Niños Extraños
Un día tranquilo, el clima era algo frió, nublado, para mucho podría ser un día triste, para otros la razón para sonreír, otros solo era un día normal, donde irían a trabajar o otro en busca de trabajo, como el caso de Takamasa, sus problemas económicos estaban a tope, que su madre enfermara era malo, no solo por el hecho de que la mujer sufría dolores insoportables, si no también por los gastos, muy apenas podía conseguir los medicamentos para que esa bella mujer no sufriera, no le importaba no comer por un par de días, todo por su bella madre, aceptaría trabajar de todo tipo de trabajo, no le importa lo que fuese, con el fin de poder conseguir un poco de dinero para mantenerse a él y a su pobre madre haría cualquier cosa...
Takamasa iba hundido en sus pensamientos, ya había ido a dos entrevistas de trabajo, por lo que veía y presentía, sabia que no le aceptarían, pues pedían mucha experiencia, a pesar de que sabia de su capacidad de aprender rápido, no le darían la oportunidad de demostrar de lo que era capaz de hacer, iría a una entrevista mas y si no le iba bien, iría a casa, por su guitarra y tocaría en algún camión o parque por unas monedas, cada peso contaba, suspiro pesado, no miro su camino, por lo cual choco con otra persona...
-Oh, lo siento. No me fije -se disculpo apenado, haciendo una leve reverencia, cuando subió su mirada y miro al frente puedo notar a un lindo rubio, de ojos obscuros el cual le muraba sorprendido...-¿Shou...?
-¿Miyavi? -le pregunto empezando a que su sonrisa se enanchara, el pelinegro sonrió, tenia mucho tiempo que no escuchaba ese apodo, este solo asintió, a lo que el rubio emocionado le saludo... empezaron a caminar, hablando de las cosas que habían hecho el el tiempo en el que no se vieron, era grandioso poder habar con uno de sus viejos amigos.
Todo iba bien, hasta que tocaron el delicado tema de su madre, le era difícil todavía, Shou solo le daba una que otra palabra de aliento...
-Necesitas mucho el empleo -le dijo decaído el rubio, pues su amigo estaba en una situación muy difícil...
-La verdad es que si, necesito uno y uno que pague muy bien, los medicamentos son muy caros... -le contesto tratando de sonar lo mas tranquilo posible, no podía doblegarse por nada, el rubio sonrió como teniendo la respuesta a sus problemas...
-¡Takamasa, ve a mi entrevista! -le comento entusiasmado a lo que el pelinegro le miro extrañado. -Hoy tengo una entrevista para cuidar a unos niños, ¡La paga es muy buena! -exclamo alegre, Takamasa sonrió con ternura y conmoción.
-Gracias, Shou, pero no puedo, es tu entrevista, tu también necesitas el empleo.
-No mas que tu, yo en cualquier supermercado puedo mantenerme. ¡Tu madre te necesita! Quiero ayudar, y esta es la mejor forma -le dijo sinceramente, sonriendole, Takamasa estaba mas que conmovido, sin pensarlo abrazo a su amigo...
-Gracias... -susurro apenas audible para el menor, quería llorar de la alegría, muchas emociones tenia en ese momento, Shou sonrió con ternura, correspondiendo el abrazo de su amigo...
-De nada. Todo por un buen amigo...
_____
Takamasa, iba en camino a su, quizás, nuevo trabajo, Shou, llamo a la persona, a la cual vería, avisándole que no iría, que ves de ir él iría un amigo, que era muy bueno con su trabajo, recomendandole lo mejor posible, para suerte del pelinegro, el señor no se negó ni se molesto por el cambio de ultima hora, al parecer ocupaba urgentemente a alguien que cuidara de los niños...
Llagando al lugar dicho, se encontró con aquel hombre que su amigo Shou le había dicho, como era.
-¿Takamasa Ishihara? -le pregunto un hombre de unos sesenta años aproximadamente, vestido de traje con un semblante serio, el pelinegro solo asintió, algo nervioso, el mayor solo camino, haciendo una señal con su mano, para que el menor le siguiera, este de inmediato le siguió.
Subieron a un auto, los dos en la parte de atrás, mientras el hombre mayor le daba la indicación al chófer, el coche comenzó a andar, el hombre comenzó a interrogar a Takamasa, este le contestaba siendo sincero...
-¿Tiene experiencia con niños pequeños?-pregunto el hombre, serio.
-La verdad, no, antes cuidaba a una de mis vecinitas, su madre trabaja y como no tenia el dinero suficiente para pagar una niñera, me ofrecí, pagándome lo que podía... -le contesto, nervioso, no quería perder la oportunidad.
-¿Por qué no vino su amigo? ¿Por qué quiere el empleo?
