3 Despedido
Era pedir demasiado que Jeremy no se quejara de Miranda, siempre lo hacía de Audrielle y ya están casi a tres semanas, ósea que se aguantó bastante.
—Miranda no sirve —entra sin golpear y se sienta frente a ella mientras revisa papeles—. Se demora mucho en darme los planos y en ponerse al día ¿Me la puedes cambiar?
—¿Sugieres que la eche? —le pregunta sin levantar los ojos de sus papeles.
—Sí o cambiamela por alguien más.
—Claro —firma unos documentos y lo mira— solo tienes que encontrar a una sola persona que quiera trabajar contigo —nadie quiere trabajar con él, la mayoría renuncia, Audrielle lo había soportado bastante bien y se cansó, la tendría que haber dejado a ella en vez de él—. No voy a echarla —vuelve la mirada a los papeles—, es eficiente y no puedo seguir buscando gente que cumpla con tus caprichos.
—Nina.
—Nina mis dos ovarios, tú y yo amigos no somos —levanta la vista—. Te acomodas, trabajas CON ELLA y te aguantas —mira la hora—. Deja de perder el tiempo que no tienes y ve a trabajar —se levanta—. Jeremy —voltea a verla enojado— la próxima vez que vengas a mi oficina, golpeas la puerta así toc toc, te doy el ok y pasas ¿Fui clara? —él asiente con la cabeza y sale —su teléfono suena con un mensaje que esperaba y se junta con ella en un café.
—Gracias por venir, Audrielle —le dice apenas la ve y se sienta frente a ella—. Necesito que me digas por favor todo de tu trato con Jeremy.
Audrielle habla y le cuenta todo, absolutamente todo, y hasta de su carta de despido de la cual no estuvo enterada que había sido emitida, ya que ella no dió la órden, sino que él y su novia que está en recursos humanos, se tomaron la molestia de hacerlo a su espalda, claro que todo fue gracias a su ausencia y distracción cuándo estuvo detrás de Griselda.
—No tenía idea, Audrielle —suspira— ¿Qué te parece ocupar su puesto? Tiene una pasante nueva que es excelente y seguro hacen buen equipo ambas. El sueldo sería otro.
—¿De verdad? Digo claro, si no tengo que trabajar para ese imbécil.
—No, será en lugar del imbécil.
Marcha a la oficina y le pide a la jefa de recursos humanos subir con la novia del mequetrefe, también cita a Jeremy que al pasar por su escritorio ve tonteando en horario de trabajo, mientras Miranda trabaja duro.
—Seré directa —les dice apenas entran a la oficina— tú y tú —señala a ambos— quedan desafectados de sus puestos de trabajo ¿Por qué? —antes de que pregunten— Tengo quejas sobre ti, Jeremy y aparte ambos se complotaron para echar gente en mi empresa pensado que yo no indagaria, ni lo notaría. Por favor Cintia hazle los telegramas y prepara la liquidación. Les aconsejo que se vayan en paz.
—No encontrarás a nadie cómo nosotros —escupe él con rabia mientras ella llora.
—Encontré a alguien mejor en realidad. Adiós.
Salen tomados de la mano indignados, pero por favor que clase de idiotas son. Se levanta y va a la oficina conmocionada, Cintia no puede ocultar su buen humor, nadie soportaba a Jeremy. Llama a Miranda a su oficina, ella entra con miedo.
—Miranda —suspiro— siéntate —ella la mira asustada. Afuera se escucha ruido, sale y ve a Jeremy enojado tomar y tirar cosas— ¡QUÉ CREES QUE HACES!
—Si me vas a echar ¡BRUJA! Antes voy a decirte un par de cositas que tengo atragantadas acá —se señala la garganta—. Eres una asquerosa lesbiana. Todos sabemos que te dejaron porque eres una maldita loca —Nina de brazos cruzados, se clava las uñas en su brazo—, lo que te hace falta para curarte de tu lesbianismo es probar esta —se señala el miembro.
—¿Y crees que tus 3 cm podrían curarme? Creo que acabo de hacerme más lesbiana. Y por favor un recién nacido la tiene más grande.
—Eres una...
Se abalanza contra ella y sus compañeros se interponen en su paso, tomándolo de los hombros, mientras él la insulta y ella se mira las uñas sin darle mayor interés, con Miranda viendo todo atrás a su espalda.
—¿Terminaste tu escena? Voy a asegurarme que nadie dentro de la construcción te contrate.
—Tú, perra —Le escupe en la cara—, voy a matarte sucia lesbiana —ella se limpia el escupitajo.
—Llevense al imbécil, por favor —sale y Miranda sale detrás de ella.
Puede que esté intentando mantener el control, pero por dentro hierve en ira, quiere golpear al idiota, pero sabe que sería acusada de agresión, aunque él ha dicho las palabras mágicas "voy a matarte"
Pero Jeremy no se iba a conformar solo con la amenaza, se suelta y acorta la distancia para golpear a Nina, aunque termina en el suelo agarrándose su asqueroso y nada viril miembro de 3 cm. Nina sorprendida mira a su lado a la responsable de salvarla del golpe y ahí está Miranda, sosteniendo un teclado partido a la mitad. Miranda viendo la actitud de Jeremy tomó un teclado dándole vuelta el rostro de un golpe y luego le da una patada entre las dos piernas, dos hombres lo toman y se lo llevan a la rastras.
—Gracias —la mira Nina.
—De nada —le responde Miranda.
Nina entra a su oficina con Miranda atrás cerrando la puerta, mientras todos quedan perplejos afuera. Se mete a su baño para limpiarse el rostro y comienza a llorar pensando que estaba sola, tarde se da cuenta que tiene compañía y está viéndola desde la puerta, la joven acorta la distancia y la abraza. Nuevamente las embarga una sensación de tranquilidad y paz al tenerse cerca. Claro que lo que el idiota dijo le dolió, la ha humillado y todos saben que la han dejado por ser una loca, a pesar de eso Miranda se acercó a contenerla igual.
—¿Estás bien? —se aparta apenas para verla y secar sus lágrimas— No le hagas caso a ese idiota, es mentira todo lo que dijo, los he escuchado hablar y nadie cree lo que él te dijo.
—¿De verdad? —le dice sollozando.
—Te lo prometo ¿Quieres que te traiga un café? —ella asiente con un puchero y eso provoca que el corazón de Miranda se llene de una inexplicable ternura— quédate aquí y va vuelvo.
Por reflejo besa su frente y sale a mitad de camino se da cuenta de lo que hizo y Nina también que se quedó congelada un momento, procesando todo. Toma su lugar detrás de su escritorio, Miranda toca la puerta y entra con una bandeja con un café y un vaso de agua fresca, más dos sobrecitos de endulzante.
—Gracias, Miranda —se aclara la garganta, fingiendo que nada había pasado hacía tan solo un momento—. Desde mañana trabajaras con Audrielle Marchant, la arquitecta que estaba antes en tu lugar, seguro que harán ambas un gran equipo. Por ahora sigue con tu trabajo que lo haces muy bien.
—Pensé que había hecho algo mal —suspira Miranda. La pelirroja niega con la cabeza.
—¿Alguna vez ese idiota te trató mal?
—Bueno nunca me trató bien, siempre eran demandas trás demandas.
—¿Por qué no me dijiste? Te pedí que me dijeras.
—Soy nueva, es un derecho de piso.
—No en mi empresa y no contigo —cierra los ojos ante su confesión, eso sonó demasiado honesto de su parte—. De ahora en más, me avisas si alguien te trata mal ¿Fui clara? —dice tajante—. Perfecto, eso es todo —la joven se levanta— y gracias por el café —le regala una amplia sonrisa radiante.
El clima en la empresa es mucho más ameno sin el quejumbroso idiota de Jeremy. Nina cómo tantos otros días, tratando de evitar a Miranda es la última en irse, mira su teléfono y ve la hora que largo se le ha hecho el día, tocan la puerta y pasan, la cabellera castaña que tanto conoce se asoma por la puerta.
—Ya me voy ¿Necesitas algo? —por primera vez, quizás por cansancio Nina niega y le sonríe, algo se remueve en la joven que no puede apartar la mirada de ella— entonces me voy.
—¿Quierés que te lleve?
La idea de ir con la pelirroja se le hace muy atractiva, mira su teléfono y le escribe a su novio que no venga por ella, en el transcurso del día, conocer la vulnerabilidad de Nina, despertó en ella un instinto protector para con la pelirroja, y no quiere dejarla sola.
—Claro.
Nina toma su cartera, la computadora estuvo apagada desde hacía media hora, mira el sol cayendo en el horizonte y Miranda la mira a ella mientras la luz naranja impacta en su jefa, aunque sabe que es demasiado obvio que tiene la mirada clavada en ella, no puede evitar no verla.
—¿Pasa algo? —le pregunta la pelirroja y en ese momento se obliga a apartar la mirada.
—No, vamos, ya éstoy lista.
Caminan lado a lado bajando las escaleras, comparten una mirada que implícitamente dicen: aquí estoy y no me iré. La castaña llega a su departamento y Paul está jugando en la play comiendo papás fritas de la bolsa, tirando en la alfombra, ella luego va a tener que aspirar eso, él no sabe ni cómo se una una escoba.
—Hola nena, pásame una lata de cerveza, estoy ocupado aquí.
«Sí, jugando en línea, y rascándote los huevos».
En algún punto su comportamiento, le ha a empezado a molestar, el velo que cubría al demandante infantil imbécil, ha comenzando a desaparecer.
«¿Ha sido siempre así en estos cuatro años juntos?».
—Gracias nena, eres la mejor y yo soy muy pro mira —señala la pantalla del televisor— subí a diamante platino.
—Ah —sonríe forzadamente—. Despidieron a Jeremy hoy.
—Noooo ese bro me caí súper bien, ya le mandaré un mensaje.
—¿En serio Paul? Te cae bien, el imbécil del cuál te he contado que me trataba pésimo, me recargaba de trabajo y por el cuál vivía estresada.
—Bueno es que si conversaras con él podrías ver que es un buen tipo en realidad.
—No puedo con esto —se sale de sus brazos y camina al cuarto con él detrás— ¡¿Cómo es que tienes su número?!
—Se lo pedí el día del aniversario de la empresa.
—¿Has invitado a ese imbécil a nuestro hogar?
—Solo ha venido algunas veces y...
—Ya no es un persona grata, me entero que ese ¡HIJO DE PUTA VINO Y DUERMES AFUERA! —él se queda congelado es la primera vez en cuatro años que tienen una pelea así—. Por cierto a tu amiguito, le reventé un teclado en la cara y le partí las bolas de una patada. Le quiso pegar a Nina, el muy cobarde y estuvo estafando a la empresa. Ese es la clase de persona que te cae bien.
—Tremendo idiota —«no me digas»—. Amor borraré su número y...
—No lo tendrías que haber tenido en primer lugar Paul, desde el primer día sabés que ese pedazo de desecho humano, me complica la existencia y ¿Te haces amigo y lo invitas aquí?
—Nena lo siento ¿Está bien? No parecía mala persona.
—Pero lo era —suspira—, Necesito salir a tomar aire.
Toma las llaves del auto y se marcha para respirar, necesita estar lejos de su novio, para no terminar diciéndole una verdad de la que luego se arrepienta, no puede creer que él sea haya hecho amigo de su acosador laboral. Regresa a casa y él la recibe con comida china, pedido por delivery claro, se le quema el agua del té, menos va a saber preparar comida china. Se sientan a cenar y él intenta conversar.
—Entonces defendiste a tu jefa.
—Sí.
—Siempre hablas de ella y ahora la defiendes.
—La admiro, es una mujer inteligente, buena líder y buena persona.
—Si no te conocería y estuvieses conmigo, parecería que ella te gusta —se ríe y da un trago a su bebida.
—Que la admire, no quiere decir que esté enamorada de ella. Mejor comamos callados, que muy contenta no me tienes.
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