Katherine negó con una sonrisa y Pip se la devolvió, nerviosa.
―Eh, chicas, ¿queréis jugar? ―preguntó uno de los chicos que se encontraban sentados en el círculo.
Katherine abrió la boca para negarse a ello, pero Pip posó rápidamente una mano en el hombro de la pelinegra.
―Vamos ―le dijo la de pelo corto a ella y a Lauren―, ganaremos tiempo.
Katherine suspiró, pero terminó por hacerle caso a Pip cuando vio a Lauren sentarse. Ella se colocó a la derecha de la joven Fitz-Amobi, y esta se había sentado la última de sus amigas.
―Eh, tú. ―dijo un chico diferente mirando a Pip, y esta miró hacia ambos lados― Sí, tú. Venga, por haber sido la última en unirse, te toca.
―¿Me toca qué, exactamente?―preguntó la chica, un poco nerviosa.
―Girar la botella, tonta. ―respondió el chico con obviedad, y Katherine rodó los ojos― Vamos, no seas una cobarde.
―No soy una cobarde. ―avisó la castaña con ímpetu, y se estiró hasta llegar a la botella y girarla.
La botella daba vueltas infinitamente, y todos miraban expectantes, sin formular ninguna palabra. Después de unos segundos, la botella se detuvo.
Apuntó a Katherine.
Las mejillas de la joven Bell no tardaron en tornarse de un color carmesí, al igual que las de Pip. Ambas chicas se miraron, y mantuvieron el contacto visual por unos segundos. Katherine frunció el ceño al ver que Pip tragaba saliva y desviaba la mirada de ella.
―No pienso hacerlo. ―habló la joven Fitz-Amobi y todo el lugar estalló en gritos ahogados de asombro. Hasta Katherine la miró con las cejas alzadas.
―Eso no es justo, va contra las reglas. ―se quejó el mismo chico.
―Ella decide lo que quiere o no hacer, y no es de tu maldita incumbencia, idiota. ―se entrometió Katherine y Pip le dedicó una mirada de agradecimiento.
El chico se encogió de hombros, divertido, y todos empezaron a hablar entre ellos. Katherine miró a Pip, con la sorpresa de que ella ya la miraba.
―Katie, yo...
―No importa. ―sonrió la chica restándole importancia, aunque en el fondo sentía que iba a explotar de dolor, y ni siquiera sabía el motivo― Es mejor que te esperes a que Ravi Singh te acompañe a una de estas fiestas.
Pip alzó las cejas con sorpresa y abrió la boca para hablar, pero nada consiguió que saliera de su garganta. Katherine, al ver aquello, sintió cómo sus pulmones se oprimían, pero pudo disimular eso con una sonrisa. Así que sus sospechas eran finalmente ciertas.
A Pip le gustaba Ravi.
Y esa era una muy buena noticia.
Pero ¿por qué demonios le dolía tanto?
―Está bien, siguiente turno. ―habló otro chico con una gorra de color rojo puesta del revés, para girar la botella.
Todos miraban expectantes la botella giratoria, y esta por fin se detuvo.
Apuntó de nuevo a Katherine, y la pelinegra no pudo evitar querer estamparse la botella en la cabeza.
―No tienes que ir si no quieres. ―le susurró Lauren a la chica, y Pip le dio un leve codazo a Katherine.
Ella se giró para mirarla con el ceño fruncido, y Pip señaló con la mirada al chico de la gorra, quien le daba una bolsita llena de droga a un amigo. Katherine entendió a lo que Pip se refería, por lo que suspiró antes de levantarse del suelo.
Katherine y el chico de la gorra empezaron a caminar hasta la sala que estaba cubierta por la cortina, y miró una última vez a Pip. Esta le sonrió en forma de apoyo y Katherine asintió, dandole a entender a la ojiverde que lo que ocurriera detrás de esa cortina lo tendría muy controlado.
El chico de la gorra fue el primero en cruzar la cortina, y se sentó en un sofá, que era prácticamente lo único que había. Él le hizo un asentimiento de cabeza como saludo, sonriente, y Katherine le sonrió, pero fue más bien una mueca disfrazada de sonrisa.
―Podemos... hablar. ―sugirió la chica una vez se hubo sentado a su lado.
―La gracia del juego no es hablar. ―contestó el chico después de soltar una risita burlona- Además, ¿tú no eras bollera?
―Estoy demasiado sobria. Necesito algo para animarme. ―Katherine empezó a llevar a cabo el plan, ignorando aquella pregunta.
―¿Ah, sí? ―él volvió a reír― Ant tiene Ketamina, te la busco si quieres.
Hizo el amago de levantarse del sofá, pero Katherine posó una mano encima de la del chico. Él se detuvo y la miró. Katherine hizo un esfuerzo para no vomitar del asco que eso le causaba.
Lo recordaba de haberlo visto en su clase de Latín. Se llamaba Dylan. Lo sabía porque una vez les tocó hacer un trabajo en grupo juntos y él era uno de sus cuatro compañeros de trabajo.
―Uf, yo paso. Me hace sentir demasiado especial. ―dijo con un tono de voz coqueto.
―En la última Destroyer le pillé unas setas brutales a mi camello. ―le contó el moreno a Katherine― No sabes cómo fue.
Y tampoco le interesaba saberlo.
―¿Está aquí tu camello? ―pero eso sí le interesaba saberlo.
―¿Por qué quieres ver a mi camello? ―preguntó el chico― No te ofendas, tía, pero no te pega para nada.
―Supongo que me he pasado todo este año centrada en estudiar y en ir a la uni. Aunque la verdad es que he renido mis momentos de rebeldía, ya sabes, como fumarme un par de cigarrillos o saltarme alguna clase. Pero poco más. ―contó la joven con un tono de voz seductor, jugando con un mechón de su pelo, y le sonrió― Ahora solo quiero... soltarme. Volverme loca.
Dylan sonrió ―Suena divertido. Yo me ocupo.
Se levantó del sofá y, cuando Katherine se aseguró de que no la veía, borró la sonrisa coqueta de su rostro. Nunca había coqueteado con alguien y mucho menos con un chico, teniendo en cuenta su verdadera sexualidad.
Katherine siguió al chico hasta fuera de esa sala, y cuando divisó a Pip sentada en el mismo sitio de antes, le hizo una seña con la cabeza para que la siguiera a ella también. Pip asintió y se despidió de Lauren para levantarse del suelo.
―¿Quién es esta? ―preguntó Dylan, confundido, al ver a Pip al lado de Katherine.
―Oh, es... una amiga. Le he dicho que si conseguía a alguien que nos diera algo para divertirnos la avisaría. ―mintió Katherine con una sonrisa, y él solamente asintió.
Vieron a una pareja mucho más calenturienta de lo normal, haciéndolo, escondidos. Katherine y Pip se miraron con expresión angustiosa en su rostro mientras que el chico de la gorra negaba con la cabeza, divertido.
―¿A dónde vamos? ―preguntó Katherine, intentando borrar esa asquerosa imagen de su mente.
―A ver a Howie. ―contestó Dylan, y siguieron caminando durante unos cuantos segundos más― Está ahí.
Katherine y Pip empezaron a caminar hacia la sala, pero la última se detuvo para mirar al chico.
―¿No vas a entrar? ―preguntó Pip.
―No, os espero. ―respondió el de la gorra con una sonrisa y las manos metidas en los bolsillos― Cuidado.
―¿Con qué? ―murmuraron ambas chicas, antes de traspasar una cortina.
Dieron unos cuantos pasos hacia delante para encontrarse con varias personas. Estaban todos sentados en distintos sofás y sillones, y el lugar apestaba a tabaco, drogas y alcohol.
Todos se quedaron en silencio al ver a Katherine y Pip.
―Hola... ―saludó Katherine, pues Pip estaba un poco paralizada por el miedo― Somos amigas de Dylan.
―Pues me debe sesenta pavos. ―contestó un hombre rubio sentado en un enorme sillón, y las jóvenes detectives dedujeron que se trataba de Howie Bowers, el gran camello.
―Puedo dártelos yo. ―sugirió Pip esta vez, y Katherine asintió― Tenemos... tres preguntas para ti. Veinte libras por pregunta.
El rubio dudó unos segundos ―Vale.
Katherine y Pip se miraron una última vez, antes de empezar a abrirse entre la multitud.
―Hola. Hola, perdona... ―musitó Katherine, intentando pasar por enfrente de un hombre.
―Hola. Hola, disculpa... ―Pip decía lo mismo, intentando pasar por detrás de Katherine.
Una vez las dos ya se hubieron sentado en el sofá, Pip sacó de su bolsillo el dinero que había tomado prestado de su madre para el taxi de vuelta. Puso un billete sobre la mesa en el centro.
―¿Andie Bell solía traficar para ti? ―la primera pregunta la formuló Pip.
―Sí. ―contestó Howie mientras jugaba con un mechero.
―¿Con qué? ―preguntó esta vez Katherine, y Pip puso otro billete sobre la mesa de madera.
―Marihuana, Ketamina, Rohypnol, MDMA... -empezó a enumerar el hombre.
-¿Rohypnol? -preguntó Pip, extrañada- ¿Eso no es para violar a la gente?
-La Ketamina es para caballos, la gente toma cualquier cosa.
-Andie me caía bien. -habló una chica vestida prácticamente de los años ochenta, colocándose mejor en el sofá de enfrente de las chicas- Era guay.
-Andie era el cebo perfecto. -Katherine, al escuchar esa penúltima palabra, miró a Howie de inmediato- Hasta que dejó de serlo.
-¿Por qué? -cuestionó Pip.
Howie no respondió. Suspiró pesadamente para reincorporarse del sillón y quedar sentado. Katherine se percató de la cicatriz que tenía en el espacio de la boca y la barbilla.
-¿Sabéis dónde me hice esto? -alzó la barbilla para que se le viera la cicatriz- En prisión. Un tipo fue a por mí. Llevaba una taza de azúcar. La hirvió y me la tiró a la cara.
Katherine y Pip estaban petrificadas. Temían que, si movían un músculo, por minúsculo que fuese, salieran heridas. Lo cierto era que Howie daba miedo.
El rubio miraba fijamente a las chicas, hasta que una sonrisa se dibujó en su rostro y empezó a reír.
-Es broma. -aseguró Howie mientras él y sus amigos reían- Qué caras.
-Sí, no, claro...-balbuceó Pip, soltando una risa nerviosa, mientras que Katherine miraba a Howie fijamente.
-Me la hizo... mi hermano. -contó el mayor, bajando la mirada, y la sonrisa de Pip se desvaneció- Mi aspecto hace pensar lo peor de mí. Alguien como Andie llevaba su alijo en un conejito de peluche. Nadie sospechaba de ella.
Ese fue el momento en el que Katherine recordó algo. Hubo una vez, cinco días antes de que Andie desapareciera, en la que ella entró en su habitación para pedirle jugar. Su hermana mayor se negó, y cuando Katherine fue a agarrar un conejito de peluche para intentar convencer a Andie de que jugara con ella, pero la mayor se lo impidió. Le arrebató el conejito de peluche y le gritó que no se le volviera a ocurrir tocar sus cosas. La echó de la habitación con un fuerte empujón, y Katherine estuvo llorando toda aquella tarde. Jamás habían discutido salvo ese día.
-No encontraron su móvil de prepago. Ni a mí. -la voz de Howie sacó a la joven Bell de sus pensamientos- Una pregunta más... elegid bien.
Katherine y Pip compartieron una mirada, y asintieron con la cabeza al estar de acuerdo con la pregunta. Pip puso el billete de veinte sobre la mesa, y Katherine se aclaró la garganta.
-¿Dónde estuviste el diecinueve de abril de dos mil diecinueve? -preguntó la pelinegra sin perder a Howie de vista.
-¿Me estáis acusando? -cuestionó el rubio después de un silencio.
-No. -contestaron ellas de inmediato, con los nervios a flor de piel.
-Pues parece que sí.
-De verdad que no. -murmuró Pip.
-¿Creéis que como trafico, asesino a adolescentes? -inquirió Howie con un tono de voz muy serio.
-No, qué va. -Pip se encogió un poco en su asiento, y Katherine posó una mano en su hombro para tranquilizarla, aunque ella tenía igual o incluso más miedo.
-¿Y si lo hiciera? -Howie sonrió como un verdadero psicópata, lo que dejó a las chicas realmente de piedra.
Todo se quedó en un silencio cargado de tensión. Solo se escuchaban las respiraciones aceleradas de las chicas. Finalmente, Pip no aguantó más y salió corriendo del lugar. Katherine contempló cómo la castaña desaparecía de su campo de visión.
-Joder, estaba de broma. -se excusó Howie y Katherine lo miró con furia.
-Pues menuda broma de mierda.
-Lo siento, pero ¿te conozco? -preguntó el rubio, mirándola con confusión- Te me haces muy familiar.
-Porque soy la hermana menor de Andie Bell, pedazo de idiota. -espetó la pelinegra para levantarse del sofá- Oh, y tienes suerte de que no te denuncie a la policía, porque puedes llegar a ser muy importante en la investigación y tal vez tengamos que comunicarte más de una vez. Buenas noches, Howie.
La chica se dio la vuelta para salir de aquel lugar sin mirar atrás. Pudo escuchat cómo los amigos de Howie se burlaban de él diciéndole que una niña acababa de dejarlo por los suelos.
Traspasó la cortina, y por fin pudo respirar tranquilamente. Había tenido mucho miedo. Pero lo supo disimular mucho mejor de lo que esperaba.
-¡No, para! -se escuchó la voz de una chica a unos metros de ella y Katherine reconoció esa voz. La reconocería en cualquier parte- ¡Para!
La voz era de Pip.
El miedo se apoderó de Katherine una vez más. Tenía incluso más miedo ahora que cuando estaba hablando con Howie hacía unos segundos.
-¿Pip? -alzó la voz la chica, muy preocupada.
-¡No, por favor! ¡Para!
Katherine dio un respingo al escuchar el grito ahogado de la joven Fitz-Amobi, y empezó a correr en busca de ella. El corazón le latía desenfrenadamente. Necesitaba encontrar a su amiga.
-¡Pip!
-¡No! ¡Ya basta!
-¡Pip!
La voz cada vez estaba más cerca, y Katherine miraba de un lado a otro, desesperada por encontrarla. Finalmente la vio. Y la escena ante sus ojos se quedaría grabada en ella durante el resto de la noche.
Pip estaba siendo acorralada por Dylan, y este intentaba aprovecharse de ella mientras besaba su cuello. La ojiverde intentaba escapar de él, pero el chico la tenía fuertemente agarrada.
-¡Suéltala, hijo de puta! -gritó Katherine acercándose al chico para agarrar de la capucha de la chaqueta que llevaba puesta y alejarlo de Pip de un fuerte empujón.
-¡¿Se puede saber qué coño haces, tía?! -exclamó Dylan, con una mezcla de sorpresa y enfado.
El puño de Katherine no tardó en impactar sobre la mejilla del chico. Él trastabilló hacia atrás, llevándose una mano hacia la zona herida. La pelinegra se acercó a él con expresión amenazante, y Pip cayó al suelo de rodillas mientras rompía a llorar.
-Ni se te ocurra volver a ponerle las manos encima, ¿me oyes? -amenazó la chica, que lo sostenía por los hombros- ¡¿Me has oído, gilipollas?!
