15. Manada Quileute
La niña inmortal de cabello lacio marrón con aquellas dos coletas ya bañadas en agua del mar de la playa La Push, se encontraba muy divertida nadando entre peces en el fondo del mar, como también observando las burbujas que iban levitando de su nariz mientras mas presión del agua llegaba a su cuerpo de niña. Sus ojos rojos se veían acuosos al contacto con el agua, no le molestaba el contacto con el mar, ni sentía la temperatura fría.
Sencillamente se sentía tan liviana y libre en el agua, olvidandose de todos tras el ahogado volumen del agua tapando sus timpanos. Sin embargo, sintió un mal presentimiento en cuanto un gran gruñido ahogado se escuchó bajo el agua y luego un fuerte chapuzón que prontamente se posiciona frente a unos metros cercanos a ella.
Era Kehe en su forma lobuna, su gran pelaje negro tras aquellos ojos verdes siempre la hipnotizaban, sin embargo su mirada era alerta, preocupado y nervioso. Una muy mala combinación, por lo que decidió acercarse a ver que sucedía, inmediatamente sintiendo como al contacto de su pelaje su escudo externo lo protegía entorno a ella.
«¿Kehe?»pensó por el vínculo de impronta-alfa.
«No te preocupes en mi, es en Quil quién debes enfocarte»correspondió el lobo negro, sin despegarse de su caricia.
La niña inmortal frunció su ceño, y dirigió su mirada a la orilla de la playa donde ya no era profundo, su pequeño cachorro estaba siendo rodeado por varios chicos de la misma complexión robusta y el aroma tenía la característica singular de perro mojado.
Quil trataba de hablar pero los tartamudeos y el encogimiento de hombros, indicaba la intimidación de un tipo que parecía ser el Alfa de esa manada a la que pertenecía antes de conocerlos, a ella y Kehe.
«Bien.»pensó aceptando el desafío y regaño de su lobo.
Tras un nado sencillo, suave pero usando su velocidad sobrenatural y fuerza, logró llegar antes de un minuto a la orilla donde su cachorro se encontraba. Corrió tanto como pudo, hundiendose un poco en la arena amarilla y ensuciando sus pies descalzos, trastabilló un poco pero a tiempo se chocó con la retaguardia del nativo y cachorro suyo, que de manera inconsciente suspiró.
—Exijo una explicación, Quil. —decía el nativo dominante de aquel grupo de chicos, dando un paso hacia adelante.
Pero la niña inmortal vio como amenaza eso asi que, lo miró feo y aumentó el rango de su escudo, empujando para atras, arrastrando a el grupito de nativos a una distancia prudente de ella y Quil.
—T-te la daré, solo no seas impaciente, Sam —logra decir mas seguro Quil.
La niña inmortal al menos ya tenía la información que necesitaba confirmar. Estaba frente al famoso Sam Uley, alfa de la manada Quileute. Que era conector lejano con la manada del Jefe Jacob, que era el Alfa Black, el original alfa de la tribu por descendencia de sucesor familiar. Se alivió al notar que no había rastros de Jacob, no quería lidiar con mas mentes cerradas.
—Eres consciente que te consideramos traidor a la tribu, ¿No?—dijo otro chico mas alto que Jacob y mas musculoso que Quil. Altanero con expresión de intranquilidad en su postura.
Quil sintió una punzada de dolor ante la desconfianza de quién consideraba un hermano mayor al igual que toda la manada, sintió un estiron en su short por lo que baja la mirada a observar, encontrandose con los ojos rojos de su niña e impronta. Que inconscientemente le da el apoyo para ser fuerte aun cuando duela.
—Me lo suponía... Demoré en volver.—dijo entredientes, dolido.
—Volviste para quedarte no es así, ¿amigo? Con Jake extrañamos salir a pasear contigo. —dice Embry mirando mal a Paul.
Otro peso mas en su pecho sentía, la tristeza de hacer sentir a su mejor amigo y al otro que no veía desde hace tiempo ya. Por lo que traga saliva.
—No volveré. Me iré de viaje. —dice Quil fuerte y claro.
—¡Maldito traidor! —gruñe Lahote preparado para atacar pero solo logra golpear la pared trasparente que ya una vez antes lo había dañado.
—¡Que no lo soy! ¡Tu impronta es Rachel y nunca tuviste mas problemas! ¡Pero esta niña es mi impronta, no soy traidor, tu... Tu eres un puto traidor, nunca confiaste en mi!—exclamó dolido por la acusación.—Se supone que eramos hermanos de manada.
—Así como lo dijiste, se suponía. Ahora parece que sales con el enemigo y mas encima pedofilia. ¡Eres asqueroso!—dice Paul con mas ironía y asco expresados en su rostro.
Mientras que Jared hacía una mueca queriendo decir su punto pero parecía esrar debatiendo si tambien decir algo o no. Después de todo no eran tan cercanos como lo era en este caso Jacob y Embry.
—¡No soy un pedofilo, la querré como ella lo necesite! Respeta a mi impronta como yo hago con la tuya. —gruñe Quil protector empezandose a molestar.
Sus hombros temblaban de ira contenida, y molestia. Pero la niña inmortal solo había caminado hasta quedar a un lado suyo tomando su mano con dulce encanto infante.
—Será mi mejor amigo, mi confidente. Nunca llegaría al extremo que malpiensas, además... Es asqueroso de vuestra parte considerar aquello, a lo mejor es un fetiche puerco de vosotros. Asqueroso usted. —sisea la niña inmortal mostrando sus colmillos.
Paul se tensa al ver la mirada roja cual chupasangre típico de cazar, pero le incomoda de sobremanera que esa expresión salvaje provenga de una niña sanguijuela. «Que atrosidad para el mundo»pensó horrorizado.
—No nos hables como si tuvieras mas rango que nosotros, eres una niña que no se te olvide. —dice Sam cruzados de brazos, incapaz de doblegarse ante ella.
—No necesito doblegarlos en vegez para saber que son poca cosa. Un hermano sea cual sea su decisión, si sois familia, se apoyan y ya. —dice con molestia en su voz, la pequeña niña.
Sam gruñe al sentirse ofendido ante lo dicho, se enoja y levanta el dedo en su dirección, apuntandola:
—Nuestra gente es aceptada si es fiel a la tribu. Está claro que lado has elegido, Quil. —dice con frivolidad en su tono.
Quil se siente reducido a nada al ver que los chicos no lo iban a apoyar con la noticia buena de haber encontrado a su impronta, empezaba a darse cuenta porque la niña inmortal estaba tan acomplejada por arrebatarle una vida en la reserva por imprimarse en ella. Pero no la culparía nunca, si no llegaba a aparecer ella, nunca iba a descubrir la hipocresía en la que estaba envuelto.
—Ya no tengo nada mas que hablar contigo. —dice Quil, para empezar a llevarse a su niña lejos , pero es la inquietud latente de un golpazo contra el escudo invisible que los hace detenerse.
Paul había arrojado brutalmente los tenis de la niña contra ellos, buscando pelea, pero fue Kehe el lobo negro, quien tomó los zapatos de su impronta y gruñó al grupo.
Sam y Paul inmediatamente saltaron como para atacarlo, transformandose en lobos, pero en el momento en el que conectaron mentes ambos, Alfa y beta supieron que las cosas ya eran de otro modo, por la comunicación directa del lobo de ojos verdes fue tan abrumadora que callaron sus quejas.
«Quil Ateara, nieto del viejo Quil, a partir de hoy en mas ya no será de vuestra manada. Es mi beta, soy Kehe, y la niña que ven es mi impronta. Quil y yo, somos sus lobos y no hay quien necesite discutir con ustedes algo que ni les interesa comprender ni ponerse en el lugar de un miembro que todos reconocían como hermano. Deberían estar avergonzados, porque como manada son solo una cascara, porque fidelidad a la familia no es tener lo que ustedes ofrecen. Esto es un toxico ambiente lo mires por donde lo mires, así que sin que nos digan, nos retiramos. Este lugar ya esta contaminado por gente ignorante.»expresó desimteresado la voz pensativa de Kehe.
Y tras tomar entre sus fauces los zapatos se marcho con Quil hacia el bosque, perdiendose de la vista de aquel par de idiotas, pensado según Kehe y la niña inmortal.
Aunque sea esperaban que el amor a la familia, a la manada y a sus lobos como hermanos, lo felicitaran por la imprimación pero estaba visto que si la extraña casualidad de imprimar en una niña de su tribu se daba, ese si que iba a ser aceptado pero si era de gente externa era una abominación. Esa discriminación era grave.
Tal parece la niña inmortal no se había sorprendido por lo sucedido, pero Quil era el mas bajoneado emocionalmente. La realidad a veces dolía tragarse con la verdad sincera.
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