Cole es el tipo de novio que...

Jugaría este juego...

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Cole estaba sentado en el sofá de la sala común, completamente absorto en su pantalla mientras exploraba un mundo pixelado en Minecraft. En sus audífonos, la música relajante del juego lo sumía aún más en su misión de construir una torre gigantesca de piedra. Su personaje estaba colocando bloques con precisión cuando escuchó pasos acercándose.

—¿Cole? —llamó T/N desde la puerta, con una sonrisa en su rostro.

—Mmh, sí, aquí estoy —respondió distraídamente, sin apartar la vista de la pantalla.

T/N entró y se cruzó de brazos, mirándolo fijamente.

—La cena ya está lista. Llevo llamándote un rato, pero estás tan perdido en tu juego que ni me oyes —dijo con un tono entre divertido y molesto.

—Solo dame unos minutos más, T/N. Estoy casi terminando esta torre. Es la construcción más alta que he hecho hasta ahora —respondió Cole mientras colocaba otro bloque y ajustaba la cámara en el juego.

T/N suspiró, acercándose a él.

—¿De verdad vas a dejar que tu comida se enfríe por un montón de bloques de piedra? —preguntó, inclinándose para mirar la pantalla.

Cole giró la cabeza brevemente hacia ella, con una sonrisa traviesa.

—No son solo bloques, T/N. Es arte. Mira, tiene simetría perfecta y una vista impresionante desde arriba.

Ella rodó los ojos, pero no pudo evitar reír un poco.

—Está bien, artista del año, pero si sigues aquí mucho más tiempo, me voy a comer tu postre —amenazó con una sonrisa juguetona.

Eso finalmente llamó la atención de Cole. Pausó el juego y la miró con fingida indignación.

—¡No puedes tocar mi postre! Ese pastel de chocolate es sagrado.

T/N alzó una ceja y lo miró desafiante.

—Entonces, ¿vienes ahora o no?

Cole dejó escapar un suspiro exagerado, poniendo el control a un lado.

—Está bien, está bien. Pero solo porque me importas más que mi torre —dijo, levantándose y estirándose.

—Qué considerado —bromeó T/N, tirando suavemente de su mano para llevarlo hacia la cocina.

Cuando ambos salieron, Cole lanzó una última mirada a la pantalla, como si estuviera despidiéndose temporalmente de su obra maestra.

—Te prometo que terminaré contigo más tarde, torre —murmuró, haciéndola reír.

—Eres un caso perdido, ¿sabes? —comentó ella mientras se dirigían al comedor.

—Lo sé. Pero al menos soy un caso perdido adorable —respondió él con una sonrisa.