25| SEDA
Contra todo pronóstico hecho por Trigal, atravesaron el poblado de los Beta, sin ningún tipo de problemas.
Durante el recorrido se detuvieron varias veces porque el blanquito tenía dudas sobre el mapa que la mujer había dibujado. Idas y venidas, hicieron que el trayecto fuera más tedioso y largo de lo esperado.
Ya caía la noche cuando divisaron las luces de un caserío. Eran muy poquitas viviendas y la entrada al bonito paraje estaba protegida por dos hombres.
Trigal se descolgó de su pulka y se arrimó a los guardias.
Jeon Jungkook hizo lo mismo y se le adelantó.
—Déjame hablar a mí, Trigal, por favor.
Se acercó a los hombres, y con voz calma les dijo:
—Buenas noches, disculpen que irrumpamos a esta hora. Pero confundimos los caminos y…
Los hombres lo miraban con desconfianza y se interpusieron frente a él con autoridad.
—¿Quiénes son ustedes, y que los trae por aquí?
Jungkook se inclinó ante ellos y respondió:
—Mi nombre es Jeon Jungkook, del Portal de los Gritos. Estoy buscando a… a m-mi mi familia. ¿Conocen esa aldea? ¿Podrían indicarnos si estamos lejos de ella?
Los guardias se miraron entre ellos, descreyendo lo que el malamute les decía…
En ese momento, percibió en el aire el aroma de un alfa que se acercaba.
Un hermoso animal de pelaje gris llegó hasta ellos. Jimin bajó del trineo de un salto y corrió hasta ellos. Trigal quiso detenerlo.
—No te acerques al lobo, Jimin.
La nariz de nieve del rojo, olfateaba al alfa con descaro.
El animal gruñó cuando el siberiano se arrimó a su trufa.
—Jimin, detente —le gritó su alfa— ¿Qué ocurre?
—Es igual a ti, koo. No es un lobo. Es un alaskan malamute.
Jungkook miró a los guardias.
—¿Entonces, este es el Portal de los Gritos? Por favor, respóndanme. Soy uno de ustedes.
Sacó las dos medallas de su bolsillo y luego de observarlas con detenimiento, los dos guardias, hicieron una reverencia de noventa grados ante el joven.
El alaskan alfa, recién llegado, aulló largo y sentido. Se dirigió directo a Jungkook y le habló con voz poderosa.
—Cambia de forma —su solicitud era una orden.
Jungkook obedeció y frente a ellos, se manifestó el hermoso animal que lo habita.
Trigal nunca antes, había visto el inua de Jungkook, exteriorizarse. Había presenciado la mutación de Jimin frente al oso, ahora la de Jungkook, y si bien él sabía que, ninguno de ellos dos, eran lobos, jamás imaginó que ambos especímenes fueran tan bellos.
—Mierda, este viaje si que me está haciendo ver cosas únicas.
Los dos alaskan parecían estar midiendo fuerzas. Giraban entre ellos emitiendo gruñidos y esencias.
—¿Kook, huele a pomelo? —le preguntó Trigal a Jimin.
Jimin y sus ojos de medialuna sonrieron
—Sí, a pomelo, patchouli y cedro.—Aclaró.
—¿Y el otro? ¿A qué huele?
—Otra —confirmó Jimin— es una alfa.
—Solo distingo el olor principal. Es… es… ¿Menta? No… es…
—Es eucalipto —Los interpeló la alfa, olvidando en ese momento los giros que hacía con Jungkook— Y dejen de hablar de mí como si no estuviera… es de pés…
—… sima educación. —concluyó Jimin, sobre sus dichos.
Le recordó a su primer encuentro con Trueno y Sialuk, y de algún modo, eso lo llevó a sentirse cómodo y en casa.
Luego de olfatearse por largo rato, ella cambió de forma y le exigió a Jungkook que también lo hiciera.
Jimin corrió a cubrir del frío a su alaskan y los guardias abrigaron con mantas, el cuerpo desnudo de la alfa.
Ella hizo una reverencia ante los tres visitantes.
—Bienvenidos al Portal de los Gritos. Jeon Jungkook, soy Jeon Qaammat, tu abuela.
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—Has llegado a tiempo, querido nieto. No creí que el cielo me diera vida para volver a estrecharte entre mis brazos.
Sialuk se dejó abrazar y sobre el pecho de su abuela desencadenó un profundo quejido que traía reprimido desde su infancia.
—¡Qué hermoso eres! En qué hermoso hombre te has convertido, Jukú.
Jimin arrugó su naricita al escuchar el apodo.
Trigal sonrió.
—¿No te gustó ese nombre? Ja, ja.
—No, pero... —Sonrió y levantó hombros y manos— es su abuelita, ella puede llamarlo «caca», si quiere, y yo lo aceptaré gustoso.
—¿Ca-ca?
Jungkook podía escuchar lo que estos dos decían. Y no pudo evitar echar una carcajada.
—¡Jimin! ¿Caca? Ja, ja.
—No amor, bueno, quise decir, que puede llamarte de cualquier forma… Koko, Cuco, Caca, quiero decir…
—Ja, ja, ja, basta. Basta… arruinan mi momento emotivo —señaló limpiándose una lágrima que esta vez había salido de la risa..
Qaammat miraba a estos tres sin entender.
Kook le extendió la mano a su omega para acercarlo a él.
—Abuela —Le sonó rarísimo pronunciar esa palabra— él es Jimin, Park Jimin, mi omega, mi amor, mi alma gemela.
Ella lo olfateó con desconfianza.
—No eres ni lobo, ni malamute. ¿Qué eres?
—Soy un husky siberiano, manto rojo. Mi anua se llama Krasnyy.
—¿Por qué no puedo olerte?
Se sintió un poco intimidado por la alfa. Sin que ella lo dijera, Jimin ya sabía que ella era la líder de su manada..
—Perdón, a veces olvido dejar fluir mi esencia.
Entonces lo hizo.
—Embriagador perfume, Krasnyy, muy dulce. Y eres hermoso.
—Es caramelo… —el chico escondió su cara en el pecho de Jungkook que lo miraba con orgullo.
—Y yo soy Trigal.
Lo miraron todos.
—Ya sé, nadie me preguntó. Mejor me llamo al silencio —Hizo gesto de cerrar su boca con dos dedos.
—Él es Trigal de los Hielos. Es quién me entregó la medalla y quién nos ha guiado y acompañado hasta aquí, es un buen amigo.
—Conozco la manada de los Hielos, son buena gente. Bienvenido, Trigal.
—Abuela, esta medalla, fue el motivo para buscarlos —él leyó el nombre tallado en la misma— Quilak la dejó para que me la entregaran. ¿Dónde está ella? Quiero conocerla. Y ¿Qué es mío?
—Hermana. Era tu hermana.
—¿Era? No entiendo…
Un reflejo de dolor se instaló en el rostro de la anciana.
—Vengan a mi hogar. Ahí podremos hablar de todo. Hay mucho que debes saber Sialuk, mucho…
Caminaron hasta una edificación realizada con piedra y turba. Sobre sus cabezas se desplegaba un techo abovedado hecho con huesos de ballena y madera.
Trigal y Jimin se dirigieron a los pulkas a buscar sus pertenencias pero con la intención de que abuela y nieto pudieran hablar a solas.
—Jimin, quédate conmigo, te necesito.
Trigal entendió que era un momento para la familia. Se dirigió a donde estaban los guardias quienes lo invitaron a beber con ellos.
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—Sialuk, Jimin, siéntense. La historia es larga. Abran sus corazones.
»Jungkook, aquel fatídico día en que fuimos invadidos por los humanos, nos cazaron como si fuéramos animales. Ellos dijeron que no había diferencia entre un perro común y un híbrido. No les importó nada. Aunque gritásemos a los cuatro vientos que éramos seres inteligentes, con conciencia, con forma de vida desarrollada y estructura social determinada. Nada importó. Exterminaron la raza sin mostrar ni un solo signo de piedad.
Quiénes seguimos con vida, fue porque logramos escapar para vivir con miedo y escondidos por largos, largos años. Otros fueron esclavizados y llevados lejos, para no verlos nunca más.
Tu hermana HaNeul / Quilak, fue quién te escondió entre los únicos pastizales que aún sobrevivían del verano. Dejó tu medalla para que aquella alma caritativa que te encontrara, supiera quién eras.
A ella la tomaron como esclava y la mantuvieron cautiva en un granero de humanos que no le permitían cambiar de forma.
Pero su suerte cambió cuando al poblado llegó un híbrido Akita Inu, un híbrido perro japonés llegado desde Tokio a los cinco años.
De adulto se dedicó al comercio y viajaba por todos lados. Él nos hizo conocer la seda. De un sitio llamado China, le llegaban enormes cantidades de esa bellezas y las vendía.
Gracias a la seda conoció a tu hermana.
