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5

—Desata mis trenzas.

—¿Qué?

—Que desates mis trenzas, Jungkook.

Antes de que Jungkook comenzara a hacerlo, Jimin clavó una mirada de alfa dominante y musitó

—No hay vuelta atrás después de esto.

—¿Me hablas con voz de mando⁵, Jimin?

—Sí —Le contestó, desafiante con una media sonrisa.

—No me hables así pequeño, no puedes hacerlo, yo soy el alfa guardián de.....

—Bla, bla, bla.... —interrumpió el pelirrojo— entre perros no vamos a estar pulseando a ver quién es más «alfa» ¿Verdad Jungkook?.

Jungkook hacía no, con la cabeza.

—No sé porque te preocupas si ya sabes que no soy un alfa —Y agregó con voz dulce— tú bien sabes que soy un omega de caramelo, Kookie.

Su mirada ahora era felina.

—Apenas soy un perrito que mueve la cola cuándo está feliz.

Jungkook no podía dejar de sonreír frente a este chico tan... tan... ¿Cuál era la palabra? ¿Dual?

—No eres un perrito Jimin, eso lo sabemos los dos.

—Lo sé, a veces soy una perra... —Su voz sensual fue un mensaje directo a la entrepierna de Jungkook que arremetió contra la boca de Jimin quien recibió entre jadeos la boca del alaskan, para fundir sus labios en un beso húmedo y profundo.

Sin separar sus bocas, Jungkook desató las trencitas del siberiano.

—Estoy tocando tu cabello —Le dijo sin haber sacado sus labios de los labios de Jimin.

—Yo te lo pedí Kook. Eso implica mucho entre mi gente. Estoy brindándote la oportunidad de estar juntos. ¿Quieres aparearte conmigo esta noche?

—¿Aparearme contigo?

Jimin sintió eso como un rechazo.

—Perdón, estoy siendo muy directo... no, no, si no quieres no tenemos que hacer nada —Jimin de un salto se puso de pie y comenzó a retirarse...

Jungkook le tomó la mano y lo obligó a sentarse nuevamente.

—¿A dónde vas, Rojo? ¡Qué impulsivo eres! Déjame explicarte, Jimin. La palabra que usaste me llamó la atención. Acá no la usamos. Somos híbridos, sí, pero en nuestra forma humana decimos otras palabras para referirnos al encuentro entre dos personas.

—Es sexo —refutó JM.

—Sí, claro que es sexo, pero... se aparean los animales. Pero ahora mismo, nosotros dos no lo somos.

—Y cuando estás en celo ¿Cómo le llamas al desenfreno sexual, «hacer el amor»? —Jimin hacía comillas con los dedos y gesticulaba con voz burlona.

—Jaja... qué bonito eres. Cuando entro en celo, tengo sexo desenfrenado, sí, y me encanta. No hago el amor, creo que nunca le he hecho el amor a nadie, pero tampoco diría que me apareo cual animal...

—Sí, puede ser que tengas razón —admitió Jimin.

—Entonces no hay porqué llamarle apareamiento.

—No me alecciones, Jungkook...

—No te alecciono, JM, solo quiero que notes la diferencia que no quiero «aparearme» contigo, quiero tener la más fogosa e intensa noche de sexo con el hombre más lindo que mis ojos hayan visto jamás. ¿Quieres pasar la noche conmigo Park Jimin?

—Sí.

—¿Serás mi perra esta noche?

—Bueh .. ¿En qué quedamos? ¿Somos animales o no??

Jungkook deslizó sus manos por el cuello del chico, haciendo una pequeña presión en la nuez de Adán, acercó su boca y la mordió. Su lengua ascendió hasta el lóbulo de la oreja, la tomó entre sus dientes haciendo que Jimin arquera su espalda ante el escalofrío que las caricias le estaban provocando.
El alfa jadeó al oído del niño rojo:

—¿Serás mi perra en la cama, Jimin?

—Sí me lo pides así, Jungkook, seré todo lo que tú quieras.

Kook acarició los cabellos del siberiano con dulzura, acercó su nariz para olerlo, bajó su mirada a la boca del nene y se apropió de ella con un beso cálido e intenso.
Cuando separaron sus bocas, Jimin agregó...

—Seré tu perra... solo si tú también lo eres para mí...

—¡Jimin! Yo.. yo soy un al-al-fa

—Bla, bla, bla, de nuevo.... «Soy el alfa más alfa del mundo de los alfa»...
En mi cama, querido Jungkook, hasta el más macho jadea mi nombre y me súplica que lo haga suyo.

—No será éste el caso...

—Eso está por verse...

Se pusieron de pie y tomados de la mano, Jungkook llevó al indomable Park Jimin a su habitación.


Cada momento que los híbridos pasaban juntos era una jornada de descubrimientos y revelaciones.

Estilos, identidades y personalidades de ambos comenzaban a hacerse visibles entre sí y esto potenciaba la atracción entre ellos que se hacía fuerte, día a día.

Los sentimientos hacia el chico rojo eran cada vez más evidentes en el alfa. Y el omega aunque no lo manifestara, se dejaba envolver cada vez más en las mieles amorosas que Sialuk le brindaba en cada acto.

El alaskan sospechaba que se enfrentaría a una experiencia poco común si iniciaba una relación más comprometida con una persona tan singular como lo era Jimin porque de verdad, que todo en ese chico, era algo extraordinario.
Él no sólo se sentía poderosamente atraído físicamente, sino que también empezaba a caer estrepitosamente a los pies de la personalidad avasallante del chico de melena de fuego.

Pero lo que JK ignoraba, era el poder que JM llevaba sobre su mollera aún antes de haber nacido.
Sí.
Porque él no fue un aprendiz de druida porque a alguien, al azar, se le ocurrió que así fuera.
No.
Él había sido designado por sus ancestros desde antes de hacer aparición física en esta tierra. Desde el vientre materno, líderes, sacerdotes y hasta la chamana misma, ya sabían que Krasnyy llevaría sobre sus hombros el designio divino de los seres celestiales.

Era el elegido.

Pero ni Jimin ni Jungkook lo sabían. Faltaban algunas semanas para que la Noche Púrpura revelara a la manada de los Park, quién de todos los aprendices, sería el designado para ocupar el lugar de poder. Y aunque las personas que pertenecían a la más alta esfera de la tribu, lo supieran, era un secreto a voces entre estos miembros de élite, que Jimin sería el elegido, en la ceremonia.

Pero en las artimañas que entrelaza el destino no estaba contemplada la posibilidad de que el husky se enamorara, que no aceptara la voluntad de los ancestros y que le diera la espalda al mismísimo cielo.

Y el destino siguió su ritmo imparable y Krasnyy, el niño rojo de las colinas de Siku, comenzó a caminar a su propio ritmo permitiéndose ser él mismo por primera vez en su vida y dejando que los acontecimientos al lado del malamute le convulsionaran alma y cuerpo.

Minnie se cuestionaba sentimientos desconocidos por él. No encontraba respuestas ante tantas sensaciones nuevas. Ni siquiera podía entender qué es lo que le sacudía el pecho cuando estaban juntos.
Sencillamente no lo sabía porque él no conoció otros sentimientos más que el abandono y la soledad. Pero no faltaba mucho para que descubriera que eso que siente, no es otra cosa más que el mayor y más portentoso de los sentimientos, aquel que todo lo mueve, que todo lo puede. Lisa y llanamente, amor.

Pero por el momento ellos sabían que se atraían, y eso parecía ser suficiente. 

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Los días corrieron como arena entre dedos, y los híbridos se mantenían ajenos a cualquier otra cosa que no fueran ellos dos.
Park, al entrar más en confianza, había bajado toda barrera y le estaba permitiendo al alaskan que se metiera de lleno por cada rendija de su ser.

Por su parte, Jungkook no encontraba palabras para definir las cualidades del rojo. Él ya había presenciado algunas situaciones que, aunque para Jimin fueran completamente naturales, él sabía que no lo eran.

¿En qué cabeza cabía que las aves guardaran silencio por varios segundos cuando Jimin se encontraba solo frente a ellas? Él emitía un sonido salido del fondo de su garganta que en contacto con el aire, volaba hacia los pájaros como si tuviera vida propia. Inmediatamente cualquier ser terrenal se convocaba a silencio, cayendo en un silente sortilegio, nunca visto por Jungkook. Hasta él parecía caer bajo ese hechizo mirando al chico.

«Por los dioses, Jimin, eres único… »
Se lo decía a sí mismo para no romper el clima con las aves. Pero cuando el pequeño niño mago llegaba a su lado, él lo comía a besos y lo llenaba de halagos.

No se separaban ni un minuto. Pasaban todo el día charlando, cantando, riendo. Respirándose, uno al otro.

Aquel día, que el sol desterraba los últimos bocados de sombra, ambos habían comenzado descender por la barranca árida que conduce al delgado hilo de escarcha que separa las tierras de TanBang con la de la manada de Los Hielos. Estos últimos, son lobos también. Pero con una diferencia muy notoria con cualquier otro. Los del Hielo son albinos. Lycan blancos de ojos rojos que en su forma humana son seres altos, esbeltos, tez y cabellos blanquísimos. Sus ojos varían con el clima, son ojos color del tiempo. Pudiendo ser de un profundo rojo carmesí cuando hace frío a un llamativo rosado cuando el sol entibia la piel.

—Estamos en zona del Clan de Los Hielos, Minnie.

—Nunca he visto a un lobo del Hielo,

—Yo conozco a un par de ellos —comentó Jungkook— Son buena gente. Y muy hermosos.

—¿Te gusta alguno en especial?

—¿Qué? No.

—Sonó a qué sí

—Pero no.

Kook lo atrajo a su lado pero el rojo se separó rápido.

—¿Ocurre algo?

—Nada.

—¿Por qué te alejas de mí cada vez que me acerco?

—Tengo calor.

—¿Veinte grados bajo cero y tú tienes calor?

—Me abrigué de más, creo.

Jungkook siguió su marcha sin prestar demasiada atención al mal temperamento mañanero del chico.

—Cuando tengas ganas de hablar conmigo, avísame, así puedo entender un poco tus cambios de humor, Kras.

—No estoy de mal humor, solo que siento que cuando hablamos temas referidos a a- a-

—A- a- ¿A qué? ¿Por qué suenas inseguro?

—Tú me pones nervioso.

—¿Yo, Rojo? ¿De qué hablas?

—Yo ya te he contado sobre mí. Sobre mis soledades y mis contactos físicos con algunos alfa. Pero tú, evades siempre el tema y .. y…

—¿Y qué, Jimin?

—Y no me gusta.

Y ahí había llegado sin ser llamado, el primer indicio de celos y posesión por parte de quién menos se esperaba.

Sin detener la marcha y esquivando los grandes pedregullos continuaron la charla.

—Bueno, te diré, Jimin, en realidad no tengo nada que ocultar. No soy una persona enamoradiza. He tenido una que otra relación poco profunda y nada comprometida. Y nunca me enamoré. «Hasta ahora» pensó.

—Oh, no eres enamoradizo —Era una afirmación pero Jungkook, igual contestó.

—No, no lo soy. O no lo era. No sé. Solo sé que no me enamoré…

—¿Nunca?

—Mm, mm —hizo un no, con la cabeza.

El aprendiz de druida le sostuvo la mirada por largo rato y Jungkook hubiera jurado que podía leerle los pensamientos.

—Veo que prefieres no hablar del tema. Seré respetuoso, es tu vida. No tengo por qué meterme. Menos aún no siendo nada de nada.

—¿A qué te refieres?

—Creo que es obvio lo que dije. Si fuéramos pareja o destinados, me sentiría con autoridad para preguntarte cosas o intentaría saber más. Pero no somos ni una cosa, ni la otra.

—Ouch.

—¿Ouch?

—Eso… fue doloroso.

—Pero es la verdad. Y la verdad no debería doler, Jungkook.

Dió media vuelta y dejó al malamute con mil preguntas carcomiendole la cabeza.

Es real, ellos no eran pareja, compartían cama y estaban todo el día juntos, pero a ninguno de los dos se le había cruzado por la mente continuar con una relación "formal" debido a que el siberiano partiría en unas semanas a la ceremonia de asunción y es posible que ellos no volvieran a verse nunca más.

Caminaron en silencio. Jungkook por detrás de Jimin observaba el andar del joven y por momentos tenía la sensación que se elevaba del suelo. Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiento pero volvió a pasar y comprobó que el chico cada cinco pasos, elevaba su cuerpo como un hermoso paso de danza, y de golpe, se detuvo.

—Detente. No hables ni hagas movimientos.

—¿Qué ocurre?

—No hables, Jungkook, por favor. Quédate detrás de mí.

