CAPÍTULO OCHO - LAS CARTAS
Miércoles, 16 de noviembre del 2022
Hace dos días que Natalia me pidió que le preparase un esquema sobre lo que quiero tratar en el libro sobre mi madre y ese mismo día lo acabé antes de ir a los entrenamientos.
He releído algunas de las cartas que mi madre me dio y no puedo evitar echarla muchísimo de menos. Le prometí que no la llamaría hasta que cumpliese los dieciocho años y que ella intentaría, para ese entonces, solventar el problema con mi familia paterna. Suelo soñar que la familia de mi padre al final me deja en paz y yo puedo estudiar en la universidad de mi país, viviendo con mi madre. Sé que mi madre está muy bien económicamente o, al menos, cuando me despedí de ella en Senegal, y yo también podría trabajar, por lo que estudiar cerca de casa, sería un sueño hecho realidad.
Imagino que a mi edad, la mayoría de los jóvenes sueñan con labrarse un futuro digno cerca de sus padres, en mi caso de mi madre, y formar una familia. Al menos, es como me educaron a mí, a pesar de mi madre ser madre soltera, siempre me hizo ver que es mucho más sencillo para todos cuando ambos padres están presentes, además de que no existe nada ni nadie más importante que la familia.
En nuestro caso, solo somos dos, pero mi madre lo dejó todo por salvarme incluso antes de nacer, lo que dice mucho de hasta dónde sería capaz de llegar por mí.
No soy iluso, aunque tampoco me siento culpable por ello, sé que mi madre podría haberle dicho a la familia de mi padre que estaba embarazada y, posiblemente, ellos le ofrecerían una cantidad indecente de dinero para que abortara y podría haber regresado a su país siendo muy rica. Esta es otra de las razones por las que quiero a mi madre sobre todas las cosas, ya que se sacrificó por mí desde que se enteró de mi existencia y muchas veces más cuando era un crío y un adolescente.
Imagino que ser consciente de todo lo que le debes a alguien, además de estar agradecido, hace que la respetes y la admires mucho más y, posiblemente, fuese una de las razones por las que siempre fui un chico educado y obediente y no me dediqué a perder el tiempo o a hacer ruindades por el barrio.
Para no seguir pensando en mi madre, me pongo a escuchar música española mientras me preparo para ir al instituto, aunque no sé qué es peor, porque me pongo a soñar despierto con Isabel en cuanto comienza la canción 5 sentidos de Dvicio y Taburete.
Es que soy un caso perdido, cada vez sueño más con ella y no solo dormido, añoro poder besarla o intimar con ella, ya que, como siempre me dice Mustafá, tengo edad para tener novia.
***
—¿Me das la mitad de tu bocadillo? —me pregunta Erik, cuando me siento a su lado en clase, antes de comenzar la primera clase del día.
—¿Otra vez? El lunes también te lo olvidaste —me quejo, aunque Erik sabe que se lo daré sin problemas.
—No me lo he olvidado, sino que Bruno me pidió el mío, porque él sí se lo olvidó, y no podía decirle que no —me sorprende mi amigo con su respuesta.
—Por supuesto que podías decirle que no.
—En su día me invitó a fumar con él y creo que está un poco molesto porque lo he ignorado completamente después de nuestra noche de besos. No sé qué es lo que se esperaba, él no quiere salirse del armario y yo soy especialista en evitar problemas innecesarios —susurra Erik, imagino que para evitar que se entere algún compañero de lo que estamos hablando.
—¿Crees que está enamorado de ti? —le pregunto, bajando la voz yo también.
—No, solo tiene el orgullo un poco herido —me responde Erik, con una sonrisa traviesa.
Mi amigo es un caso perdido. De la misma manera que yo huyo de las chicas, Erik sale casi todos los fines de semana a los bares que frecuentan los ingleses y los alemanes. Suele quedar con algún que otro compatriota que también vive en el puerto y siempre se liga a algún turista.
Yo lo he acompañado alguna vez, cuando no ha podido encontrar a alguien con quien salir, porque sus amigos son mayores que nosotros y a veces trabajan los sábados y a Erik le gusta salir los viernes. No lo paso mal, pero tampoco me divierto mucho, porque en cuanto se toman dos o tres copas, los turistas solo tienen en mente divertirse y normalmente en compañía e íntimamente, algo que yo no estoy dispuesto a hacer con una desconocida, posiblemente esté chapado a la antigua.
Quedé en enseñarle a mi profesora de Literatura algunas cartas que me escribió mi madre, por lo que vuelvo a quedarme sin recreo y al menos que le hace gracia es a mi compañero de clase.
—Supongo que me podré a jugar con los chicos al fútbol hasta que llegues —me dice Erik, demostrando que no está muy contento con la idea de que vuelva a quedar con Natalia en nuestro tiempo libre.
—No creo que termine antes de que empiecen las clases —le hago saber
—¿Te la estás tirando? —me pregunta Erik, haciéndome reír.
—Sabes muy bien que soy virgen, ni siquiera he besado a una chica —le recuerdo, cuando recupero el resuello.
—Dicen que para la primera vez, es mejor hacerlo con alguien con experiencia. En mi caso, éramos vírgenes los dos y fue un desastre —me dice Erik, que nunca ha tenido problemas en hablar de sexo o relaciones conmigo.
—No tengo intención de acostarme con nadie —le respondo, avergonzado.
—¿Por qué no? En unos meses serás mayor de edad y tendrás que disfrutar de la vida y uno de los mayores placeres es echar un buen polvo —dice a modo de despedida, cuando nuestros caminos se separan.
No puedo negar que si se me presentase la ocasión, me acostaría con Isabel, pero como sé que existen las mismas probabilidades de que eso suceda, a poder ver un avistamiento alienígena en la playa San Telmo, también sé que voy a ser virgen por una larga temporada, hasta que otra chica le quite el lugar que Isabel tiene ahora en mi corazón.
***
Después de enseñarle a la profesora el esquema del libro y el resumen de los diferentes capítulos que escribiré, Natalia me pide que le lea algún extracto de las cartas de mi madre, concretamente donde aparece lo que le da el título al libro.
Me da un poco de vergüenza, pero no me queda más remedio que leerle algo, así que intento no pesar en que lo ha escrito mi madre, sino que son unas líneas de un libro cualquiera.
Lamine, hoy me toca escribirte sobre uno de los temas que menos te gusta hablar: las relaciones. Sé que eres tímido, lo sacaste del carácter de tu padre porque yo, como habrás podido comprobar, soy todo lo contrario y no recuerdo que nadie en mi familia no pecara alguna vez de demasiada osadía.
La relación más importante de tu vida, será la que tengas contigo mismo. Está bien escuchar a los demás, pero es crucial hacerse caso a sí mismo. Quiérete, al menos, la mitad de lo que te quiero yo, ya que eres especial, hijo mío, y no por tu color de piel o por el azul de tus ojos. Eres especial por cómo te comportas con los demás, por cómo me quieres y me mimas, porque siempre ves lo mejor de las personas y luchas por lo que crees justo. No dejes que nadie te lo arrebate, no dejes que nadie apague nunca tu luz.
Sin embargo, no te olvides que todos somos iguales. No lo digo por si te sientes menos que los que te miran por encima del hombro sin ni siquiera conocerte, te lo advierto porque todos solemos pecar alguna vez de soberbia. No te quedes prendado de ti, por muy bien que te vayan las cosas, ni siquiera si tus amigos te quieren hacer ver que eres muy bueno en algo o te des cuenta por ti mismo de que eres el mejor. Nadie vale más que nadie hijo, todos nacemos sin nada y así nos iremos de este mundo.
