Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⚫11. No te confíes.⚫



Jay's POV.

Déjame aclarar algo antes que nada, tomamos prestado el Invizable, no lo robamos. Es un auto genial, se puede pude transformar en toda clase de vehículos u objetos para pasar desapercibido... ¡Incluso se hace invisible! De ahí el nombre.

—¿Cuánto Zane? —pregunta Kai, mientras conduce al Invizable por las calles.

—Aproximadamente dos horas hasta que el sensei Walter note nuestra ausencia.

—Es una bendición que me haya tomado media hora conducir hasta acá —nos dice el castaño, viendo por el espejo retrovisor.

Se acomoda los lentes de sol y acelera a tope.

Me pongo cómodo en el asiento. Es cierto que la primera vez que venimos nos tomó un día entero. Claro que antes no sabíamos cómo llegar y no contábamos con éste vehículo ultra moderno.

—¿Saben qué? —dice Cole, del otro lado del vehículo—. Comienzo a pensar que puede no ser una buena idea…

—¿Por qué lo dices? —pregunta Mei, que está sentada entre ambos.

—¿Qué por qué lo dig- ¡Por qué lo digo!? —exclama, apanicándose—. ¿Cómo escondes a un fantasma… o a un nindroide? Aún con los disfraces a las personas les parecerá sospechoso vernos.

—Él tiene un punto —murmuro.

—Tranquilo. Si alguien pregunta se nos ocurrirá algo —le dice Mei, con calma, poniendo una mano sobre su hombro—. Aún así, Kai…

—¿Sí?

—Mejor estaciona esto cerca.

Según nos dijo Ronin una vez, en Stiix se establece todo tipo de gente, y se sirven de una red de pasarelas y desvencijadas planchas de madera para conectar sus barcazas y lanchas. Incluso escuché decir que puedes caminar más de un kilómetro sin llegar a poner un pie en tierra firme. Los comerciantes ricos construyen amplias plataformas que llevan directamente a sus almacenes, mientras que los pobres luchan por establecerse donde se pueda.

—Aquí, cubre tu cara con esto —le dice Mei a Zane, teniéndole el sombrero de su disfraz. Camina hacia donde está Cole y lo tapa para que un hombre que camina hacia nosotros, en dirección contraria, no note que es un fantasma.

—Entonces…. ¿Ronin sigue teniendo su tienda donde siempre? —pregunto, pensando en que fue destruida ante el ataque de Morro.

—Eh, sí —responde Kai.

El castaño limpia sus lentes de sol con la blusa tipo Polo blanca. Si, blanca. ¿De qué serviría usar ropa del mismo color de nuestros trajes ninja? Eso haría mucho más fácil que nos reconocieran. Además, Borg nos dio la ropa, por eso estamos todos tan elegantes… lo cual quizá explique las miradas raras que nos dirigen las personas de Stiix… La blusa y falda de Mei se las prestó la esposa de Borg. Así es, tiene esposa.

—Ugh, ¿Qué es ese olor? —masculla Mei, arrugando la nariz.

—No me mires a mí. Sí tomé un baño... este año —digo con una sonrisa.

—Tranquilo Jay, no tienes el viento en contra, ese olor debe venir de otro lado... —me reconforta Zane.

—¿Cómo de todos lados? —pregunta Kai—. Este lugar es un desembarcadero de barcos pesqueros.

—Por eso hay que encontrar a Ronin y salir de aquí rápido —dice Cole algo nervioso, al pasar junto al último de los grandes barcos que flotan al final del muelle.

—¿Por qué estás tan preocupado? —le pregunto—. Cyrus Borg dijo que tu traje te protege del agua.

—Am... aún así me da algo de miedo.

Continuamos más allá de los muelles exteriores, hasta el mercado flotante. Nos detenemos frente a un local con paredes de un color verde seco manchadas de moho y salitre. Sobre la puerta cuelga una jaula de pájaros que deja oír un chirrido quejumbroso cuando la mueve la brisa.

—¡Bien! Ronin… re-decoró —menciona Mei. Toca la pared con su mano y hace una mueca ante la mugre que se le ha quedado pegada a los dedos—. Eh…

—Ten, límpiate con esto —Cole le ofrece un pañuelo, como todo un caballero. Uy sí.

—Supongo que aquí empieza todo —dice Zane, mirándonos.

Observo los rostros de mis amigos. Aún bajo sus disfraces distingo las mismas facciones en las que reparé el día que los conocí.

Kai asiente y empuja la puerta.

Entramos sigilosamente. La luz se filtra fácilmente por las tablas separadas que hacen de techo. Distinguimos las manchas del piso y los estantes repletos de chucherías.

—Creo que Ronin no está —digo, frunciendo el ceño.

—Tal vez es su hora de descanso —sugiere Mei.

Todos volvemos hacia Kai, que está cruzado de brazos, en la entrada.

—¿Qué sugieres que hagamos? —le pregunta Cole—. ¿Esperar?

—Zane, ¿Cuánto nos queda?

—Una hora con quince minutos. Aunque reduciendo el tiempo estimado de regreso a la ciudad… Cuarenta y cinco minutos.

—Hay que esperarlo —nos dice el castaño—. Sólo cinco.

Cole’s POV.

Como no hay otra cosa que hacer aquí, nos ponemos a revisar la mercancía de Ronin. La mayoría es basura que me hace preguntarme si realmente existirá alguien que quiera comprarla, pero por otro lado, si buscas encuentras una que otra cosa interesante.

—Espero que Zane no se haya equivocado —murmura Mei, a un lado mío—. Ojalá mi padre no haya vuelto, aún.

Examino una caja de música que me trae algunos recuerdos. Creo que cuando era niño mis padres tenían una igual.

—Es un nindroide —le digo, aún concentrado, intentando encontrar la perilla que hace sonar la caja—. Los nindroides no sé equivocan.

—Tienes razón.

Algo me deslumbra un ojo. Parpadeo varias veces y dejo la caja de música donde estaba. Me vuelvo hacia Mei y me doy cuenta de que sostiene un lindo cristal pequeño contra la luz. Su interior refleja vetas de colores, pero no es eso lo que llama mi atención. Los propios ojos de Mei parecen haberse encendido, con un brillo que hace opacar al del cristal.

—Am… ¿Cole? —se acomoda un mechón castaño tras la oreja, sonrojada.

La noto titubear, como si quisiera desviar la mirada. No comprendo el porqué. ¿Cuál es la razón de que me evite cuando mis ojos se encuentran con los suyos? ¿Acaso está molesta conmigo, por lo que dije aquella vez? He pensado cientos de veces en ello. Le he dado vueltas en mi cabeza, como a un reloj buscando el modo de hacerlo funcionar en reversa. Sé que no debí haberle dicho aquello. Tampoco soy lo suficientemente fuerte para decirle cuánto lo siento, y cuán equivocado estaba.

Parpadeo.

—Eh… ¡Oh, sí! Perdón, yo —comienzo a buscar algo con la vista, detrás de ella—… estaba viendo la… —algo dorado en un estante llama mi atención. Cuando lo reconozco me quedo estupefacto—… ¡La copa Blade!

—¿Eh?

Avanzo hacia el estante y la tomó entre mis manos.

—Es increíble que aún esté aquí —exclamo, asombrado—. Quiero comprarla.

—Es lo que me gusta oír, porque yo quiero venderla —habla una voz, detrás del mostrador.

Puede que su traje haya cambiado, pero se trata nada más y nada menos que de Ronin. Se acomoda el sombrero negro para que podamos ver su cara.

—Es una pieza clásica de museo.

—A puesto a que el precio también es de museo ¿no? —bromea Kai.

El mercenario abandona su lugar y nos recorre a todos con ojo crítico. Zane y yo nos esforzamos por ocultarnos detrás de unos estantes, porque basta solo un vistazo a nuestras caras para reconocernos. Y Ronin no es de fiar.

—Ah, ustedes parecen gente con… clase —casi podía apostar a que diría dinero—. Oferta especial para ustedes. Son doscientos.

—¿Y si tenemos doscientos serán cuatrocientos, no? —pregunta Mei.

—Un segundo… —Ronin se acerca hacia ella, con las cejas enarcadas—. ¿Mei?

La chica intenta cubrir su cara con su sombrero, pero Ronin ya ha pasado a revisarnos a los demás y creo que por su mirada ya sabe quiénes somos…

—¿Jay?, ¿Kai?, ¿fantasma? Y mr. Tin Man. ¿Qué hacen aquí? Siempre que vienen hay problemas y sospecho que no vinieron a comprar nada.

El mercenario frunce el ceño. Me quita la Copa Blade y la regresa al estante. No es justo, en verdad pensaba comprarla...

—Pff, no venimos por tu basura Ronin, queremos hacerte unas preguntas —le dice Jay.

—Y yo no quiero contestarlas...

Un ruido interrumpe la conversación, viene de fuera. Zane reacciona antes que todos y nos empuja dentro de una habitación consecutiva. La puerta está entreabierta por lo que podemos ver quiénes entran, y no parecen ser clientes comunes, son los secuaces de Cybermad.

Kai's POV.

—¡Zane, tienes tu codo en mi ojo! —digo en susurro, molesto.

—Ups... lo lamento.

—¡Jajajajaja! —se ríe Jay.

—Shhh —nos calla Cole.

Trato de inclinarme un poco más para ver mejor. Ronin está parado detrás del mostrador y frente a él no solo están los cuatro Cyborg que intentaron secuestrar al padre de Mei hace unos días, sino que los acompañan otros tres Cyborg... y...

—¿Ese no es Cryptor? —pregunta Mei.

Entrecierro los ojos, forzando mi vista. Ése montón de chatarra es muy fácil de reconocer, después de todos los problemas que nos causó no se olvida su "rostro"... si es que los nindroides de su tipo tienen rostro...

—Eso parece.

—Aunque su nuevo traje está genial —dice Jay. Todos lo miramos con los ojos en blanco—. ¿Qué?

—¿Éso es en lo que piensas? —pregunta Mei, juntando las cejas.

Aunque sí, tengo que admitirlo, su traje si es genial. Un kimono negro con aplicaciones rojas bajo una armadura que parece capaz de detener a un tráiler en movimiento y claro, igual que los trajes Cyborg, están ésas vetas de luz púrpura que lo recorren, suben y bajan como un río fluyendo por el traje.

Dejo de concentrarme en éso y pongo atención a la escena.

—¿En qué puedo ayudarlos? —pregunta Ronin.

—Tú sabes en que —dice Cryptor. Hacía cuánto que no escuchaba ésa voz mecánica y cavernosa—. Te robaste algo del jefe y debes devolverlo.

—No sé de que me hablas.

—Registren el lugar —ordena Cryptor.

Todos los Cyborg menos uno se mueven. Su cabello naranja está peinado hacia arriba como si hubiese recibido una descarga eléctrica, y es eso lo que me hace reconocerlo. Verlo ahí parado me trae recuerdos de la noche en que vimos a Lloyd...

—¿Ah perdona, me hablabas a mí? —pregunta ese cyborg.

—¡Ben! —grita una chica de pelo rosa.

El de pelo naranja mira a Cryptor como si quisiera poner a prueba su autoridad. No se mueve ni siquiera un poco.

—Recuerda que yo soy ahora tu superior —ladra Cryptor, sin inmutarse.

El Cyborg frunce el ceño y comienza a buscar como los demás. Uy, que genio. No quisiera tener un jefe así...

—Oye, eso es invasión a la privacidad —dice Ronin

Abandona su puesto y hace lo posible por poner sus cosas justo donde estaban, pero con siete Cyborg regados por la casa de empeño como hormigas buscando comida es bastante difícil.

—Eso no te importó cuando robaste... —Cryptor toma un frasco que contiene una luz azul—, esto.

Éso me parece familiar. Sé que de algún lado lo he visto, pero en estos momentos no puedo recordar bien de dónde. Dónde, dónde...

—Esa es la fuente de energía de Pixal —nos dice Zane.

¡Claro!

Zane cedió la mitad de su corazón para que la chica androide pudiese seguir funcionando. Pero, después de que Chen se los llevara a ambos y nos reunieramos con Zane, él nos dijo que Pixal había sido desmantelada y en realidad nunca se supo que pasó con ése "medio corazón". Hasta ahora...

—¿Para qué querría Cybermad éso? —pregunta Cole, en voz baja.

—Ah, ¿Tal vez para impulsar a los Cyborg? —dice Jay, sarcástico.

—Oh, no. Los Cyborg son impulsados por materia oscura —menciona Zane, como si nada.

—¿¡Qué!? —exclama Mei.

Miro con nerviosismo hacia la puerta, esperando que no nos hayan descubierto. Por fortuna, parecen seguir en sus cosas, peleando con Ronin y éso.

—Shhh —susurramos Zane, Jay, Cole y yo.

—Perdón... ¿Qué?

La voz del general nindroide hace que regresemos nuestra vista hacia el mostrador, donde todos los Cyborg se han reunido en torno a Ronin.

—Bien, ahora sólo me encargaré de ti —Cryptor levanta su puño para darle una paliza a Ronin.

—¡Hay que hacer algo! —dice Mei, solo ella no disfrutaría con un momento así.

—¿Tenemos que hacerlo? —pregunto, divertido.

—Sí —responde Zane empujándome para que salga.

Consigo dejar de tambalearme y mantenerme de pie, pero sólo dura unos segundos hasta que el resto de mis amigos me empuja. Los cinco terminamos cayendo justo frente a Cryptor y los Cyborg.

—¿Ustedes quiénes son? —gruñe Cryptor.

—Eh... —musito, angustiado.

Trato de pensar en algo rápido, cualquier cosa. Esto definitivamente no está resultando como creí...

—¡Turistas! —grita Jay, poniéndose de pie. Súper, un peso menos sobre mi espalda...—. Mi nombre es Tom Ate, el que está algo verde es César Aderezo —se acerca a Cryptor y murmura—, está algo verde porque tiene vértigo, ella es ah... Ann Choa y él —añade sujetándome por el brazo—, es All Bondiga.

—¡Oye!

—¿Y esté quién es? —pregunta Cryptor señalando a Zane.

—Ese es el mayordomo que construí, así es, soy un gran inventor.

¿Mayordomo? Los nombres de comida están medio mensos pero está vez sí se pasó.

Nos ponemos de pie. Miro a ésos cuatro Cyborg que ya habíamos visto antes, mientras Jay sigue con sus mentirotas.

—Oigan —susurro—, ustedes...

La chica de pelo rosa al hombro lanza una exclamación, cuando bajo mis lentes de sol.

—Es el ninja rojo —murmura, viendo a sus tres amigos. Voltea hacia Cryptor y me muerdo el labio inferior esperando que no le diga. No lo hace.

—Ustedes fueron a quienes perseguimos ése día en la ciudad.

Siento rabia al decirlo, pero si ninguno de ellos me ha delatado con Cryptor supongo que puedo dejarlo pasar y, quién sabe, tal vez tener aliados del otro bando nos sea útil...

—Sí, me llamo Clyde —responde un grandullón—, la chica se llama Jinx...

—Hola, bombón —me dice con aire soñador... ¿Okay? Supongo que no puedo evitar ser tan irresistible.

—Agh, que asco —gruñe un Cyborg rubio, rodando los ojos.

—Él chico listo es Dayne —continúa Clyde—, y Ben es nuestro líder, aunque ya no sea el general.

—¡Oye, demasiada información! —exclama el de pelo naranja.

Cole's POV.

Puede que esté mal admitirlo, pero es bueno que Cryptor esté demasiado ocupado intentando acabar con Ronin que ni siquiera detecta las mentiras de Jay. Creo que se les olvidó ponerle un cerebro cuando lo volvieron a ensamblar…

—De acuerdo, Tom, éste asunto no es contigo así que saca a tus amigos de aquí y ¡Lárguense! —vocifera Cryptor, apuntando hacia la puerta con un brazo.

—Ah… ¿Quién es Tom? —pregunta Jay, confundido. Primer maestro, necesito paciencia.

—Ejem —carraspea Mei, disimuladamente. Se acerca un poco a Jay y le dice en voz baja—. Tú…

—¿Qué? ¡No!

—¿No? —gruñe Cryptor, empezando a sospechar.

—¡Sí! —grita Jay, con una sonrisa forzada.

Muy tarde… Cryptor ya nos mira como si nos estuviera escaneando.

—Disculpe, es que tiene memoria a corto plazo —sonríe Mei, con inocencia.

—¡No más mentiras! —el nindroide enfoca su vista en ella. Zane, Jay, Mei y yo empezamos a retroceder poco a poco—… ninja morada.

—Supongo, que esta es la parte en la que corremos —dice Jay en voz baja.

—¡No irán a ningún lado! —exclama Cryptor, desenfundando sus espadas.

El brillo del metal me cega. Las veo acercarse a mí. Las hojas semi azules me provocan pavor. Deep stone, el único material capaz de acabar con un fantasma.

Sin embargo, no me atraviesa.

Alguien se interpone entre Cryptor y yo. El hacha de Mei detiene a penas ambas katanas de Cryptor, que forman una equis sobre el filo de cristal púrpura. Noto que los músculos de Mei se tensan. Le cuesta mantener por mucho tiempo más el golpe. La fuerza de Cryptor es descomunal, lo sé. Lo percibo. Y Mei hace un trabajo excelente.

Una persona -que sólo puede ser Jay- tira de mí. Lo aparto, sin poder despegar los ojos de la chica que está defendiéndome. La chica que una vez me atreví a juzgar mal y cuyas fuerzas están superando a las de éste nindroide. Sus pies se deslizan. Sus brazos tiemblan. Mis manos se cierran en puños. Lo atacaré, justo en el momento oportuno.

—¡Cole salgamos de aquí! —grita Jay, en mi oído. Y es sólo un segundo el que me distraigo.

—¡Agh! —el grito de Mei me hace girar rápido. Tiene un corte a la altura de la rodilla que no se ve nada bien…—. ¡Vamos! —exclama, apretando los dientes y dándome un empujoncito para salir, pero sin fuerzas. Porque no sabe si es más importante que salgamos o intentar cortar la sangre que le sale de la herida que una de las espadas de Cryptor le ha abierto.

Corremos hacia la puerta. Los Cyborg obstruyen la entrada. Ni siquiera hace falta pelear, cuatro de esos siete se hacen a un lado y la entrada queda libre. Giro la cabeza, extrañado, cuando salimos disparados hacia el Invizable. No entiendo por qué nos ayudan, pero ¿quién rechaza la ayuda en momentos así?

—¡Mei! —Kai le lanza las llaves y la chica las atrapa al vuelo. Las mira en sus manos y titubea.

—¡Cole!

Las atrapo cuando me las lanza. Entramos al vehículo, pongo las llaves en su lugar y piso el acelerador… ¡Y piso el acelerador…! Inclino la cabeza para ver los pedales y lo vuelvo a intentar. Mis pies atraviesan el acelerador. ¡Genial!

—¿¡Le diste las llaves a Cole!? —escucho a Kai preguntarle a Mei, en el asiento de atrás.

—Entré en pánico.

Miro el rostro pálido y adolorido de la chica que no fui capaz de proteger, por el retrovisor. Algo en mi estómago se contrae. Es un calor inusual.

—Cambiemos de lugar —me dice Ronin, a un lado mío, en el asiento de copiloto.

Intercambiamos lugares lo más rápido posible. En cuanto las puertas se cierran Ronin acelera como si acabara de asaltar un banco.

—¡Jajaja! —Jay baja la ventanilla y saca la cabeza—. ¡Adiós tontos Cyborg que…! ¡NOS ESTÁN SIGUIENDO!

—¿Qué les pasa? —reclama Ronin, sin quitar la vista del frente—. ¿Qué nunca han sabido resolver algo sin empezar una pelea? ¿¡Y por qué no me deja en paz ése fulano de Cybermad!?

Y ya soltó la sopa.

—Entonces lo conoces —dice Zane.

—¿Tú le llevaste los prismas elementales? —le pregunta Mei.

—¿Los pris qué? —repite Ronin. Zane está por arrojarlo fuera del vehículo—. ¡Ah, los prismas elementales!... Jamás oí de ellos.

Fruncimos el ceño.

—Si los hace sentir mejor, sí. Yo le llevé esas cosas. El precio pudo estar mejor pero…

Un ruido fuerte en el techo lo interrumpe. El vehículo se balancea cuando tres ruidos iguales le hacen seguimiento. Siento que no quiero ni saber qué pasa…

—Tal vez sea granizo —dice Ronin, con un toque de humor y nervios.

Bajo la ventanilla y asomo mi cara por allí. Son esos cuatro Cyborg que se veían muy amables en la tienda de empeño. Por otro lado, justo ahora parecen máquinas furiosas que quieren acabarnos. El más grande sujeta un extremo del techo y le arranca un buen pedazo.

—Ya basta —mascullo, poniéndome de pie en mi asiento.

Me estiro hacia atrás para tomar mi ultra guadaña. La levanto frente a los rostros estupefactos de los Cyborg. Creo una nube de polvo que los ciega momentáneamente.

—¡Oye, el mio no hace eso! —reclama Jay.

La nube de polvo se despeja. Los cuatro Cyborg tienen puestos unos lentes protectores. Bueno, fue un buen intento.

—Al menos los otros dejaron de seguirnos —dice Kai.

Me asomo un poco por la ventana de Jay. Es cierto, el vehículo de Cryptor y los de los otros tres Cyborg gira en una calle y se pierden de vista.

El Cyborg grandulón se acerca a mí. Toma mi Oz con una de sus manazas y me levanta sobre el asiento. Detrás de él, sus amigos se esfuerzan por permanecer sobre el vehículo en movimiento. Y, ¿saben qué? Creo que mi vértigo regresó.

—¡Ronin, frena! —exclama Mei.

Giro un poco mi cabeza al alertar las miradas aterradas de los propios Cyborg. Ahora sé porqué Cryptor y los otros se desviaron… vamos directo hacia un muelle sin terminar, hacía el mar…

—¡Frena, frena, frena! —pido, casi suplicando. No me puedo mojar.

El chirrido de los frenos nos cala los oídos, al igual que el de las llantas rozando las vigas de madera que hacen de calle. El Invizable se inclina hacia adelante y yo salgo disparado hacia el parabrisas de fuera.

Me aferro como puedo al cristal. El muelle se acorta. Cierro los ojos, pero el Invizable ya sé ha detenido.

Estuvo cerca.

Todos dejamos salir un suspiro de alivio, hasta los Cyborg.

—La bomba estallara entre menos un minuto —suena una voz mecánica, desde el techo.

—¿¡Cómo que bomba!? —exclama Jay, asustado.

Alzó la vista un poco, hacía el techo. Los cuatro secuaces de Cybermad siguen aplastados contra lo que queda del metal.

—¡JINX! —gruñe el Cyborg pelirrojo, viendo a la única chica Cyborg.

—Puede que activara la bomba por accidente…

—¿¡Cómo activas una bomba por accidente!?

—Lo hago cuando estoy estresada…. ¡No me miren así! Me conocen desde hace cuatro años, ya deberían saberlo…

Me bajo con mucho cuidado del vehículo y mis amigos hacen lo mismo. Los únicos que aun siguen sobre el Invizable son esos cuatro causa problemas.

—¡Pues desactivala! —exclama Jay, alzando los brazos.

Sí, que lo haga. Borg nos matará si regresamos a casa cargando solo con el parachoques.

—No sé cómo —declara.

Su cabello rosa se mece hacia los lados cuando baja del techo, con sus amigos. En realidad la bomba es algo pequeña y cuadrada, igual a una barra de cereal, sólo que mecánica.

—¿Cómo que no sabes cómo? —grita Jay—. ¡Tu la pusiste!

Regreso mi vista a la chica. Chasquea la lengua.

—Sí, pero ¿Por qué querría desactivar mi obra de arte?

—¡Porque vamos a explotar! —reclama Kai.

—Guapo, ya dije que no puedo.

¡Súper! Éste día sólo empeora. La bomba parpadea. Rojo, azul. Quién diría que esos son los colores del final y quién sabe si haya distancia suficiente que podamos correr para que no nos alcance.

—Dayne, tú eres listo. Desactívala —le dice el pelirrojo a un Cyborg rubio.
Se acerca a examinar la bomba, pero el grandulón se da la vuelta y hace que el otro chico se estrelle contra el vehículo. Cae al piso, inconsciente. Oh, no. Se desmayó…

—Zane… —le pide Mei, suplicando con la mirada.

El nindroide toma cartas en el asunto y en segundos ya no hay bomba. Algo se acerca a la distancia. Los vehículos de los malos que se habían desviado están de vuelta y se acercan a toda velocidad.

—Oh, oh —dejo escapar.

—REX no está lejos de aquí —nos dice Ronin.

Volteamos a ver rápidamente a los Cyborg, a la espera de lo que harán. Los tres se miran entre ellos.

—Ben… —empieza la chica de pelo rosa.

El pelirrojo resopla.

—Ya qué… —nos mira a nosotros, con una mueca—. Supongo que no les gustaría que seamos aliados y eso… ya que nos salvaron la vida.

Junto las cejas. Lo dice en un tono tan mecánico que parece que si no aceptamos rápido van a cambiar de opinión.

—Seguro, pero ¿Qué pueden hacer para que Cryptor se aleje? —les pregunto.

—Yo tengo un plan —sonríe Mei y mira a Zane—. ¿Aún tienes tu halcón, no es así?

Cryptor’s POV.

Quién iba a decir que ésos cuatro Cyborg no resultaron tan incompetentes como pensé. Justo cuando vivamos hacia la izquierda veo a los tres generales, y ése, acercarse hacía nosotros, detrás de los ninjas. Les bloqueamos el paso para que no tengan vías de escape.

Bajo del vehículo y me propongo inmovilizar a los nuevos prisioneros. En cuanto toco a Ronin  noto una sorpresa desagradable.

—Son… HOLOGRAMAS —mascullo.

El resto de los falsos humanos se desvanecen en el aire como volutas de humo. Miro fríamente a los cuatro torpes esperando una explicación.

—Ups… No nos dimos cuenta… —farfulla la general de espionaje.

—¡AAARGH! —pego un grito al cielo y los secuaces retroceden.

Golpeo con un puño el cofre de uno de los vehículos, dejando escapar una maldición.

—Creo que al jefe no le va a gustar eso —dice Ben, detrás de mí.

Me doy la vuelta, enmarcando la furia en mi rostro. El ruido de un aleteo ahoga mis gruñidos. Veo a un halcón de titanio volar frente a mí y perderse entre las nubes.

Mei’s POV.

Cuando todo parece calmarse me siento en la parte trasera de REX, sobre unas cajas de madera. Examino el corte en mi rodilla que ha rasgado la tela de la falda un poco, hacia abajo. Pongo una mano sobre la herida y pienso en Kai. Es increíble que haya tenido que pasar todo esto para darme cuenta de que lo único que me faltaba para curar era confianza.

Casi como si hubiera invocado al ninja rojo, llega de la cabina y me extiende una gasa para mi herida. Se lo agradezco, con una sonrisa. Se sienta frente a mí, también en un montón de cajas. Mi vista va hacia la venda en su brazo, que queda a la vista porque su playera es de manga corta.

—Kai —lo llamo. Él deja de mirar a la ventana y me ve en su lugar—. Lo siento. Tenías razón, no fui una buena amiga. Perdón por no haber podido curarte.

Esboza una sonrisa, comprensivo.

—No, Mei, yo lo siento —junto las cejas, pero él continúa—. Tú siempre estás cuidándonos y yo no hice más que presionarte. Ni siquiera me dí cuenta de que curar a alguien es más difícil de lo que parece. Yo no fui un buen amigo. Lo siento.

Sonrío, agradecida.

—Además —añade, riendo—. Tenías razón —mira la venda en su brazo, con una mueca—. Sí es asquerosa.

Me rio entre dientes.

—Aunque, debería agradecerte —le digo.

—¿Por qué?

—Porque me ayudaste a mejorar.
Kai vuelve a sonreír.

—¿Y crees que puedas curar ahora?

—Sólo hay un modo de averiguarlo.

Formo un poco de agua en mis manos. Me pongo de pie y avanzo hacia Kai. Dejo el agua sobre su venda y ambos nos sorprendemos al ver el liquido brillar como lava. Retiro el Agus y Kai se quita la venda. La herida ha desaparecido debajo.

—¡Lo logré! —exclamo, alzando los brazos.

Jay, Zane y Cole abren la puerta de la cabina al escucharme.

—¿Qué lograste? —pregunta Cole.

—¡Curar! —sonrío—. ¡Ahora puedo curar a Lloyd! ¡Y los maestros elementales!

Estoy tan feliz que casi podría bailar de la emoción, si no tuviese ése corte de la rodilla. La felicidad de lograr algo en lo que has trabajado duro es completamente incomparable. Te invade y te dan ganas incluso de cantar.

—¡Bien hecho! —dice Zane, sonriente.

—¡Mei, eso es increíble! —exclama Jay.

—Así se hace —dice Cole, con simpleza y una media sonrisa.

Jay me abraza primero, seguido por Zane y Kai. Cole parece querer mantenerse al margen, y éso me duele un poco, hasta que de un modo u otro, termina en el abrazo. Es casi un abrazo como los de victoria al derrotar a un villano. Un abrazo grupal en el que las victorias son mejores juntos.

Un estruendo sacude el REX.

Luces rojas de alerta se encienden en el vehículo, dándole un tono carmesí a todo.

—¡Ronin! —exclama Kai—. ¿¡Qué
sucede!?

—Lo que”sucede” es que esos Cyborg no saben cuándo rendirse…

Otra sacudida.

Salimos disparados hacia el frente, mientras todo parece dar giros alocados.

Estamos cayendo directo al vacío.



Y esos son algunos dibujos que hice inspirados en el capítulo :3

Pixal le está pidiendo a Zane qué tenga cuidado con las moscas después del "accidente" que lo dejó hablando al revés.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro