Narradora.

Un nuevo día empezaba, los pájaros comenzaban con su canto matutino, los tonos morados, azules y rosas pintaban el cielo de Japón.

Lui aún no despertaba, estaba exhausto de lo que le había pasado, aún no lo asimilaba. Los tenues rayos del sol comenzaban a entrar en la habitación del peli celeste, su cara fue iluminada por estos haciendo lo ver tierno, un leve sonrojo se veía en sus polumos, también los rastros de lágrimas se podían ver con los rayos del sol; uno que otro mechón de su cabello estaba posado sobre su cara y un pequeño rastro de saliva que provenía de su boquita. Simplemente tierno.

Eso hubiera prevalecido durante todo el día, pero la alarma comenzó a sonar y a nuestro bello durmiente no le gustaba, retorciendo en las sábanas tratando de ignorar el aparato para así volver a su deseado lugar fantaseado.
Vuelta tras vuelta y no podía reconciliar el sueño, más opción no tuvo que levantar y apagar la dichosa alarma. Tallo uno de sus ojos mientras bostezaba, con pesadez se levantó de la cama y comenzó a caminar a paso lento hacia el baño, una ducha caliente lo despertaría, ¿Cierto?.

Al llegar al baño, comenzó a quitarse su pijama, prenda por prenda hasta estar desnudo, al estarlo entro en la regadera y giro el grifo, pero al estar soñoliento no se fijo que había puesto el agua fría.

— ¡Kyyaaaa!, ¡Mierdaaa!—

Pobre el Rey del Beyblade, desde lo sucedido nada será igual, ¿verdad?. Después de maldecirse un rato terminó de ducharse, tomo una toalla y se envolvió en ella, tenía frío, no lo negaba.

Ya eran las 6:45 y todos en los sirvientes comenzaban su jornada laboral, unas mucamas estaban en el gran comedor preparando la mesa, algunos cocineros servian el desayuno para su joven amó.
Al tener todo listo solo lo esperaban a él, no paso mucho cuando su querido amó entro al comedor para sentarse y esperar su desayuno, dos mucamas llevaron la comida, una de ellas traía una bandeja que contenía: un plato de cereal con avena y fresas, también un sandwich, y un vaso de leche. La otra mucama traía lo que parecía ser una lonchera.

— ¿Pará qué es eso?— pregunto con algo de molestia en su voz.

— Es un aperitivo, para que lleve a su academia— sonrió amablemente.

Lui no dijo nada más y mejor se dispuso a comer.

Ahora que había acabado el torneo de Theodore, tendría que retomar sus estudios y eso no lo motivaba mucho, pero no tenía de otra.

Al terminar su desayuno, miro por unos segundos el lonche que había preparado la mucama, lo tomó y fue a buscar su mochila para guardarlo. Pero un sirviente se había colocado en su camino.

— No se preocupe señorito Lui, aquí le traigo su mochila, tiene sus libros cuadernos, estuche...—

Lui le había arrebatado la mochila a su criado.

— ¡Si todo lo que necesitó!—

Y sin más comenzó a caminar directo a la puerta de entrada. Dónde lo esperaba una limusina para llevarlo a su academia.

(. . .)

En la academia todo iba bien, nada extraño o fuera de lo normal. Tranquilidad y orden.
Los maestros daban su clase, los alumnos prestaban atención mientras otros no.

Lui, por su parte veía hacia la ventana, no paraba de pensar en... ¿Shu?, todo lo que había pasado, el torneo, Red Eyes, y . . .

Una punzada a su corazón, un nudo en su garganta, pequeñas gotas saladas sobresalían de sus ojos y amenazaban con querer salir, apretó con fuerza el bolígrafo que tenía en su mano izquierda. No quería romperse, no en ese lugar, no en público. Se sentí patético, inútil...

— Bien, después del receso seguiremos con la clase y espero que hayan traído su libro de química, ahora salgan—

Lui bendecía el toque para el receso, eso lo hacía sentir tranquilo y feliz al mismo tiempo, ya todos los alumnos habían salido, solo faltaba él.

Se levantó de su lugar y... Se quedó ahí parado, ¿Á donde iría?, sin su bey, no podía entrenar; no tenía nada que hacer o a lo mejor si. Tomo el lonche y solo saco el sándwich, luego lo guardo y tomo el libro de química, salió del aula y se dirigió a la biblioteca. Si no entrenaría, estudiaría.

Al llegar busco un lugar donde sentarse y estudiar. Y logro encontrar un lugar.

Pasaban los minutos, el lugar estaba tranquilo, justo como a él le gustaba. Pero no duró mucho ya que alguien se había puesto al lado suyo, ese alguien era Gabe Brunai.

— ¿Por qué no estás entrenando?—

La pregunta ofendía, preguntar eso, en esos momentos no era lo adecuado, que respondería.

— Simplemente NO quiero entrenar, me tomo el día libre—

Gabe sabía que algo pasaba, ¿Un día libre?, Eso no le sonaba mucho, prefiero no cuestionar nada y salir de ahí con muchas preguntas y pocas respuestas.

Narra Lui.

No puede ser que él no lo sepa, y así dice llamarse líder y amigo.

No le pienso decir nada a él o a alguien más, después de todo quien entendería por lo que estoy pasando.
Si no podía concentrarme en las cosas más fáciles no me imagino como podría concentrarme en algo mucho más complicado.

Cuando encuentre a Shu lo haré pagar por todo lo que estoy pasando, no le hubiera hecho esa cicatriz lo hubiera dejado ciego.

(• • •)

Las clases pasaron con rapidez, cosa que me alegra mucho. Llame a mi chófer y le dije que caminaría hasta la mansión. Puso muchas excusas solo para que me fuera en limusina, diciéndome: "se podría perder", "alguien lo podría seguir y dañar", "un niño no puede caminar solo", y etc, etc.

Me se cuidar solo, no necesito a nadie que me cuide, acaso me ve que tengo ocho años. Al final accedió a qué solo por hoy caminaría hasta la mansión. Suspiré pesado y comencé a caminar, quería aclarar mi mente de muchas cosas.

Pero de alguna manera no podía, cada vez que pensaba en Red Eyes, me sentía extraño, ¿Acaso no tendría que odiarlo?, Por supuesto que lo odio, pero y si tal vez no es exactamente Red Eyes.

— Shu...—

Su nombre salió de mi boca sin darme cuenta, mi corazón se sentía feliz de alguna manera, muy bien ahora soy masoquista.

Moví mi cabeza de lado a lado para pensar en otra cosa, odio a Shu eso no lo niego.
Seguí caminando cuando a unas cuadras veo una florería, me asquean las flores. Al llegar a las fueras del local pude ver muchas flores de distintos colores y olores, asqueroso. La flor que más veía era la muy odiosa rosa, y entre las demás pude divisar un narciso color amarillo.

— Hola jovencito, ¿Te gustan las flores?— una mujer me preguntó muy amablemente si me gustaban.

— Solo la lavanda— dije seco.

— Ya veo, entonces toma— saco de repente un ramo de lavandas.

— ¿Ehmm..?—

— Anda toma— me insistía demasiado así que no pude oponerme.

Tome el ramo.

— También quiero ese narciso amarillo— dije apuntando a la flor.

— Muy bien jovencito, aquí tienes, son 550 yenes—

Le di el dinero y seguí con mi caminó, de vez en cuando olía las lavandas su olor suave y relajante, simplemente hermoso. También olía el narciso, no olía tan bien como las lavandas pero aún así me tranquilizaba.

—Free~...—

Espera...

— Acaso dije el nombre del rubio solo con oler la flor... ¡No!, ¡Imposible! ¡Yo nunca pensaría en él!, ¡JAMAS!—

Narradora.

Mientras en España.

— Achu!~—

— Salud, Free, ¿Estás enfermo?—

— No, solo alguien dijo mi nombre—

— ¿Alguien?...—

Niño Consentido.

Les gustó?

Que pasará?

Lui.. siente algo por Shu?

Por qué dijo el nombre de Free?

Y eso.
Chao 👋
Se despide:
Allythewolf.