⚫14. La voz en la noche: parte 1⚫
Zane’s POV.
Mei y yo esperamos en REX y nuestros amigos no tardan en aparecer. Por fortuna, ambos nos encargamos de apagar el fuego restante y yo reparé los circuitos y cables fundidos para no correr el riesgo de una explosión.
—Están bien —sonríe Mei.
Ella, Kai, Jay, Cole y yo nos damos un abrazo fraternal que dura unos segundos. Ronin rueda los ojos y contempla la escena con los brazos cruzados.
—¿Qué? ¿No te unes? —le pregunta Mei, una vez nos separamos.
—¿Qué tienen? ¿Cinco años? —resopla, y se da la vuelta para examinar su dirigible—. Soy un lobo solitario, querida. Ahorrense el numerito adolescente.
—Como digas, lobo —bromea la chica, pasándolo de largo.
Nos reunimos dentro del vehículo. El interior está oscuro, a excepción de la poca luz que irradian nuestros trajes. Ronin mira el interior con pesadez. Recorre las paredes metálicas con una mano y un semblante de tristeza oscurece su rostro.
—El daño no es tan grave —le digo—. Pero no podrá volar.
—Entonces sí es grave… —espeta Cole.
—¡Anda Ronin! —exclama Jay, con una sonrisa burlona—. Está bien llorar.
El mercenario gruñe.
—No es gracioso —comenta Mei, con una expresión de desaprobación, meneando la cabeza.
El pelirrojo se encoge de hombros y su boca se curva hacia abajo.
Pequeños golpecitos en el techo hacen un eco metálico. Lluvia, ha comenzado a llover. Un termómetro digital me indica que la temperatura ha descendido y enseguida noto a mis amigos rodear su cuerpo con sus brazos, temblando.
Me acerco a la rampa de entrada y extiendo una mano. Las gotas van quedando impregnadas sobre la superficie metálica. Siento el agua escurrir como seda por mi palma extendida, hasta caer al suelo. La propia selva parece deleitarse con la lluvia.
Una imagen muy antigua me hace recordar la primera vez que vi llover.
En el bosque de abetos nunca llovía, sólo nevaba. Parecía invierno casi todo el año. Así que cuando salí con mi padre a un pueblo cercano, a buscar refacciones, me asombro ver las nubes de tormenta. Eran esponjosas y grises, como el plumaje de un ave recién nacida. Un gris distinto al que estaba acostumbrado.
Mis ojos se abrieron de par en par cuando la primera gota cayó en mi nariz. El agua estaba fría y su contacto con mi cara me sobresaltó. Era una sensación desconocida para mí. No era como la nieve al caer; como un aleteo de polilla en el rostro, sino un pequeño y delicado salpicar. Una sonrisa se formó en mi rostro.
—Lluvia.
Y sonreí un poco más al decir la palabra, la cual por sí misma dejaba una sensación de agua fluyendo ente los labios al pronunciarla en voz alta.
Mi padre me había programado con el conocimiento básico de cómo luciría la lluvia, pero nada se comparaba con la sensación de experimentarla por mí mismo. Era algo mágico.
Siento el impulso de saber si PIXAL ha sentido alguna vez la lluvia, pero al intentar comunicarme con ella no obtengo respuesta.
—¿PIXAL? —pregunto, extrañado.
Parece como si algo hubiese arrancado su existencia de mí. Pienso en que tal vez la caída dañó ligeramente su unidad neuronal. Debe estar intentando restablecer su señal. Me gustaría poder compartir éste momento con PIXAL, pero no me queda más que esperar bajo la lluvia. Esperarla a ella.
Cole’s POV.
Lanzo un suspiro al ver a Kai y Jay correr hacia la lluvia, alzando los brazos y dejando que el agua les empape la cara, incluso abren la boca para tomar traguitos refrescantes. Los veo sentado en una de las cajas de madera vieja en la parte trasera de REX, desde donde está abierta la rampa.
Verlos me hace preguntarme por ésa sensación de correr bajo la lluvia que parece tan antigua y olvidada. Hace mucho tiempo solía bailar con mi madre al llover. El recuerdo me arranca una mueca de tristeza.
Levanto la cabeza al ver a alguien aproximarse a mí. Mei se detiene a mi lado, apoyando una mano en la cadera y mira a Zane, Kai y Jay como yo.
—¿Por qué no vas con ellos? —pregunto, gentilmente, con rastros de tristeza en mi voz.
—No es lo mismo si no estás allá —menea la cabeza.
Esbozo media sonrisa y siento un calorcillo agradable surgir en mi estómago. Paso una mano por mi cabello para despejar mis ojos. Una de las pocas ventajas que pude hallar como fantasma es que mi cabello no crece. Sigue exactamente igual, lo cual es bueno o ya me taparía los ojos, y no creo que existan barberías fantasma.
Me vuelvo completamente hacia ella. No puedo creer como ha pasado el tiempo, y aún así, desde que la conozco, sigue pareciendo una niña. Antes de notarlo siento mi cara relajarse, hundirse, triste. De nuevo siento ésa incesante culpa. El como hace un tiempo no pude más que verla con otros ojos. Y el como pude haberla herido.
—Mei, por el Primer Maestro. Intenta ser seria, ¿Quieres? Siempre eres tan infantil.
Incluso el mismo tono de voz que usé en ella aquel día regresa a mí. Me avergüenza. Justo ahora la miro y no puedo perdonar el haber sido tan hiriente con Mei. Acabaría con cualquiera capaz de ser cruel con ella. Y es irónico que su inocencia me parezca ahora... adorable.
Odio al destino. Justo ahora se le ocurre hacerme esto. Sentir que poco a poco... estoy enamorándome de Mei.
—¿Cómo está tu herida? —le pregunto, recordando que Cryptor la hirió con una de sus espadas y en un intento por mantener mi mente ocupada.
—Creo que estaba tan concentrada en encontrarlos que olvidé que seguía allí —murmura.
Dobla su pantalón hasta la rodilla y me doy cuenta de que el corte es más grave de lo que ella hizo aparentar. Mei es demasiado fuerte como para no haberse quejado ni un segundo.
—Siéntate aquí —le indico, poniéndome de pie.
—¿Qué vas a hacer?
—Ya verás.
Le doy un golpe con el brazo al botiquín de primeros auxilios pegado a una pared, para que se abra. Es un increíble alivio que Ronin haya decidido comprar uno, aunque después de estar en tantas misiones con nosotros ni siquiera debería extrañarme. Tomó un desinfectante en aerosol y una venda.
Me arrodillo frente a Mei e intento curar su herida. Un semblante serio surca mi rostro, cuando la vendo. Puede que no tenga mucha experiencia en esto, pero podría ser un peor doctor, al menos eso opino yo.
—Cole —me llama Mei, divertida. Levanto la mirada y encuentro una sonrisa dulce y radiante surcando su rostro—. Ya aprendí a curar.
Me rio. Tal vez por los nervios, o tal vez es una risa natural.
—Lo sé, por eso quise curarte. Seguro ayudarás a un montón de personas y yo sólo quería… —dejo de intentar desviar la mirada y me fijo en sus ojos color mar—. Quería cuidarte a ti.
Mei sonríe y sus mejillas se encienden. La veo inclinarse hacia mí e incluso yo me levanto del suelo. Sus pestañas se cierran como abanicos. Y me detengo en seco, recordando un detalle importante. Que soy un fantasma. Me pongo de pie de un tirón, avergonzado.
—Gracias, Cole —murmura Mei, con tristeza—, por la venda.
Me vuelvo hacia ella con una expresión de dolor, pero las palabras no salen de mi boca. Si no fuera un fantasma las cosas serían diferentes. Tomaría a Mei de la mano y bailariamos al compás de la lluvia. Me atrevería a enfrentar lo que siento. Pero como sí soy un fantasma la única opción que me queda es resistirme y tal vez así sea menos doloroso.
Ronin's POV.
Me había costado años de ahorro y trabajo duro conseguir a REX. Yo mismo me las había empeñado en construir mi dirigible, y el hecho de que el destino pueda arrebatarte eso en segundos…
Dejo caer mi puño contra el tablero. Cybermad me las va a pagar, con todo e intereses, si es necesario. Mi vista cambia hacia las gotas que escurren por el parabrisas. Noto un par de reflejos en el cristal, hablando en la parte trasera de REX.
Oh, no. No quiero escenitas de telenovela en mi dirigible.
Camino hacia ellos con el ceño fruncido y los brazos a los costados, pero Mei y Cole me miran con extrañeza. Parecen hablar normalmente.
—¿Qué pasa? —me pregunta el pelinegro, como si me hubiera vuelto loco.
Abro la boca para responder, pero mis palabras van dirigidas hacia los tres personajes que quieren entrar todos mojados en mi REX.
—¡Oigan, alto ahí! No crean que los dejaré pasar como vienen.
Busco entre las cajas hasta dar con tres mantas de colores distintos.
—Si le meten lodo a REX los pondré a limpiar por un mes. ¡Séquense con esto!
Les lanzo las mantas a los tres. Así está mejor. Sé que mi dirigible esta descompuesto, pero me gustaría mantener en buen estado lo poco que quedó en una pieza.
—¿Lograste hacer que REX vuele? —me pregunta Kai, mientras se talla la cabeza con la manta.
—No hago milagros. Estaba intentando reparar el comunicador —me vuelvo hacia el tablero con cables sueltos y tuercas regadas—. Me temo que no me fue muy bien.
—Entonces, no nos queda más que esperar a que nos encuentren —suspira Cole, triste.
—¿Les digo algo? —pregunta Jay, con la manta al hombro—. Que somos como una familia. Ronin es el tío cascarrabias, Mei como la mamá, Zane es el papá robot, Cole el hermanote mayor, Kai el de en medio…
—Y tú el primo insoportable —bromea Cole, con malicia.
Lanzamos una carcajada.
Miro la rampa abierta. Una corriente de aire entra de vez en cuando con un alarido.
—¿Saben qué? —les digo, sin verlos—. Vamos a necesitar encender una fogata.
Kai’s POV.
—¿Es posible forzarte a despertar en un sueño? —pregunta Jay, de repente.
Estamos reunidos en torno a una fogata que encendí dentro de REX, usando algunas cosas viejas de Ronin, aunque lo suficientemente cerca de la rampa de salida como para dejar escapar el humo.
Miro hacia afuera y me pregunto qué hora será. Ya ha dejado de llover y unos tonos pastel hacen brillar la alfombra de hijas caídas y provocan que todo adquiera un tono cálido. Deben ser como las siete de la tarde.
—¿Por qué preguntas? —murmuro, mientras mastico mi trozo de carne seca, que es lo único que tenía Ronin aquí para comer.
—Por lo que hablamos, sobre las pesadillas.
—Si tienen un mal sueño los despertaré —sonríe Mei. La piel de su cara parece bronceada, pero es sólo por el reflejo de las llamas en ella—. Los despertaré con un chorro de agua.
Lanzamos una carcajada, hasta Ronin.
—Recordé algo —menciona Cole, feliz—. Ésa vez en que tuvimos que comer salamandra.
—Habla por ti —alimento el fuego con el empaque de la carne—. Fuiste el único que le dio un bocado.
—Eje-je… sí, el único… —a Jay se le dibuja una sonrisa ladeada.
El pelinegro ríe.
Recuerdo que no me importó la mala cena que íbamos a tener, sino que Zane no estuviera. Siempre es malo cuando falta uno de nosotros, por eso justo ahora me permito sonreír.
—¿Creen que Nya nos esté buscando? —pregunto, poniéndome serio.
Las llamas danzan frente a mí con un brillo divertido.
—Depende —responde Mei—. ¿Aun le debes dinero?
—Muy graciosa. Pero hablo enserio.
—Claro que sí —dice Zane—. Ella, el sensei Walter... puede que estén camino hacia acá.
Jay bosteza y se recuesta en la pared, con los brazos detrás de la cabeza.
—¿Qué les parece si alguien hace guardia mientras el resto duerme un poco? Luego cambiamos —sugiere, antes de que otro bostezo tome lugar en su boca.
—Me parece que es la idea más sensata que has tenido en todo el día —bromea Cole, y lo segundo con una carcajada.
—Yo montaré la primer guardia —se apunta Zane, poniéndose de pie y caminando fuera de REX.
Todos tomamos nuestro propio lugar donde sea que encontremos un sitio cómodo. Me acurruco cerca de donde debe estar un generador de energía, porque siento un calorcillo agradable en mi espalda.
—Bueno, fue un día largo —resopla Ronin, desde la cabina—. Duerman bien, ninjas y cuidado con las pesadillas.
Zane’s POV.
Me siento de cuclillas esperando conseguir traer de vuelta a PIXAL. Sin nada más que mi propio sistema, navego por la basta red de información pero no encuentro nada.
Parpadeo un par de veces y la selva vuelve a aparecer en mi visión, primero semi borrosa, después se aclara. Todo luce en perfecta calma. Inclusive escudriño el basto cielo oscuro. Las estrellas y la luna me devuelven la mirada.
De pronto, una tenue brisa recorre los alrededores. Los árboles se tuercen, como si se volviesen hacia mí. Me pongo de pie de un tirón.
—Por aquí —una voz suave como el viento suena de repente. No sé como describirla. Suena como el canto de mil aves, como la brisa de verano.
No sé a quién pertenezca.
Sólo sé que me está llamando.
Mei's POV.
—Chst, hombre ¡Despierta! —muevo a Cole un poco. Gira y queda boca arriba.
Mis ojos irradian esperanza al verlo abrir la boca, pero lo único que sale es un sonoro ronquido de oso. Pongo los ojos en blanco. Planto ambas manos en las caderas y frunzo el ceño. Y ellos prometieron que si algo pasaba se despertarían enseguida...
Me vuelvo hacia los otros tres. Jay abraza una caja pequeña, murmurando cosas, al otro extremo de la pared, está Kai, con un hilillo de baba que fluye de su boca como una catarata y al final está Ronin, dormido en la silla de piloto, su sombrero negro le tapa la cara y se eleva cada que sale un ronquido de su boca. Que afortunada soy, tengo un boleto de primera fila en el concierto de los "cuatro durmientes".
Entonces, mi vista regresa a la rampa abierta de REX. Salgo a buscar a Zane, pero igual que antes, no lo encuentro. ¿Qué tal si algo se lo llevó? Aprieto los ojos, me esfuerzo por ignorar mi inseguridad y camino hacia la selva.
—Que lista que eres, Mei —me reprendo, en voz alta—. Eres toda una cabezota....
El REX va quedando detrás de mí, perdiéndose en la espesura de la selva. Ahora estoy por mi cuenta, al menos hasta hallar a Zane. Como sea, abandonarlo no es una opción.
Cybermad's POV.
Las linternas alumbran el camino. La luz hace que las figuras distorsionadas cobren sentido. Ya no son monstruos o criaturas rapaces con largas zarpas y colmillos afilados, sino sólo las sombras de los árboles.
Nos adentramos en silencio por el laberinto de Hiroshi, llevando con nosotros al maestro de la naturaleza, que arrastra cadenas al seguirnos. Me vuelvo hacia él y unas arrugas se forman en mi frente. Por un instante siento un impulso de liberarlo, pero enseguida recuerdo lo que los maestros elementales le hicieron a mi familia y me reconforto con verlo sufrir en silencio.
—¿Le tienes miedo a la oscuridad? —escucho a uno de los secuaces preguntar.
—Claro que no —responde otro, mostrando los dientes.
Las gafas de visión nocturna le dan a todos un aspecto bizarro. El general Clyde de rastreo junta las cejas, bramando que guarden silencio. Su estatura es descomunal. Lleva la cabeza afeitada excepto por una pulgada de ancho en el centro, de cabello oscuro cuál carbón.
—Pues deberían —siseo una voz.
La mayoría de los secuaces saltan pegando un grito. Por mi parte permanezco de pie, serio, sin inmutarme. Me vuelvo hacia la sombra de Nightmare que se parte de la risa. Lanza carcajadas entrecortadas y secas y duras.
—Señor, encontré unas huellas —me informa Lyza, una Cyborg alta de cabello negro trenzado.
Me acerco a examinar. Solo parecen huellas de una persona y a juzgar por el charco de agua dentro del barro hundido deben ser recientes. Frunzo el ceño. Las únicas personas que pensaría capaces de venir al laberinto de Hiroshi son los ninjas y según Cryptor estaban en Stiix en la mañana. Además, no creo que tuvieran idea de que estaríamos aquí.
—¿Pasa algo, compi? —pregunta Nightmare, apareciendo tras de mí.
Me vuelvo hacia el maestro de las pesadillas, levantando el cetro para que no se hunda en el barro. Escudriño su expresión. Una sonrisa maliciosa surca su rostro pálido.
—Los trajiste aquí —afirmo, con seriedad.
—¿A quienes?
—Los ninjas.
—Ooooh —sus ojos se agrandan—. ¿Ellos están aquí? Que coincidencia.
Mantengo la compostura, con los hombros rectos y la barbilla erguida. Sé diferenciar cuando mi socio miente, y es que parece intencional su barbarie de exagerar la voz y los gestos. Paso una mano por uno de mis bigotes perfectamente afeitados. Sé podría decir que me hace bajar los humos.
—¡Zane! —un grito atraviesa la selva.
La voz es joven y femenina. Un timbre delicado pero con fuerza a la vez, que me hace recordar al romper de las olas. Una marea en calma que colma fuerza al golpear las rocas.
—Una ninja —digo, mirando a la docena de Cyborg que me acompaña.
—¡Zane! —vuelve a gritar la chica. Sé escucha más cerca.
—Es la morada —me dice el general Clyde.
Estudio la selva con la mirada, sopesando planes en mi mente.
—Sigan el camino —ordeno, en voz calma—. Me encargaré yo mismo.
Mei’s POV.
Cuanto más me adentro en la selva más pienso que debo estar cerca de Zane. Lo cierto es que ha estado algo raro desde que no pudo invocar su dragón elemental. Me siento mal por ello, eso pudo haberle afectado más de lo que debe haber querido aparentar. ¿Y si eso provocó que se marchara?
Creí que todos estamos algo afectados últimamente. Saber que Lloyd lidia nuevamente contra otra fuerza maligna no nos deja pensar con claridad. Al menos yo no he dejado de pensar en él.
Un crujido me sobresalta.
Tomo de inmediato el hacha en mi espalda. Escudriño la selva, árbol por árbol. Una silueta avanza hacia mí. Está demasiado oscuro como para poder distinguir sus rasgos con claridad, al menos hasta que de acerca lo suficiente.
—¿Quién es usted? —pregunto, ladeando la cabeza.
Parece ser un sensei joven. Tiene una barba color castaña que flota sobre su kimono verde claro. Todo en él irradia salud. Verlo me recuerda a mi propio sensei y un sentimiento de tristeza tamborilea en mi pecho.
—Descuida, no representó una amenaza —me asegura. Su boca se curva en una sonrisa amistosa.
Dejo el hacha en mi espalda, peto sin bajar mucho la guardia. ¿Por qué hay alguien más en éste lugar? Luce tan conectado con la selva que casi parece una parte de ella.
—Bueno, ¿Y quién eres tú? —me pregunta el hombre.
Hago malabares entre la opción de confiar o no. He metido a los chicos en más de un lío por confiar de más. Claro que eso no significa que me vaya a dar el lujo de bajar la guardia por completo.
—Soy Mei.
Me inclino para formar una reverencia, como señal de respeto. El hombre también agacha la cabeza, devolviéndome el gesto.
—Yo soy Hiroshi.
Zane's POV.
La voz hace que avance hacia la cascada. Sé que es una cascada, soy un nindroide, pero algo me dice que es más que eso.
Trato de buscar apoyo en Pixal, que me diga que no estoy imaginando esa voz, igual a cómo creí que había un dragón en la Isla de Chen. Pero no consigo comunicarme con ella, por alguna razón.
Salto al agua y nado por debajo de la cascada. Al principio, el agua golpea mi espalda fuertemente, pero más tarde ésta sensación desaparece conforme me adentro a una cueva oculta tras la cascada. ¿Debería continuar? ¿Debería seguir a... nada, en específico, a pesar de que mi cabeza me dice que no siga, que es peligroso y que las estadísticas están en mi contra?
<ßSé una hoja en el viento, Zane, no luches contra tus instintos, déjate fluir>>.
Asomo la cabeza del agua. Efectivamente, el suelo de roca yace delante. Uso mis brazos para apoyarlos en la roca y salir.
--Por aquí --me llama la voz sin nombre.
Avanzo sin estar muy seguro sobre esto. Ninguna persona se atrevería a seguir una voz que no está muy seguro de que exista. Que bueno que soy un nindroide.
En un punto me doy cuenta de las raíces bajo mis pies, ahora que lo pienso, han estado ahí todo el camino. He pensado demasiado y no las había notado, hasta ahora...
Sigo las raíces y la voz hasta un lago subterráneo. El camino por el que voy avanza y se divide en varios caminos más que conectan pequeñas islas circulares.
Continúo avanzando en línea recta, el sendero tiene setas brillantes dispuestas a los extremos que cambian a un color azul brillante mientras camino, hacia un enorme y majestuoso árbol al fondo.
Sus raíces sobresalen del suelo musgoso y se entrelazan unas con otras formando una tupida res que parece unir todo. Su tronco está parcialmente oculto por una corteza café llena de desconchones, como si estuviese mudando de piel. También, las ramas, que se elevan con orgullo hacia lo alto se enredan unas con otras y sus hojas...
Lanzo una exclamación de asombro.
Las hojas de éste árbol son muy grandes; tanto, que cualquiera de las más pequeñas podría cubrir ampliamente el rostro de una persona, como una máscara. Tras observarlas cuidadosamente, descubro, asombrado, que se mueven lenta y cuidadosamente. Y no es a causa del viento.
Puedo jurar que el árbol se está girando voluntariamente hacia mí.
--Pero ¿Cómo es posible? --espeto.
--No lo es, por eso es que te sorprende tanto --el aire silba entre las hojas del árbol. ¡El árbol me está hablando!
<ßPero... ¿Cómo es posible?>>, vuelvo a preguntar en mi mente, una vez más con la esperanza de recibir una opinión de Pixal.
--Mi mente dice que no es posible --admito.
--¿Y tú corazón?
--No debería escucharlo, mi mente SIEMPRE tiene la razón.
--Esperaba otra respuesta, viniendo del ÚNICO nindroide con un corazón --el aire repiquetea en las hojas y extrañamente me recuerda a una carcajada--. Por algo tienes corazón, Zane, úsalo.
No puedo decir si me extraña más que sepa mi nombre... ¡O que él hable!
--El corazón es tu verdadero centro. La cabeza no es más que la periferia. Vivir en la cabeza es vivir en la circunferencia, sin ser consciente siquiera de las bellezas y tesoros que hay en le centro. Vivir en el corazón y usar la cabeza cuando la necesitas es inteligencia.
Jamás lo había visto así.
--Zane, sé que no viniste solo, que trajiste a tus amigos, pero necesito que me escuches tú primero. Éste lugar oculta secretos, la verdadera joya está protegida por mí.
--Creí que la joya era la cascada --admito. Pensando en Lloyd.
--A veces debes ver más allá de lo evidente. Si notas lo que nadie más nota, sabrás lo que nadie más sabe. Zane, estoy muriendo.
--¿Alguien te hirió? ¿Lo hace ahora?
--No es eso. Yo estoy aquí para proteger la joya hasta que alguien que la merezca la encuentre. Y ése, eres tú.
Está muriendo, por mí.
--No veas la pérdida como algo malo --me dice, como si hubiese leído mis pensamientos--. Cumplí con mi misión, ahora necesito que tú protejas la joya.
Lo medito un poco y luego, respondo.
--Honestamente no creo poder hacerlo. Creo que pierdo mis poderes.
--Los pierdes porque tienes miedo a ser diferente. Las diferencias no son malas. Las diferencias nos fortalecen. Si las piezas de una máquina quisieran funcionar simultáneamente, en dos sentidos, se perdería la sincronización y la máquina terminaría rompiéndose.
--De acuerdo, te doy mi palabra, protegeré la joya.
Hago una reverencia, el árbol se inclina un poco, como si me la devolviera
--Ojala pudiese decirle a Pixal...
--¿Pixal?
--Es mi amiga no he podido hablar con ella desde que...
--Zane --me llama el árbol, me vuelvo hacia él--. Les están tendiendo una trampa.
Mei's POV.
¿Hiroshi? ¿Ése Hiroshi? ¿El mismo explorador que logró salir de aquí y al que le debe su nombre el laberinto? ¡Es imposible! Según sé ése hombre debe haber muerto hace años. No hay razón para que esté parado, hablándome, justo delante de mí, ¡Hablándome!. Ya está, me golpeé muy feo en la cabeza al caer.
Tomo aire. Si los barcos vuelan, hay reinos simultáneos y nindroides con el corazón más puro que un hombre, todo debe ser posible.
—¿¡Eres ése Hiroshi!? —exclamo.
—Así es.
—¿Cómo...?
—¿Sigo vivo? Mei, éste laberinto esconde muchos secretos, por eso regresé aquí, para descubrirlos todos.
—¿Y hay una fuente de la eterna juventud o algo así? --bromeo, incrédula y cruzándome de brazos.
—Exactamente.
Wow. ¿Pues cuántos metros me caí...?
—La fuente antes era un lugar al que cualquiera podía acceder, hasta que... —el gesto de Hiroshi se transforma en uno de pena y miedo—. Él llegó.
—¿Él?
—El árbol. No sé cómo ni por qué pero lo infectaron con materia oscura. Era un árbol común hasta que eso pasó. Y entonces se encarga de todos los viajeros.
Hiroshi inclina la cabeza. Creo que ya sé quién lo causó: Cybermad.
—Pero... mis amigos siguen aquí.
—¿Estás segura? Bueno, debo decirte, su estrategia es dividirlos y luego... Mei, prométeme una cosa.
Lo miro a los ojos. Siente pena de verdad.
—¿Qué cosa?
—Si te llama... no vayas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro