Dos días antes de la Luna Escarlata

—Jimin, amor, me voy con los lobeznos, regreso al anochecer. Es muy temprano, solo quería decirte que te dejé todo listo para que desayunes, cuando te levantes. Ahora vuelve a dormir. Te amo.

Jungkook besó los labios de su amor antes de partir.

—Te amo más, kookie, te esperaré con cosas ricas.

Kook salió, JM apoyó la cabeza en la almohada para seguir durmiendo y de golpe, cual resorte, se levantó de la cama…

—¡El postre!... la ventana, el dulce de Capricho, ¡Oh, no, no, me olvidé de entrarlo!

Corrió descalzo hasta la ventana de la cocina, la abrió y sacó el capricho de azúcar mezclado con crema, totalmente congelado.

¡Ay, no, otro fracaso! no sirvo para la cocina.

Casi al punto de arrojarlo a la basura, se le ocurrió probar la crema congelada y para su sorpresa, sabía delicioso.
—¡Auuuu!  —aulló el husky— ¡Qué rico!

No podía parar de comer.
—Qué rico eres postrecito, estás tan frío. Te llamaré: "Frío" —Hizo mueca de desagrado.
—No, qué nombre horrible, mejor serás: "Congeladito". Jaja noo.
Más feo aún, ¿Qué tal? Elixir frío.
No, Elixir de crema.
No, Crema olvidada.
No, Olvido de nieve, peor, no sé cocinar y menos elegir nombres para mis errores, ay de mí.

Casi a punto de darse por vencido, comentó resignado:
—Creo que no tendrás nombre, deliciosa crema que te formó la nieve.

Sonrió para sí mismo.

—Serás "Crema de nieve".

Sentado a lo indio, en el suelo, y con el cuenco del postre entre sus piernas, Jimin llevó las manos a su vientre y un llanto visceral se desencadenó a tal punto que Jin que estaba a punto de llamar a su puerta pudo escucharlo desde el otro lado.

Llamó a ella varias veces pero solo escuchaba los espasmos del chico rojo entre quejido y quejido. Asustado decidió ingresar.

—¿Jimin, Jimin, qué pasa, niño?

Levantó su rostro cubierto de lágrimas hacia su amigo y solo hizo un «no» con la cabeza.

—Déjame solo, Jin. Déjame llorar hasta que me seque en lágrimas.

—No me iré. Estaré a tu lado. No tienes que decirme nada si no quieres. No necesito saber. Solo tomaré tu mano y me quedaré hasta que pase.

El sollozo fue disminuyendo y Jimin con su otra mano acariciaba el agarre que su amigo le brindaba.

—Ya está —Hipó— ya me siento mejor.

—Bien, bien, ven aquí, déjame abrazarte.

Jimin se entregó al abrazo de Seokjin y del fondo de su pecho salió un suspiro fuerte y profundo.

—¿Quieres contarme?

—Sí —Secó su rostro— Ayer Jungkook confundió mi aroma y pensó que era un embarazo.

—Pero tú…

—Tú ya sabés. Yo quedé estéril aquel fatídico día. No podré tener cachorros. Pero él… él por un momento su mente le jugó una mala pasada, y supuso que yo… ahhh ay ay —Lloraba de nuevo.

—Que triste estoy…

—Jimin, fue sólo una confusión. Él te ama y comprende la situación.

—Sí, él sí. Pero yo no la acepto. Y no voy a quedarme de brazos cruzados. Al regreso de nuestra Luna Escarlata, iré a mi pueblo a revertir esto. Si tengo que suplicar al druida, lo haré y regresaré para darle la noticia que puedo darle hijos.

—¿Jimin estás loco? No puedes regresar al lugar donde atentaron contra tu vida. ¡Jimin, moriste en ese lugar! Reacciona, no puedes volver.

—Lo haré, Jin. Lo haré. Después de nuestra Luna Escarlata, lo haré.

—¿Qué crees que dirá Jungkook?

—No le diré.

—Pues, yo sí se lo diré.

—Si lo haces, me iré antes.

—No me amenaces, pequeño.

—Tú tampoco.

—Ven aquí, Jimin —Lo abrazó— te adoro, amigo, no cometas ese error, por favor, por favor.

—¿Y qué hago con éste dolor?

—Habla con tu alfa. No te guardes cosas. Habla con él —Suplicaba Jin—Promételo. Prométeme que no lo harás Mimi…

—Te lo prometo —dijo Jimin con sus dedos índice y mayor, cruzados detrás de su espalda.