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18| CIELO LÍQUIDO


—Una cabaña para dos y un canil para los perros.

—Está bien. Les indicaré donde está el canil y la última cabaña es para ustedes. Está vacía, iré a prender los fuegos.

—Gracias.

—Kook, ¿Cómo pagaremos este lugar?

—Tengo esto, ya le pregunté si lo aceptaban como pago y dijo que sí, así que, algún valor debe tener.

—¿La medalla con la que te encontraron de bebé? Esa medalla lleva tu nombre, Kook... ¿Estás loco?

—Sí, por ti. Por tenerte bajo mi cuerpo una vez más mi amado, niño rojo.

—No. No haremos esto. No dejaré que entregues lo único que tienes de tus ancestros.

—La recuperaremos más tarde, Jimin. Volveremos por ella cuando podamos. No me importa la estúpida medalla. Solo contiene mi nombre y ya sé cuál es. No hay valor de ningún otro tipo para aferrarme a ese pedazo de metal.

—La cabaña ya está lista, acompáñenme.
La interrupción del joven hizo que ambos abandonaran esa plática, por el momento.

—Ya debe estar cálido el lugar.

El sujeto se dirigió al alaskan, le extendió la mano y agregó:
—Hasta luego, Jungkook, que disfruten la estadía —Guiñó su ojo antes de retirarse.

La mandíbula de Jimin había caído notoriamente frente a los ojos divertidos de su chico.

—¿Qué fue eso?

—¿Qué cosa?

—¿Qué acaba de pasar, Jeon Jungkook?

—¿Nombre y apellido? Debes estar muy enojado, bebé.

—No me digas bebé. Te llamó por tu nombre y te guiñó el ojo al salir. ¿Lo conoces?

El alfa no podía contener la risa.

—¡Jungkook deja de sonreír! ¿Quién es?

—Es el hijo del dueño de esta posada.

—Tú... t-ú-tú ya has estado en este lugar, tú conoces este lugar.

—Sí. Ya he estado aquí.

Con los brazos en jarra y sus dedos martillando en la cintura, Jimin lo miraba de arriba abajo con ojos chispeantes.
Jungkook se quedó en silencio y le dio la espalda para que Jimin no lo viera reírse. Es que, los gestos y la cara de enojo del chico, le daban mucha ternura.

—Te escucho...

—Bueno, sí, he venido al lugar.

—¿Has traído a tus novios acá?

—Ya te he dicho que no tuve novios... —adelantándose a lo que venía, agregó— tampoco novias.

—¿Traías a tus amantes esporádicos acá?

—No siempre...

—¿Qué es esa respuesta?

—Es una respue-e... ¿Qué haces?

Jimin se había acercado a la cama y olfateaba cada rincón desde la almohada hasta las sábanas.

—¿Hueles la cama?

—Sí.

—Jimin, jaja, Jimin, pero, ¿Qué estás haciendo?

—Trato de olerte en este lugar.

—¿No crees que en todos los años que hace que no vengo a este lugar, mi olor, ya se debe haber desvanecido?

—Tengo un gran olfato.

—Nunca estuve en esta cabaña.

Jimin arrugó su nariz y su boca en un gesto infantil de enojo tan característico de él que Jungkook no pudo evitar correr a abrazarlo.

—Ven acá amor —sentó al niño sobre su regazo— he venido infinidad de veces a esta posada y lo he hecho desde que soy un niño. Sí —le dijo tocando su rostro— qué bellos esos ojitos de sorpresa que me haces, Mimi. He venido aquí de niño —continuó— porque es el sitio donde nos traía Namjoon, ya que es la única posada de la zona y donde paran todos aquellos que necesitan retomar fuerzas y descansar antes de continuar. La familia Kim-Kim hacía un alto en el largo trayecto que nos separaba del pueblo de Jin y yo, mi amor, era parte de esa familia.

—Pero, entonces, ¿No venías con amantes?

—No, jaja, jamás.

—¿Y por qué el tipo te guiñó el ojo?

—Lo ignoro...

—Vamos, sí lo sabes... nos dio la cabaña más alejada de toda la posada, encendió los fuegos y te hizo mirada cómplice al salir...

—Ahhh, lo de la cabaña alejada debe ser porque le dije que gritabas mucho mientras yo t-t-e....

—¡¡Jungkook!! ¿Dijiste qué?

—Jajaja es mentira. Nunca diría nada de ti. Menos algo tan nuestro.

—¿Así que yo grito mucho?

—Sí.

—Tú porque no te escuchas a ti mismo, hasta gruñes, señor mío.

—Quiero gruñir, ahora —acercó su nariz a la oreja del rojo y cuando ambos empezaban a ronronear, golpearon la puerta.

Toc, toc, toc.

—Maldición... —Kook abrió la puerta con vehemencia.

Ahí estaba de nuevo el chico de la recepción

—Perdón, Jungkook, olvide decirles que la cabaña de al lado tiene aguas termales..si quieren pueden pasar a esa, si es que ...

Detrás de Jungkook apareció Jimin con cara de entusiasmo. Como por arte de magia, él había olvidado su fastidio por el chico.

—¡¡Aguas calientes!! Sí, ¡Por las estrellas! Vamos kookie.

—Tomaron sus morrales y partieron hacia la cabaña que les prometía un baño renovador.

Ni siquiera alcanzó a cerrar la puerta y Jimin ya se había quitado la mayoría de la ropa.

Todo aquel paso de comedia que habían dado los dos hasta ese momento se desvaneció en el instante en que JK pudo ver por primera vez las señales de violencia sobre la piel que ama.

Se acercó a él y levantó su cabellera roja para acariciar las marcas violáceas sobre el cuello del siberiano. Observó los hematomas sobre la espalda, pecho, brazos, piernas... tomó sus manos y quitó, ya con lágrimas en sus ojos, las vendas de sus muñecas.

—Amor, mi amor...

—No llores Kook , esto es superficial, ya va a curar.

Jungkook puso su mano sobre el pecho del rojo.

—¿Y tu corazoncito, mi amado, también va a sanar?

—Eso deseo, con toda el alma. Prometiste ayudarme.

—Y lo haré, soy todo tuyo mi hermoso Jimin. ¿Estás seguro de esto?

—¿Seguro de qué?

—De estar juntos. ¿Estás listo para que tengamos sex... ?

—Amor —puso su dedo en los labios de JK para impedir que dijera más— Nunca estuve más seguro de algo en mi vida, que en este momento. Y te necesito más que al aire que respiro.

—Te amo, Jimin.

—Desata mis trenzas y quítate la ropa mi alfa, mi dueño, embriágame con tu aroma, dame de él en la boca, quiero sentir tu olor a pomelo acallando mi caramelo que está a punto de estallar.

Sumergidos en la calidez que el estanque de agua les brindaba, Jimin reafirmó que ese era el mismísimo cielo líquido, abrazándolos.

Los besos se hacían cada vez más profundos y el jadeo de ambos resonaba por cada rincón de la pequeña cabaña. La necesidad de estar juntos, sumada a la urgencia de afianzar el lazo, los llevó a tener feroces embates de salivas y fluidos. Los colmillos del alaskan penetraron el cuello de su omega al mismo momento que su cuerpo se rompió en colores dentro de su amado, amado Jimin.

—Te amo, te amo...

—Yo más.




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