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🧡 MIGUEL ÁNGEL - PRIMERA CITA 🧡

Miguel Ángel es el tipo de novio que...

Su primera cita sería así...

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Era una noche fresca en Nueva York, y Michelangelo estaba emocionado. Después de todo, esta no era cualquier noche. Había invitado a T/N a su primera cita, y había decidido llevarla a ver un partido de baloncesto, algo que siempre le había encantado. Claro, ser un mutante significaba que no podían simplemente sentarse entre los espectadores, pero eso no iba a detener a Mikey.

Cuando T/N llegó al lugar acordado, Mikey ya estaba esperándola, sentado en el borde del edificio que daba al estadio. Desde allí, tenían la mejor vista del partido, y no había necesidad de preocuparse por ser vistos. Y como todo buen plan de Mikey, no faltaba la pizza.

¡Hey, T/N! —exclamó Mikey, con su típica sonrisa entusiasta mientras le ofrecía un trozo de pizza—. ¿Lista para la mejor cita de tu vida?

T/N sonrió, divertida por la energía de Mikey. —¿Pizza y baloncesto desde el techo? No puedo decir que lo haya hecho antes, pero me encanta la idea.

Mikey se sonrojó un poco, siempre encantado de que T/N disfrutara de sus locuras. —¡Sabía que te iba a gustar! Además, es seguro. Podemos ver todo sin que los humanos nos vean. Así que, técnicamente, es como tener asientos de primera fila... ¡pero mejor!

Ambos se acomodaron en el borde, con las piernas colgando hacia el vacío mientras observaban el partido. Los gritos del público y el sonido del balón botando contra el suelo llegaban hasta donde estaban. Mikey no podía dejar de mirar tanto el partido como a T/N, emocionado por estar compartiendo este momento con ella.

En medio de la emoción, Mikey, con su habitual entusiasmo, comenzó a gesticular con la pizza en la mano, comentando cada jugada como si estuviera en la cancha. —¡Mira ese pase, T/N! ¡Es increíble! ¡Esos chicos son rápidos, pero no tan rápidos como yo! —dijo riendo, tomando un gran bocado de su pizza.

Justo en ese momento, un trozo de pizza resbaló de su mano y cayó en picada hacia la cancha.

¡Oh, no! —exclamó Mikey, mirando cómo el pedazo de pizza caía directamente hacia uno de los jugadores.

Ambos contuvieron la respiración, pero no pudieron evitar reírse cuando el jugador, al pisar la pizza, resbaló y cayó torpemente al suelo, creando una especie de caos momentáneo en la cancha. El árbitro, confundido, detuvo el partido, y algunos jugadores se acercaron para ayudar al que había caído.

T/N se reía tanto que casi se le escapaban las lágrimas. —¡Mikey! ¡No puedo creer que hayas tirado pizza a la cancha!

Mikey también se estaba riendo, aunque trataba de mantener la compostura. —¡No fue a propósito! ¡Es que me emocioné demasiado!

¡Es la mejor primera cita de la historia! —dijo T/N, todavía riendo, mientras le daba un pequeño empujón juguetón a Mikey.

Bueno, si querías algo memorable, ¡lo tienes! —respondió Mikey con una sonrisa enorme.

El partido se reanudó y ellos siguieron disfrutando desde las alturas, riéndose cada vez que alguien mencionaba el "incidente de la pizza" en el estadio. La noche transcurrió llena de risas y comentarios divertidos, y aunque las cosas no siempre salían como Mikey planeaba, T/N no pudo evitar pensar que esta había sido una cita perfecta, al estilo de Michelangelo.

Era una noche tranquila en Nueva York. La ciudad, a pesar de estar siempre despierta, parecía tener un respiro bajo la luz suave de la luna. Michelangelo estaba nervioso, algo poco común en él. Después de todo, había invitado a T/N a su primera cita, y no quería arruinarlo. A pesar de su naturaleza relajada y despreocupada, esta vez estaba más nervioso de lo habitual. Había planeado algo especial, algo que sabía que ambos disfrutarían.

Desde los eventos recientes en la ciudad, los mutantes, incluidas las Tortugas Ninja, habían sido aceptados por los humanos. Podían caminar entre la gente sin temor a ser perseguidos o atacados. Pero eso no significaba que Mikey fuera a llevar a T/N a un restaurante común o un cine abarrotado. Quería algo más... único, algo que mostrara su personalidad y, al mismo tiempo, el increíble vínculo que estaban formando.

Cuando Mikey llegó al lugar acordado, vio a T/N acercarse con una sonrisa que lo tranquilizó al instante. —¡Hey, Mikey! —saludó ella con entusiasmo, sus ojos brillando con la emoción de lo que él había planeado.

