Epílogo
—Mamá, mamá hagamos un castillo de arena—-dice Ava de tres años con su cabello rojizo como el de Nina y ojos azules.
—Mami ayudanos a hacer un castillo aún más grande —le habla Batista a Miranda, con el mismo castaño que ella, el donante lo tiene de ese color y sus ojos azules como los de su hermana.
—Hijos mamá está alimentando a su hermana, yo les ayudo a ambos.
Miranda besa a Nina y a su hija de tres meses llamada Anahí en el cabello castaño con pequeños rizos, y ojos marrones, finalmente ella logró quedar embarazada sin perder el embarazo o tener riesgos. Ahora son una familia de cinco y por supuesto que la más feliz de todas son sus abuelas que se turnan para cuidar a sus nietos y se llaman para pasarse que les gusta a los niños, claro que la madre de Nina sin descuidar a los hijos de Hannah.
—Amor, ponle protector a Ava en la espalda que no me dejo ponerle —Miranda batalla un poco pero le coloca a su hija—. Al fin vacaciones —le dice besándola en cuanto Anahí se duerme—. Jenn —la niñera—, vamos al mar —toma a su esposa.
—Sí, señora.
—Pero ¿Van a estar bien? Digo...
—Amor, se quedan un rato con Jennifer, van a estar bien, la bebé duerme y yo —le susurra— quiero comerte la boca y manosearte sin nuestros hijos cerca, vamos.
Miranda se ríe y entran al mar. Amamantar dejo a Nina bastante delgada, aunque su piel evidencia los rastros de su embarazo, pero son marcas que lleva con orgullo, ya que una vida es lo que ella ha dado a luz a este mundo.
Ambas han construido una gran familia y un amor que cultivan día a día para enseñarles a sus hijos lo bonito que es tener alguien a tu lado que te ame como se aman ellas.
—Te amo —le dice Nina tomándola de la cintura por debajo del agua y la besa—, no hay un solo día en el que no te ame.
—¿Aunque a veces me levanto de mal humor? —pregunta Miranda.
—Sí, incluso aunque se te sigue pegando el arroz —ambas ríen—, incluso aunque hemos tenido nuestras peleas —acaricia su cintura— jamás he dejado de amarte y dudo que deje de amarte —acaricia su mejilla—. Gracias por formar una familia conmigo.
—Gracias por aceptar casarte conmigo —la besa colocando ambos brazos sobre sus hombros—. Al final te dí los tres hijos que querías —Nina ríe.
—Aún así, no vamos a tener un perro.
—Por favor... —le súplica—, así los niños se harían responsables también y...
La saca del agua mientras su esposa le da un millón de argumentos de porque sería bueno tener un perro, lo que no sabe es que de vuelta a casa ella ya ha adoptado un cachorro, lo ha desparasitado y las espera en casa junto a su suegra que se quedo a cuidarlas mientras ellas están fuera de vacaciones.
Al llegar a casa, An las recibe, Nina finge estar apurada por entrar al baño y vuelve al comedor con el cachorro entre sus brazos, en cuánto Miranda la ve se para con los ojos brillosos y el llanto invadiendola, Nina le sonríe, sus hijos se acercan corriendo, ella toma a Ava y su esposa a Batista.
—¿Es nuestro mamá? —pregunta su hijo.
—Sí, mi amor, es de parte de mami y mia.
—¿Cómo lo vamos a llamar? —pregunta su hija, ellas dejan en el suelo al cachorro y a los niños que juegan con él.
—Jamás he podido negarte algo por mucho tiempo ¿Te gusta el nuevo integrante? Bueno nueva es perrita, no quiero que ande marcando todo —Miranda entre lágrimas llora y al abraza— ¿Son lágrimas de felicidad?
—Sí.
Ella se pone feliz y la abraza fuerte, su suegra las mira con una gran sonrisa mientras mece a su nieta.
Tres hijos, un perro, una familia, amor a montones y una casa llena de risas, sonrisas y la calidez de un hogar. Es mucho más de lo que Nina deseo alguna vez, es mucho más de lo que Miranda pensó que merecía, es la felicidad que An siempre deseo para su hija.
Su historia continúa, con ellas unidas y su pequeña gran familia.
Fin.
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