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25 Dime que sí

   —¿Estás lista? —le pregunta Nina a Miranda desde el baño colocándose los aritos.

   —Claro, uy que bien te queda ese vestido —le toca la pierna y se lo comienza a subir, pero Nina la frena dándole un golpe en la mano.

   —No hay tiempo para esto, tenemos que llegar a la boda, eres la dama de honor de tu amiga.

   —Okay, lo anoto a tu cuenta. En cuanto lleguemos a casa dejamos al día el saldo —le da una nalgada mordiéndose el labio inferior.

   —Note tu obsesión con nalguearme o tocarme el trasero.

   —Es que es tan —se acerca a besarla y lo aprieta.

   —Controlate de estar manoseandome en el casamiento

   —Agh —blanquea los ojos—, no te prometo nada. Vamos.

    Llegan a la boda y Nina no puede evitar imaginar como se vería Miranda ocupando el lugar de la novia en el altar, ya llevan casi dos años de noviazgo, viven juntas y no puede evitar pensar en ella como una novia. Miranda le señala que tiene que mirar a la novia que viene entrando, pero Nina niega, solo quiere verla a ella, que le sonríe y niega con la cabeza.

   —Te perdiste ver entrar a la novia —le dice la castaña subiendo al auto para ir al lugar de la fiesta.

   —En realidad no, estaba mirando a la mía, es mucho más hermosa e interesante.

   —Que aduladora.

   —Que honesta, diría yo. Es tu responsabilidad, desde que me enamoraste no existe nadie más para mí. Bueno en el futuro quizás haya una mujer más en mi vida con la que me vas a tener que compartir —le besa la mano y Miranda frunce el ceño—, pero tranquila nos amará a ambas y nos llamará mamá.

   —Me encanta cuando te pones cursi.

   —A mí cuando intentas ser posesiva y antes de arrancarme la cabeza, esperas a que termine de hablar —ambas ríen—. Vamos a la fiesta ¿quieres?

   —¿Ser mamá? Claro, me encantaría tener una mini tú entre mis brazos, amo el color de tu cabello.

   —Hablo de ir a la fiesta, no de embarazarme —le toca la punta de la naríz—. Eso lo podemos hacer luego.

   —Claro, luego de que me hagas tu esposa, no antes —besa su mano.

   —Todo depende de ti, yo te pedí ser mi novia —dice Miranda.

   —Yo te dije te amo primero y te pedí venir a vivir conmigo.

   —¿Acaso no me lo quieres proponer? -—hace un puchero— Nuestra hija imaginaria acaba de evaporarse.

   Se baja del auto y Nina va tras de ella pidiéndole que la espere y tratando de convencerla de que las cosas no son así, Miranda solo la molesta, claro que ya tiene todo preparado, hasta acordó con su amiga que el ramo vaya para Nina y en caso de que no lo agarre, lo tomará ella, pero de que se casa con la pelirroja, se casa.

   A la hora de la tirada del ramo, ambas se colocan lado a lado, tratando de elegir el mejor lugar.

   —Trata de agarrarlo a menos que no quieras casarte —le dice Miranda—. Bueno creo que no quieres.

   —Ya te dije que no es así, claro que me quiero casar contigo.

   —Demuéstrame que tanto lo quieres y atrapa el ramo —le dice al oído y la nalguea, yendo a sentarse, toma una copa de champagne y le levanta para brindar por ella antes de darle una trago.

   —A todo o nada —se suena el cuello.

   La novia se posiciona y lo tira, Nina salta y lo toma en el aire, otra invitada se lo quiere quitar y forcejean ambas, pero la pelirroja gana, una flor le queda en la boca y la escupe algo despeinada para ir hasta Miranda y darle el ramo.

   —¿Estás contenta? —La castaña mira el ramo.

   —Wow, eso fue —se acerca la novia—. Si yo me hubiera esforzado así por atrapar un ramo, tal vez me hubiera casado antes —levanta la mano de Nina— ¡Nuestra ganadora! —todos aplauden, pero ella solo mira a Miranda que toma el ramo y camina hacia afuera subiéndose al auto.

