6
Ya comenzaba a oscurecer y Jimin aún no salía del estado de sueño en el que había caído tras lo ocurrido con el águila.
Jungkook entendió que era momento de ponerse en acción, levantó al chico en brazos y lo cargó de regreso al hogar.
Antes de llegar el rojo empezó a salir del ensueño.
—¿Kook, donde estamos?
—Llegando a nuestra casa, Caramelo.
Dijo "nuestra" y eso le gustó al siberiano.
—¿Quieres tomar un baño bien caliente, Jimin?
—Solo si lo tomas conmigo.
El alaskan sonrió pícaro y Jimin entendió que eso era un sí.
Encendió los fuegos y llenó la tina de madera.
—Prepararé todo.
Cuando se sumergieron en la tina y el agua rebalsó todo borde, nada les importó porque ellos solo tenían algo en mente, devorarse lenta y tortuosamente.
—Qué rico beso de agua, Minnie.
—Muérdeme la boca, Jungkook.
—Me vuelves loco...
—Y tú a mí.
.
.
.
.
La interminable noche de amor se repitió una y mil veces más.
El siberiano nunca había sentido en la cama lo que sintió con Jungkook. Y mucho menos, había experimentado lo que ahora mismo le pasaba. No podía dejar de pensar en el chico cabellos negros. Se sentía hechizado, subyugado por esos ojos enormes y su tierna sonrisa de conejo.
Él sonreía cada vez que a su mente viene la carita de Jungkook, y eso ocurría prácticamente todo el día.
«Que bien se siente esto en el pecho. Estoy radiante» —Pensaba un Jimin que no tenía idea lo que era enamorarse.
Por su parte, JK ya sabe que está enamorado hasta los huesos del chico rojo, no le hace falta pensarlo mucho.
Nunca sintió tanto por nadie.
Agradece cada día a Namjoon por haberlo llevado a su pueblo.
Se siente bendito, pero a la vez una punzada en el pecho no lo deja respirar cuando piensa que si Jimin regresa al Caldero y lo designan druida, nunca más volverá.
No puede soportar la idea de perderlo. Comenzó deliberadamente a crear distracciones para que la Noche Púrpura sorprendiera a Jimin en la aldea de los lobos y no en la propia.
Jimin seguía las tretas de su chico porque tampoco deseaba irse. La sola idea de no verlo más le provoca un dolor punzante en su corazón.
Esa tarde, era una tarde rara, distinta, había rayitos de sol que se filtraban por los nubarrones y ellos salieron a sentir el calor en sus rostros.
JK se sentó entre las piernas de JM apoyando su espalda en el pecho del chico. Jimin lo abrazó con sus piernas y comenzó a trenzar su brillante cabello negro.
—Jimin, necesito que hablemos.
—¿Qué ocurre, Kook?
-—Minnie, la Noche Púrpura será en tres lunas. Si salimos hoy, llegaríamos a tiempo para la ceremonia de designación. Pero... Minnie no quiero que te vayas. No quiero perderte.
Las manos de Jimin enredadas en su cabello le provocaba sensaciones hermosas a JK, haciendo que éste, gimiera despacito.
Ante cada sonido, Jimin acercaba su boca a la oreja de JK y mordía suavemente su lóbulo.
Jungkook giró para quedar cara a cara y lo besó.
Jimin entrecerró sus ojitos, tocó la cara de JK y metió su pulgar a la boca del alaskan.
—Cómeme —Tomó la mano de JK y se llevó el índice a su boca para succionar el resto de los dedos con vehemencia- Este bebé tiene hambre...
El otro se paró, lo levantó de un solo tirón...
—No se puede hablar seriamente así, Jimin...
Sujetó al rojo de la mano y el chico iba a los saltitos al lado de JK.
—No te enojes Kook... estaba jugando...
Jungkook se detuvo, tomó con dulzura si rostro.
—No me enojo, Caramelo. Pero corramos a casa, quiero hacerte el amor.
—Te amo...
El corazón latía a mil después de que sus cuerpos estallaran tras el placer sin control.
—Te amo, Jimin —repitió JK esperando la respuesta de su amante.
Trazó constelaciones sobre la espalda de JM que aún se encontraba boca abajo después de haber tenido la sesión de sexo más hermosa de su vida. Su respiración comenzaba a retomar el ritmo natural.
—No puedo ocultarlo más, no puedo vivir sin ti....
Se interrumpió a sí mismo, al notar que el rojo ni siquiera hacia contacto visual con él.
—Mírame, Jimin, no me gusta tu silencio cuando estoy diciéndote que te amo.
Jimin no giró sino que levantó un poco su cuerpo y se posicionó sobre el pecho de JK. Apoyó su mentón sobre sus brazos cruzados para mirarlo cara a cara.
—¿Me amas? No sé cómo responder, Jungkook. Nunca nadie me amó. No sé lo que es. Nunca amé a nadie. Tampoco sé lo que es eso...
—¿Pero sientes algo por mí?
—Cuando abro los ojos por las mañanas y no estás a mi lado, siento un horrible vacío en mi pecho.
Pero cuando siento el olor a pan desde tu cocina, me pongo contento porque sé que allí te encontraré.
Cuándo comemos juntos y levantas las miguitas que han caído de mi boca y te las llevas a la tuya, siento algo acá, en mi estómago, no se definir que es....
—Mariposas.
—¿Qué?
—Solemos decir que uno siente mariposas en el estómago cuando está enamorado.
—Entonces, eso es lo que siento cuando te arrimas a mí y acaricias mi cabello, miles, millones de mariposas me revolotean, Kook.
Pienso en ti, todo el día.
Sin que lo sepas, aquellas mañanas en las que me despierto antes que tú, me quedo mirándote dormir. Duermes con la boca abierta, ¿Sabías? Eres hermoso.
Tu imagen cuando recién abres los ojos, tu carita de sueño y los cabellos alborotados, me dan mucha ternura.
Yo dibujo con mis ojos tu silueta entera y me la guardo en las retinas para hacer que llegue a mí cuando aún no has regresado a casa.
Jungkook sonrió, era la forma más extraña que alguien le había confesado amarlo.
—¿Eso es amar, Kook?
—Creo que sí, Minnie.
—Entonces déjame decirte algo a los ojos —El siberiano se levantó del pecho de Kook y se sentó a horcajadas en su regazo.
—Te amo. Profundamente, te amo, Jeon Jungkook.
Kook lo atrajo hacia su boca y succionó los sensuales labios de su pequeño niño rojo.
—Yo me siento igual. Por favor, no te vayas.
—Hace varios días que no duermo, me desvelo pensando que me obligarán a irme. Y siento que si me voy y tú te quedas, moriré. La Noche Púrpura llegará muy pronto. Si soy el designado y no estoy presente, vendrán por mí. No tengo escapatoria.
—Te esconderemos. No saben dónde estás.
—Saben todo, Kook, el druida puede verlo todo. Ya deben saber que estoy acá, yo debería haber llegado hace semanas.
—Arriesguémonos, con suerte, en la Noche Púrpura, tú no eres nombrado como el designado y te dejan en paz.
—Está bien, hagámoslo. No volveré. Pero prometeme que si vienen por mí, ni tú ni los lobos de Namjoon se interpondrán. No quiero ni una sola gota de sangre derramada por mi culpa.
—No voy a prometer eso, Jimin, si vienen yo los ...
—Kook, es en serio. Si no puedes prometerme eso, entonces me iré voluntariamente.
—Tú ganas, niño. Hablaré con Namjoon sobre tu pedido. Entonces... ¿Te quedas?
—¡Sí, amor!
Jungkook levantó a Jimin hasta su boca y selló ese acuerdo con un beso hondo y ruidoso.
—¡¡Te amo, te amo, te amo!! Ven aquí, Jimin, hazme el amor...
—¡Vaya Kookie!! Yo sabía que tarde o temprano, el «alfa más alfa de los alfa», iba a ceder ante mis encantos y ...
—Jimin, deja de hablar, ven y hazme tuyo.
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