*Como nacen los héroes.
Dracko's POV.
No podría decir cuándo fue la última vez que dormí sobre una cama. Se sentía bien: el suave colchón, una almohada bajo mi cabeza y no lodo, ramas e insectos, una manta delgada... Era acogedor, casi perfecto, y entonces... llegó Midori...
-Levántense.
Ni siquiera tuve tiempo de abrir los ojos, me caí de cara contra el suelo al escuchar el atronador sonido del gong. La cabeza aún seguía retumbándome bajo el tacto frío de las baldosas. A Walter no le fué mejor, aunque agradecí que sus piernas y brazos se enredaran contra las sábanas y quedara colgando de la cama superior de la litera.
Cuando levanté la vista hacia los ojos de Midori noté que me miraba, sin expresión alguna.
-El sensei los espera.
Me arrojó a la cara lo que parecían ser nuestros uniformes. Ni siquiera la escuché irse.
-Ella es tan... wow -exclamó Walter, sin habla.
A penas tuve tiempo de arquear las cejas antes de que me cayera encima.
Walter's POV.
El sensei Wu estaba esperándonos en una habitación vacía. El olor a incienso flotaba por el ambiente y formaba curiosas volutas de humo alrededor de él. Estaba sentado con las piernas cruzadas y los ojos cerrados, en total concentración.
-¿Y ésta qué es? -bufó Dracko, cruzado de brazos-. ¿La habitación para la "hora de la siesta"?
-Les sugiero no molestar al sensei -dijo Midori, ignorando a Dracko. Se acomodó detrás la oreja ése sedoso mechón semi verde que le caía sobre la frente. Tampoco es que me hubiese fijado en lo sedoso que era, claro.
El sensei abrió los ojos y nos hizo una seña para que nos sentaramos. Dracko y yo nos miramos entre nosotros.
-Vaya, él es muy zen, ¿no? -bromee, esbozando mi mejor sonrisa, pero Midori ni pestañeo.
Todavía no le había visto ni la sombra de un sonrisa. Decidí que me propondría arrancarle una.
Nos acercamos a donde estaba el sensei y nos sentamos frente a él, aunque Midori se quedó de pie, en la puerta, observándonos en silencio. Después de un par de minutos abrí un poco los ojos y miré a mi alrededor. Dracko parecía a punto de quedarse dormido, yo también me sentía algo cansado...
-¿Problemas para relajarse, Walter? -me preguntó el sensei Wu, sin abrir los ojos.
-¿Ah? -pregunté, adormilado.
-Mira a Dracko, él ya medita perfectamente.
-Bueno, pues yo creo que está dormido -comenté.
-Al menos domina la parte de la relajación.
Comencé a cerrar los ojos, pero un grito me levantó.
-¿Cuándo vamos a pelear?
Puse los ojos en blanco y me atreví a mirar de reojo a Dracko, y luego al sensei, para después bajar la mirada al suelo.
-¿Perdón? -repitió el hombre frente a nosotros, sin abrir los ojos.
-Sólo estamos aquí sentados, perdiendo el tiempo.
-Dracko... -masculle.
-¿Y por qué lo consideras una pérdida de tiempo? -preguntó el sensei, interesado. Su cabello rubio se meció hacía atrás cuando se enderezó para vernos mejor.
-No sé para qué sea esto, si para "conectarnos con el ser interior" o alguna otra tontería de la "energía cósmica" -resopló mi amigo, poniéndose de pie-. Si lo que quería era entrenarme para proteger el prisma del que habló, no creo que ésto sirva para algo.
Apreté los dientes y me di un golpecito en la frente. Dracko puso las manos detrás de la cabeza y se dió media vuelta para irse.
-Ahora, si no le importa... iré a "conectarme con el ser interior" en la habitación, con una suave almohada bajo mi cabeza.
Lo que pasó después fue tan rápido que ni siquiera recuerdo bien el como fue. De un momento a otro Dracko estaba en el suelo, sosteniéndose el cuello y dando patadas, el sensei estaba de pie, a su lado, sosteniendo ése bastón de bambú que nunca abandonaba.
-No estás listo -puntualizó. Me volteó a ver y desvíe la mirada rápidamente, con timidez-, pero si crees estarlo... ¿Qué te parece si terminas las labores?
-¿L-labores? -repitió Dracko, levantándose cinco centímetros del suelo.
-Las plantas necesitan ser podadas, las canaletas no han sido limpiadas en siglos... ¡Oh! Y las escaleras necesitan que las barran.
¿No refería a las escaleras de la entrada...? ¡Pero si eran como mil! ¡Dracko jamás terminaría!
Mi amigo no se quejó, no digo nada, y simplemente se puso de pie. Era demasiado orgullosa. Iba a demostrarle al sensei que era capaz de hacer éso y más, sin quejarse ni una sola vez.
-¿Qué hay de mí? -pregunté, una vez se fué Dracko.
-Midori puede enseñarme técnicas de defensa -me respondió el sensei Wu, y dicho ésto, cruzó el umbral.
Le lancé miradas rápidas y tímidas a la chica pelinegra. Midori era una persona callada, aunque no al estilo habitual: ella lo era de un modo más intenso e inquietante, con ésos ojos que parecen atraparte en un tornado.
-Eh, yo...
-Ahorratelo -respondió, muy seria-. Vamos, veamos qué tan rápido eres.
-Ja, está mal desafiar a una carrera al maestro del agua.
Esbozé una sonrisa radiante. Juntó las cejas. Se dió media vuelta... ¿Para ocultar una sonrisa? ¿Para que no me diera cuenta de que ponía los ojos en blanco, cansada de mí? Pero cuando se volteó de nuevo sólo vi una expresión intensa que me dejó helado. Un día iba a conseguirlo; algún día la haría sonreír.
Dracko's POV.
-Ésto-no-me-convence -dije, pronunciando una palabra cada vez que daba un golpe.
Walter detenía los golpes con sus manos extendidas.
-Tú eras el que quería una vida mejor -me dijo, encogiéndose de hombros-. Acepta los cambios.
-Walter, somos ladrones, no héroes. Y ése estirado cree que soy el elegido.
-¿Y que tal si lo eres?
-¿Y qué tal si no?
-Eres un sujeto que puede transformarse en dragón... -musitó Walter, con aire reflexivo, viendo al techo y quitando sus manos-. Sí, sin duda. Eres el elegido, viejo.
Miré a mi amigo y fruncí el ceño. Le dí un golpe en el brazo.
-¡Ah, oye! -se quejó, entrecerrando los ojos, formando rendijas con sus párpados sobre sus iris azules.
-No bajes la guardia -le advertí, con una sonrisa.
Era asombroso. Una semana, una semana haciendo labores domésticas. Me había convertido en el "maestro supremo de la escoba". Estaba harto, y no me molestaba precisamente lo que el estirado me ponía a hacer, sino lo que no me enseñaba a hacer.
Yo podría haberme marchado fácilmente, pero era Walter al que había de convencer. A él no podría dejarlo, era mi hermano. Sólo tenía que asustarlo lo suficiente como para hacerlo querer irse.
-Oh, y debo advertirte algo -le dije al pelinegro-. Si nos involucramos más habrá problemas.
-¿Problemas? -repitió, volviéndose hacía mí con los ojos como platos-. ¿Qué clase de problemas?
-Oh, unos terribles -exageré el tono de la voz y me senté en el umbral de la ventana, mientras le daba vueltas a un shuriken entre mis dedos, con rapidez-. Si nosotros quisimos robar ésas armas, muchos lo harán también.
-Pero...
-Pero nada. Acepté entrenar con el estirado por ti. ¿Quieres salvar al mundo? Adelante, yo te apoyo. Pero debes estar dispuesto a sacrificar muchas cosas...
Walter se espantó, se espantó de verdad. Salió de la habitación y yo sonreí. Sólo hizo falta hacerle creer que era su idea irnos. Y estaba funcionando.
Yo no quería proteger Ninjago, no quería ser un héroe, no quería ser el elegido...
Walter's POV.
Abandoné la habitación, gruñendo. Afuera estaba lloviendo, las gotas golpeaban el techo del monasterio como pequeñas piedras. Levanté la mano sobre mi cabeza, con los dedos extendidos, de manera que al estar usando mis poderes de control sobre agua no me empapara.
Una silueta femenina sobre el techo llamó mi atención. Escale por las vigas del templo para conseguir subir también.
-Escucha, yo... -la chica parecía hablar con alguien, aunque no hubiese nadie más allí-. Sé que estás molesto conmigo y... lo siento.
-¿Midori?
La chica se dió la vuelta hacia mí. Su pelo negro brillante caía con brusquedad sobre su cara, empapado.
-Yo... estaba hablando con mi hermano -admitió, sin ira en la voz, sin miedo. Sin nada.
-Descuida, yo... lo siento. No era mi intención.
-Está bien -la pelinegra se llevó una mano al codo.
-¿Y cual era el nombre de tu hermano?
-Morro.
-Sí, el sensei habla mucho de él... Eh, espera.
Extendí mi brazo y cree una especie de "sombrilla de agua" sobre nosotros, como un domo azulado que fluía a nuestro alrededor.
Midori se sentó sobre el techo y yo la imite, intentando no resbalar.
-Sonará como una locura -dijo, y por primera vez pude notar un sentimiento en su voz-, pero a veces creo que, en días ventosos como éste, él puede escucharme.
-Seguro que lo hace. A veces yo también intentó hablar con mis padres, aunque no los recuerdo muy bien. Dracko ha sido mi única familia.
Ambos nos quedamos mirando la lluvia, durante un buen rato. Recordé la conversación que había tenido con Dracko. Supuse que para estar dispuesto a llegar a extremos por algo, o alguien, primero debías encontrar una razón para luchar.
-Walter... -miré a Midori, sorprendido por el hecho de que supiera mi nombre-. ¿Alguna vez te has sentido solo... aunque estés rodeado de gente?
-Sí -respondí, regresando la vista a la lluvia-. Varias veces.
Volví a mirar a Midori. Su cabello negro ondeaba como una bandera con el viento. ¿Cómo sabes cuando has encontrado tu razón para luchar? Lo sabes... cuando la tienes en frente.
Tomé su mano, temeroso de que la chica de intensa mirada esmeralda me diera un puñetazo, pero no lo hizo.
La comisura de su labio tembló, y se elevó, formando una auténtica y encantadora sonrisa. Supuse que era cierto, y las personas más tristes tenían las sonrisas más hermosas.
Dracko's POV.
Silbe una melodía antigua, que por alguna razón era parte de mí. No sabía de dónde la había escuchado, pero se había quedado impregnada en mi mente.
Doblé con maestría mi ropa y la guarde en una bolsa de lino. Sí, ha ése paso partiríamos mañana.
-¿Dracko? -era la voz del estirado-. Hay algo que debo mostrarte antes de que partas.
No sabía cómo se había enterado, pero me daba igual. Esperan que fuese un saco de monedas...
Resultó ser que no era oro. El sensei me llevó al patio, donde había dejado de llover, y se quedó parado, viendo la nada. Luego, movió sus brazos y piernas, como si bailara, o luchara, no lo sabía, era una combinación de ambos. Unas líneas brumosas doradas flotaron en el aire y formaron un dragón. Un rayo de luz iluminó todo, momentáneamente. Cuando se despejó un dragón de verdad había aparecido. El estirado subió a él.
-¿No vienes?
Miré boquiabierto ése dragón. Sacudí la cabeza y me transformé en uno. Era más grande, así que miré con soberbia al sensei, quien ni siquiera me prestó atención y alzó vuelo. Yo lo seguí.
Llegamos hasta un hermoso templo oculto en una montaña. Jamás había visto un templo tan majestuoso.
-¿Que es éste lugar? -pregunté, recuperando mi forma humana. El dragón del estirado desapareció en cuanto tocaron tierra.
-El templo del comienzo. Espera aquí.
No me gustó la idea. Quería ver el interior, pero asentí y me crucé de brazos. El estirado volvió con algo en sus manos. Un prisma de cristal resplandeciente.
-Éste es el prisma del origen -me dijo-. Yo... lo cree, por un error que cometí... Es muy desastroso. Quiero que tú lo conserves.
El estirado me dió el prisma, ¿Que se suponía que hiciera con él?
-¿Por qué me lo da a mí?
-Porque quiero que veas que todos cometemos errores y tenemos la opción de corregirlos... o no.
-Ah, ya entiendo -me crucé de brazos-. Trata de sobornarme para que Walter y yo nos quedemos.
-No es ningún soborno, Dracko. Sé que piensas que tan solo hay un futuro para ti, ser un ladrón. Yo sé que puedes ser mucho más que éso.
-Cree que soy el elegido -masculle.
-Creo que eres lo que eliges ser.
Miré mi reflejo en el prisma sobre mis manos. Podría ser un héroe, sólo tenía que elegirlo.
-Tome -le devolví el prisma-. Será más fácil que lo proteja si está oculto.
Él sonrió.
-Hay que volver al monasterio. Creo que tienes cosas por desempacar.
-¿Sabe algo... sensei? Yo también lo creo.
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