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24 | GRIZZLY


Los tres partieron hacia el Portal de los Gritos...
Un momento.
¿Los tres?
Iban a ser cuatro.
¿Cómo que tres?

Bueno, sí, es que Trigal decidió que llevar a Almendra a ese viaje sería exponerla demasiado. Un cuarteto conformado por tres omegas y tan solo un alfa, sería someterla a un riesgo innecesario.
Ella y él lo meditaron y llegaron a la conclusión que lo mejor era que la omega se quedara y al regreso, sumarse al trío para emprender camino hacia el halagüeño futuro que se dibujaba frente a ellos en un horizonte no muy lejano.

Cargaron los pulkas con víveres, pieles, la infaltable lámpara de talco y varias cosas más.
Trigal cargó armas de fuego. Su clan conoce y hace uso de armas de fuego que entre los lobos de Trueno estaban absolutamente prohibidas.

—¿Por qué llevas eso, Trigal? No necesitamos armas.

—Sí, Jungkook, créeme que hacia dónde vamos las necesitamos.

—¿Hacia dónde vamos, blanquito? No me asustes. —Jimin sonó intrigado.

—Zona de Betas. Ya saben… la casta más peligrosa de todas.

—¿Los humanos? ¿Son peligrosos?

—Jimin, sí, amor, recuerda, ellos exterminaron a mi manada, por completo…

—Es verdad. Pero…

—Entraremos en su zona. Debemos estar preparados, no digo que vayamos a usarlas, pero no iré a las tierras de los humanos con las manos vacías.

—Bien. En ese caso, lleva una para cada uno.

—Pero yo no sé usar eso —dijo Jimin.

—Yo te enseño, rojo. Toma el arma —Trigal le extendió el arma de fuego.

—Extiende tus brazos. Apunta. Dispara. Listo. Ya aprendiste. Eres muy rápido, pequeño.

Jungkook y Jimin quedaron atónitos ante la enseñanza de Trigal a velocidades siderales.

—¿Aprendiste a usarla, mi amor?
El rojo miró al alaskan, miró el arma aún entre sus manos, negó con la cabeza.
El huracán Trigal llegó para quitarla de sus manos, entregársela a Jungkook y repetir el curso acelerado .

—Tómala, Sialuk, extiende tus brazos hacia adelante. Apunta. Dispara. Listo. Otro que aprendió rapidísimo.

Trigal salió disparado hacia el trineo a guardar las armas y Sialuk y Krasnyy cayeron al suelo de la risa.

—Jajaja, ¿Aprendiste, mi amor?

—Jajaja, igual que tú… No, jajaja.

~~~~~~~

Emprendieron viaje no sin antes haber conocido a la prometida secreta del rubio.
Almendra, tal cual la había descrito el omega, era una joven con carácter dulce como la miel y con piel trigueña como canela. Quizás su belleza no fuera tan atronadora como la que cargaba Perla sobre sus hombros pequeños y caderas de fuego, pero en Almendra se definían ciertos rasgos de niña que la hacían ver única y adorable.

Se despidieron de ella y de algunos miembros de la manada que había concurrido a ver partir a los híbridos y al lobo que valientemente había decidido acompañarlos en el trayecto peligroso. 

Al momento de salir y ya sentados en el pulk, Jungkook miró a los ojos a su omega, abrió su mano para mostrar que tenía entre ellas las dos medallas que eran las artífices de este viaje. Con clara emoción en sus ojos, las pupilas de ambos hicieron contacto y sin formular palabra, le dijo «Te amo» en completo silencio.

Ellos lo ignoraban, pero estaban en los albores de iniciar el periplo más emocionante de sus vidas.

~~~~~~~

Luego de traspasar las fronteras dejando atrás la tierra de lobos, comenzaron a transitar las tundras árticas, territorio Beta.

Jimin solicitó hacer un alto en el camino para estirar las piernas que ya tenía entumecidas.

Trigal se alejó un poco de ambos para poder orinar sin testigos. Jimin caminó en dirección contraria en busca del manojo de tréboles que divisó entre las piedras.
—¡Tréboles! ¡Que rico!
De regreso y ya casi a pasos de unirse con los chicos, sintió sobre a sus espaldas, un aliento caliente que le bufaba en la nuca.

—¡Jimin! —vociferó, Sialuk.

Detrás de él un colosal oso grizzly le pisaba los talones.

El rojo giró y el oso erguido en dos patas, se encorbó lo suficiente para gruñir a escasos centímetros de la cara del rojo.

Trigal pegó un grito y sacó el arma de su morral. Apuntó temblando pero Jungkook, cruzó su antebrazo contra el pecho del chico y lo detuvo. El rubio seguía temblando.

—Jimin, Jimin, va a matarlo —decía.

—No te muevas Trigal, solo observa, y maravíllate.

Jimin cerró sus ojos y separó apenas sus brazos del costado de su cuerpo. Colocó sus manos mirando al cielo. Y observó al oso a los ojos. De su garganta salieron unos sonidos guturales antes de comenzar a pronunciar un mantra sublime en el lenguaje que solo un angakkoq conoce, y que Sialuk nunca había oído de la boca de Jimin.

El alaskan sin dejar de mirar a su hombre, cerró la mandíbula de Trigal que parecía querer salirse de la cara.

El oso aparentó entender lo que Jimin le decía. Bajó a sus cuatro patas, agachó la monumental cabeza y la colocó sobre uno de los hombros de Krasnyy. El chico no solo emitía sonidos, también había creado un halo púrpura a su alrededor que en cuanto el oso se le acercó, también lo envolvió en el aura violeta. Durante un rato ambos estuvieron en esa posición como si estuvieran compartiendo secretos.
La luz se atenuó, Jimin cambió de forma, y junto al oso se adentraron a la espesura de un pinar cercano.

—¿Qué miérda acaba de pasar?

—¿No fue maravilloso?

—Fue... imposible. Eso no acaba de pasar.

—Sí, sí pasó. Y tuvimos el privilegio de presenciarlo. Es largo de explicar, Trigal, pero en pocas palabras, lo que acabas de ver es nada, en comparación a lo que él puede hacer.

—Pe-pe-pero…

—Jimin fue un aprendiz de poderes. Él fue designado por sus ancestros como el heredero natural de los poderes de un angakkoq, pero rechazó ese honor para quedarse conmigo. Algún día te contaré todo lo que pasó tras esa decisión.

—¿Angakkoq? ¿Jimin es un angakkoq?

—No. ¿No me escuchas? Él debió serlo. Pero se rehusó.

—Pero, lo que acaba de hacer... ¡Oh, por todos los rayos del cielo! ¡Iluso de mí que pensé que necesitaríamos armas! Con semejante supremacía, Jimin puede con todo, él solito.

—No, lamentablemente, no. Si él pudiera con todo, no hubiera sido víctima de un hijo del infierno que lo secuestró, lo torturó y lo lastimó como quiso.

—¿Cómo es posible?

—La parte humana que nos habita, Trigal, en algunos seres, es una sombra perversa. Y ahí es adonde él no puede llegar.

Jungkook volvió a cerrar la boca del lobo.

—¿Por qué tarda tanto? ¿Qué está haciendo mi niño? Esto no me gusta.

Comenzando a correr hacia la espesura, con Trigal a su lado, vieron salir a Jimin, sin ropas y con un osezno en brazos.

—Ay, ay, ay, eso no está bien… ¡La osa va venir a comernos a todos!

No acababa de decir eso y por detrás venía la osa con el resto de los cachorros.

Trigal empezó a tiritar sin control y Jungkook volvió a pedirle que se calmara.

El alaskan con total dominio de sus emociones, caminó hasta el sitio donde Jimin había mutado, levantó sus ropajes y esperó a que el rojo se acercara a ellos.

—No digan nada. No hablen ni lancen olores. Solo disfruten de este momento único. Ella nos ha permitido conocer a sus hijitos.

El osito que él cargaba, parecía en éxtasis entre sus brazos.

Lo dejó en el suelo y los otros dos se unieron para que Jimin los acariciara.
Luego de un rato de jugar con los bebés, él se dirigió a la grizzly, emitió una extraña palabra y ella con sus ositos emprendieron retirada.

Jungkook se acercó a su chico, lo ayudó a vestirse, recogió sus cabellos rojos con un lazo y besó su cuello.

—Mi amor, eso fue… sublime. Cada día me enamoro más de ti, Park Jimin.

Él acarició el rostro del alaskan como respuesta.

—Tengo sueño, Kook, necesito dormir ya. Temo desvanecerme. No me dejes caer.

—Nunca.

—Tengo sueño —repitió 

—¿Es por lo que acaba de pasar?

—Sí, necesito reponer energías, mi anua está débil, llevenme, o me caeré acá.

—Con todo respeto. ¿Me permites que yo lo cargue, Jungkook?  Soy muy veloz, y fuerte.

—Hazlo —dijeron Kook y Minnie al mismo tiempo.

El huracán levantó como pluma a Jimin y salió como rayo hacia el trineo. Jungkook quedó mirando el cuadro con asombro mientras corría varios pasos atrás del lobo. ¡Eso sí que era velocidad!

Recostó al chico. JK lo arropó antes de que se quedara profundamente dormido.


~~~~~~

Atravesaron hielos tras hielos para llegar muertos de hambre a la ciudad de la que tanto les había hablado Trigal, el poblado de los Beta.

Trigal bajó de su trineo y se desperezó con todos sus huesos.
Jimin abrió los ojos tras la siesta de varias horas que se había tomado sobre el hombro de su hombre.

—¿Qué hacemos? Buscamos una fonda donde comer o preparamos algo nosotros?

—Creo que sería mejor que hiciéramos algo nosotros y comer a las afuera en algún sitio donde no llamemos la atención.

—Yo creo que nos merecemos sentarnos a comer algo calentito y que nos sirvan como a reyes.

¿Quién había dicho qué?

No tenía importancia. Pero resolvieron hacerle caso al rojo, y los tres caminaron hacia la fonda "El Caribú" cuyas letras sobre el cartel hecho con un rústico pedazo de madera y tallado a mano, parecían hacer "la danza del vientre" alentandolos a entrar.

—Trigal, serás nuestro invitado de honor, pide lo que quieras.

—Quiero un guiso. De lo que sea. Pero que me haga aullar cuando lo pruebe.

—Buena idea. Tres guisos de…

—Conejo —interrumpió el blanquito.

Jimin lo miró casi con lágrimas en los ojos.

—No, no, no me comeré a la mascota que no pude tener.

—No entiendo —dijo Trigal.

—Es largo de explicar —este era nuevamente, Jungkook tratando de esclarecer a Trigal, solo con gestos y miradas lo que acababa de suceder.

—Que sean dos guisos de res y uno de conejo. —sentenció el alfa.

El rojo asintió feliz y todos contentos.





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