17. Apoyo Maternal
Quil al entrar a la casa, no pudo evitar no ir directamente a donde escuchaba que su madre se encontraba, la mujer estaba recogiendo sus ropas limpias en la parte trasera, y sin detenerse fue a abrazarla. Lo necesitaba.
Kinoa se había quedado de piedra al principio pero al reconocer a su hijo, terminó por darse la vuelta y protegerlo del dolor con el que había vuelto a sus brazos.
—Tranquilo, mi niño. Mamá está aquí.—susurró con protección Kinoa.
Quil se permitió sollozar en los brazos de su madre, quién siempre había estado para él, aun cuando habían días que no veían por el trabajo. Se sintió consolado en los brazos de su figura materna, sabiendo que solo era ella el motivo por cual volvería a visitar estas tierras. El resto ya no iba a significar nada una vez se marchara.
Madre e hijo se encontraban abrazados en cuanto la niña corrió al encuentro tan tierno de consuelo.
—¡Quil! —chilló preocupada la niña inmortal con los ojos grises.
La sensación de cambiar rapidamente sus colores de ojos, la mareó al punto que terminó abrazándolos también. Ocultando su mareo.
—¿Mi niño que te ha puesto tan triste? Hasta la pequeña Eien se encuentra preocupada. —pregunta Kiona, con una dulce y suave caricia a su hijo. Envolviendo el rostro de su pequeño Quil entre sus manos, limpiando aquellas lagrimas de cocodrilo.
—Discutí con Sam... Mis amigos... Todos ellos ya no me aceptan mamá... No les gustó la noticia del viaje... Ni mis amistades ni mi vida con Kehe y la pequeña... Les doy asco. —dice entre sollozos en pequeño joven.
Aquello rompió el corazón y alma de la madre al igual que la niña, preocupados por el dolor del joven Quil, por lo que la niña inmortal solo se dedicó a abrazarlo con una fuerza prudente, dando un gesto de apoyo.
—¿Tan mal lo tomaron? Que clase de amigos son esos... —dice ceñuda y evidentemente molesta con esos niños que dañaron a su bebé.— Si han sido asi, mejor es que no les des el más mínimo detalle de importancia, no se merecen a mi hijo y tu atención.
Kiona estaba muy molesta y sorprendida con que el grupo que según compartían unión por el gen de protectores los unía. Pero tal parece que la misma noticia no había tenido un buen desenlace, ella era su madre siempre velará por la felicidad de su bebé, pero tal parece que la "manada" de esta generación era una decepción, en lo que se enfocara en amistad y valores de compañerismo.
La niña solo asentía tras cada palabra de la mamá, apoyando la moción.
—Ellos han sido de mente tonta. La abuelita y nosotros somos mejor compañía que esos malos señores. —dice con total seriedad e inocencia la niña inmortal.
Tan adorable y tierna le parecía a la madre que no pudo asentir ante las palabras sabias de la forma infantil que lo había expresado la niña.
Quil emocionado por el apoyo de sus dos mujeres, niña y madre, ya era mas que suficiente para ser feliz y saber que tenía al fin un hogar.
—Vaya, comenzaron los abrazos sin mi. Me siento ofendido. —bromea la voz de Kehe, logrando que Kiona se carcajee ante la broma de la pareja de su hijo.
—Ven aquí, jovencito. Que hay espacio para uno mas. —invitó la madre, con un cariño incondicional.
Kehe se alegró y con mucha honra los rodeó con sus brazos, tanto a la madre, Quil hasta la niña. Feliz de al menos tener una figura maternal a su lado entre tanto caos de inconformidad.
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