Lloyd es el tipo de novio que...

Está sería su reacción al saber que eres mitad criatura mitológica...

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Lloyd se encontraba en la azotea del Monasterio de Spinjitzu, contemplando el cielo mientras las estrellas parpadeaban suavemente. Había pasado un día largo, lleno de entrenamiento y batallas, pero su mente no podía apartarse de un pensamiento: T/N, su novia, estaba actuando de forma extraña últimamente. Algo en su mirada distante y su nerviosismo lo inquietaba.

Decidido a aclarar sus dudas, Lloyd había invitado a T/N al monasterio para hablar en privado. Pronto, ella llegó, y aunque intentaba parecer tranquila, Lloyd notó que sus ojos brillaban con una mezcla de ansiedad y algo más que no podía identificar.

—Lloyd —dijo T/N con un suspiro, su voz suave y seria—, hay algo que necesito decirte.

Lloyd frunció el ceño, sintiendo que algo importante estaba a punto de ser revelado. Dio un paso más cerca de ella, apoyando una mano en su hombro en un intento de darle confianza.

—T/N, lo que sea, puedes decírmelo. Estoy aquí para ti —dijo él, su tono reconfortante.

Ella respiró hondo, evitando su mirada por un momento antes de finalmente armarse de valor para enfrentarlo.

—No soy lo que crees que soy —comenzó, sus ojos encontrando los de Lloyd con una intensidad que lo dejó en silencio—. Yo... no soy humana.

Lloyd la miró sorprendido, su corazón saltando un latido. Muchas veces había sentido que T/N era diferente, pero nunca había sospechado que no fuera humana. Sin embargo, antes de que pudiera hacer preguntas, T/N levantó una mano, pidiéndole que la dejara continuar.

—Soy un simurgh —confesó ella—. Una criatura mítica, un ser ancestral de la mitología. Soy parte pájaro, parte león, y mi verdadera forma es muy diferente a la que has visto.

Lloyd sintió que el mundo a su alrededor se detenía por un instante. Un simurgh. Había oído historias sobre esa criatura mítica en antiguas leyendas, un ser majestuoso y poderoso que representaba la sabiduría y la protección. Pero jamás se habría imaginado que su propia novia pudiera ser uno.

A pesar de la sorpresa, lo que más sentía en ese momento no era miedo ni duda. Era comprensión, y sobre todo, amor. Lloyd asintió, procesando todo lentamente.

—¿Quieres decir que... has estado ocultándome esto todo este tiempo? —preguntó Lloyd, sin rastro de enfado, solo curiosidad.

—Sí —admitió T/N con la cabeza baja—. No sabía cómo decírtelo, temía que te asustaras o me rechazases. Pero ya no puedo seguir escondiéndolo. Quiero que me veas como soy realmente.

Lloyd sonrió levemente, su corazón lleno de ternura. Levantó su mano para acariciar suavemente la mejilla de T/N.

—T/N, no importa lo que seas. Siempre serás tú para mí. Te amo por lo que eres, no por lo que pareces.

Los ojos de T/N brillaron con emoción y alivio ante las palabras de Lloyd. Con una pequeña inclinación de cabeza, dio un paso atrás, cerrando los ojos por un momento. Al instante, un suave resplandor comenzó a rodear su cuerpo, y ante los ojos de Lloyd, su forma humana desapareció, revelando algo mucho más impresionante.

Su cuerpo se transformó en una majestuosa criatura con grandes alas doradas, plumas iridiscentes que brillaban a la luz de la luna, y un cuerpo imponente cubierto de suaves mechones de león. Sus ojos, sin embargo, seguían siendo los mismos, cálidos y llenos de amor.

Lloyd estaba asombrado. T/N, en su verdadera forma como simurgh, era una visión impresionante, pero lo que lo impactaba aún más era la fuerza de su conexión con ella. A pesar de la majestuosidad de su apariencia, la esencia de T/N seguía siendo la misma.

—Eres... increíble —susurró Lloyd, aún fascinado por lo que veía.

T/N inclinó su gran cabeza hacia él, su mirada ansiosa por una reacción.

—¿Te asusta?

Lloyd negó con la cabeza rápidamente y sonrió.

—No, para nada. Eres más asombrosa de lo que jamás imaginé.

Y sin dudarlo, dio un paso adelante y envolvió sus brazos alrededor del cuello de T/N, abrazándola con fuerza. Ella respondió suavemente, envolviendo sus grandes alas alrededor de Lloyd, protegiéndolo.

—Gracias por confiar en mí —dijo él con una sonrisa sincera—. Te amo tal como eres.

Juntos, bajo el cielo estrellado, ambos se abrazaron, sabiendo que su amor era más fuerte que cualquier secreto o diferencia.

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