   —¿Qué haces? —dice la pelirroja abriendo la puerta.

  —Sube, nos vamos.

  —¿Por qué?

  —¿Quieres que te coja en el baño? —Nina abre los ojos grandes— Que salvaje y sexy te has visto, Benedict. No pensé que te tomarías en serio el reto.

   —Quiero todo contigo, ya te lo dije una vez.

   —Sí, lo sé y yo también quiero todo contigo. Por cierto llamaron de la agencia y tuvieron que adelantar la fecha dela viaje, tranquila —toma su mano—, ya arregle todo con Juli y Audri.

   —¿Cuando viajamos?

   —Pasado mañana —sonríe.

   Desde las primeras vacaciones que planeo Miranda, se han turnado para planear una cada una, esta vez siendo el turno de ella de nuevo, acordaron irse a Grecia, donde habló con una amiga y le ayudo a contactar y planear todo desde ahí para la propuesta en barco que tiene planeada y hasta aprendió a navegar tomando un curso en secreto para obtener una licencia que le permitiera rentar un barco sin necesidad de llevar un capitán.

   Viajan como lo acordaron y finalmente el segundo día luego de descansar se dirigen al puerto con la excusa de una excursión, se suben a un barco que hasta ahora lo navega un capitán, anclan en el mar no muy lejos de la costa y mientras ellas saltan a nadar, el capitán también pero para subirse a una moto de agua que lo pasa a buscar.

   —Amor, no encuentro al capitán —dice subiendo con el ceño fruncido.

   —Es porque le pedí que se fuera.

   —¡Qué! ¡¿por qué hiciste eso?!

   —Porque quería privacidad contigo —le dice tomando su mano—. Aparte para eso hice ese bendito curso y me saqué una licencia, y una amiga me hizo el contacto con el capitán, mañana a las 10 a.m. tenemos que estar de vuelta.

   —¿Por qué querías privacidad conmigo?

   —Porque —sostiene en su espalda la caja con el anillo— quería hacerte una pregunta —sonríe tímida y nerviosa—, es mi turno ¿o no? —entonces Nina ata los cabos sueltos y sonríe esperando la propuesta a la que claro que la respuesta es un sí—. Yo no sabía lo gris que era mi mundo antes de ti, pensé que quizás estaría condenada a seguir al lado de un idiota con complejo de niño, me había hecho a la idea de que tal vez eso él era una opción segura y te conocí un día y por alguna extraña razón no podía dejar de sonreír al verte, me cuidaste sin conocerme, procuraste incluso cuidarme cuando yo no te quería cerca ¿recuerdas el día de lluvia? —la pelirroja sonríe y asiente—. Cada promesa que me has hecho, la has cumplido, por eso yo también quiero que sepas que cumpliré si me das la oportunidad de que te lo demuestre, quiero hacerte estas promesas: prometo cuidarte en tus días grises, sostenerte cuando el mundo te pese demasiado, tener contigo y criar a uno a dos hijos —Nina le muestra tres dedos—, comencemos de a poco —se ríe—, prometo amarte en la adversidad que nos atreviese y celebrar juntas las cosas buenas. Quiero ser el sol que eres en mi vida —se arrodilla—, mierda estoy tan nerviosa que no quiero cagarla, ven —la trae más al medio del bote— tengo miedo de que con los nervios se me caiga la caja y el anillo —Nina se ríe—. En fin —se arrodilla nuevamente— ¿Me harías la mujer más feliz de la faz de la tierra y serías mi esposa? 

   —Sí, claro que si, solo soy y seré tuya.

   Claro que Miranda sabía la respuesta, pero los nervios igual estaban presentes, no todos los días le propones casamiento al amor de tu vida. Se para frente a ella colocándole el anillo para besarla, mientras el mar las rodea con su inmensidad, su felicidad es tan basta como el agua que las rodea. Ambas vuelven a casa como mujeres comprometidas y aún más felices.

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