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02. first interviews

CHAPTER TWO . . .
❝ first interviews ❞

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ESA MISMA TARDE, PIPPA estaba echándole un vistazo a la cuenta de Instagram de Becca Bell. Después del encuentro con ella junto a Katherine, le entró curiosidad por la chica y comenzó a buscar su cuenta.

Estaba en casa de su mejor amiga, Cara, junto a Lauren. Esta se encontraba sentada en la cama, Pip estaba acostada y Cara estaba sentada en el suelo con la espalda apoyada en la cama.

Katherine estaba sentada enfrente de Cara, mientras se pasaban la una a la otra una pelota de tenis. La había invitado a pasar la tarde con ella, y así intentar que su amistad con la chica se reforzara un poco más.

Todo estaba en silencio, hasta que Pip lo rompió.

―Oye, Cara, ¿está Naomi en casa? ―preguntó la chica desviando la mirada de su móvil, donde Katherine vio que salía la cuenta de Instagram de la chica, para dirigirla a su mejor amiga.

―Pip, no. ―dijo Cara con cansancio en su tono de voz.

―¿Qué? ―preguntó la de ojos claros con confusión.

―Por favor, no le preguntes a mi hermana sobre Sal. ―miró a Katherine― Y tú tampoco.

―¿Por qué no? ―Pip se reincorporó en la cama, para mirar a su mejor amiga― Ella estaba con Sal la noche en la que Andie desapareció. Ella es una testigo clave. Max está en Italia y Jake se mudó.

―De ninguna manera. ―le contestó la morena a la castaña.

Pip rodó los ojos y miró a Katherine para pedirle ayuda. Esta solamente se encogió de hombros. Le dedicó una mirada como diciendo: «muchas gracias por tu contribución», para volver a ponerla en su móvil.

―Está bien...

―¿No te das cuenta de lo sensible que sigue siendo esto, Pip? ―preguntó Cara mirando a la chica.

―Sí, claro que lo hago. ―contestó ella con suavidad apagando el móvil para dejarlo en la cama.

Pip y Cara se dedicaron una mirada que Katherine no pudo descifrar, pero mejor no quiso preguntar. Bajó la mirada al suelo de la habitación de Cara.

―Oh, Dios mío. ―habló Lauren sentándose por completo en la cama de la joven Ward, mirando su móvil― Ant Lowe acaba de pedirme ir a la fiesta de los Hastings con él.

―¡No! ―exclamó Cara muy emocionada, antes de soltar un gritito y colocarse al lado de Lauren.

Katherine miró hacia atrás para prestar atención a la conversación, sin poder creerse que a Lauren le gustara un imbécil como él. Se burlaba de ella cada vez que podía, y alguna que otra vez lo había visto poner notitas en su taquilla.

Pip no decía nada, solamente estaba de nuevo con su móvil, aburrida.

―¿Y qué le vas a decir? ―preguntó Katherine, intentando incluirse.

―Eh... pues le diré que sí, obviamente. ―Lauren respondió, para soltar una risita junto a Cara y esta se acercó más a ella para ver la pantalla del móvil.

―Ant es un idiota. ―habló Pip, ganándose la atención de todas, y volvió a mirar a su móvil― Siempre dice «pacíficamente» cuando quiere decir «específicamente».

Katherine miraba a la chica con una sonrisa burlona. Menos mal que no era la única que pensaba lo mismo.

―No la escuches. ―le avisó Cara a Lauren con diversión― El último que chico que a Pip le ha gustado lleva muerto como doscientos años.

―¿Quién? ―preguntó Katherine.

―Nikola Tesla. ―respondieron Cara y Lauren al unísono, antes de estallar en carcajadas junto a Katherine.

―En fin ―dijo Pip un poco avergonzada, levantándose de la cama―, ¿quién quiere algo de picar?

La de pelo corto miró a la joven Bell, y le hizo una disimulada seña para que la siguiera. Katherine al principio no lo entendía, pero enseguida lo hizo.

―Yo te ayudo. ―se escuchó a sí misma decir, levantándose del suelo para seguir a Pip.

Caminaron un poco hasta llegar a otra habitación. Pip asomó la cabeza por la puerta que ya estaba abierta, y le echó un vistazo rápido a la habitación de Naomi Ward antes de entrar. Todo era muy colorido y luminoso.

Llegaron al escritorio de la mayor y tenía un montón de fotos de ella junto a Sal y sus demás amigos, divirtiéndose y pasándoselo muy bien. Katherine se quedó mirando un poco más una foto en la que salían solamente Naomi y Sal.

La mayor de las Ward miraba muy sonriente al mayor de los Singh, mientras que este tenía su mirada clavaca en la cámara.

Cuando se hubo dado la vuelta, vio que Pip no seguía en la habitación. Frunció el ceño ante eso y salió también de ella. La vio bajando las escaleras de la casa y entrando a la cocina de los Ward.

―Hey, Naomi. ―saludó la chica dirigiéndose a un armario, seguida de Katherine.

―¡Joder! ―exclamó la chica sobresaltándose, y a Katherine le pareció divertido el hecho de que llevaba un pijama de unicornio.

―¿Estás bien? ―preguntó Pip mirando a Naomi con curiosidad.

―Sí, es solo que me habéis asustado. ―respondió para fijar la mirada de nuevo en su móvil.

Katherine agarró un vaso de cristal para llenarlo de agua y extendérselo a Pip, la cual lo aceptó con gusto.

―¿Cómo va la búsqueda de trabajo? ―preguntó Katherine.

―Sigo buscando. ―contestó Naomi sin despegar la mirada de su móvil― ¿Os habéis llevado las Jammy Dodgers?

―No. ―contestaron ambas a la vez, sabiendo que se refería a las galletas.

―He visto a mi padre sacándolas antes del armario, pero han desaparecido. ―informó Naomi.

―Las cosas no desaparecen así porque sí. ―comentó Pip― Tienen que estar en alguna parte, tan solo sigue buscando.

―A veces las cosas desaparecen ―siguió diciendo Naomi―: cintas para el pelo, calcetines impares...

Katherine se recargó en el pollete de la cocina, con también un vaso de agua.

―Con lo de los calcetines simplemente puedes revisarlos antes de llevarlos a la lavadora y luego los vuelves a revisar cuando los saques. ―informó Pip― No es ciencia espacial.

Naomi sonrió un poco para girarse y mirar a la joven Fitz-Amobi.

―Tú nunca te rindes con nada, ¿verdad, Pip? ―preguntó la morena y la nombrada le sonrió.

―Oye, Naomi. ―y le hizo una seña a Katherine para que se sentara junto a la mayor, al igual que hizo ella― ¿Te ha contado Cara que hemos decidido hacer nuestro proyecto de investigación sobre el caso de Andie Bell?

Naomi miró a Katherine de reojo ―No.

―Bueno, solo me preguntaba si podríamos hacerte algunas... preguntas. ―preguntó Katherine y Naomi la miró― Ya sabes, viendo que Sal y tú érais muy cercanos y todo eso.

―Claro ―contestó Naomi después de unos segundos―, si es que me acuerdo. ―se quitó el gorro de unicornio― Cinco años es bastante tiempo.

―¿Te importa que lo grabemos? ―preguntó Pip viendo cómo Katherine sacaba su móvil con la grabadora lista.

―No. ―dijo ella suavemente después de unos segundos dudando la respuesta.

―Está bien, pues... ―murmuró Katherine y miró a Pip antes de darle al botón de la grabadora para que empezara a grabar; se aclaró la garganta― Entrevista uno: Naomi Ward, la mejor amiga de Sal.

Katherine le dedicó un leve asentimiento de cabeza a Pip para que ella empezara a hablar.

―¿Podrías decirnos todo lo que recuerdas sobre los eventos de la noche del viernes, diecinueve de abril de dos mil diecinueve? ―preguntó y Naomi soltó un suspiro.

―Uhm... nosotros estábamos en casa de Max, jugando a Super Mario Party. ―contestó la chica y empezó a jugar con sus dedos― Sal se fue temprano.

Pip se acercó un poco más ―¿Quién es «nosotros»?

―Jake, Max, Sal y yo.

―¿A qué hora se marchó Sal, exactamente? ―habló Katherine.

―A las diez y media de la noche. ―contestó casi de forma automática, y bajó la mirada― Lo recuerdo porque pedimos una pizza. Sal se fue cuando el repartidor llegó. Dijo que estaba cansado.

Todo se quedó en silencio, hasta que una voz las sobresaltó a las tres.

―¡Pip, Katie, ¿dónde estáis?! ―se escuchó la voz de Cara desde la parte de arriba de la casa.

―¡Ya vamos! ―exclamó Katherine para volver a mirar a Naomi― Pero él no volvió a casa hasta las doce y cincuenta, cuando Ravi Singh confirmó haberlo visto.

Naomi la miró después de unos segundos, hasta que finalmente habló.

―No sé qué quieres que te diga.

―Sal era un chico listo. ―habló esta vez Pip― Si hubiera matado a Andie, habrías pensado que al menos él tuviera una coartada.

La chica abrió la boca para hablar, pero de nuevo el grito de Cara para que Pip y Katherine subieran a su habitación la interrumpió.

―Sal tenía una coartada. ―empezó a decir Naomi con la voz quebradiza y con los ojos enlagrimados.

Parecía que iba a decir algo más, pero la puerta de la casa se abrió, volviéndola a interrumpir. Unos segundos después, Elliot Ward entró en la cocina. Katherine quitó rápidamente su móvil de la mesa para detener la grabación y guardárselo debajo de esta.

―Hey, Pip. ―saludó el hombre con amabilidad, y alzó un poco las cejas al ver a la joven Bell allí también― Oh, hola, Katherine. No sabía que estabas aquí también.

―Sí, Cara me ha invitado. ―contestó la chica esbozando su mejor sonrisa.

―Hola, papá. ―saludó Naomi a su padre.

―Hola, mi amor. ―saludó el hombre para dejar un beso en su cabeza y ver que miraba algo en su móvil― ¿Cómo está el internet?

―Raro y depresivo. ―respondió Naomi soltando una risita forzada.

―Ah, pues entonces como siempre. ―contestó con diversión.

―¿Cómo ha ido la tutoría? ―le preguntó Pip al mayor, con interés.

―Aburrida. ―Elliot contestó con una sonrisa, abriendo un armario― Pero el salario de un profesor sólo llega hasta cierto punto.

Cuando pareció que nadie iba a decir nada más, él volvió a hablar.

―¿Os unís a nosotros para cenar? ―preguntó con amabilidad.

―Yo no, gracias. ―contestó Pip con una sonrisa, levantándose de la silla― Víctor va a hacer tacos, todo un festival mexicano.

―Ah, está bien, ¡qué hambre! ―exclamó Elliot sonriente, diciendo esas dos últimas palabras en español.

El hombre miró a Katherine, esperando una respuesta por su parte.

―Yo tampoco, tengo que irme pronto. ―añadió Katherine copiando el movimiento de Pip, sabiendo que si no se iba en poco tiempo no habría nadie en casa, y por tanto no podría entrar.

―Vale, no te preocupes. ―la tranquilizó él con una sonrisa.

Las chicas se despidieron de Naomi y subieron para despedirse de Cara y Lauren también. Bajaron las escaleras e iban a dirigirse a la entrada de la casa, cuando la voz de Elliot lo impidió.

―Hey, Pip ―dijo, ganándose la atención de la nombrada―, no te olvides de tu cuaderno.

Pip le sonrió al hombre en forma de agradecimiento y tomó el mini cuaderno que usaba para tomar notas sobre la investigación del caso.

Ambas chicas salieron de la casa de los Ward y empezaron a caminar hasta llegar al coche de Pip. Katherine iba a seguir caminando, hasta que la voz de la joven Fitz-Amobi la hizo girarse.

―Hey, ¿te llevo? ―preguntó la de ojos verdes, abriendo la puerta del asiento del piloto.

―No hace falta. ―contestó y se giró otra vez para seguir caminando. Pip se montó en su coche para arrancarlo.

Pero Katherine se percató de que la castaña la estaba persiguiendo, por lo que giró su cabeza para mirar a la chica con confusión.

―Oh, vamos, me pilla prácticamente de paso. ―dijo Pip desde el interior del coche con una sonrisa burlona― No seas una amargada y entra, anda, que el tiempo indica que va a llover.

Katherine miró el cielo por unos segundos, y comprobó que la chica tenía razón. El cielo estaba completamente gris, y unas nubes casi de color negro se acercaban a lo lejos.

Terminó por suspirar.

―Sí, vale, está bien. ―cedió la pelinegra finalmente y se montó en el asiento del copiloto, junto a Pip.

ESA NOCHE, PIPPA SE ENCONTRABA sentada en una silla de la habitación de su hermanastro, Josh, escuchando cómo su madre le contaba una historia al pequeño antes de irse a dormir.
Miraba la cuenta de Instagram de Max Hastings, uno de los mejores amigos de Sal, y con quien estuvo en su casa el día de la desaparición de Andie Bell.

Ella le había enviado un mensaje:

«Hola, una compañera y
yo estamos investigando
la desaparición de Andie
Bell para un proyecto
escolar. Estamos
entrevistando a los testigos
clave. Déjanos saber tu más
temprana disponibilidad».

Pip leó y releyó el mensaje de ella hacia Max Hastings más de cinco veces, y la voz de su madre la sacó de su trance.

―Tu padre solía contarte ese cuento, y en aquel entonces el protagonista era Beadle, el perro maravilloso. ―comentó para susurrar―: no se lo digas a Josh.

―No lo recuerdo. ―contestó Pip, y era cierto, pues su padre la abandonó tanto a ella como a su madre cuando era muy, muy pequeña.

Leanne bajó la mirada con una sonrisa triste.

―He pensado en lo que dijiste antes, sobre lo de tener trabajo. ―habló Pip de nuevo― Y tienes razón. Necesito salir al mundo real. Podrías preguntarle a Linda si aún necesita camareras para la fiesta en celebración de la boda de plata de los Hastings.

―Sí, claro. ―respondió la mujer para mirar a su hija― La veré mañana en el club de lectura, así que se lo preguntaré.

La menor se quedó en silencio por unos segundos. Cara iba a la fiesta, eso ya lo sabía. Pero necesitaría a otra ayudante.

―Mejor pregúntale si necesita dos camareras, Katherine está muy interesada. ―Pip sonrió.

EL DÍA DE LA FIESTA ya había llegado, y después de muchos intentos de Pip intentando convencer a Katherine de que se uniera junto a ella y Cara para ser camarera, ella finalmente terminó accediendo porque que le dijo que, tal vez, podrían entrevistar a Max Hastings.

Pero con lo que Katherine no contaba era la vestimenta. Ella, Pip y Cara tenían que llevar obligatoriamente un uniforme de estrella de color plateado y un gorro del mismo color, en honor a lo que se estaba celebrando aquel día. Además de llevar un maquillaje que quedara bien con la vestimenta.

Sonaba música clásica y elegante, mientras que las tres chicas lo miraban todo sin saber muy bien qué hacer.

―Hay gente del instituto aquí. ―dijo Cara con los dientes apretados, esbozando su mejor sonrisa.

―No sabía que la temática de esta fiesta sería sobre «Estrellas de la Gran Pantalla». ―bromeó Pip un poco.

―Necesito quitarme este maldito uniforme cuanto antes o juro que vomitaré. ―terminó por decir Katherine, colocando una mueca de desagrado.

―No te pongas así, no te queda tan mal. ―Pip rodó los ojos con frustración.

―¿El disfraz os irrita? ―preguntó Cara sin mover ni un músculo― El mío sí, y mucho.

―Katherine y yo necesitamos preguntarle a Max una cosa y después podemos irnos. ―avisó Pip con una sonrisa y miró a las chicas que tenía a ambos costados― ¡Vamos, será divertido!, estamos de encubierto.

Ni Katherine ni Cara dijeron nada más, por lo que las tres empezaron a caminar muy lentamente y con sumo cuidado, debido a la bandeja de copas que llevaban.

Cuando lo hubieron tenido más o menos controlado, Cara, Katherine y Pip se desearon suerte las unas a las otras con un asentimiento de cabeza. Cara se separó de ellas y Katherine iba a hacer lo mismo, cuando Pip le hizo una seña para que se quedara a su lado por si encontraban una oportunidad para entrevistar a Max Hastings.

Las chicas contemplaron cómo Lauren hablaba con Ant Lowe, el chico que había nombrado hacía unos días. Ambas pusieron una mueca de asco a la vez y se miraron para reír un poco.

Fueron repartiendo las copas a los invitados, y estos les agradecían con una enorme sonrisa.

Katherine fue la primera en divisar a Max Hastings junto a Naomi Ward, hablando mientras ella le daba un sorbo a una copa. Le dio un golpecito en el hombro a Pip para que se diera cuenta de eso también. Se acercaron un poco más y Naomi se percató de la presencia de las chicas, pero simplemente fingió demencia y volvió a mirar a su amigo.

Katherine frunció el ceño ante eso, pero no le dio tiempo a darle mucha importancia ya que había perdido a Pip de vista. La buscó con la mirada hasta que la encontró, extendiéndole unas copas a dos hombres vestidos muy elegantes.

Las horas pasaban y las adolescentes se encontraban situadas la una al lado de la otra, mirando fijamente a Max Hastings bailando con una mujer mayor, seguramente su abuela. Varios señores mayores se acercaron a más chicas para tomar algunas copas de las bandejas que llevaban en las manos, y ellas volvieron a sonreír.

Pero, cuando se giraron para seguir mirando bailar a Max, él ya no estaba.

Katherine y Pip compartieron una mirada extrañada, para empezar a buscarlo con la mirada. Lo encontraron subiendo las escaleras en las que ellas estaban antes, hablando con Cara, para desaparecer en el interior de la casa.

Ellas caminaban a paso rápido hasta allí, y dejaron las bandejas vacías con urgencia en una mesa para subir las escaleras en busca del joven Hastings.

Sin darse cuenta de que alguien las estaba vigilando desde lejos.

Ellas llegaron a una habitación, más concretamente en la que Naomi había dicho que ella, Max, Sal y Jake habían estado jugando a Super Mario Party la noche en la que Andie desapareció.

―Necesitas venir aquí ahora mismo. Tu hermana está aquí también. ―se escuchó a un hombre, cuya voz a Katherine le sonaba bastante― Porque te lo estoy diciendo, Becca. No, no te atrevas a colgarme. ¡Becca! ¡JODER!

Ambas chicas llegaron al lugar de donde provenía esa voz, y Katherine se tensó de pies a cabeza al encontrarse con su padre, Jason Bell. Él miraba su teléfono móvil con hastío, pero al ver que su hija y Pip estaban allí, fingió una sonrisa.

―Oh, hola, Katie. ―saludó y ella se estremeció al escuchar a su padre llamarla por su apodo― Estaba hablando con tu hermana para que viniera, y así poder estar toda la familia unida, pero parece que no quiere salir de casa.

Pip se dio cuenta de lo tensa que Katherine se había puesto, por lo que le dio un apretón en la mano en señal de apoyo. Pareció funcionar, pues la pelinegra pareció calmarse un poco.

Jason miró a Pip ―Qué complicadas son las hijas a veces, ¿eh?

Ella no supo qué responder a eso, por lo que simplemente asintió con una leve sonrisa. Katherine miraba a su padre con una mezcla de miedo y rencor. Era increíble lo hipócrita que a veces podía llegar a ser cuando se lo proponía.

Katherine agarró la mano de Pip para tirar de esta y alejarla lo antes posible de su padre. Pip no dijo nada, solamente miraba sus dedos entrelazados con el ceño levemente fruncido.

Caminaron hasta llegar a una especie de sótano. Pip abrió la boca para hablar, y como Katherine sabía lo que iba a decir, le hizo una seña para que se callara.

Bajaron las escaleras hasta llegar hacia abajo, para darse darse cuenta de que que se trataba de un sótano, sino de una bodega. Escucharon varios ruidos y, un poco sobresaltadas, los siguieron.

―¿Hola? ―dijo Pip en un murmuro, y caminaron hasta llegar a una puerta. Se adentraron en ella y, al encontrar a la persona que habían estado buscando, su expresión se relajó― Hola.

Max Hastings terminó de lanzar un dardo a la diana que tenía delante de él, colgada en la pared, para girarse y mirar con sus ojos azules brillantes a Katherine y Pip.

―Habéis estado acosándome. ―dijo el chico con total normalidad.

―Nos gustaría hacerte algunas preguntas. ―informó Katherine con seriedad.

Max la miró a ella y después a Pip durante unos segundos, admirando su vestimenta, para después reír.

―Hora de los sermones. ―bromeó para lanzar otro dardo a la diana, dando en el blanco.

―No durará mucho. ―avisó Pip sentándose en un sofá, seguida de Katherine.

Max sacó una especie de botella metálica de alcohol, para desenroscar la tapa que la cubría.

―¿Y qué vais a hacer por mí?

―¿Disculpa? ―preguntó Katherine casi de inmediato, con una ceja alzada.

Quid Pro Quo. ―fue lo único que dijo después de darle un sorbo a la botella y encogerse de brazos― Cada vez que yo responda a una pregunta, vosotras tendréis que darle un sorbo a la botella.

―Ni de coña. ―dijo Katherine negando con la cabeza, lo que sorprendió a Pip y Max― No pensamos caer en tu estúpido juego.

―Sí, y yo no bebo. ―añadió Pip casi en un susurro.

―Oh, qué aburrido. ―Max colocó una mueca de decepción para lanzar otro dardo a la diana.

Katherine miraba al rubio con los ojos entrecerrados. No le daba, para nada, ni una pequeña pizca de buena espina.

Alzó las cejas con sorpresa al ver que Pip agarraba un mini vaso y se lo extendía a Max, dándole a entender que le echara alcohol dentro. Max sonrió y le echó el líquido, para esperar a que una de las dos adolescentes hablara.

―¿Qué queréis saber?

Katherine sacó su móvil para meterse a la grabadora y darle al botón que comenzaba a grabar.

―Tres de agosto, entrevista con Max Hastings. ―dijo y el nombrado no pudo evitar soltar una risa.

―¿Es una interrogación?

Katherine no respondió, solamente dejó el móvil en la mesa.

―El viernes diecinueve de abril de dos mil diecinueve, Jake, Sal y Naomi estaban en tu casa jugando a Super Mario Party. ―informó la pelinegra.

―Estábamos jugando al FIFA ―corrigió Max con confusión, y ambas chicas se dedicaron una mirada significativa, pues Naomi les había dicho lo contrario―, pero continúa.

―¿A qué hora se fue Sal?―preguntó Pip esta vez.

Max miró el vaso que ella tenía en la mano, dándole a entender que bebiera si quería que su pregunta fuese respondida.

Pero, en cuanto Pip se llevó el vaso a los labios para darle el primer sorbo, Katherine se lo arrebató para beber ella.

Sintió el sabor amargo del alcohol recorrerle la garganta, y empezó a toser un poco. No era la primera vez que probaba el alcohol, pero tenía que admitir que hacía ya bastante tiempo que no bebía. Pip miraba a Katherine con el ceño fruncido, pero en cuanto su mirada se encontró con la de la joven Bell, le sonrió en forma de agradecimiento.

―A las diez y media. ―contestó Max, rellenando el vaso de alcohol― Mirad, no sé lo que queréis. Era un viernes normal, como cualquier otro. Jake y yo solo jugamos a la Xbox y se enfadó.

―¿Y qué hay de Naomi? ―preguntó Pip.

―Naomi estaba desaparecida.

―¿Qué estaba haciendo? ―preguntó Katherine y, al ver que Max no decía nada, rodó los ojos y agarró el vaso antes de que Pip pudiera hacerlo. Le dio otro sorbo, y esta vez el sabor le gustó un poco más, aunque seguía raspándole la garganta.

―No tengo ni idea. ―contestó el rubio con una sonrisa divertida― Echándose una siesta, cagando... qué coño sé yo.

Las chicas miraban a Max reírse con seriedad. Katherine cerró las manos en un puño. Estaba empezando a hartarse de su actitud indiferente.

―Ahora, si me disculpáis, tengo que volver para ver a mis padres pretendiendo que llevan felizmente casados veinticinco años. ―dijo con una sonrisa, para hacer el amago de levantarse de su asiento.

―Naomi nos dijo que Sal tenía una coartada. ―habló Katherine con mucho ímpetu para impedir que el joven Hastings se marchara, y lo consiguió, pues el chico la miró para volver a sentarse en su sitio― ¿Cuál era?

El chico sonrió ―Te pareces mucho a tus hermanas.

Katherine se quedó mirando al rubio con el ceño fruncido, preguntándose cómo podía saber que era una Bell. Que ella supiera, nunca había intercambiado palabra con él hasta ese momento. Pero después dedujo que él lo sabía ya que, como Sal era el novio de Andie, le hubiera dicho en algún momento a su amigo que tenía una hermana menor, aparte de Becca.

―No cambies el tema y responde a la pregunta, Max. ―contestó la chica forzando una sonrisa.

Max la miró y rellenó el vaso por tercera vez, y Katherine bebió sin pensarlo dos veces. Pip bajó la mirada, un tanto incómoda. Katherine empezó a sentirse un poco mareada, pero poco le importó. Solamente quería saber la verdad sobre la coartada de Sal.

―Nosotros éramos la coartada de Sal. Nos hizo mentir por él. ―explicó finalmente el chico, y Katherine y Pip lo miraron con confusión― El día después de que Andie desapareciera, Sal nos pidió que le dijéramos a la policía que se había quedado en mi casa hasta las doce y cuarto. Dijo que no deberían malgastar tiempo en él cuando deberían estar buscando a Andie.

―Entonces ¿le dijisteis la verdad a la policía? ―preguntó Pip.

―Sí.

―¿Qué os hizo cambiar de idea?―preguntó ella de nuevo y Max señaló el vaso.

―Déjate el alcohol y responde de una maldita vez, rubio de bote. ―avisó con seriedad Katherine.

Max esbozó una sonrisita para negar con la cabeza.

―Es un crimen mentirle a la policía. ―contó rellenando el vaso de alcohol y Katherine rodó los ojos― De todos modos, las cosas ya se estaban poniendo serias, y Andie todavía no había aparecido.

―¿Te caía bien Andie, mi hermana? ―preguntó Katherine.

―No la conocía. ―contestó el rubio con simpleza― Creo que nunca había hablado con ella.

Katherine solamente asintió, y Max volvió a mirarlas a ambas.

―¿Qué estáis intentando demostrar con esto?

―Que Sal es inocente. ―contestó Pip.

―¿De verdad pensáis eso?

―¿Tú no? ―contraatacó Katherine.

―El Sal que yo conocía... de ninguna manera él podría haberla matado. ―y negó con la cabeza― Pero lo confesó. Luego fue al bosque... y se tragó un montón de pastillas. Quiero decir... no haces eso por nada, ¿no?

Todo se quedó en silencio. Nadie dijo nada más. Max se guardó la botella de alcohol en su traje elegante y les dedicó una última mirada a las chicas antes de levantarse de su asiento y desaparecer para subir las escaleras de la bodega.

Pip y Katherine se miraron; aquella había sido una interesante entrevista.

PIP Y KATHERINE se encontraban prestando atención al discurso del padre de Max hacia su mujer, celebrando los veinticinco años que Max había dicho que llevaban casados.

La cabeza de Katherine daba vueltas, aunque no hubiera bebido tanto. No era muy tolerante al alcohol. Pero había valido la pena, pues la información que Max les había contado había sido, más o menos, de utilidad. Ahora sabían que habían ciertas discrepancias entre la versión de Naomi y la versión de Max.

―La gente dice que el dinero no puede comprar el amor. ―siguió diciendo el señor Hastings― Bueno, claramente no han conocido a mi preciosa esposa.

Todos empezaron a reír, menos las chicas, que no entendían absolutamente nada.

―Siempre es bonito ver el amor verdadero, ¿verdad? ―dijo un joven colocándose a la izquierda de Pip, tratándose del mismo que las había estado vigilando minutos antes― Un poco de romance de la vieja escuela.

Las chicas no respondieron, pues no conocían de nada a ese joven.

―No pretendía asustaros. ―añadió él con el tono de voz un poco más bajo.

―No pasa nada. ―contestó Pip, desviando la mirada.

―Un consejo para los sabios ―habló él de nuevo, para acercarse a ambas chicas―: he oído que sois un poco cotillas. Y sabéis lo que les sucede a las cotillas, ¿verdad?

Las chicas no respondieron, dándose cuenta de que acababan de ser amenazadas de la manera más amable posible.

El joven se llevó una mano a la nariz de Katherine e hizo como si se la hubiera robado. Él se marchó de allí, dejando a una Katherine asustada, tocándose la nariz.

Sí, definitivamente el alcohol le estaba surgiendo efecto.

Pip sonrió un poco al verla en ese estado, pero no pudo decir nada ya que Cara apareció por primera vez desde que se despidieron al inicio de la fiesta.

―Naomi está borracha y se está comportando de forma muy extraña. La he llevado al coche. ―comentó ella, agarrando a ambas chicas del hombro, haciendo que se giraran para verla― Lauren se ha ido llorando, tenemos que irnos.

―Este sitio está lleno de fuerzas oscuras ―dijo Katherine―, ¡un tío guapo, y admito que es guapo aunque sea más lesbiana que la palabra en sí, ha intentado robarme la nariz!

―¿Qué tío guapo? ―preguntó Cara con diversión, pero miró a la chica con las cejas alzadas ― Espera, ¿estás borracha?

―¿Qué? ―contestó Katherine y, al notar que se tambaleaba un poco, Pip empezó a reírse― No, no, solo me he tomado como tres tragos pequeñitos de la altura de mi pulgar.

―Está bien, vámonos. ―dijo Cara con diversión y, con ayuda de su mejor amiga, lograron que la joven Bell se apoyara en ellas y se recargara en sus brazos.

―Hay dos testigos clave que dicen que Sal mintió sobre su coartada ―comenzó a explicar Pip―, cosa que no pinta bien. Pero... es que es muy raro. Hay un millón de discrepancias sobre los acontecimientos de esa noche: Max dice que estaban jugando al FIFA, pero Naomi dice que estaban jugando a Super Mario Party; Naomi dice que estuvo allí toda la noche, pero Max dice que estuvo desaparecida.

La sonrisa de Cara se esfumó y se detuvo para colocarse en frente de ellas.

―¿Hablasteis con Naomi?

Katherine soltó una risita que no hubiera soltado de no ser porque estaba borracha. Miró a Pip como diciendo: «la hemos cagado», aguantándose de nuevo las ganas de reír, y la de pelo corto cerró los ojos con frustración al saber la discusión que se avecinaba.

―Lo siento...

―Os dije que no lo hicierais. ―les recordó la morena con una sonrisita irónica; Pip fue a agarrarla de la mano pero se zafó de ella bruscamente, borrando su sonrisa― Os advertí específicamente que no lo hicierais.

―¿Sabías que Naomi y los demás mintieron por Sal?

―Sí.

―Y ¿por qué no me lo dijiste?

―¡Porque pasó hace cinco años! ―Cara alzó un poco el tono de voz, acercándose a su mejor amiga; Katherine retrocedió un paso― Todo el mundo excepto tú y Katherine quiere olvidar que eso alguna vez pasó.

―¡Es una información clave y eres mi mejor amiga! ―alzó Pip también su tono de voz.

―¿Hablas en serio? ―Cara miraba a su mejor amiga con una mezcla de enfado y alucinación― ¡No te lo dije porque no quiero que lo remuevas todo otra vez!

―Pero es importante. ―habló Katherine por primera vez.

―¡Lo será para ti! ―exclamó Cara con enfado para mirar a la pelinegra, totalmente cegada por este; la chica bajó la mirada ante eso, pues realmente era importante para ella― ¡Está totalmente bien joderle la vida a los demás solo para que podáis jugar a los detectives!

―¡No estamos jugando! ―dijeron Katherine y Pip a la vez, mirando a Cara con seriedad.

Las tres chicas se quedaron mirando las unas a las otras, sin saber muy bien qué hacer o decir al respecto. La tensión era palpable. Pip fue la primera en hacer un movimiento, pues pasó por el lado de Cara empujándola sin querer por culpa del uniforme de estrella, yéndose de la fiesta.

Katherine miró a la joven Ward con genuina culpabilidad en su mirada.

―Lo siento muchísimo, Cara... ―se disculpó ella, y también se alejó de allí para perseguir a dondefuera que estuviera yendo Pip.

Consiguió alcanzarla después de correr por unos segundos.

―¡Amobi! ―exclamó la chica para posicionarse a su lado, adolorida― Joder, cómo duelen estos zapatos, no te recomiendo para nada correr con ellos.

Aquello último lo había dicho de broma para aligerar un poco el ambiente y conseguir sacarle una sonrisa, pero se dio cuenta de que no había funcionado al ver una lágrima saliendo por el ojo izquierdo de Pip.

Katherine decidió no decir nada más, pues sabía que tan solo lo empeoraría.

Pero, cuando pudo reconocer el camino que estaban recorriendo, no pudo evitar extrañarse. Siguió sin decir nada durante todo el camino, confiando raramente en la joven Fitz-Amobi. Cuando llegaron a la puerta de la casa de los Singh, ambas chicas se miraron.

Cuando Pip se hubo calmado un poco y hubo dejado de llorar, tocó la puerta de la casa.

Unos segundos después, una mujer de piel morena, de pelo canoso y que llevaba una llamativa blusa de diferentes colores se hizo presente.

―Hola. ―saludaron ambas chicas; Pip con una sonrisa y Katherine también, solo que esta parecía más una mueca.

―Tenemos información importante para Ravi. ―explicó Pip con amabilidad.

―¿De una galaxia muy, muy lejana?

―No, ella vive en Martinsend Way y yo en la Calle de la Iglesia. ―respondió Katherine con una sonrisa, aún con el alcohol recorriéndole las venas.

Pip se mordió el labio para no reír.

―Pasad. ―dijo la mujer con suavidad, haciéndose a un lado.

―Lo siento. ―se disculparon hacia la señora a la vez, pues el uniforme de estrella les impedía pasar correctamente.

Cuando por fin lograron adentrarse en la casa, lo primero que vieron fue unas fotos enmarcadas. Una era de Ravi, la misma que Pip tenía colgada en su pared de investigación, y la otra era en blanco y negro de Sal junto a su hermano menor, muy felices.

Katherine tragó saliva al ver aquella foto, deseando tener al menos una foto junto con Andie.

―¡Ravi! ―exclamó la mujer para que su hijo bajara las escaleras de su casa. El chico moreno no tardó mucho en bajar y, cuando vio a las chicas en su casa, y encima vestidas de esa forma, frunció el ceño al instante― Dicen que tienen información importante para ti.

La mujer les dedicó una última sonrisa, y se fue hacia la cocina. Ravi se acercó a Katherine y Pip sin decir nada, dejándolas explicarse primero.

―Hola. ―saludó Pip con nerviosismo y una sonrisa― Hemos venido para decirte algo.

―¿Me vais a decir que habéis perdido completamente la cabeza? ―bromeó el pelinegro.

―¿Qué? ―preguntó Katherine con confusión ante sus palabas, y Ravi señaló con la mirada su vestimenta― Oh... ―y soltó una risita.

Pip rodó los ojos con una leve sonrisa.

―¿Y por qué estáis aquí?

―Hemos venido para decirte que... lo sentimos. ―se disculpó la ojiverde por Katherine también, balbuceando un poco― Queríamos que supieras que para nosotras no es solo un proyecto escolar. Siempre hemos creído que Sal es inocente.

―Así que pensasteis en cabalgar como unos caballeros blancos para salvarnos.

―¡No!, ¡no, no pensamos en eso! ―exclamó Pip, mirando a Ravi con un poco de temor; ella suspiró― Esto ha sido un estúpido error, no deberíamos haber venido.

Katherine se mordió el labio con impaciencia y ambas se giraron para empezar a dirigirse hacia la puerta.

―Hey. ―la voz de Ravi las interrumpió, consiguiendo que se giraran para mirarlo― ¿Por qué pensasteis que él era inocente?

―Porque conocíamos a Sal. ―explicó Katherine― Siempre ha sido muy bueno conmigo y también lo fue con Pippa, como ella me contó hace unos días. Él nunca hubiera hecho nada para lastimar a mi hermana. La amaba demasiado como para hacerlo.

Después de unos segundos, Ravi asintió con una leve sonrisa ―Venid conmigo.

Se giró para caminar hacia las escaleras, y Pip miró a Katherine para sonreírle en forma de agradecimiento por su breve discurso y haber convencido al menor de los Singh. Ella le devolvió la sonrisa y se quitaron los zapatos ya que se percataron de que nadie de esa familia los tenía puestos, para seguir a Ravi.

Llegaron a una habitación y el chico abrió la puerta. Pip y Katherine fueron las primeras en entrar, para darse cuenta de que era la antigua habitación de Sal. Pero su cama estaba sucia, no tenía sábanas y ahora la habitación era una especie de trastero para guardar cajas y cosas que ya los Singh no utilizaban para nada. Incluidas las cosas de Sal.

―Es de Sal. ―dijo Ravi extendiéndole a Katherine un teléfono móvil con funda.

Ella lo tomó y Pip le indicó que se metiera en los mensajes. Katherine asintió y se metió en la aplicación de mensajería para adentrarse en la última conversación: la que Sal tuvo son su padre.

Todos los mensajes tenían muy mala ortografía: no llevaban mayúscula, no tenían apenas signos de puntuación, algunas palabras estaban acortadas, y a veces las letras estaban reemplazadas por números.

Todos excepto uno, el último, siendo ese del veintidós de abril de 2019.

El mensaje de su confesión.

―«Fui yo. Yo lo hice. Lo siento muchísimo». ―leyeron Katherine y Pip en voz alta.

Ambas fruncieron el ceño a la vez, extrañadas, al darse cuenta de lo mismo.

―La gramática. ―dijo Katherine sin despegar la mirada del móvil― En el último mensaje la puntuación es perfecta, pero en los otros...

―Sal era la persona más inteligente que conocía ―interrumpió Ravi a la pelinegra para aportar un dato―, pero escribía como un analfabeto.

Katherine se quedó mirando los mensajes una y otra vez, hasta que un clic hizo sonar en su cabeza.

―Él no escribió la confesión.

Pip miraba los mensajes con las cejas alzadas, intentando asimilar todo lo que estaba pasando.

Katherine se giró para mirar a Ravi ―Si Sal no escribió la confesión, ¿quién lo hizo?

―Supongo que eso es lo que tenemos que averiguar. ―contestó el joven Singh con decisión, consiguiendo que ambas chicas sonrieran, cómplices.

ˏˋ°•*⁀➷ ↺ nahia's note .ᐟ 💿

actualicé de nuevo porque ando nerviosa por la operación de mañana, i'm just a girl.

naomi, yo te amo.

max, ponte fecha.

katie y pip, just kiss already.

el trío de oro por fin se ha formado !!! los amo demasiado a mis bebés.

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