Akihiro era su destinado. Él la rescató. Él la compró para poder sacarla de ese martirio y luego ellos formaron vínculo. Su nombre, según nos contó, significaba "luz que brilla en el extranjero". Akihiro fue la luz para HaNeul.
Una vez que ella estuvo libre, salieron en búsqueda, por toda la tundra, de los supervivientes de los Gritos. Y nos encontraron. Se instalaron para formar familia. Él la reclamó ante mí y fue aceptado como uno más entre nosotros«
—¿Dónde están? Quiero conocerlos.
Ella no pudo sostener sobre sus ojos las lágrimas que luchaban por salir.
—¿Abuela, qué pasó con ellos?
»Ella regresaba del viaje en el que dejó su medalla con el objetivo de que tú te enterarás de nuestra existencia y vinieras a nuestro encuentro. Tuvieron un accidente, un alud los sorprendió y tapó el trineo en el que se trasladaba Akihiro. Él quedó malherido. No pudieron llegar a tiempo y falleció enterrado en la nieve. Tu hermana no pudo soportarlo. Ella estaba embarazada, su primer cachorro llegaría en semanas. Ella no pudo levantarse más del nido, después de que Akihiro partiera de este mundo«
—¡Oh dios mío! No, Quilak, dioses, no.
—Ella dio a luz una cachorra hermosa Jungkook, ella es sangre de tu sangre.
Acompañenme, vengan conmigo.
Los llevó a un pequeño espacio separado por un género suave.
Jimin lo tocó, lo olió y observó el pedazo de tela con admiración y curiosidad.
—Es seda, Jimin.
Él acarició su rostro con el género exquisito.
Ella descorrió el género. Sobre un hermoso nido de sedas blancas y pieles, descansaba una hermosa beba de mejillas rosadas.
Jungkook se acercó y lloró de rodillas al lado de la cuna de telas.
Jimin lloraba de pie, con una mano sobre el hombro de su alfa. Él no podía creer que algo tan pequeño les arrebatara el aliento de tal manera.
—HaNeul te dejó una carta Jungkook
—¿Una carta? ¿A mi?
Miró a su omega.
—Malditas cartas que no puedo leer —Masculló el chico
—No sé leer lenguas inuit, abuela.
—¿Y tú Jimin?
Él contestó no con la cabeza y limpió su rostro lleno de lágrimas.
La leeré para ustedes.
»Amado hermano si estás leyendo esta carta es porque yo ya no estoy entre ustedes. Sé que tú vendrás a buscarme, mi corazón me dice que lo harás, por eso dejé la medalla en aquella posada.
La abuela ya te habrá contado toda la historia detrás de nuestras efímeras existencias. Fue efímera mi vida y la de mi alfa, pero será eterno el amor que nos tuvimos, de ese amor nació el pequeño brote que tienes ante tus ojos.
Te la presento, ella se llama Sakari, que significa «dulce» en inuit, sencillamente porque ella es mi ángel dulce y hermoso.
Si miras sus ojitos podrás verme en ellos.
Sialuk de los Gritos, en esta breve carta y sin saber nada de ti, ni cómo fuiste criado, ni nada de nada, te ruego que ames a mi cría y la reclames como propia. No sé si tienes familia, tampoco sé si eres alfa u omega. Solo sé que mi inua me dice que tú eres el designado. Te cedo todos los derechos naturales para que críes a mi hija, la eduques y hagas de ella una mujer digna y fuerte.
Si crees que eso no es posible, pues solo besa su frente y déjala con la abuela que ella sabrá educarla y amarla como una verdadera Jeon del clan de los Gritos.
Hermano yo salvé tu vida aquel infernal día. Es mi deseo que la diosa Sedna te otorgue los dones que te permitan ser un verdadero padre para mi niña.
Te amo para siempre
Jeon Quilak«
Jungkook no soportó tanto dolor y lloró como niño, Jimin corrió a sostenerlo.
Su abuela acarició la espalda del nieto y cantó unas nanas. Jimin lanzó caramelo para calmarlo.
—Jungkook, no te sientas obligado a hacerte responsable de la niña. Eres joven. Tú y tu omega querrán cachorros propios…
Ahí fue Jimin quién se echó a llorar.
Kook se levantó, tomó el rostro del rojo y besó sus lágrimas.
—No creo poder con esto, Jimin, necesito pensar.
Él retrocedió dos pasos sin dejar de mirarlo a los ojos, giró y se encaminó hacia la salida.
—Acompáñalo —sugirió la abuela a Jimin.
—No. Necesita estar solo. Puedo sentir su pesar a través del lazo. Del mismo modo me hará saber cuando me requiera.
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