💙 LEONARDO - CONFESIÓN 💙
Leo es el tipo de novio que...
Confesaría su amor de esta forma...
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Leonardo siempre había sido el más disciplinado y reservado de las Tortugas. Como líder, tenía un deber claro hacia sus hermanos y el Maestro Splinter, pero había algo que había estado guardando en su corazón durante mucho tiempo, algo que no podía ignorar más. Ese "algo" era T/N, la persona que le había robado el aliento desde el día en que la conoció.
No era fácil para él admitir lo que sentía. Las emociones eran complicadas y, para un guerrero, un riesgo que no podía permitirse. Pero Leo había llegado a un punto en el que mantener ese amor en secreto era más doloroso que el miedo al rechazo.
Sabía que no podía decirlo en voz alta, no todavía. Cada vez que veía a T/N, las palabras se le quedaban atrapadas en la garganta, y su habitual serenidad se esfumaba. Así que, decidió tomar un enfoque más silencioso, pero sincero. Una carta.
Esa noche, en la tranquilidad de su habitación en las alcantarillas, Leonardo tomó papel y pluma y comenzó a escribir. Las palabras no salieron fácilmente al principio, pero una vez que empezó, las emociones que había estado reprimiendo fluyeron como el agua. Escribió todo lo que nunca se había atrevido a decirle en persona.
"Querida T/N,
Nunca he sido muy bueno expresando lo que siento, y probablemente ya lo sepas. Pero hay algo que llevo tiempo queriendo decirte y no puedo seguir ocultándolo.
Desde que llegaste a nuestras vidas, algo cambió en mí. No es solo que admiro tu valentía o la manera en que siempre te enfrentas a las dificultades con una sonrisa. Es más que eso. Cuando estoy contigo, siento una paz que no encuentro en ningún otro lugar. Eres como la calma antes de una tormenta, el equilibrio que siempre he buscado.
Sé que nuestras vidas no son fáciles. Las responsabilidades que tenemos, las luchas que enfrentamos, hacen que este tipo de sentimientos parezcan irreales. Pero lo que siento por ti es real. Más real que cualquier batalla que haya peleado. Y lo que quiero decirte es que... te amo, T/N. No sé cuándo empezó, pero sé que ya no puedo imaginar un día sin pensar en ti.
Si alguna vez necesitas a alguien a tu lado, quiero que sepas que estaré aquí, siempre.
Con todo mi corazón,
Leo."
Una vez que terminó de escribir, Leonardo dobló la carta con cuidado y la deslizó dentro de uno de los libros favoritos de T/N, uno que sabía que ella llevaría con ella. No tenía el valor de dársela en persona, pero sabía que eventualmente la encontraría.
Al día siguiente, cuando T/N fue a visitarlos como de costumbre, Leonardo observó en silencio mientras ella tomaba el libro y lo guardaba en su bolso, sin sospechar que su declaración de amor estaba escondida entre las páginas.
A lo largo del día, Leo se sintió más nervioso que nunca, anticipando el momento en que ella leería la carta. No sabía cómo reaccionaría, pero lo que sí sabía era que, al fin, había sido honesto con sus sentimientos.
El dojo estaba en completo silencio, excepto por el sonido de las espadas de madera chocando. Leo y T/N entrenaban juntos, algo que se había vuelto una rutina entre ellos. Sus movimientos eran rápidos y precisos, pero había una tensión extra en el aire esa tarde, una que T/N no podía ignorar. Aún así, decidió concentrarse en el combate, respondiendo cada ataque de Leo con habilidad.
— Estás mejorando —dijo Leo entre golpes, con una sonrisa apenas perceptible en su rostro.
— Gracias, pero no me estás dando todo —respondió T/N con una sonrisa desafiante.
Leo arqueó una ceja, sintiendo ese reto. Ambos sabían que cuando T/N lo provocaba, las cosas solían ponerse más intensas. Sin embargo, había algo diferente en el aire. Algo que Leo había estado sintiendo desde hacía semanas, pero que no sabía cómo expresar.
