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1. SOY ADICTA

Fuente: Pinterest


Un mes antes del inicio del curso ...

BERTA

"Si quieres ser mi estrella, yo prometo ser tu cielo".

Una sonora carcajada me sale de dentro cuando mi vista alcanza semejante mensaje empalagoso. Intento calmar mi respiración y le doy al zoom en mi telefóno móvil, mientras me coloco bocabajo y me paso una mano por la frente, bastante entretenida. Estamos en pleno verano y siento cómo la brisa fresca entra por la ventana. Lo bueno de vivir a pie de la playa, en un sitio como Staten Island es que las noches no son tan calurosas.

—¿De qué te ries? —pregunta Pam desde el pequeño sofá que hay en mi habitación y, acto seguido, le da un sorbo a un potente vaso de refresco y se abanica con la mano—. Por dios, ¡qué calor!

—Estamos a finales de agosto, por si tienes pérdidas de memoria —me sigo riendo y le respondo en aquel tono sarcástico, que tanto me caracteriza.

—¡Y eso lo odio! —la oigo vocear, mientras vuelvo a escanear la dichosa foto que me acaban de enviar. La foto refleja mi rostro en medio de un cielo oscuro, cernido de estrellas brillantes.

—¡Contesta! —insiste Pam cuando se levanta del sofá y coloca sus manos en la cintura—. ¿De qué te ríes tanto?

—Ahhhh —sigo riéndome y hasta me llevo una mano a la barriga— Pam... —me coloco de lado, a la vez que aleteo la mano en la cual sujeto el móvil—. ¡Este chico es un completo idiota!

Mi amiga arquea las cejas mientras se hace una coleta con rostro encendido. Al tener la tez pálida, el sol y el calor hace que sus mejillas se tornen rosadas con facilidad.

—¿Quién, joder? —mira en dirección a mi pantalla con fisgoneo—. ¿O cuál de ellos?

—Tim —respondo seca.

—¿Ese chico con el que te liaste en el cumpleaños de Rebe?

—Ese mismo —finalmente le muestro la foto pasada por el photoshop que Tim me acaba de enviar, acompañada de aquella frase romanticona que daña mi vista.

Cuando alcanza el extraño mensaje, Pamela pone una mueca de asco y empieza a carcajearse, igual que yo. ¡Cómo para no hacerlo!

—Qué quieres, ¡el chico está enamorado! —se lleva una mano al pecho y habla con arrebato—. ¡Pero qué patético!

—¿Patético? —inquiero con los ojos agrandados y me incorporo sobre la cama, a la vez que agarro unas gominolas y un chupa chups de la mesita—. ¡No comprendo cómo la gente puede enamorarse después de unos cuanto besos, tía!

—¿Solo besos? —me mira esta suspicaz.

Aunque Pam no me conozca tan bien y no tengamos un nivel de confianza muy elevado, se ha dado cuenta de que no soy de las que esperan meses para irse a la cama con alguien. ¿Qué sentido tendría? El tiempo es oro y hay que aprovecharlo, jamás volverá a nosotros.

—Sí, Pam —le guiño el ojo—. Soy muy lista cuando quiero y a este... lo ví a leguas.

Menos mal que no me acosté con él... piensa mi subconsciente, de lo contrario me estaría pidiendo matrimonio.

¡Qué miedo!

Empiezo a disfrutar de mis gominolas que saben a la fruta que adoro, la fresa, bastante despreocupada. Pero sí, confieso que estoy sútilmente preocupada por aquel chico intelectual, escritor en su tiempo libre, alto y fisícamente atractivo, el cual me ligué con dos copas de más al principio del verano. Me cuesta reconocerlo, pero lo compadezco profundamente, y parece que Pam también.

—¿Qué le hacemos? El chico será romántico por naturaleza, cielo —comenta esta con dulzura, a la vez que le da un mordisco a un caramelo.

—¡No, Pam! —hablo indignada y ruedo los ojos agobiada—. Esto es el colmo de lo romántico, ¡creéme!. Ese tipo me manda mensajes cursis día sí, día también, ¡joder!

—Pues me da mucha pena, nena... ¡Apiádate de él y contéstale!

Ahora sí que pongo los ojos en blanco completamente.

Pamela es una chica demasiado tierna y dócil, quizás la que más de todas mis amigas. Lyn también lo es, pero le sale un carácter de mil demonios a veces y es muy mandona en ocasiones. Y Rebe es un verdadero macho en ropa de mujer, vamos... una señorita Rottenmeier.

Y yo... ¿Cómo describirme?

Quedo reflexiva.

—¿Apiadarme? —frunzo los labios—¿Acaso me has visto cara de cura? ¡Eso en la iglesia!

De momento me río desenfrenada cuando veo cómo Pam mueve la cabeza en un puro gesto de... "no tienes remedio".

Sigo reflexionando.

¿Cómo puñetas soy yo?

Nunca lo pensé. Si tuviera que describirme, me definiría como "dual", una mezcla entre la feminidad de Lyn y el carácter fuerte de Rebe. Muevo la cabeza inconscientemente. Sin duda alguna, hay muchas dualidades en mí, y eso significa que englobo sentimientos opuestos, sin rozar la doble personalidad. Soy considerada con quién se lo merece, pero también desconsiderada si me traicionan. Soy aplicada si me esfuerzo, pero más vaga que Don, el perro de Lyn, cuando me entra la pereza, que es gran parte del tiempo. Soy dulce cuando mis amigas me quieren acompañar de tiendas, pero arisca si me empiezan a meter prisa, ya que las tiendas de ropa son mi universo. Literalmente hablando. Es más, incluso sé que si llegara el fin del mundo, yo me refugiaría en un "Victoria's Secret" o en un "Forever", antes que en un bunker subterráneo o en un supermercado.

Sonrío bastante divertida con mis propios pensamientos. Tengo más claro que el agua que pasaría al otro mundo probándome vestidos, y a mucha honra.

—¿En qué piensas? —me interrumpe la voz de Pamela—. Tía, te has quedado embobada.

—Pues... —vuelvo a la realidad y sacudo la cabeza—pensaba en que...—miro el hilo del chat ridículo de Tim—¡ya sé! ¡En que bloquearé al cerebrito en lo que canta un gallo!

—¡Bert! —me regaña Pam—. ¡No seas exagerada!

Veo que coge el pintalabios del bolso.

—Porque el chico te haya puesto una frasecilla romántica insignificante, no lo vayas a borrar.

—¡Más de una! —empiezo con voz molesta, ya que Pamela me está tocando las narices.

Me vuelvo a centrar en el chat. Leo palabras textuales en voz alta, mientras sigo chupando otro caramelo y le doy un sorbo a un capuccino con hielo —mi favorito—, que acabo de preparar.

—"Buenos días bella" —empiezo, sin pasar por alto el emoticono de un sol que hay a lado—, "¿qué tal va el día hoy? Solo me paso a decirte que me encantaría escribir contigo la eternidad".

—¿Quéeeee? —Pam se atraganta con el refresco al instante y pone una mueca de desconcierto.

—¡Y espera! —doy un brinco en la cama entre animada y disgustada y vuelvo a leer—Mira lo que me escribió hace unos días —le señalo la pantalla— "dame tu presente y yo te doy mi futuro".

—¡Bjuaaaaaa! —Pam hace un gesto extremo de desagrado, como si fuese a vomitar—. Pues ese tío se quedará más solo que la una.

—¿Ves?—sonrío complacida y me dejo caer sobre la cama de nuevo, al mismo tiempo que le doy al botón "bloquear" al vuelo.

Escucho de repente unas voces y veo de reojo que mi amiga está centrada en algo, mientras que permanece sentada en el borde de la cama y queda inclinada sobre su móvil.

—¡Vaya tela, la que tienen montada ahí!

—¿Quién? —levanto mi pecho rápidamente y me sujeto en los brazos, a la vez que escucho un ruido sonoro desde el dispositivo.

—Mia y los demás.

Aprieto los párpados y la miro con atención, verdaderamente no conozco a los amigos de Pamela, a ella la conocí este verano porque se hizo amiga de Rebe, al estudiar en la Facultad de Derecho, igual que Rebecca.

—¿Quién puñetas es Mia y los demás?

—Bert, Mia es mi amiga —se ríe con alegria y me acerca el teléfono donde visualizo a una pandilla, disfrutando de una fiesta—. ¡Ven!

No espero que me lo diga dos veces, ya que enseguida casi meto la nariz en el teléfono. Me aguantaría las ganas de comerme un helado de fresa antes que desperdiciar un buen cotilleo y, de hecho, debería haber sido la directora de aquella serie famosa intitulada "Gossip Girl" que, por cierto, me fascina.

Cuando miro la pantalla mejor, noto a decenas de chicos y chicas, con mejillas sonrojadaas, cervezas y copas en la mano, apoyados en los distintos coches que hay en el sitio.

—¿Dónde es?

—En Boston, cerca de Clemence.

—¡Ahhmmm! —afirmo y sigo mirando.

—Esta es Mia —me indica con el dedo—, es mi mejor amiga, lo malo es que no estudia en la ciudad y la veo muy de vez en cuando.

La música se oye de fondo y todos están alegres, bebiendo y saludando a la cámara.

—Y este de aquí es Adam—me señala a un chico bastante alto, un tanto delgado para mi gusto, y el cual lleva una ajustda camiseta negra. Pero me gusta su pelo, se ve perfectamente ordenado—. Es el hermano de Mia.

Analizo atentamente el rostro de Pamela y noto aquella sonrisa tonta de oreja a oreja, y la cual no pasa desapercibida para una chica como yo, versada en asuntos de flirteo y más que observadora.

—Y también te gusta, ¡ehh! —la miro por debajo de las pestañas.

—¡No te puedo mentir! —pega un suave chillido—. ¡Adam me encanta!

Lo que suponía... , suspiro mentalmente. Se le ven las babas a dos metros.

De repente, el sonido ensordecedor de música a todo volumen se acerca rápidamente y tanto Pam, como yo, nos quedamos sin parpadear, prestándo atención a la pantalla. El ruido va aumentando y una canción de rap de 50 cent se escucha con claridad desde lo lejos.

She always ready, when you want it she want it

(Ella siempre está lista, cuando quieras, ella también quiere)

Like a nympho, the info, I'll show you where to meet her

(Como una ninfómana, te informo donde encontrarla)

On the late night, 'till daylight, the club jumping

(Tarde en la noche hasta la madrugada, mientras todos saltan en el club)

If you want a good time, she gon' give you what you want

(Si quieres pasarlo bien, ella te dará lo que necesitas)

...

("Ayo Technology"- 50 Cent y Justin Timberlake)

La cámara enfoca algo que parece un coche deportivo negro, reluciente y visiblemente tuneado. El motor ronronea y las llantas brillan bajo la luz muy débil del sol, ya que está anocheciendo. Noto estupefacta que todos los ojos se dirigen hacia el coche al verlo acercarse. Quedo atenta cuando identifico a un chico moreno, aunque de tez aperlada, cuya sonrisa tiene un aspecto seductor. Tiene un aura diferente que a la del otro, que Pam me ha dicho que se llama Adam. Su cabello está revuelto y medio rizado, y unos rebeldes mechones recaen en su frente.

—¿Quién es él? —pregunto con respiración entrecortada, mientras sigo escuchando la melodia de rap a todo volumen.

Ayo – I'm tired of using technology

(Ayo... Estoy cansado de la tecnología)

Why don't you sit down on top of me?

(¿Por qué no te sientas encima de mí?)

Ayo – I'm tired of using technology

(Ayo... Estoy cansado de la tecnología)

I need you right in front of me

(Te necesito aquí, delante de mí)

¡Oh dios!

La cabeza se me nubla, mi piel se eriza ante semejante presencia intrigante.

¿Qué diablos me ocurre?

Quedo con cara de idiota cuando me excito en contra de mi voluntad, a pesar de verlo a través de una mera pantalla—¡maldita tecnología!

50 Cent tiene mucha razón.

—¿El chico?

—Sí, el chico —afirmo con la velocidad de un rayo y me relamo los labios.

Sigo admirando aquellos labios bien conturados y rosados, que son perfectos. Aquella dentadura intimidante, la cual imagino ya mordiéndome, aquella fina nariz y aquel mentón afeitado, sumamente varonil.

—Pues no sé —Pam me mira con cara de boba.

¡Cazzo! , maldigo por dentro.

—Pero parece mayor que nosotros y un tanto... arrogante —susurra esta, sin despegar la vista de la pantalla, al igual que yo.

Observamos las dos con la boca bien abierta como, al detenerse, el misterioso chico baja la música, pero aún se escucha un ligero eco de la melodía vibrante. Sale del coche con actitud segura, ajustándose los lentes de sol y mirando a su alrededor con una sonrisa provocativa. Las chicas susurran emocionadas, mientras los chicos admiran su coche y su traje de tela fina y de un color grisáceo.

—Arrogante, pero con estilo —agrego en voz más bien baja y vuelvo a respirar con profundidad.

Mientras tanto, persigo los movimientos de su proporcionado cuerpo y pienso que el hombre no tiene un perfil de "musculitos". Ni tiene unos brazos enormes, puesto que es más bien de constitución normal, sin embargo, su espalda es bien ancha y su torso se ve tonificado, sin estar demasiado delgado.

—¿Tiene tatuajes? —le pregunto a Pam, mientras me muerdo el labio de una forma inconsciente.

—No lo parece, aunque...

Nuestras narices casi vuelven a chocar la pantalla y quedamos embobadas cuando vemos que el individuo saluda al tal Adam y a la otra chica de pelo castaño, amiga de Pam. Percibo su mano tatuada cuando se la lleva al rostro y se quita los lentes oscuros, mostrándo unos ojos preciosos.

—¡Conoce a Mia! —exclama Pamela deprisa y señala la pantalla con su manicura.

—Sí... —murmuro embaucada, a la vez que siento unas corrientes que me atraviesan poderosamente y soy incapaz de apartar mi vista de.... sus ojos de un verde intenso, parecido al color de las esmeraldas.

¡Oh, mil veces cazzo!

—¿Has visto sus ojos?—pregunto en un suspiro.

Pam gira la cabeza y me examina con una sonrisa pícara.

—¡Ahhhhh! —grita en mi oído—. ¡No me digas que has quedado prendada, amiga!

Pam empieza a aplaudir frenética, sin embargo yo sigo mirando la pantalla oscura de su móvil, como si me hubiese quedado hipnotizada por aquellos ojos de color verdoso.

—¿Qué dices? —pongo una mueca molesta y me levanto de la cama de repente, con el calor metido en cada poro de mi piel.

—Si te gusta dímelo, cielo —comena esta y también se pone de pie, siguiéndome.

—No está mal el chico.

Me vuelvo y me esfuerzo en sonreírle.

—¡Mmmmm! —tensa los párpados y me mira con sospecha—. Ya le preguntaré a Mia si tiene novia.

—Solo préguntale quién es, ¡ragazza! —ya estoy un poco molesta por sus insistencias—Parece alguien popular.

Vuelvo a recordar las ovaciones de los demás cuando el misterioso tipo ha llegado en su coche lu

—Así es, iba de traje —mostramos caras de desconcierto las dos—. Parecia como si hubiese llegado de algún acto importante—¡Uyyyyyyy, ragazzaa!

Me imita, llamándome en italiano.

—¿Qué? —le digo exasperada, intentando controlarme.

Soy consciente de que la llevo conociendo solamente desde hace unos meses, no sería propio tener una reacción demasiado exagerada.

—¡Ojalá no tenga novia y os enamoréis!

—Pam, ¡vamos ya al cine y déjate de tonterias! —le sonrío y cambio de tema, mientras que muevo la cabeza.

—¡Ohhh sí, es tarde! ¡Voy al servicio antes! —exclama esta y se lanza hacia la puerta del baño que hay en mi dormitorio.

Una vez que la veo fuera de mi cuarto, me vuelvo hacia la ventana, todavia acelerada y me cruzo de brazos, sin dejar de pensar en la imagen que acabo de visualizar.

Aprieto los labios enseguida, mientras meto los dedos en el cuello redondo del vestido de verano y despego la tela de mi piel sudorosa. Siento el vestido pegado a mi cuerpo y el ardor por dentro, sintiendo al instante demasiado calor. Un calor abrasador que nace dentro de mí y me empieza a poseer desde los malditos pies a la cabeza.

¡Joder! ¿Es esto normal?

Ojalá no tenga novia y os enamoréis... , oigo las palabras de Pam en mi cabeza.

—¿Enamorarme? —bufo divertida y en voz alta, esperándo pacientemente que ella salga del baño para poder entrar y refrescarme antes de irnos.

Oigo una puerta abriéndose al cabo de unos escasos minutos, y me doy la vuelta cuando escucho la voz melosa de mi amiga.

—¡Ya sé! —veo que me mira y agarra el bolso demasiado feliz.

—¿Qué?

—¡Ya sé cómo se llama, se lo he preguntado a Mia!

Alzo las cejas con curiosidad, aún intentando controlarme delante de Pam. Me encojo de hombros, intentando mostrar indiferencia.

Lyn, ojalá estuvieras aquí...

—¡Bram! —corre en mi dirección—¡Es Bram Sanders!

—Mmmmm —frunzo los labios y empiezo a caminar en dirección a la puerta del baño.

¡Oh dios! Necesito una ducha rápidamente.

—Parece que es el hijo del sendor Sanders... —paso por al lado de ella, con las antenas bien colocadas y alargadas— solo que...

Hace una breve pausa y yo me detengo bruscamente, con los golpes galopantes en mi caja torácica.

—¿Qué?

Casi aguanto la respiración, sin saber de dónde puñetas ha salido este interés tan repentino, y que no puedo domar.

—Que tiene novia.

—Ajam —aprieto la boca—. Bien por él.

Le sonrío calmada y me meto en el baño, cerrando la puerta vertiginosamente.

Suspiro con intensidad varias veces y me apoyo con la espalda sobre la puerta de mi baño, sintiéndome asfixiada. Aquellos ojos verdes me persiguen telepáticamente.

Bram... susurro consternada. Se llama Bram...

Vuelvo a respirar agitada y me lanzo deprisa al lavabo, le doy al agua fría con demasiada agitación y me humedezco con agua abundante primero las manos, después el rostro y finalmente el cuello. Dejo mi mirada caer sobre el cristal. Mi cabello rubio de media melena y ojos de color verde agua, al igual que mis mejillas encendidas me avisan de que algo extraño me sucede.

Hasta nuestros ojos encajan a la perfección, pienso para mí.

Cierro el grifo deprisa y agarro una toalla para secarme. Maldigo en mi interior, asumiéndo que esto me está pasando de nuevo. No solo que me está ocurriendo, sino que, como si eso fuera poco, a una escala desorbitante.

¿Qué debería hacer?

No hay nada que pueda hacer... , me respondo mentalmente.

A continuación intento disculparme y animarme por dentro como aquel ladrón que roba, pero luego se disculpa a sí mismo alegando que lo ha hecho por necesidad. Sé que no es nada malo, es perfectamente normal si alguien te atrae y, aunque a veces he llegado a odiar esta parte de mí, lo cierto es que no la puedo evitar. Es como si te intentaras librar de tu propio brazo. Intento lidiar con que mi cuerpo tenga una sensibilidad inusual a ciertos factores externos. Incluso juraría que esto que estoy sintiendo por dentro jamás me ha ocurrido antes con tanta intensidad al ver a alguien por primera vez.

Y no, no estoy hablando de mariposas. No estoy hablando de latidos veloces de amor en mi pecho, ni de canciones románticas en mi cabeza.

Agarro un pintalabios rojo y deslizo la cremosa barra en mis labios, con mucho cuidado. Me vuelvo a fijar con la vista y me sonrío a mí misma, un poco más relajada y pensando con nitidez.

No, no estoy hablando de amor. Estoy hablando de...

Me fijo con la mirada y retoco el color, apretándo más la barra sobre mis labios.

Estoy hablando de... CAZA

Y sí. Yo, Roberta Monticelli, italiana de nacimiento, estudiante en Harvard y fiel admiradora de la moda, confieso que soy adicta.

¿A qué?

Al flirteo, a las caricias, a lo no convencional, a aquellas palabras que despiertan tu mente y tus sentidos, a la seducción, a las miradas poderosas, a las sensaciones fuertes, a aquello que te hace vibrar y te lleva al cielo y, en definitiva... a todo lo que tenga que ver con el sexo opuesto y con el buen sexo.

Y ya tengo a mi presa... , delibera mi cuerpo, aún cuando mi mente no le haya dado permiso.

***

¡Hola hola viciosill@s! Encantadísima de teneros de nuevo por aquí, espero que os encanten estos dos capis y que me dejéis un comentario en NINFA para saber vuestra opinión ;))))

Por cierto, no os perdáis el BOOKTRAILER de la página de inicio.

Damos comienzo a la CAZA en 3....2....1... YAAAAAAAAAAAAAAAAA!

¡Cuidado, italiana! Puede ser que al final la presa se contierta en cazador. Y qué presa...

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