Dylan asintió rápidamente y Katherine lo soltó bruscamente. La espalda de él chocó contra la pared de piedra y salió corriendo de allí, atemorizado.
Katherine suspiró para acercarse a Pip, quien miraba al suelo mientras sollozaba. La chica se arrodilló también para tomar su barbilla y obligarla a mirarla. Sus ojos marrones se encontraron con los verdes de Pip.
-Dios mío, Pip. Lo siento muchísimo. Siento no haber estado aquí. -se disculpó Katherine contemplando el rostro de la chica, buscando algún daño- ¿Estás bien? ¿Te ha hecho algo?
-Estoy... Estoy bien. -sollozó la joven y Katherine la envolvió en un abrazo- Gracias por... defenderme. Gracias.
-No hay de qué, Pip, no iba a dejar que ese capullo se aprovechara de ti. -Katherine intentó tranquilizarla, y empezó a acariciar su pelo corto.
Unos segundos después, Pip ya se hubo relajado un poco. Ambas chicas se separaron, y Pip ahogó un grito al ver el puño ensangrentado de Katherine.
-¡Katie, tus nudillos! -exclamó la chica y Katherine bajó la mirada para ver sus nudillos ensangrentados debido al puñetazo que le había dado a Dylan.
-No te preocupes por mí. Tranquila. Ni siquiera me duele. -mintió, y esbozó su mejor sonrisa mientras la miraba- Lo que verdaderamente importa es que tú estés bien, Sargentita.
Pip sonrió -No vas a parar de usar ese apodo, ¿verdad?
-Cómo me conoces, Sargentita. -la nombrada empezó a reír débilmente, y Katherine también empezó a hacerlo.
Sus ojos se conectaron de nuevo. Katherine se perdió en los ojos verdes de Pip. No sabía si era porque había estado llorando, pero sus ojos brillaban como nunca antes lo habían hecho.
―Katie ―la voz de Pip sacó a la chica de su trance, y reaccionó para centrarse en lo que diría a continuación―, yo...
―¿Va todo bien? ―se escuchó la voz de una mujer, interrumpiendo a Pip, y ambas se giraron para mirarla― He oído gritos y he visto a un chico salir corriendo con la mejilla ensangrentada, y la verdad es que me he preocupado.
Tenía el pelo corto y rubio, y parecía amigable. Pip cerró los ojos con frustración, y Katherine ayudó a levantar a la chica del suelo.
―¿Estáis bien? ―preguntó la mujer y Katherine asintió por Pip.
―Sí, ahora sí lo estamos. ―le dedicó una sonrisa a la de pelo corto rubio, y ese rostro le sonaba de algo. Como si la conociera de hace mucho tiempo.
―Vamos. Os acompaño. ―dijo la mujer con seriedad, pero a la vez Katherine sabía que se podían fiar de ella.
Las chicas se posicionaron al lado de esa mujer, y empezaron a caminar hasta la sala que tenía la luz azul. La música volvió a invadir los oídos de Katherine.
―¿Sabéis dónde están vuestros amigos?
―preguntó la rubia y ellas asintieron levemente― Tened cuidado, en estas fiestas pasan cosas feas.
―¿Cosas feas? ―preguntó Pip, confundida, y la mayor las miró.
―Vigilad bien vuestras copas. ―fue lo único que les dijo la mujer antes de separarse de ellas, dejándolas solas.
Katherine y Pip intercambiaron una mirada, dándose cuenta de que tendrían que pasar por toda esa multitud adolescente y no tan adolescente con las hormonas altamente revolucionadas.
Pip suspiró y fue la primera en abrirse paso, seguida de Katherine. El olor a alcohol, tabaco y sudor invadía las fosas nasales de Katherine, y se le revolvió el estómago. Tenía ganas de vomitar. Además, las luces estrobostópicas y de distintos colores no ayudaban mucho.
Finalmente llegaron al otro lado de la sala, y Katherine vio cómo Pip buscaba la salida de la cueva. Ella la entendió, pues tampoco quería seguir allí. Ya se disculparían con Cara y Lauren.
Katherine acompañó a Pip hasta su casa, y la chica le preguntó si quería quedarse a dormir. La pelinegra se negó, pues Jason Bell se enfadaría mucho si llegaba más tarde de lo acordado a su casa. Y no quería saber o que su padre podría hacer. Caminó hasta su casa y llegó a esta.
Tocó el timbre y esperó. Pero nadie abría la puerta. Volvió a tocar el timbre, pero sin respuesta. Empezó a aporrear la puerta, un poco preocupada. Tenía miedo de que no hubiera nadie en casa.
Unos cinco minutos después, Katherine le escribió a Becca. Esta le contestó con un mensaje que decía que estaba en casa de una amiga y que no se encontraba en casa en ese momento. A su padre ni se molestó en escribirle, pues no estaba en su plan molestarlo.
Así que suspiró pesadamente, conteniendo las ganas de llorar que tenía en esos instantes. Se tumbó en un banco que había en el porche y cerró los ojos para intentar dormirse, aunque se estuviera muriendo de frío. Empezó a tiritar, pero decidió no pensar en eso.
Tendría que pasar la noche fuera.
Unos minutos después, Katherine no podía dormir. Le era imposible con ese frío. Se abrazaba a sí misma para brindarse calor corporal, pero no era suficiente. No podía descansar bien.
Sólo se había quedado una vez en toda su vida fuera de su casa, y ocurrió un mes antes de la desaparición de Andie. Sus padres estaban de viaje de negocios y Becca estaba enferma con una gripe en el hospital. Andie fue la que dejó entrar a la menor en casa, pues llegaba de pasar la noche en casa de Sal.
De repente, recibió un mensaje, y Katherine encendió el móvil pensando que se trataría de Becca de nuevo.
Pero no lo era.
Se trataba de Pip, y le había escrito un mensaje y debajo de este había una captura de pantalla. Le había escrito que sentía escribirle a esas horas, pero que tenía que ver el interior de la captura de pantalla urgentemente.
Alguien le había enviado a Pip un mensaje de origen desconocido.
Ella abrió la captura, y Katherine se reincorporó en el banco para sentarse y leer lo que ponía. Tuvo claro que después de leerlo ya no podría dormir en todo lo que quedaba de noche. Ni siquiera podría cerrar los ojos.
«Estúpida zorra. Será mejor que tú y tu ingenua amiguita lo dejéis estar mientras podáis».
ˏˋ°•*⁀➷ ↺ nahia's note .ᐟ 💿
heyheyhey, i'm back !!! ¿cómo están? espero que estén pasando un muy buen fin de vacaciones de verano.
perdón por el capítulo TAN LARGO, es que quería que la fiesta quedara en uno solo, espero no haberles aburrido 🙏🏻
katherine y pip mis mamis, las amo demasiado 💕💘💌💓💗💖💝
pobrecita mi katie, se me rompió el alma al escribir la escena en la que ve a pip y ravi en el coche. mi niña está enamorada pero no se da cuenta ☹
además, en la última escena en la que Kktherine tiene que dormir fuera de su casa, cuando la escribí, tengo que admitir que lloré un poquito 😭💔
amo a connor y las mini interacciones que tiene con katherine, ahora quiero hacerle fanfic 😶 pero, claro, tendría que ser inspirado en el libro o en la serie si sacan una segunda temporada. ya tengo hasta el personaje principal pensado... y ha sido mencionado!!!!
max hastings, burn in hell 🥺
¿parte favorita del capítulo?
¿ustedes quién creen que cayó primero: katherine o pip? 🤭
no se olviden de votar y comentar !!
p.d: dentro de una semana empiezo el instituto, me quiero matar.
xoxo, nahia <3
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