¡Hey, T/N! —respondió Mikey, recuperando su confianza y sonriendo de oreja a oreja—. Espero que estés lista para la mejor noche de tu vida.

T/N arqueó una ceja, divertida. —¿Y qué tienes en mente?

Bueno... —Mikey miró a su alrededor, asegurándose de que todo estaba en orden—. Pensé que podríamos tener una cita... a lo mutante. Nada de cenas elegantes ni cines llenos de gente. Quiero mostrarte algo más especial.

T/N sonrió, intrigada. —Me encanta cómo suena eso.

Mikey la llevó a un rincón escondido del parque central, donde había preparado un pequeño picnic bajo las estrellas. Había luces suaves colgando de los árboles cercanos, algo que claramente había preparado con antelación. Todo estaba dispuesto de manera simple pero sincera. Además, no podía faltar la pizza, claro.

¿Un picnic nocturno? —preguntó T/N, con una mezcla de sorpresa y admiración en su voz—. ¡Es perfecto, Mikey!

Lo sé, ¿verdad? —dijo él, rascándose la cabeza con orgullo—. Quería que fuera algo especial, y bueno, la pizza nunca puede faltar en una buena cita.

Ambos se sentaron en el suelo, sobre una manta que Mikey había llevado, y comenzaron a comer mientras charlaban. Las risas eran constantes, y Mikey no podía dejar de sentir que todo iba mejor de lo que había imaginado. A pesar de ser su primer encuentro "oficial", la química entre ellos era innegable.

En medio de la conversación, Mikey miró a T/N y soltó con nerviosismo: —¿Sabes? Estaba un poco preocupado por esto... No soy muy bueno en citas. Pero contigo, todo parece... más fácil.

T/N le sonrió cálidamente. —Mikey, esto ha sido perfecto. No importa dónde estemos, mientras estemos juntos.

Mikey sintió cómo su corazón se aceleraba al escuchar esas palabras. Aunque él era el bromista del grupo, en ese momento, todo se sentía tan real y sincero. Habían pasado de ser simples amigos a algo más, y Mikey no podía estar más agradecido de haberla invitado a su primera cita de una forma tan especial.

Mikey estaba en su habitación, mirando fijamente una consola de videojuegos mientras sus pensamientos revoloteaban como mariposas. Había invitado a T/N a su primera cita, y aunque la emoción lo embargaba, también se sentía nervioso. No porque no quisiera verla, sino porque... ¿qué se supone que debía hacer en una cita?

Mientras se ponía su bandana naranja frente al espejo, entró Donnie con un destornillador en la mano, observando a Mikey con curiosidad. —¿Estás listo para tu gran cita, Mikey?

—¡Totalmente, hermano! —respondió Mikey con una sonrisa confiada—. Vamos a jugar unos videojuegos épicos, va a ser la mejor cita de todas.

Donnie parpadeó, deteniéndose un momento. —¿Videojuegos? ¿Eso es... lo que planeas hacer?

—¿Qué? ¡Claro que sí! ¿Qué mejor forma de pasar el rato que con unos buenos juegos? —dijo Mikey, acomodando su consola.

Donnie suspiró, justo cuando Leo y Rafa se unieron a la conversación. Leo cruzó los brazos, con una ceja arqueada. —Mikey, quizás deberías hacer algo un poco más... romántico. Ya sabes, algo que le muestre a T/N que te importa de una manera especial.

—Sí, tonto. Llévala a cenar o algo —interrumpió Rafa, rodando los ojos—. Las chicas no quieren pasar su primera cita jugando videojuegos.

Mikey infló el pecho y miró a sus hermanos, determinado. —¡Eso es donde están equivocados! T/N es diferente, chicos. ¡Le encantan los videojuegos tanto como a mí! Esto no es una cita normal, es una cita épica.

Los tres hermanos intercambiaron miradas, pero finalmente se encogieron de hombros. Mikey era Mikey, y si había algo que sabían, era que su manera de hacer las cosas siempre tenía un toque especial, por caótico que fuera.

Un par de horas después, T/N llegó a las alcantarillas, saludando a Mikey con una sonrisa brillante. —¡Hey, Mikey! Estoy emocionada por nuestra cita.

Mikey sonrió, sintiendo el alivio de verla tan entusiasmada. —¡Lo mismo digo, T/N! Te tengo algo preparado que te va a encantar. —La llevó rápidamente a su cuarto, donde ya había preparado dos controles y un surtido de pizzas.

T/N se rio suavemente al ver la consola. —¿Vamos a jugar videojuegos?

Mikey asintió con entusiasmo. —¡Oh sí! Pensé que sería divertido hacer algo que ambos disfrutamos. Nada de cenas aburridas ni caminatas cursis. Solo tú, yo y una batalla épica en la pantalla.

