00. the beginning of it all
✹ PROLOGUE . . .
❝ the beginning of it all ❞
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KATHERINE BELL soltó un casi inaudible suspiro de cansancio, conteniéndose las fuertes e irremediables ganas de bostezar. La joven no podía aguantar seguir un solo segundo más en esa clase. Tan solo faltaba medio minuto para que el timbre sonara y las vacaciones de verano darían por fin su comienzo.
Pero, para ella, esos treinta segundos le parecían siglos.
Se encontraba sentada en su pupitre dibujando garabatos sin sentido en su mesa de trabajo con ayuda de un bolígrafo de tinta negra. No le prestaba mucha ―por no decir ninguna― atención a la explicación de su profesor de Literatura, Elliot Ward.
Sus calificaciones siempre habían sido impecables, a pesar de las varias infracciones que a veces cometía en el instituto. Era extremadamente inteligente, sobre todo en Literatura, por lo que para ella no era una necesidad prestar atención a todas y cada una de sus clases.
Pero no importaba cuánto se esforzara, pues siempre habría alguien por delante de ella en absolutamente todo.
Pippa Fitz-Amobi.
Su mayor enemiga desde que tenía memoria.
Ambas chicas compartían una eterna rivalidad académica que, con el transcurso de los años, parecía ir cada vez a más. Desde muy pequeñas, se retaban la una a la otra para averiguar quién de las dos era mejor estudiante, consiguiendo que esa rivalidad solo aumentara y aumentara.
Tanto Katherine como Pippa querían asistir a la misma universidad: Cambridge, y eso no hizo más que empeorarlo todo. Deseaban tener las mejores calificaciones y así tener más probabilidades de ser aceptadas en la universidad de sus sueños.
Katherine deseaba con todas sus fuerzas superar a Pippa, y Pippa deseaba con todas sus fuerzas superar a Katherine.
Un círculo vicioso del cual ninguna de ellas era capaz de salir.
Hasta que Elliot Ward pensó que sería una buena idea que ellas dos trabajaran juntas en su proyecto final para la universidad y que así dejaran de lado de una vez por todas sus diferencias.
A ambas chicas les pareció una completa estupidez y se negaron rotundamente a participar juntas, pero debido a que su profesor de Literatura les había dicho que no cambiaría de opinión y que deberían trabajar en grupo si de verdad querían entrar en Cambridge, no les quedó más remedio que aceptar a regañadientes.
Aún ni habían decidido sobre qué harían el proyecto. Katherine se lo preguntaría en cuanto pudiera a Pippa para ponerse manos a la obra lo antes posible.
Y así conseguir que la pesadilla de estar cerca de ella terminara pronto.
El timbre finalmente sonó y todos los alumnos se levantaron de sus pupitres recogieron sus cosas y las metieron en sus mochilas atropelladamente para salir de la clase casi formando una especie de avalancha.
Katherine fue la última en recoger sus cosas. Cuando fue a salir de la clase, la voz de su profesor de Literatura se lo impidió.
―Señorita Bell ―dijo el hombre y la nombrada se giró para mirarlo―, ¿podría hablar contigo un momento?
―Uhm... claro, señor Ward. ―contestó la chica para acercarse a la mesa de su profesor.
―Tan solo quería preguntarte si sigues molesta con realizar realizar proyecto de fin de curso junto a la señorita Fitz-Amobi. ―comentó y Katherine nl pudo evitar rodar los ojos.
―No, está todo bien. ―mintió para hacer el ademán de marcharse, pero de nuevo la voz de su profesor se oyó.
―¿Estás segura? ―preguntó y ella se giró para mirarlo― Porque hace tan solo tres días me juraste que pintarías con spray todas las taquillas del instituto si no te separaba de ella.
―Era una broma, señor Ward. ―sonrió la pelinegra inocentemente para llevarse una mano al pecho― Ya sabe que yo sería incapaz de hacer algo así.
Elliot asintió lentamente y con una mini sonrisa divertida, sin creer mucho lo que la menor le había dicho.
―Entonces... ¿no hay ningún inconveniente?
Katherine negó ―Ninguno, señor Ward, créame que he recapacitado.
―Ya. Bueno, en ese caso ―se levantó de su asiento para estrecharle la mano a la chica con una sonrisa―, te deseo un muy feliz verano, señorita Bell.
―Igualmente. ―le sonrió la ojimarrón para hacer un apretón de manos amistoso con el hombre.
Se giró para alejarse, pero antes de salir de la puerta se detuvo.
―Disculpe, señor Ward ―dijo girándose de nuevo para mirarlo―, ¿cuál es su color favorito?
―El rojo. ―respondió el hombre con una sonrisa, pero con una pizca de confusión en su mirada― ¿Por qué me lo preguntas?
Ella se encogió de hombros con una sonrisita ―Oh, por nada.
Ellior solamente asintió para despedirse de Katherine con una sonrisa. Ella se la devolvió y se ajustó las correas de su mochila de color negro para salir del aula. Caminó por los prácticamente desolados pasillos del instituto hasta llegar a su taquilla.
Miró los bonitos mensajes que todos los alumnos ―o la mayoría de ellos― le dejaban cada día en la puerta de su taquilla con post-its de colores.
«Puta lesbiana».
«La bollera de Little Kilton».
«Nadie te querrá nunca».
«Hermana de una zorra».
«Nunca serás como ella».
Katherine se quedó mirando aquellos dos últimos mensajes sintiendo cómo sus ojos oscuros se humedecían a causa de las lágrimas. Arrancó todos los post-its de la taquilla, despegándolos.
Los rompió en miles de pedazos antes de tirarlos a la papelera más cercana.
Sabía con certeza a quién se referían en esos dos últimos mensajes: a su difunta hermana mayor, Andie Bell.
Ella había desaparecido una fría noche del 19 de abril de 2019. Todo el mundo en su pueblo, Little Kilton, estaba sorprendido ante la noticia. Los Bell eran una familia muy conocida, tanto económica como socialmente. Aunque en ese momento Katherine tuviera apenas doce años de edad, sabía que algo horrible le había sucedido a su hermana. Su novio, Sal Singh, fue el primer sospechoso al ser una de las últimas personas con las que Andie había hablado por última vez.
Había sido acusado del asesinato de su novia tras mostrarse a la luz varias prueba incrementarias en contra del chico. Y, tras unos días de investigación, Andie fue dada por muerta, pero su cadáver nunca fue encontrado.
Tiempo después el joven Sal Singh apareció muerto en un bosque junto a su móvil, en el que ponía un mensaje confirmando y asumiendo su tan reciente crimen y después de ello él se había suicidado.
Pero Katherine no creía eso.
Conocía a Sal, y sabía que él no sería capaz de asesinar a alguien, y mucho menos a su novia. Él siempre se había comportado muy bien con ella al ser la hermana menor de Andie, la pequeña de la familia. No había una explicación lógica para que él cometiera ese crimen.
Pero el caso fue finalmente cerrado, dejando a Sal Singh como el asesino de Andie Bell.
Y no existía nada para remediarlo.
Katherine sacó de su taquilla los libros que necesitaba y abrió la cremallera de su mochila para meterlos dentro. Cerró la puerta de su taquilla de un golpe y le colocó su candado correspondiente.
Salió del instituto colocándose sus auriculares para escuchar alguna que otra canción de Billie Eilish. Caminaba a paso rápido por las calles de Little Kilton sin mirar a algo en concreto. Todo estaba silencioso y tranquilo. Lo único que se escuchaba era la relajante voz de la cantante por sus auriculares.
Llegó a un mini supermercado y sacó veinte libras de su bolsillo que había sacado de su hucha de cerdito esa misma mañana. Se adentró en el establecimiento haciendo sonar una campanita situada en la entrada.
Empezó a buscar por secciones, hasta llegar al pasillo que le interesaba. Echó un vistazo por las estanterías de madera y sonrió de alivio al encontrar exactamente que estaba buscando.
Un bote de spray de color rojo, el color favorito de su profesor de Literatura.
Agarró un par de esos y se dispuso a dirigirse hacia la caja registradora cuando la vio a ella. Pippa Fitz-Amobi.
Y Katherine no pudo evitar rodar los ojos con fastidio por milésima vez.
Su día mejoraba por momentos.
La contempló por unos segundos, para darse cuenta de que estaba leyendo un libro tapándole casi todo el rostro. En medio de un supermercado. Katherine se cuestionó seriamente si la joven Fitz-Amobi había perdido del todo lo que le quedaba de cordura.
―Sabes que esto es un supermercado y no una biblioteca, ¿verdad, Amobi?―preguntó la muchacha acercándose a la castaña con burla.
La aludida, al reconocer la voz de Katherine, la miró y puso sus ojos en blanco para volver a dirigir la mirada al libro que estaba leyendo.
―Déjame en paz, Bell.
―¿Qué estás leyendo? ―preguntó la chica con falso interés para arrebatarle el libro a Pippa de las manos.
―¡Eh! ―exclamó la de pelo corto por encima de los hombros con molestia, para acercarse a ella e intentar recuperar el libro― ¡Devuélvemelo!
―Ya, como si pudieras quitármelo. ―bromeó Katherine aguantándose la risa, pues ella era unos centímetros más alta que Fitz-Amobi.
La chica la fulminó con la mirada y, después de unos segundos forcejeando, Katherine le devolvió el libro.
―Al menos yo no malgasto mi tiempo en estupideces como fumar o hacer graffitis por todos lados. ―dijo con molestia Pippa y señaló con la mirada los botes de spray rojo que Katherine llevaba en las manos.
―Oh, sí, porque leer en medio de un supermercado un lunes después del instituto es súper productivo. ―ironizó la pelinegra rodando los ojos.
―Eres una inmadura.
―Y tú una infantil.
―Inmadura.
―Infantil.
―Inmadura.
―Infantil.
―¡Gilipo...! ―Pippa no pudo terminar de maldecir ya que un grupo de adolescentes se acercaba a ella.
Katherine los conocía a todos, claro, pues iban a la misma clase.
―¿Qué estás haciendo ahí escondida?―una chica con el el cabello tintado de un rojo oscuro se acercó a ellas, mirando a Pippa― ¡Necesitas estar vigilando a Penton!
Todos se dieron cuenta de la presencia de Katherine, por lo que le sonrieron.
―Hey, Katherine. ―le saludó Cara Ward a la chica con una amable sonrisa.
A la joven Bell le caía bien la de pelo largo, no como su mejor amiga. No eran muy amigas, pero en clases cada vez que podían de ayudaban mutuamente, ya fuera en los exámenes o en los deberes para casa.
―Hey, Cara. ―saludó Katherine devolviéndole una mini sonrisa.
Miró a los demás, que eran Laurel, Connor y Zach si no recordaba mal. Les sonrió en forma de saludo, y su sonrisa fue correspondida por todos ellos.
Todo menos Pippa, que rodó los ojos.
―La señora Penton no te va a atender. ―dijo ella para mirar a Lauren; tenía una botella de alcohol en sus manos. Cara puso un brazo alrededor de su cuello― Sabe tu cumpleaños.
―Bueno, ahora mismo no está en la caja registradora, y... ―la pelirroja sacó de su chaqueta un carnet― Tengo esto.
Pippa le quitó el carnet para mirar su contenido y alzó las cejas con sorpresa.
Katherine aprovechó ese momento de ingenuidad para asomarse y verlo también, pero Pippa fue más rápido y se lo impidió empujándola un poco, haciendo que se chocara contra una estantería y ganándose una mirada fulminante por parte de la joven Bell.
―¡Aquí dice que tienes veintisiete!―exclamó la de pelo corto para mirar a su amiga con los ojos muy abiertos.
―Puedo lograrlo. ―contestó Lauren con una sonrisa de despreocupación.
Pippa volvió a fijar la mirada en el carnet que había en su mano con una mueca de desagrado.
―Pip ―la voz de Lauren captó de nuevo su atención―, necesito que distraigas a la señora Penton, ¿de acuerdo? No le dejes mirar la caja registradora.
Y ella, junto a Connor y Zach, se dirigieron hacia allí.
―¿Por qué yo? ―se quejó Pippa y su tono de voz hizo que Katherine soltara una carcajada.
―Lo tienes controlado. ―le relajó Cara poniendo una mano en su hombro.
―¡No quiero ser cómplice de un crimen!―exclamó Pippa en un susurró, y Katherine volvió a reír, ganándose una mirada fulminante por parte de ella.
―Bueno, pues no lo fastidies. ―contestó la morena dándole un golpecito en el hombro a su mejor amiga.
La chica le dedicó una última sonrisa a Katherine en forma de despedida, la cual ella le devolvió rápidamente.
En cuanto Cara hubo desaparecido de su campo de visión, Katherine rió.
―Wow, Amobi, no sabía que eras una delincuente. ―bromeó la chica― Ahora me caes un poco mejor.
―Oh, cierra el pico. ―Pippa rodó los ojos con molestia y miró a la señora Penton, que colocaba unos alimentos en una estantería.
Ella se acercó a la mujer mientras que Katherine se recargaba en la estantería, para escuchar la conversación. La mujer rubia se giró para mirar a la caja registradora, por lo que Pippa habló.
―¡Hola! ―saludó, pero lo hizo como tanta energía que parecía que se estuviera ahogando.
―Hola. ―saludó la mujer con el ceño fruncido, para mirar de arriba a abajo a la de ojos claros.
La chica no dijo nada, solamente desvió la mirada para agarrar lo primero que encontrara de la estantería. Tomó una caja de plástico en la que dentro habían dos especies de croissants y los miró sin saber qué hacer exactamente con ellos.
Katherine lo miraba todo desde la distancia, disfrutando cada segundo.
―Yo solo... ―empezó a decir, señalando la caja de dulces― Yo solo quería preguntarle una cosita, y...
La mujer miraba a la de ojos verdes de arriba a abajo, extrañada. Giró su cabeza para mirar a la caja registradora. Katherine se mordió el labio para no reír. Ahora sí que estaba acabada.
―¿Estás aquí como algún método de distracción? ―preguntó y Pippa la miraba fijamente, hasta que asintió.
―Sí... ―murmuró casi en un susurró y después tiró la caja de plástico al suelo para empezar a salir corriendo.
―¡Pippa Fitz-Amobi! ―exclamó la mujer, asombrada con el comportamiento de la nombrada, mientras veía cómo se escabullirse entre los pasillos del supermercado.
Pippa y sus amigos dejaron todas las bolsas en la caja registradora y salieron corriendo del establecimiento.
Katherine volvió a soltar una carcajada mientras negaba con la cabeza para acercarse hasta donde la mujer se encontraba y agarró la caja del suelo.
―Me lo llevo. ―dijo rápidamente para dedicarle una sonrisa― ¡Que tenga una buena jornada de trabajo!
La mujer abrió la boca para decir algo pero Katherine no le dejó ya que se dirigió a la caja registradora.
Pagó a la velocidad de la luz sus botes de spray de color rojo y la caja de croissants, e incluso le sobraron dos libras. Le dijo al dependiente que se quedara el cambio y también corrió, saliendo del supermercado.
Caminó hasta llegar a su casa, pero se detuvo al ver el mural que habían pintado en honor de Andie Bell justo al lado de la iglesia del pueblo.
Se quedó mirándolo con una mezcla de melancolía e indiferencia, recordando la última vez que vio a Sal Singh con vida, y una de las últimas veces que vio a su hermana también con vida.
Fue el mismo día de su desaparición.
. . .
Tenía apenas doce años y se encontraba sacando un libro de Matemáticas de su taquilla. No había nadie en el pasillo en ese momento, pues era hora del recreo.
Hasta que vio a su hermana, Andie, caminar a paso rápido por ese mismo pasillo. Katherine se giró para mirarla, y se percató de que tenía el maquillaje corrido, seguramente de llorar.
Andie miró a su hermana pequeña sabiendo que estaba preocupada por ella, y le dedicó una mini sonrisa antes de llevarse el dedo índice a los labios para indicarle que no dijera nada.
Katherine no supo qué decir al respecto, pues no entendía el comportamiento de su hermana mayor. Andie después de eso abrió la puerta de una clase para meterse dentro.
Unos segundos después, Sal Singh apareció por el mismo pasillo, mirando a todas partes como si estuviera buscando a algo u alguien.
Katherine frunció el ceño ante eso, pero no le mostró demasiada importancia.
Sal se detuvo para mirar a la niña.
―Hey, Katie. ―le hubo saludado el joven chico, con una sonrisa amable.
―Hola. ―le contestó ella devolviéndole la sonrisa.
El chico miró hacia atrás ―¿Has visto a Andie?
Katherine se quedó callada por unos segundos, sin saber qué responder. Su hermana le había pedido que, por favor, no le dijera a nadie dónde estaba.
―No pasa nada ―se apresuró a decir el moreno, con una sonrisa―, es solo que... necesito hablar de ella sobre una cosa.
Katherine no supo la razón, pero tras unos segundos de duda terminó diciendo la verdad.
―Se ha metido ahí. ―la niña señaló con la mirada el aula donde Andie había entrado.
Sal sonrió con alivio y le agradeció a la menor, antes de entrar también en ese aula.
Aquella fue la última vez que Katherine Bell vio a Sal Singh con vida.
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El ladrido de un perro la devolvió a la realidad. Negó varias veces con la cabeza para mirar una última vez al mural de Andie lleno de flores.
Caminó hasta su casa, que no quedaba muy lejos de allí, y tocó el timbre de esta rezando a que alguien de su familia se encontrará en casa.
No tenía las llaves, y no porque se les hubieran perdido, sino porque ni siquiera sus propios padres se habían molestado en hacerle una copia.
Si no había nadie en casa, le tocaba estar en la calle hasta que algún miembro de su familia lo estuviera.
Katherine soltó un suspiro de alivio al oír la cerradura de la puerta. Esta se abrió dejando ver a su hermana mayor y la mediana de las Bell.
Becca Bell.
La rubia le sonrió un poco y la pelinegra le devolvió la sonrisa, aunque ellas dos nos se llevarán especialmente bien. Si Katherine era honesta, nunca se había llevado bien con su familia.
Solamente se llevaba bien con su hermana Andie, y ella ahora estaba...
―Hey, Katie. ―saludó la rubia para dejarla pasar― ¿Ya has terminado el curso de instituto?
―Sí, hoy ha sido el último día. ―respondió― ¿Papá no está?
Becca negó con la cabeza ―No, está trabajando.
Una oleada de alivio cubrió a Katherine por completo. Su padre, Jason Bell, era el miembro de su familia con el que peor se llevaba y con buenas razones. El hombre ignoraba completamente la presencia de su hija y no le importaba lo más mínimo lo que sucedía en su vida.
De hecho, aquella era la razón por la que Katherine se metía en problemas: para que su familia sobre todo su padre, se diera cuenta de que también existía.
―Ah, vale... ―fue lo único que dijo la pelinegra para empezar a subir las escaleras de su casa.
―¿No tienes hambre? ―le preguntó Becca con el ceño fruncido.
―No, he almorzado mucho esta mañana. ―Becca la miró con las cejas alzadas― No me culpes, era el último día y la cafetería tenía de todo.
La mayor rió para alzar los brazos en señal de rendición. No dijo nada más, por lo que subió las escaleras de su casa para dirigirse a su habitación.
Miró de soslayo la puerta cerrada que daba a la habitación de Andie y que tenía su nombre en esta, para sonreír y caminar hasta la habitación de enfrente.
Entró a su habitación y dejó la mochila en el suelo de alguna manera, para tumbarse en su cama mirando a la nada. Se quedó una media hora en silencio, contemplando el techo hasta que su móvil vibró, dando a entender que ella había recibido un mensaje.
Katherine sacó su móvil de su bolsillo para encender la pantalla y abrir la aplicación de mensajes. Se sorprendió tanto al saber de quién era el mensaje que casi se cayó de la cama.
Pippa le había mandado un mensaje.
No le extrañó el hecho de que tuviera su número, pues se lo intercambiaron hacía unos días para el tema del proyecto de investigación.
No abrió su chat de inmediato y la tuvo por unos segundos esperando, solo para molestarla un poquito.
Cinco minutos después abrió el chat con la joven Fitz-Amobi.
«Hola, Katherine. Soy
Pippa, quería preguntarte
si podríamos vernos tal vez
en unas horas para decirte
algo sobre el proyecto».
Katherine frunció el ceño ante el hecho de que Pippa le hubiera pedido quedar, pero respondió enseguida.
«Está bien, ¿a
qué hora quedamos?».
«No sé, ¿te parece
bien a las cinco?».
«Vale, nos vemos en el
mural que le hicieron a
mi hermana junto a
la iglesia a las cinco».
«Bien, adiós».
Katherine no le respondió, la dejó de visto. Dejó el móvil en su mesita de noche y volvió a mirar al techo.
Pero pensó que dejarla en visto sería algo muy cruel incluso para ella, por lo que se reincorporó y agarró de nuevo el móvil y le envió a la chica un sticker de un perro bailando.
Pippa le contestó diciéndole que sin duda era una infantil junto a un emoji riéndose.
Así que, en venganza, Katherine le envió un emoji sacándole el dedo.
Satisfecha, dejó el móvil otra vez en su mesita de noche para escucharlo vibrar. Seguramente sería la respuesta de Pippa a su bonito emoji. Pero no le dio la satisfacción a la chica de responderle.
El sueño comenzó a invadirla lentamente, hasta llegar a un momento en el que se durmió, aprovechando que no tenía nada que hacer antes de las cinco, que sería su quedada con Pippa.
ˏˋ°•*⁀➷ ↺ nahia's note .ᐟ 💿
well, solamente diré que desde ya amo a mis mamis y que mi pobre katherine no se merece todo lo que está sufriendo.
you are NOT ready para lo que se viene.
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