Con un giro rápido, Leo desvió el ataque de T/N y la desarmó, llevándola hacia la pared del dojo con movimientos fluidos. T/N jadeó al sentir la espada de madera de Leo contra su cuello, sin lastimarla, pero lo suficientemente cerca para hacerle saber que había perdido ese round.
— Muy lento —bromeó Leo, sin moverse de su posición.
T/N intentó moverse, pero Leo no se apartó. Al contrario, se mantuvo más cerca de lo habitual. Había una seriedad en su mirada, una intensidad que no había visto antes. Su respiración era más pesada, pero no por el combate. Algo estaba ocurriendo dentro de él.
— ¿Leo? —preguntó T/N, aún respirando rápidamente por el esfuerzo.
Leo permaneció en silencio por unos segundos, sus ojos fijos en los de ella. Luego, con un suspiro, bajó la espada de madera y dio un paso atrás, pero no lo suficiente para romper la tensión que se había creado entre ellos.
— T/N, hay algo que necesito decirte —su voz sonaba más grave de lo habitual, casi temblorosa, algo que en Leo era poco común.
T/N frunció el ceño, sorprendida por el cambio en su tono. — ¿Qué pasa?
Leo dejó la espada de madera a un lado, sin apartar la mirada de ella. Sabía que no podía seguir escondiendo lo que sentía. El entrenamiento, el liderazgo, todo lo demás siempre lo había mantenido enfocado, pero cuando se trataba de ella, las cosas eran diferentes. T/N lo hacía sentir cosas que no podía ignorar más.
— Hace mucho tiempo que he estado... evitando esto. No sabía si era lo correcto, si debería decirlo, o simplemente dejarlo pasar —comenzó Leo, su voz más suave ahora, pero cargada de emoción—. Pero cada vez que estamos juntos, entrenando o simplemente hablando, siento que... no puedo seguir guardándolo.
T/N lo miraba, perpleja, sintiendo su corazón latir con más fuerza. No sabía hacia dónde iba esta conversación, pero algo dentro de ella le decía que era importante.
Leo dio otro paso adelante, acortando la distancia entre ellos hasta que apenas quedaban centímetros entre ambos. — Te amo, T/N —dijo, finalmente, con una sinceridad que la dejó sin aliento.
El silencio se apoderó del dojo. T/N lo miraba sin poder encontrar las palabras correctas. Su corazón latía desbocado, y las palabras de Leo seguían resonando en su mente. Jamás había imaginado que él pudiera decir algo así, y mucho menos de esa forma, tan directa.
— Leo... —susurró, intentando procesar lo que acababa de escuchar.
— No tienes que decir nada —interrumpió él, viendo la confusión y sorpresa en sus ojos—. Solo necesitaba que lo supieras. No espero una respuesta ahora... Solo quería que lo supieras.
Leo dio un paso atrás, alejándose de ella por completo esta vez, dándole el espacio que necesitaba. T/N lo miró, aún sin palabras, su mente girando con todo lo que acababa de suceder.
El líder de las Tortugas dio media vuelta, dispuesto a salir del dojo, pero antes de cruzar la puerta, se detuvo un segundo y la miró por encima del hombro.
— Nos vemos mañana para seguir entrenando, ¿vale?
Sin esperar respuesta, Leo salió del dojo, dejándola sola con sus pensamientos, su confesión flotando en el aire, y un mar de emociones que T/N no sabía cómo abordar. El futuro parecía incierto, pero una cosa era clara: nada volvería a ser lo mismo entre ellos.
Leo se movía con sigilo entre las sombras de la ciudad. Había salido a patrullar solo, algo que no solía hacer, pero esta noche no podía quedarse en la guarida. Algo dentro de él lo impulsaba a salir, a moverse, como si su cuerpo supiera que necesitaba estar en las calles.
Y no era solo por el deber de proteger la ciudad. No, esta vez era por ella.
T/N. Ella siempre estaba en su mente, pero últimamente, su presencia lo abrumaba. Cada vez que la veía, cada vez que hablaban, Leo sentía que algo dentro de él cambiaba, algo profundo. Esta noche, esperaba encontrarla. Tal vez solo verla, o si tenía suerte, hablar con ella. Necesitaba decirle lo que llevaba guardado desde hacía tanto tiempo.
Después de saltar entre edificios por lo que parecieron horas, finalmente la vio. T/N estaba en una azotea, mirando la ciudad, con una expresión tranquila pero perdida en sus pensamientos. Su corazón dio un vuelco. ¿Qué hacía allí tan tarde? ¿Estaba patrullando también?
Con un suspiro, Leo decidió acercarse. No podía seguir evitando esto. Saltó al edificio donde ella estaba, sus movimientos silenciosos como siempre. Cuando llegó a su lado, ella giró la cabeza, sorprendida, pero sonrió al verlo.
— Leo, ¿qué haces aquí? —preguntó ella, con una leve sonrisa—. No esperaba encontrarte esta noche.
— Salí a patrullar —respondió él, aunque sabía que no era toda la verdad. Se acercó a ella y se detuvo a unos pasos de distancia, su mirada fija en el horizonte—. ¿Y tú? ¿Qué haces aquí sola?
T/N miró hacia la ciudad nuevamente, suspirando. — A veces necesito un poco de aire. Pensar... en todo.
Leo asintió. Entendía esa necesidad. Después de todo, él también salía a menudo a pensar. Hubo un momento de silencio entre ellos, pero no era incómodo. Era... tranquilo. Una calma que siempre le sorprendía cuando estaba cerca de ella.
Finalmente, Leo no pudo soportarlo más. La mirada de T/N, su presencia, su cercanía... tenía que decirlo.
— T/N, hay algo que quiero decirte —comenzó, con la voz más seria de lo habitual.
Ella lo miró, levantando una ceja, claramente curiosa. — ¿Qué pasa, Leo?
Leo respiró hondo. Era ahora o nunca. No podía seguir cargando con esto sin que ella lo supiera.
— Hace tiempo que... que he sentido algo por ti —dijo, su voz bajando un poco—. Algo que va más allá de la amistad, más allá de lo que debería sentir.
T/N lo miraba, sus ojos brillando bajo la tenue luz de la ciudad. No dijo nada, pero sus labios entreabiertos indicaban que lo escuchaba atentamente.
— Te amo, T/N —soltó finalmente Leo, con el corazón en la garganta—. No puedo seguir escondiéndolo. No espero que me sientas lo mismo, pero necesitaba que lo supieras.
Un silencio profundo cayó entre ellos. Leo podía escuchar el latido de su propio corazón resonando en sus oídos. Se preparaba para cualquier reacción, pero lo que no esperaba fue lo que ella dijo después.
— Leo... —empezó T/N, con una sonrisa suave, sus ojos fijos en los de él—. Yo también te amo.
El mundo pareció detenerse para Leo. No podía creer lo que acababa de escuchar. ¿Ella también...?
— ¿Lo dices en serio? —preguntó, con la voz quebrada, su corazón latiendo más rápido que nunca.
T/N asintió, dando un paso hacia él. — Sí, lo digo en serio. He estado esperando que lo dijeras. No sabía cómo empezar, pero siempre he sentido lo mismo.
Leo se quedó en silencio, procesando sus palabras. Finalmente, soltó un suspiro, uno que no sabía que había estado conteniendo, y sonrió. No había beso, ni un abrazo desesperado. Pero en ese momento, lo que sentían el uno por el otro estaba claro, y eso era suficiente.
— ¿Y ahora qué? —preguntó T/N, con una risa suave, rompiendo la tensión del momento.
Leo la miró, sonriendo también. — Supongo que veremos qué pasa... juntos.
Ella asintió, y juntos, volvieron a mirar la ciudad, como si en ese instante todo encajara perfectamente, aunque el futuro seguía siendo incierto.
Leo y T/N estaban sentados en el suelo de la habitación de Leo, rodeados de cómics y con la suave melodía de música instrumental llenando el aire. La luz tenue de la lámpara de escritorio iluminaba el espacio justo lo suficiente para leer, pero creaba un ambiente tranquilo y relajante. Era su forma de relajarse después de un día largo de entrenamiento y patrullaje. T/N estaba concentrada en una historia mientras Leo hojeaba distraídamente una de sus novelas gráficas favoritas. Sin embargo, su mente estaba en otra parte.
Desde que conoció a T/N, Leo había comenzado a sentir algo más profundo, algo que no había experimentado antes. Al principio, trató de ignorarlo, enfocándose en sus responsabilidades como líder. Pero con el tiempo, esos sentimientos solo se intensificaron, hasta el punto en que ya no podía ignorarlos más.
Miró de reojo a T/N, quien estaba completamente absorta en su lectura. El corazón de Leo latía más rápido. Sabía que si no lo decía ahora, nunca lo haría. Habían pasado tantas horas juntos, momentos tranquilos como este, en los que todo parecía encajar. Tal vez, solo tal vez, ella sentía lo mismo.
Respiró hondo y decidió ser directo, como siempre había sido su estilo. Cerró el cómic y lo dejó a un lado, girándose ligeramente hacia ella.
— T/N, hay algo que necesito decirte —dijo, su voz firme, aunque su corazón estaba acelerado.
T/N levantó la vista de la página y lo miró, algo sorprendida por su tono. — ¿Qué pasa, Leo? —preguntó, dejando su cómic a un lado también, dándose cuenta de que lo que él iba a decir era importante.
Leo se tomó un momento, buscando las palabras correctas. No quería hacer una gran declaración melodramática, pero tampoco podía seguir guardando lo que sentía.
— Sé que hemos pasado mucho tiempo juntos últimamente —comenzó, sin apartar los ojos de los suyos—, y... bueno, no sé cómo explicarlo exactamente, pero... siento algo por ti. Algo más que amistad.
T/N lo miró en silencio, sorprendida. Sus palabras fueron directas, pero había algo en su mirada, algo vulnerable que no solía mostrar. Leo continuó, sintiendo que ya no podía detenerse.
— Me importas mucho, más de lo que pensé que alguien podría importarme —admitió, su voz bajando ligeramente—. Y no quiero seguir guardando esto. No sé si tú sientes lo mismo, pero tenía que decírtelo.
El silencio llenó la habitación por un instante. T/N lo miraba fijamente, procesando lo que acababa de escuchar. Leo sentía cómo el tiempo se estiraba, su corazón latiendo en su pecho mientras esperaba una respuesta. No estaba seguro de lo que iba a pasar a continuación, pero no podía volver atrás. Había dicho lo que sentía, y ahora el destino estaba en manos de T/N.
Finalmente, T/N sonrió suavemente, una mezcla de sorpresa y ternura en su expresión.
— Leo... no esperaba que me dijeras esto —dijo con calma—, pero me alegra que lo hayas hecho.
Leo parpadeó, sin estar completamente seguro de lo que significaba esa respuesta.
— ¿Te... alegra? —preguntó, esperando una aclaración.
T/N asintió, mordiéndose el labio ligeramente antes de responder. — Sí. Porque creo que también siento lo mismo por ti.
Leo sintió una oleada de alivio y alegría al escuchar esas palabras, pero antes de que pudiera decir algo más, T/N continuó.
— Pero... —dijo, con una sonrisa más grande—, tal vez deberíamos tomarnos nuestro tiempo. No apresurarnos en nada. Esto... esto es nuevo para ambos, ¿verdad?
Leo asintió lentamente, apreciando su sinceridad. — Sí, tienes razón.
Ambos se quedaron en silencio, una pausa cómoda y llena de posibilidades. Aunque no había beso, no lo necesitaban. La confesión había sido suficiente, y lo que viniera después sería algo que explorarían juntos, paso a paso.
El futuro estaba abierto, y Leo no podía estar más feliz por lo que podría traer.
Era un día normal en la escuela. Los estudiantes llenaban los pasillos, hablando, riendo, y yendo de un lado a otro entre clases. Sin embargo, para Leo, el día estaba lejos de ser normal. Su mente estaba ocupada con un solo pensamiento: confesarle sus sentimientos a T/N. Había estado dándole vueltas a la idea durante semanas, tratando de reunir el valor necesario. Cada vez que la veía, su corazón se aceleraba, pero el miedo al rechazo le pesaba como una roca en el estómago.
"¿Y si no siente lo mismo?" se preguntaba una y otra vez. "¿Y si arruino nuestra amistad?"
Estaban los dos en el pasillo, justo antes de la última clase del día. T/N estaba en su casillero, organizando sus libros, ajena a la batalla interna que Leo estaba librando a pocos pasos de ella. El líder de las Tortugas no era alguien que normalmente dudara en tomar decisiones, pero en ese momento, sentía que sus piernas eran de gelatina. Respiró hondo y decidió que era ahora o nunca.
— Oye, T/N —dijo, acercándose con una leve sonrisa nerviosa.
T/N lo miró y sonrió, una sonrisa que siempre hacía que el corazón de Leo diera un vuelco. — ¡Hey, Leo! ¿Qué tal va todo?
Leo se aclaró la garganta y miró hacia otro lado por un momento, intentando evitar su mirada directa. Sabía que una vez que empezara a hablar, no habría vuelta atrás. — Bueno, en realidad... hay algo que he estado queriendo decirte —empezó, sintiendo cómo el nudo en su estómago se hacía más fuerte.
T/N lo observó con curiosidad, notando la tensión en su postura. — Claro, dime. ¿Qué pasa?
Leo tragó saliva, mirando sus manos por un segundo antes de volver a mirarla. "Vamos, Leo. Solo dilo", pensó. Con una última respiración profunda, finalmente dejó escapar las palabras.
— T/N... yo... —sus ojos se encontraron con los de ella, y de repente, todo su coraje empezó a desvanecerse. Pero ya no podía detenerse. Las palabras salieron de su boca antes de que pudiera contenerlas—. Me gustas. Te he estado mirando de una manera que... que no es solo como amigos. Y no sé qué pienses de mí, pero no puedo seguir guardando esto. Me gustas mucho, y... tenía que decírtelo.
Un silencio incómodo llenó el espacio entre ellos. T/N lo miraba, claramente sorprendida, y Leo empezó a entrar en pánico. Podía ver la sorpresa en sus ojos, y eso solo hizo que sus propios nervios se dispararan.
— Yo... —empezó T/N, abriendo la boca para hablar, pero Leo, cegado por el miedo, la interrumpió sin darse cuenta.
— No, espera... No tienes que decir nada ahora. En serio, lo siento, esto es raro, ¿verdad? ¡Dios, no debí haberlo dicho así! —dijo con la voz cada vez más acelerada. Sentía el sudor en sus manos y el calor subiendo a su rostro.
Antes de que T/N pudiera responder, Leo, impulsado por la ansiedad y el pánico, dio un paso atrás.
— Tengo que irme... ¡Nos vemos luego! —dijo rápidamente, y antes de que ella pudiera decir algo más, Leo giró sobre sus talones y salió corriendo por el pasillo.
T/N lo vio alejarse, todavía con las palabras atrapadas en su garganta, sin saber si reír o gritar.
— ¡Leo! —lo llamó, pero ya era demasiado tarde. Él ya había desaparecido entre los estudiantes.
Se quedó ahí, de pie, procesando lo que acababa de pasar. No podía creerlo. Leo, el líder confiado y siempre sereno, había salido corriendo en medio de una confesión. Miró el lugar por donde había huido, una sonrisa suave formándose en sus labios.
— Supongo que tendré que hablar con él más tarde...
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