Él se quedó atrás tal como le había sugerido y vio al siberiano avanzar hacia algo que no lograba distinguir qué era.

Lo observó ponerse en cuclillas y un sonido salido de su gaznate rebotó en cada rincón de la zona. 

Se puso de pie y se descalzó.
Extendió sus brazos hacia los costados.
Lo vio despegar sus pies del suelo y comenzar a levitar. Con los empeines completamente estirados y los dedos perpendiculares al suelo, Krasnyy adoptó una postura que lo hacía ver ingrávido y etéreo.
Dos enormes alas de casi dos metros de longitud, se desplegaron a sus costados.
Las alas abrazaron su cuerpo.

Jungkook seguía en silencio sin creer lo que estaba viendo.

Y entonces, aquello que Kook no había podido distinguir qué era, se manifestó. Un águila real, del tamaño más inmenso que jamás hubiera visto, tenía a Jimin abrazado por el frente y su afilado pico se había apoyado en la naricita del rojo.

El husky le hablaba en una lengua desconocida pero no movía la boca para hacerlo.
Descendieron hasta que Minnie tocó tierra. El águila dejó de abrazarlo, se separó de él, sus alas desplegadas eran verdaderamente impactantes pero lo más desconcertante es que el animal estaba suspendido en el aire sin batir sus alas. Jimin extendió un brazo y el águila posó sus garras sobre el antebrazo del chico y adoptó una postura de sumisión. El rojo ahora parecía susurrar una canción y mientras lo hacía, extendió el ala izquierda del ave que lucía rota. Sopló sobre su mano libre, capturó el hálito en ella y acarició la extremidad emplumada que brilló ante el contacto.

«¿Qué estoy viendo? ¿Qué es esto?» No había forma de responder a una sola de las diez mil preguntas que le taladraban la cabeza al alfa, frente al milagro ante sus ojos.

El ala lesionada se reparó tras el soplido y el águila pareció salir del embrujo separándose del brazo de Kras para comenzar a aletear manteniéndose en el mismo sitio.

«Ningún águila puede hacer eso» Jungkook afirmaba un hecho pero estaba en presencia de otro de características imposibles.

El olor a caramelo había invadido todo el lugar. El águila arrimó su cabeza a la del rojo antes de emprender vuelo a las alturas.

El chico trastabilló hasta caer sentado unos pasos detrás.
Jungkook corrió hacia él.

—Te tengo, Caramelo.

—Tengo sueño, Jungkook.

—¿Jimin, qué fue eso?

—Necesito dormir. Después te explico todo.

—Sí, sí. Descansa.

El rojo cayó en un sueño profundísimo.

—Descansa, Jimin. Yo cuido de ti.

Le calzó las botas y lo acomodó entre sus brazos. Acarició el rostro perfecto del pelirrojo, acomodó sus trencitas, delineó su mandíbula con un dedo y no pudo evitar sonreír antes de susurrar a sabiendas que no lo escucharía.

—Esto fue tan… tan gloriosamente inmenso, Jimin. ¿Quién eres?
No sé qué fue lo que acabo de ver, no sé qué es lo que tú sientes por mí, no sé si podrás amarme siendo tú tan poderoso, pero lo que sí sé es que me tienes a tus pies. Creo que… creo que estoy enamorándome de ti, hermoso niño rojo.

Él que se autoconcebía como «poco enamoradizo» acababa de admitir ante sí mismo, que había comenzado a amar al omega. Y no uno cualquiera, a uno de otra raza diferente a la suya. A este omega al que él podía llamar niño, nene, bebé, pero ninguno de esos motes representaban, a este hombre fuerte, decidido, con personalidad única. Dueño de una belleza singular y dotado de poderes nunca vistos. Él y su pequeño meñique lleno de magia, él y su trufa rosada, él y sus cabellos de fuego lo habían enamorado hasta los huesos.
Era hora de que el rojo lo supiera...

(Imagen generada con IA)




Glosario:

⁵Voz de Mando: Dentro del Mundo Omegaverse, Alfas y Omegas poseen la habilidad de emitir un sonido peculiar, este sonido causa ciertos efectos y es conocida como voz de mando.
La voz de mando de un alfa, tiene la capacidad de doblegar y someter a un Omega, volviéndolo sumiso, dejando en claro quién es el dominante, obteniendo una reacción de entera sumisión en el omega.

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Las ilustraciones son de mi autoría









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