Capitulo 3
Capitulo dedicado a mis bellas kristinasanchez037 y Anitab25
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Al DIA SIGUIENTE
Taehyung se encontraba sentado en el laboratorio del Dr. Park, tamborileando los dedos sobre la mesa mientras observaba los monitores llenos de datos incomprensibles. El Dr. Park había salido momentáneamente, dejándolo solo con su creciente curiosidad. Sus ojos se desviaron hacia la zona restringida, un lugar que siempre había estado fuera de los límites para él y todos los demás.
Mientras esperaba, recordó el código que había visto al Dr. Park teclear en la puerta de la zona restringida. Su mente jugueteaba con la idea de aventurarse más allá de lo prohibido, de descubrir lo que tanto secretismo ocultaba. Finalmente, la curiosidad lo venció y se levantó, caminando con decisión hacia la puerta.
El pasillo que se encontraba detrás era largo y oscuro, iluminado solo por las luces de emergencia que parpadeaban con una regularidad inquietante. Taehyung avanzó lentamente, el eco de sus pasos resonando en el vacío. Al final del pasillo, una puerta con un cartel en letras grandes y rojas lo esperaba. "NO ABRIR LA PUERTA", decía el cartel, una advertencia que solo avivó su deseo de saber más.
LUGAR DE LAS CÁMARAS
En ese momento, una alarma silenciosa se activó en el panel de control, indicando una fluctuación en los niveles de energía de la celda de Jk-95. Park y Simonds intercambiaron miradas de alarma y corrieron hacia los monitores. La criatura seguía inmóvil, pero algo en la lectura de sus signos vitales había cambiado. Los patrones de su cerebro mostraban una actividad inusualmente alta, como si estuviera planeando, calculando.
–Está despierto —murmuró Simonds, susurrando las palabras que nadie quería escuchar.
EN EL PASILLO
Taehyung tragó saliva y, por un momento, consideró dar la vuelta y regresar. Pero la curiosidad era más fuerte. Recordó el código y lo introdujo en el panel al lado de la puerta: 9-8-2-3. La puerta emitió un chasquido y se abrió lentamente, liberando una espesa niebla que inundó el pasillo.
En el laboratorio, el Dr. Park y la Dra. Simonds observaban con horror desde los monitores.
–¡Taehyung, no la abras!,– gritó el Dr. Park al micrófono, pero su voz no llegó a tiempo.
La puerta se abrió del todo y una densa nieblina comenzó a filtrarse, envolviendo a Taehyung en un frío helado que penetró hasta sus huesos. Sintió un terror primitivo cuando la niebla se espesó, y una voz baja y amenazante rompió el silencio.
–No debiste abrir, – dijo Jungkook, la bestia más temida, su voz llena de una oscuridad que Taehyung nunca había escuchado antes.
De repente, las luces parpadearon y una pequeña explosión sacudió los cimientos del complejo. La pantalla mostró a Jk-95 de pie, sus ojos brillando con una intensidad que helaba la sangre. Con un movimiento rápido y brutal, había roto las restricciones de su celda, como si fueran de papel.
Antes de que Taehyung pudiera reaccionar, Jungkook salió de la niebla con una rapidez inhumana, derribándolo al suelo. Taehyung se quedó paralizado, observando con horror cómo la figura de Jungkook se alejaba, su sed de venganza palpable en el aire.
–¿Que fue eso?,–Dijo taehyung asustado
En el laboratorio, las alarmas comenzaron a sonar y el Dr. Park y la Dra. Simonds se apresuraron a contener la situación, pero sabían que ya era demasiado tarde. Jungkook había sido liberado, y su furia no conocería límites.
Taehyung se levantó con dificultad, el miedo aún apretando su pecho. Sabía que había desatado algo terrible, algo que no podría ser detenido fácilmente. Mientras se apoyaba contra la pared, tratando de recuperar el aliento, solo una pregunta rondaba su mente: ¿Qué había hecho?, y si podría realmente detenerlo, ahora que había desatado a la bestia?
–¡Equipo de contención, a la celda de Jk-95! ¡Ahora! —gritó Park por el intercomunicador.
El sonido de las botas resonó en los pasillos mientras los guardias corrían hacia el epicentro del desastre. Pero en el fondo, tanto Park como Simonds sabían que esto no sería suficiente. Jk-95 no era solo una amenaza física; era una mente calculadora y vengativa, y había pasado demasiado tiempo planeando su escape.
Mientras los guardias se acercaban, Jk-95 sonrió, una mueca que prometía destrucción. La tormenta había comenzado, y el verdadero enfrentamiento estaba a punto de desencadenarse.
El equipo de contención irrumpió en el corredor principal que conducía a la celda de Jk-95, sus armas listas y sus corazones latiendo al unísono con la adrenalina. El sonido de la alarma resonaba en sus oídos, un recordatorio constante de la gravedad de la situación. Cuando llegaron a la celda, lo que vieron les heló la sangre: la puerta de acero reforzado estaba doblada hacia afuera, como si una fuerza descomunal la hubiera arrancado de sus bisagras.
–¡Átenlo con los campos de energía! —ordenó el capitán del equipo, señalando a sus hombres.
Pero antes de que pudieran reaccionar, Jk-95 apareció en el umbral, sus ojos fulgurantes y su presencia imponente llenando el espacio. Con un movimiento rápido y preciso, lanzó a uno de los guardias contra la pared, dejándolo inconsciente al instante. Los demás abrieron fuego, pero las balas rebotaron inofensivamente contra la piel reforzada de la criatura.
En la sala de control, el Dr. Park y la Dra. Simonds observaban con horror la escena desarrollándose en los monitores. Las cámaras mostraban a Jk-95 moviéndose con una velocidad y fuerza sobrehumanas, desarmando y neutralizando a los guardias con una facilidad aterradora.
–¡Tenemos que activar el protocolo dangerous ! —exclamó Simonds, sus manos temblando mientras tecleaba frenéticamente en el panel de control.
Park asintió, su rostro sombrío. El protocolo dangerous era una medida desesperada, un último recurso diseñado para contener a Jk-95 a cualquier costo. Activarlo significaba inundar la sección con un gas neurotóxico que, en teoría, incapacitaría a la criatura. Pero también significaba sacrificar a cualquier humano en esa área.
–No hay otra opción —dijo Park con voz firme. —Hazlo.
Simonds dudó un momento más, luego presionó el botón de activación. Una sirena diferente comenzó a sonar, más penetrante y urgente. En el corredor, los guardias aún conscientes escucharon la señal y comprendieron inmediatamente lo que significaba.
–¡Retirada! ¡Todos fuera! —gritó el capitán, pero sus órdenes fueron ahogadas por un rugido ensordecedor.
Jk-95, comprendiendo el peligro inminente, lanzó un último y devastador ataque, derribando a los guardias restantes antes de que pudieran escapar. El gas comenzó a filtrarse por las rejillas de ventilación, llenando rápidamente el área con una neblina densa y letal. La criatura soltó un gruñido de frustración y dolor, tambaleándose mientras el veneno hacía efecto.
En la sala de control, Park y Simmons observaban con tensión. La imagen en los monitores mostraba a Jk-95 cayendo de rodillas, sus movimientos volviéndose lentos y torpes. Parecía que el protocolo estaba funcionando.
Pero en el último momento, cuando la criatura parecía a punto de sucumbir, algo cambió. Los signos vitales de Jk-95 comenzaron a estabilizarse, su cuerpo adaptándose y resistiendo al gas neurotóxico. Con un esfuerzo titánico, se puso de pie de nuevo, sus ojos ahora llenos de una determinación feroz y una inteligencia fría.
–No puede ser... —murmuró Simonds, incrédula.
–Tenemos que evacuar el complejo —dijo Park con urgencia. —Esto ya no es una contención, es una huida por nuestras vidas.
Mientras el personal científico y de seguridad se apresuraba a abandonar las instalaciones, Jk-95 avanzaba lentamente por el corredor, cada paso resonando como un presagio. La tormenta había pasado de ser una amenaza latente a una realidad devastadora, y el verdadero desafío apenas comenzaba.
El complejo se sumergió en un caos controlado mientras las sirenas de evacuación gritaban su advertencia. El personal corría en todas direcciones, siguiendo los protocolos de emergencia que, hasta ese momento, solo conocían en teoría. Pero la teoría se había convertido en una realidad abrumadora.
El Dr. Park y la Dra. Simonds lideraban a un grupo de investigadores hacia la salida de emergencia más cercana. A medida que avanzaban, los sonidos de la destrucción y el eco de los pasos de Jk-95 resonaban cada vez más cerca, como un espectro que los perseguía incansablemente.
–Rápido, por aquí —dijo Park, señalando un pasillo lateral que desembocaba en una escalera de servicio.
El grupo se apresuró a seguirlo, pero justo cuando llegaron a la base de la escalera, una explosión sacudió el edificio, lanzándolos al suelo. Pedazos de concreto y metal llovieron sobre ellos mientras las luces parpadeaban y chisporroteaban.
—¡Está destruyendo el complejo! —gritó Simonds, ayudando a un colega a ponerse de pie.
Park se levantó con dificultad, su mirada fija en el pasillo por el que habían venido. Jk-95 se acercaba, implacable, su figura emergiendo de la nube de polvo y escombros. La criatura había superado el gas neurotóxico, y ahora avanzaba con una furia renovada, su objetivo claro: la completa aniquilación de sus creadores.
–¡A la azotea! —ordenó Park. —Hay un helipuerto. Podemos llamar a refuerzos y evacuar desde allí.
El grupo ascendió apresuradamente, cada escalón una lucha contra el tiempo. Mientras subían, el sonido de la destrucción se intensificaba, como si el propio edificio estuviera gritando en agonía. Al llegar a la azotea, el viento fresco de la noche les dio un breve respiro, pero el alivio fue efímero.
Park corrió hacia la radio de emergencia instalada junto al helipuerto y comenzó a transmitir un mensaje desesperado.
–Aquí el Dr. Park del Proyecto JK-95. Necesitamos evacuación inmediata. Repito, evacuación inmediata. La criatura ha escapado y está destruyendo el complejo. ¡Necesitamos ayuda ahora!
El silencio respondió por unos momentos que parecieron eternos, hasta que una voz crujiente respondió desde la radio.
–Dr. Park, aquí Base the nightmare Recibido. Enviamos un helicóptero de evacuación. Estará allí en diez minutos. Mantengan su posición.
Pero diez minutos parecían una eternidad. Jk-95 ya había alcanzado el piso superior y se dirigía hacia ellos, su silueta una sombra de muerte y retribución.
–No tenemos mucho tiempo —dijo Simmons, su voz temblando mientras observaba la puerta de acceso a la azotea. –¿Qué hacemos si llega antes que el helicóptero?
Park miró a su alrededor, buscando desesperadamente una solución. Sus ojos se fijaron en un sistema de energía de emergencia instalado cerca del borde de la azotea. Era un dispositivo experimental diseñado para crear un campo de contención temporal en caso de fallos catastróficos.
–Podemos usar eso —dijo, señalando el dispositivo. —Si logramos activarlo, podríamos contener a Jk-95 el tiempo suficiente para que llegue el helicóptero.
Simonds asintió, comprendiendo el plan.
–¿Sabes cómo funciona?
–Lo configuré yo mismo —respondió Park, corriendo hacia el dispositivo. —Solo necesito unos minutos.
Mientras Park trabajaba frenéticamente, los demás formaron un perímetro defensivo, sus miradas fijas en la puerta de acceso. Los segundos se estiraron en una tensión insoportable, cada ruido amplificando el temor de lo inevitable.
Finalmente, la puerta explotó hacia afuera, y Jk-95 emergió, su rostro tenía una máscara de odio y determinación. Los miembros del equipo abrieron fuego, pero sabían que solo estaban comprando tiempo.
–¡Listo! —gritó Park, activando el dispositivo.
Un campo de energía azulada se desplegó alrededor de la azotea, envolviendo a Jk-95 en un resplandor chisporroteante. La criatura luchó contra la barrera, sus movimientos volviéndose frenéticos y desesperados.
En ese momento, el helicóptero apareció en el horizonte, sus luces cortando la oscuridad. El sonido de las hélices era un canto de esperanza.
–¡Vamos, suban! —gritó el piloto por el altavoz, descendiendo rápidamente.
Park y su equipo corrieron hacia el helicóptero, la barrera de energía comenzó a fallar bajo la brutalidad de los ataques de Jk-95. El viento generado por las hélices del helicóptero azotaba la azotea, levantando polvo y escombros, mientras el piloto maniobraba con destreza para mantener la nave estable.
–¡Rápido, rápido! —apremió el Dr. Park, ayudando a sus colegas a subir al helicóptero.
El piloto, con expresión tensa, extendió una mano para ayudar a Simmons a bordo. Uno a uno, los miembros del equipo subieron, pero el tiempo se agotaba. La barrera de energía parpadeaba, debilitándose visiblemente bajo la presión incesante de Jk-95, cuyas garras chocaban contra el campo con una intensidad aterradora.
Justo cuando el último miembro del equipo estaba subiendo, el campo de energía colapsó. Jk-95 avanzó con un rugido ensordecedor, sus ojos llenos de una furia implacable. Park y Simonds fueron los últimos en abordar, y el helicóptero comenzó a elevarse, pero la criatura saltó con una fuerza sobrehumana, aferrándose al tren de aterrizaje.
–¡Nos está frenando! —exclamó el piloto, luchando por ganar altura.
Park, con el corazón latiendo desbocado, tomó una decisión drástica. Se dirigió hacia la puerta del helicóptero y, con un esfuerzo supremo, comenzó a patear las manos de Jk-95, intentando despegar a la criatura. Simonds, comprendiendo la gravedad de la situación, se unió a él, ambos luchando desesperadamente por liberarse de la amenaza.
Finalmente, con un último golpe combinado, lograron soltar una de las manos de Jk-95, y la criatura perdió el equilibrio, cayendo de nuevo a la azotea con un estruendo. El helicóptero, ahora libre de su carga, ascendió rápidamente, alejándose del complejo en ruinas.
Desde el aire, el equipo observó con una mezcla de alivio y horror cómo Jk-95 se levantaba una vez más, su figura solitaria en medio del caos que había desatado. La azotea se derrumbaba a su alrededor, y las llamas comenzaban a consumir lo que quedaba del edificio.
–Lo hemos conseguido... por ahora —murmuró Simonds, su voz apenas audible sobre el ruido de las hélices.
Park asintió, pero no podía sacudirse la sensación de que esto era solo el comienzo. Jk-95 había demostrado ser una amenaza más allá de cualquier cosa que hubieran anticipado, y ahora estaba libre en el mundo.
–Necesitamos un nuevo plan —dijo, mirando a sus colegas con determinación. —Esto no ha terminado. Jk-95 no se detendrá hasta que haya cumplido con su venganza, y nosotros somos los únicos que podemos detenerlo.
El helicóptero se alejó, llevándolos hacia un destino incierto. Pero en sus corazones, sabían que la batalla contra Jk-95 había comenzado realmente, y que necesitarían todo su ingenio y valentía para enfrentarse a la tormenta que se avecinaba.
¿Tae habrá alcanzado a salir?
Les dejo un nuevo capítulo
Espero que les guste
Disfrútenlo🥰🥰
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