-Bueno... mi madre enfermo, el medicamento que le recetaron es uno de los mas caros, mi amigo me dio su oportunidad, diciéndome que yo lo necesitaba más... -bajo la mirada algo apenado y nostálgico, no quería entrar en detalles con lo de su madre, el hombre mayor no dijo nada, solo le miro, comprensivo...
-No se preocupe. Si aguanta estar en la casa, es mas que suficiente para mi... -eso sorprendió al menor, volteando a mirarle, notando como el mayor miraba hacia el frente.
El menor presto atención en el camino, el camino solitario, ya a mediación de un bosque, el cual. los arboles dejaban caer sus hojas, el cielo se encontraba mas obscuro, ¡Y era temprano! Se compensaba a asustar Takamasa...
-En unos minutos llegaremos -informo el mayor, el pelinegro trago saliva nervioso, cada ves sentía mas solitario el camino, logro ver muy pocas casas, y la verdad... sospechaba que estaban abandonadas...
El joven al llegar a la casa donde le habían dicho que trabajaría... se asusto, el aspecto de la casa era terrorífico para él, que quedara varada en medio de un bosque, no le ayudaba mantener su tranquilidad, si contar de que a unos kilómetros mas aya se encontraba un panteón cercas de la casa, se notaba un poco aquel lugar, por otra parte, muy pocas casas se encontraban cercas, y, en serio, dudaba que estuvieran abitadas...
Bajo del auto junto al hombre de tercera edad, al mirar la casa, con colores muertos, se veía que le daban el mantenimiento, pero... tenia ese toque atemorizante para el menor, una casa de dos pisos, en la entrada unas pequeñas escaleras para dar inicio a la entrada de la casa, no había un jardín cerca, de hecho, ni césped había, todo seco, un lugar algo depresivo para el pelinegro.
Camino con el mayor, mirando todo su alrededor, lo cual se arrepentir, pues cada ves notaba mas muerto el lugar, sintiéndose cada vez mas solo, pues ese lugar era lo que trasmitía, soledad, tristes, miedo, entre otras emociones extrañas para él...
Ya estaban en frente de la puerta, una gran puerta de madera, con unos bellos detalles, tallados, espirales en su contorno, y rosas resaltando en el centro. El hombre saco un llavero, con múltiples llaves, al revisar la mayoría, encontró la que necesitaba, tomándola para después introducirla a la cerradura, giro la llave acto seguido por la cerradura, abriendo la puerta, sacando la llave, para después guardar aquel llavero en uno de sus bolsillos...
Entrando, pudo visualizar un poco la casa, bonita pero, con eso toques antiguos, donde había un piano en una esquina de la habitación, cercas de una ventana, al otro lado una escalera, donde deducía que daban a los cuartos de los menores, donde dormirían y tendrían sus cosas personales, al frente había una entrada, donde se podía ver un sofá, una lampara y otras cosas, Takamasa, suponía que debía de ser la sala algo parecido, el mayor camino, por lo que el joven sin pensarlo le siguió...
Al entrar a aquella habitación, la cual se percato que tenia razón, era la sala, no le presto mucha atención pues esta de encontraba en los niños que ahí estaban, puedo ver como niños/jóvenes estaban es su mundo, solo tres de ellos... "una pequeña" de unos doce años de edad, castaña, de largos cabellos, recogidos en dos coletas altas, en medio de ellas se encontraba un listón en un perfecto y mediano moño, la pequeña con labios muy peculiares, le recordaba a un pequeño y lindo pato, con un lindo vestido de color negro, con una especie de delantal en frente de color blanco, algo antiguo, unas clasetas largas de caramelo de color negro con blanco, cubriendo sus lindas y carnosas piernas, este se encontraba en un rincón, cercas de un librero, él estaba sentado arriba de una colcha rara, con múltiples... ¿Juguetes? Lo único que podía visualizar bien era una muñeca, la cual estaba maltratada, sucia, algo deforme, quizás era su imaginación. El segundo niño que pudo visualizar fue a otro castaño, de quince años, el cual estaba tranquilo, algo raro, pues tenia su mirada perdida en el televisor, el cual estaba apagado, jugando con sus dedos nervioso, sus ropas antiguas, pequeño saco abierto con una camisa blanca, un short negro, al igual que sus calcetas, largas... El tercer joven, de diecisiete años, cabellos obscuros, su vestimenta toda negra, con unas ojeras muy notorias, se le veía con sueño, el menor estaba sentado en una silla, con la mirada clavada en un mismo lugar, Takamasa al principio creyó que miraba a la menor, pero noto que la mirada la tenia mas arriba, mirando algo asustado, preocupado... le era algo extraño.
-Con permiso... -pidió un joven detrás de Takamasa, al escucharlo se asusto, haciéndose a un lado para dejar pasar al que se lo había pedido, dejándose ver el menor, un chico de diecisiete años, rubio, en su rostro, mejor dicho en su nariz una venta blanca, cubriéndola, su vestimenta igual que la del peli-negro, pensando que ellos dos debían de ser los mas grandes, el rubio fue hacia la castaña, entregándole una flor, no se hinco, solo estiro su brazo, la menor lo miro incrédula, para luego sonreirle y tomar aquella bella rosa, Takamasa no la había notado hasta ese entonces, le invadía preguntas: ¿Dónde saco esa rosa? ¿Dónde la había conseguido? Y... ¿Cómo era que estaba tan bonita y viva?, si estaban en un lugar muy solitario, no había algún rastro de vida, estaba muy solo, sin pensarlo podría decir que era un lugar sin vida, muerto....
El rubio tomo uno de los libros de aquel librero, sin decir o hacer algo mas, fue al sofá, sentándose a lado del castaño, el cual seguía en la misma posición. El joven abrió el libro dispuesto a leer....
-¡Aki-Chan! -grito un pequeño niño, bajando las escaleras, preocupado, un niño de trece años, cabellera negra, su ropa negra, con uno que otro bordado, traía un sombrero, como de los que usan las viudas en un funeral, su ropa holgada, sus mangas anchas y grandes, sus manos se cubrían con ellas, en su cuello una bufanda negra, no dejando ver su piel, muy apenas su rostro...
Solo el nombrado, Takamasa y el que le acompañaba para mostrarle su trabajo voltearon, los demás menores seguían en su mundo, "la niña" distraída con la bella flor, el pelinegro su mirada clavada en el mismo lugar y el castaño con su nerviosismo...
-¡Aki-Chan! Mi muñeca... -su voz se notaba demasiado preocupado, el rubio se encogió de hombros, pues no sabia de cual muñeca hablaba y de donde podía estar... -Es Kyoru... -le informo, a lo que el rubio suspiro pesado, dejando el libro en la mesa que había a lado del sofá, el rubio miro a sus lados, luego arriba, después abajo, debajo del sofá pudo visualizar una manita salir de ella, el rubio se acacho y pudo sacar una muñeca, tipo vudú, con su rostro y manos de porcelana, asustando a Takamasa, la muñeca se veía desgastada, algo sucia y siniestra, con un solo ojo, el otro se encontraba borroso, siendo sincero, el mayor temía y se le hacia extraño que esos niños/jóvenes fueran tan fríos y tranquilos, con esas cosas. El rubio la sacudió un poco, para después caminar hacia el menor, que aun estaba en las escaleras, solo que en los últimos dos escalones, el pelinegro llevo sus manos a su pecho, emocionado, pues habían encontrado su muñeca, al tenerla, la enrollo en sus brazos, el rubio solo le miraba, como buscando recompensa, el menor al notarlo soltó una pequeña risa, para después besar la frente del mayor, aprovechando los escalones para alcanzarle...
-¿Quién eres tú? -se escucho preguntar, Takamasa, con miedo, llevo su vista hacia abajo, notando al pequeño castaño nervioso, el cual, al parecer ya no tenia su nerviosismo, notándosele la curiosidad por la presencia del extraño...
-Ta-Takamasa... -dicho su nombre, todos voltearon a verle, la pequeña con la rosa en manos le miraba con algo de asombro, el pelinegro como si nada, quizás solo por el mero interés de saber quien era el que hablo, alguien diferente, el rubio lo miraba sin alguna expresión, a pesar de que le dirigió la palabra hasta ahora se daba cuenta de su presencia, el pequeño peli-negro lo miraba sorprendido, le era raro ver gente nueva, aunque... no duraría mucho, a los pocos días terminaría yéndose, gritando que están locos o que son hijos del diablo....
-Ta-ka-ma-saaa... -el castaño separo el nombre del mayor, divertido, sonriendole... el mayor se sorprendió, quizás no todos eran tan inexpresivos....
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Nuevo fic!<3 TTwTT la emoción corre por mis venas TT^TT ok me calmo xD es un fic que tengo trabajando como medio mes y será un "poco corto" no se, uno cinco capítulos.... Y con un final muy raro, del cual muchos me mataran xD
Bueno, aclaro, es un fic que no tendrá mucho sentido, lleno, o la gran mayoría de perversión....
Informo de una vez...
¡LAS PAREJAS SON RANDOM!
Quiero decir que habrá de todo.
Aoita, Kaiha, Ruha, Kaita, Uroi, Reituha/Uruta, RuKaiHa, Reituki, Aoiha, MiyaKai...
Creo que son todas...en fin! Es un fic que le he puesto mucho cariño :') ya que yo soy una adicta a shippear todo xD
Espero sea de su agrado:3 y apoyen este rarito fic:') <3
Bueno, sin mas que escribirles...
Bye, bye...!:3
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