Eso no quiere decir que no debas luchar por ser mejor todos los días. Es nuestra obligación intentar obtener nuestra mejor versión y no solo en las clases o en el deporte, también como amigo, como compañero de trabajo o de estudios o como novio, si llegase el momento de que salgas con alguien.
Siempre te he hablado de lo bueno que fue tu padre contigo y no espero menos de ti. Tienes que tratar a todos con respeto, pero sobre todo, a las personas que han depositado su confianza en ti. Si no puedes cumplir sus expectativas, díselo lo antes posible.
Nunca juegues con los sentimientos de los demás y si alguien no te interesa házselo saber desde el principio. Sin embargo, tienes que tener en cuenta que no todo el mundo es sincero, por lo que tendrás que ser listo y no dejar que nadie te engañe en este sentido.
Si lo que queréis ambos es pasar una noche juntos, sin ataduras, no es nada malo si los dos estáis de acuerdo. He visto cómo los jóvenes en la ciudad se divierten y salen, cada uno hace con su vida y con su cuerpo lo que cree conveniente, pero sin engañar a nadie y sin crear falsas esperanzas, porque a nosotros tampoco nos gustaría que nos engañaran de esa forma.
Si te has enamorado, espero que la trates con dulzura, como hacías conmigo y que ella también sea buena contigo. Si por desgracia, tus sentimientos no son correspondidos, no permitas que los celos o la envidia te cieguen hijo, a veces nos toca amar en silencio y resignarnos, hasta que esa persona pueda sentir lo mismo que sentimos nosotros o hasta que nos olvidemos de los nuestros y podamos enamoraros de alguien que nos corresponda.
Sea como sea, nunca olvides que el amor más fuerte debe ser el que sentimos por nosotros mismos y que si una relación no es sana o no funciona, tenemos que dejarla ir.
Sobre los amigos hemos hablado bastante y, como en Senegal, en Europa habrá personas cercanas, de buen corazón y otras que no nos quieren para bien. Quédate con los que te quieran para bien, hijo, y aléjate de las personas que no te merecen. No estamos obligados a llevarnos bien con todo el mundo y, en tu caso, con lo tímido que eres, debes escoger muy bien a los amigos, porque estoy segura de que no serán muchos, aunque espero que sean muy buenos, de esos que se quieren para toda la vida, aunque os separen miles de kilómetros.
Yo siempre he presumido de mis amistades y algunas de ellas te han ayudado a llegar hasta Mauritania para poder huir. No tengo un hombre a mi lado, pero nunca lo he echado en falta porque los amigos me han ayudado a no sentirme sola y me han apoyado cuando lo he necesitado.
Sé que eres un buen chico, solo espero que no tomes de ejemplo a aquellos que no son dignos de ti y que te rodees de personas que te aprecian y que te cuidan como te mereces.
Cuídate mucho, Lamine, y no te olvides que te quiero sobre todas las cosas.
Termino de leer con un nudo en la garganta. Suele pasarme cuando leo una carta de mi madre porque, a pesar de tener casi dieciocho años, no puedo evitar emocionarme cuando pienso en ella, realmente la echo mucho de menos.
—Tu madre sabe muy bien español y utiliza la forma verbal vosotros y no ustedes, como nosotros en Canarias —es lo único que me dice mi profesora, posiblemente, porque se ha dado cuenta de que estoy a punto de llorar.
—Sí, comenzó a estudiarlo y a practicarlo antes de yo nacer y así fue como consiguió un empleo en el Instituto Cervantes en Dakar, donde lo habla y lo escribe diariamente en su trabajo —le explico.
—Pensé que tenía una empresa.
—Cuando regresó a su país natal, trabajó como guía, ya que había perfeccionado el inglés mientras estuvo con mi padre, y en cuanto ganó un poco de dinero, ella y un amigo montaron su propia empresa relacionada con el turismo. No fue hasta un par de años más tarde que comenzó a trabajar como administrativa en el Instituto —le explico.
—¿Qué te parece si me envías por email esta noche lo que hayas escrito del libro? ¿Tienes alguna carta que explique cómo llegó a Sudáfrica o cómo fue su vida antes de eso? —se interesa Natalia.
—Claro, intentaré establecer algún orden y podría leerle algunas —le ofrezco.
—Eso sería fantástico. Gracias, Lamine —me responde la profesora con una sonrisa.
Cuando salgo de la sala de profesores, donde siempre nos reunimos Natalia y yo, mi amigo me está esperando por fuera.
—Voy a tener que creerte, porque por la cara que traes no has echado un polvo —bromea Erik.
—Ya te dije que eso son solo tonterías y que ninguno de los dos tiene el más mínimo interés en esas locuras tuyas —le respondo, intentando que mi humor cambie un poco, ya que Erik tiene razón y me he puesto un poco triste.
—¿Y qué es lo que hacen?
—Escribo un libro y ella me ayuda y me lo corrige —le cuento.
—¿Puedo leerlo? —se emociona mi amigo.
—Estoy empezándolo —me excuso.
—Cuando lo acabes, quiero ser el primero en leerlo.
Yo no le contesto, ya que estoy seguro de que no quiero que nadie lo lea. En primer lugar, me da muchísima vergüenza y, en segundo lugar, no quiero que nadie sepa la verdadera razón por la que tuve que huir de mi país.
Yo me tengo que comer mi bocadillo de camino a clase. Cuando llego a mi sitio, Nayara, una compañera de clase que tiene fama de haber salido con un gran número de chicos, está sentada encima de mi mesa.
—Hola, Lamine. He estado mirando los partidos del mundial de fútbol y, por ahora, España no tiene ningún partido contra Senegal —me dice, acercándose demasiado a mí para mi gusto.
—No suelo ver mucho la televisión y deportes, mucho menos —le hago saber que no tengo el menor interés en el mundial que comenzará en breve.
—El domingo será el partido inaugural, podríamos verlo en mi casa —me invita.
—El domingo tengo partido y luego he quedado con algunos amigos —me invento esto último.
—Pues el lunes, que juega Senegal —me dice con una mano en mi hombro izquierdo y la otra tocándome el pelo.
Nunca una chica se ha atrevido a tocarme así, aunque sé que no significa nada, se siente demasiado íntimo y, además de avergonzarme, me da un poco de asco, porque no la conozco en absoluto y no me gusta que me toque un desconocido. Así que con toda mi paciencia le quito ambas manos de mi cuerpo.
—Nayara, prefiero dejar las cosas claras desde el principio. Nosotros no vamos a quedar para hacer nada —le digo bajando la voz, aunque estoy seguro de que la mitad de la clase está escuchando.
—¿Por qué no? —se molesta un poco.
—Porque no tengo el más mínimo interés en tener una relación contigo, aunque solo sea por unas horas —intento que no suene demasiado duro, aunque realmente me está cansando porque me está tocando otra vez el pelo, a pesar de que le he dejado claro que no me gusta.
—Pues tú te lo pierdes —me dice sin más, antes de levantarse e irse a su sitio.
—¿Por qué has rechazado a Nayara? Era una conquista segura —me riñe Erik.
—No tengo interés alguno en liarme con cualquier chica —le hago saber.
—Vale, pero esta tarde, cuando acabe el entrenamiento, nos quedamos a hablar con las chicas que siempre van a verlos. Va siendo hora de que te busques una novia, Lamine.
No entiendo que obsesión tiene todo el mundo con eso de las relaciones, hasta la carta que le leí hoy a la profesora trataba de ese tema. Entiendo que en algún momento tendré que formar una familia, sin embargo, aún sigo teniendo diecisiete años y por ahora me conformo con soñar con Isabel y sacarla de quicio cada vez que me cruzo por su camino.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro