Zane es el tipo de novio que...

Está sería su reacción al saber que eres mitad criatura mitológica...

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Era una tarde tranquila en Ninjago, con el viento helado soplando suavemente mientras Zane y su novia, T/N, caminaban juntos por las montañas nevadas. Zane, con su habilidad para soportar el frío, siempre encontraba paz en lugares como ese, pero esa vez, había algo diferente en el aire. Había notado que T/N parecía inquieta, como si tuviera algo importante que decirle, pero que no se atrevía a pronunciar.

—¿Estás bien, T/N? —preguntó Zane con suavidad, su tono siempre sereno.

T/N lo miró, sus ojos reflejando una mezcla de emociones. Había estado guardando un secreto durante mucho tiempo, uno que temía compartir. No sabía cómo reaccionaría Zane al saber la verdad sobre quién era ella, o mejor dicho, qué era ella.

—Zane... hay algo que necesito decirte —empezó, sus palabras cargadas de tensión—. No soy exactamente quien crees que soy.

Zane frunció el ceño ligeramente, confundido pero atento. Él era una nindroide, una máquina con emociones humanas, y si algo había aprendido durante su vida, era que todos tenían secretos, y que eso no definía lo que sentía por ellos.

—No importa lo que sea, T/N. Puedes confiar en mí —dijo, su voz tan cálida como su espíritu.

T/N asintió lentamente, sabiendo que Zane merecía conocer la verdad. Respiró profundamente y, por fin, soltó las palabras que había estado temiendo pronunciar.

—Soy... una Yuki-onna, una mujer de nieve de la mitología. Vivo entre el hielo y el frío, y mi verdadera forma... es algo que nunca quise que vieras, por miedo a que te asustaras.

Zane la miró con sorpresa, pero no con miedo ni rechazo. Entendía las leyendas de los Yuki-onna, seres que controlaban el frío, pero no había previsto que T/N, la persona que amaba, fuera uno de esos seres místicos.

—¿Una Yuki-onna? —repitió, procesando la información—. Nunca me lo hubiera imaginado, pero... eso no cambia lo que siento por ti.

T/N lo miró con alivio, pero también con dudas. Sabía que Zane era sincero, pero sentía que debía mostrarle su verdadera forma, para que entendiera plenamente lo que significaba estar con alguien como ella.

—Debo mostrarte lo que realmente soy —dijo, su voz temblando un poco, no por el frío, sino por la inseguridad.

Zane asintió, dándole espacio para que se sintiera cómoda. T/N cerró los ojos y dejó que su magia fluyera. El aire a su alrededor se volvió aún más gélido, y una suave nevada comenzó a caer. Su piel, que antes parecía humana, se volvió más pálida, casi translúcida, mientras su cabello se volvía de un blanco puro. Un aura de frío helado la rodeaba, pero su belleza era etérea, como una reina de las nieves.

Zane observó la transformación, fascinado. Para él, su cambio no era algo que temer, sino algo maravilloso.

—Eres... increíble —dijo Zane, con una leve sonrisa en sus labios.

T/N lo miró, sorprendida de que no hubiera rastro de miedo en su rostro. Zane, el nindroide que había aprendido a sentir emociones, veía su verdadera forma como algo bello, no como una amenaza.

—¿No te asusta? —preguntó T/N, con un hilo de voz.

—No. —Zane negó con la cabeza—. Eres parte de la naturaleza, igual que yo soy parte de la tecnología. Lo que eres no cambia lo que siento por ti.

T/N sintió que las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos, pero las contuvo. En ese momento, supo que Zane la aceptaba por completo, tanto su parte humana como la Yuki-onna que siempre había ocultado.

—Gracias, Zane —susurró—. Eres... más de lo que podría haber soñado.

Zane tomó suavemente su mano, sin sentir el frío que la rodeaba, y la atrajo hacia él.

—Siempre estaré a tu lado, sin importar qué —dijo Zane, mientras la nieve continuaba cayendo suavemente a su alrededor, envolviéndolos en su propio mundo helado, pero lleno de calidez y amor.

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