T/N se sentó a su lado, tomando uno de los controles con una sonrisa. —Esto suena perfecto, Mikey.

Mientras empezaban a jugar, la habitación se llenó de risas, bromas y competencia amistosa. Mikey, que siempre temía hacer las cosas mal, se sentía en su elemento. No necesitaba preocuparse por impresionar a T/N de la manera tradicional, porque ya la estaba haciendo feliz siendo él mismo.

Después de un par de horas, cuando el último jefe fue derrotado y las pizzas estaban a medio terminar, T/N lo miró y le dijo: —Mikey, esto ha sido increíble. No tienes idea de cuánto necesitaba esto. Eres único, y me encanta cómo haces las cosas.

Mikey, que rara vez se sonrojaba, lo hizo un poco. —¿De verdad? Pensé que tal vez debería haber hecho algo más... romántico. Ya sabes, como dijeron mis hermanos.

—Esto es romántico para mí —respondió T/N con una sonrisa sincera—. Lo que más importa es que estemos juntos, divirtiéndonos. Eso es lo que hace una cita perfecta.

Mikey sintió una calidez en su pecho, sabiendo que había tomado la decisión correcta. Había sido él mismo, y eso era todo lo que importaba.

Mikey estaba nervioso mientras practicaba su discurso en el refugio de las tortugas. A pesar de ser el miembro más relajado y divertido del equipo, esta situación era diferente. Estaba a punto de invitar a T/N, la chica que le había robado el corazón, a su primera cita. ¿Qué iba a hacer? Como mutantes, no podían ser vistos por los humanos, lo que limitaba sus opciones, pero eso no lo iba a detener.

Mientras se balanceaba en la silla del cuartel general, Donnie lo observaba desde su mesa de trabajo. —¿Estás bien, Mikey? Llevas ahí un buen rato practicando en voz baja.

Estoy bien, D. Es solo que... —Mikey se levantó de un salto, haciendo un gesto amplio—. ¡Estoy pensando en invitar a T/N a nuestra primera cita! Pero tiene que ser algo épico, algo que solo yo podría hacer.

—¿Y qué tienes en mente? —preguntó Donnie con un tono curioso.

¡Arte callejero! —exclamó Mikey, sonriendo de oreja a oreja—. He visto algunos callejones súper geniales en la ciudad llenos de grafitis y pensé que podríamos hacer nuestro propio mural. Es algo único y creativo. No necesitamos estar a la vista de nadie, solo nosotros y nuestras latas de pintura.

Donnie asintió, impresionado. —Eso suena... sorprendentemente bien pensado. Un consejo: solo sé tú mismo, Mikey. Eso es lo que más le gusta a T/N de ti.

Con un nuevo aire de confianza, Mikey tomó su teléfono y envió un mensaje a T/N:

"Hey, T/N, ¿te gustaría hacer algo divertido esta noche? Algo de arte callejero conmigo en un lugar secreto. Te va a encantar. 😎🎨"

No pasaron ni dos minutos antes de que recibiera una respuesta. T/N aceptaba emocionada la invitación.

Horas más tarde, cuando el sol ya se había puesto, Mikey y T/N se encontraron en el lugar acordado, un callejón oculto entre dos edificios, lleno de vibrantes murales y grafitis. Las luces de la ciudad apenas llegaban allí, lo que lo hacía el lugar perfecto para una cita lejos de las miradas curiosas.

Mikey llevaba una mochila cargada de latas de aerosol de todos los colores imaginables. —¡Bienvenida a nuestro estudio de arte callejero! —dijo con una sonrisa divertida, señalando la pared en blanco frente a ellos—. Vamos a crear algo épico.

T/N sonrió, emocionada por la idea. —¡Esto es genial, Mikey! Nunca he hecho algo así.

Ambos se pusieron a trabajar de inmediato. Mikey, con su estilo desenfadado, pintaba formas abstractas y caras sonrientes, mientras que T/N se inclinaba por líneas más detalladas y colores suaves. Cada trazo que daban hacía que el mural cobrara vida y se sintiera más personal.

Oye, Mikey —dijo T/N después de un rato, su rostro iluminado por la emoción—. Gracias por esto. Es... diferente y especial. Me encanta que siempre tengas ideas tan creativas.

Mikey sonrió, sintiendo cómo su corazón se aceleraba. —Solo quería hacer algo que nos divirtiera a los dos. Sabes, ser mutante puede ser complicado, pero... no hay reglas cuando estás haciendo arte.

Y eso es lo que me gusta de ti —respondió ella con una sonrisa—. Siempre ves el lado positivo de las cosas.

Terminaron el mural juntos, firmando con un pequeño "M+T" en la esquina inferior. Se quedaron un rato admirando su trabajo, satisfechos y orgullosos de lo que habían creado.

Creo que esta es la mejor cita de la historia —dijo Mikey con una risa ligera.

Definitivamente, una de las más únicas —T/N se acercó a él, tocando suavemente su brazo—. Gracias, Mikey.

Mientras salían del callejón, Mikey sintió que, a pesar de todas las dificultades, había logrado hacer que esa noche fuera especial. Ser mutante no significaba que no podían disfrutar de la vida... y de una cita perfecta.

Durante la clase de ciencias, Mikey no podía concentrarse. Mientras el profesor explicaba algo sobre el ciclo del agua, Mikey estaba distraído, mirando de reojo a T/N, su compañera de clase. A pesar de la aceptación de los humanos hacia los mutantes, no podía evitar sentir cierta presión. ¿Cómo invitar a alguien como ella a una cita? Sobre todo cuando su idea para la cita era llevarla a un salón de videojuegos. ¿Sería lo suficientemente divertido? Mikey no tenía la respuesta, pero una parte de él estaba seguro de que T/N compartiría su amor por los videojuegos.

Con una sonrisa traviesa, Mikey sacó una pequeña nota de su mochila y empezó a escribir:

"Oye, ¿qué tal si después de clase hacemos algo divertido? Tengo un lugar increíble al que quiero llevarte. 😉🎮 –Mikey"

Esperando el momento adecuado, dobló la nota y la deslizó hacia la mesa de T/N. Ella la recibió sin hacer mucho alboroto, leyendo rápidamente el mensaje antes de devolverle una sonrisa y un asentimiento. Mikey sintió cómo su corazón latía más rápido. ¡Ella había aceptado!

Al terminar las clases, Mikey esperó fuera del edificio, apoyado en su patineta, con la emoción reflejada en su rostro. T/N salió y se acercó con una sonrisa radiante.

—Así que, ¿qué sorpresa me tienes preparada? —preguntó T/N, con un brillo en sus ojos.

Mikey rió suavemente y señaló hacia su patineta. —¡Súbete! Vamos a ir al mejor lugar para una cita: un salón de arcade que encontré no muy lejos de aquí. ¡Tienen los mejores juegos!

T/N no lo pensó dos veces antes de aceptar la oferta. Subieron a la patineta y se dirigieron al arcade, esquivando a los transeúntes y disfrutando de la brisa fresca mientras Mikey maniobraba con destreza por las calles.

Al llegar al salón, T/N se quedó impresionada. Era un lugar colorido, lleno de luces parpadeantes, sonidos electrónicos y máquinas de juegos de todos los tipos. Desde carreras hasta peleas y juegos de ritmo, todo parecía sacado de un sueño.

—¡Este lugar es increíble! —exclamó T/N.

—Lo sé, lo sé, es el paraíso de los videojuegos —respondió Mikey con una sonrisa de orgullo—. Vamos, tengo que enseñarte mis habilidades. ¿Te atreves a retarme en una partida?

T/N sonrió con un desafío en sus ojos. —Estás muy confiado, Mikey. Te advierto, soy bastante buena en los juegos de carreras.

—¿Eso es un reto? —preguntó Mikey, levantando una ceja.

Se lanzaron directamente hacia una de las máquinas de carreras, compitiendo uno contra el otro. Mikey estaba convencido de que ganaría fácilmente, pero T/N le demostró rápidamente lo contrario, adelantándolo en las últimas vueltas.

—¡No puede ser! —gritó Mikey entre risas mientras perdía por apenas unos segundos.

—Te dije que era buena —dijo T/N con una sonrisa triunfante.

Pasaron la siguiente hora jugando en diferentes máquinas, riendo y disfrutando de la compañía mutua. Mikey se sentía completamente en su elemento, pero también disfrutaba ver lo bien que T/N se lo pasaba.

Al final de la tarde, cuando ya habían jugado en casi todas las máquinas del arcade, Mikey la llevó a una máquina de pinball en la esquina. —Este es mi juego favorito —le confesó—. No es tan moderno como los otros, pero tiene un toque especial.

T/N le sonrió y se inclinó para observar mientras Mikey jugaba, comentando con entusiasmo cada vez que hacía una buena jugada.

—Gracias por traerme aquí, Mikey —dijo T/N finalmente—. Ha sido una cita increíble.

Mikey sintió cómo se le aceleraba el corazón de nuevo. —No hay de qué. Sabía que lo pasaríamos bien.

Salieron del arcade, las luces del salón de juegos aún brillando detrás de ellos mientras caminaban hacia casa. Para Mikey, esa había sido la cita perfecta: divertida, despreocupada y llena de risas. Justo como él.

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