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22 Cayó en la cuenta

Miranda y Melanie siguen en un ritmo raro, la fractura entre ellas se nota y aunque la familia y su madre han querido indagar más en el porque ellas no han dicho nada, aunque poco a poco han ido acercándose, luego de cuatro meses de casi ni hablarse por la enfermedad de su abuelo, ya que una neumonía lo ha tirado a la cama y entre todos se han turnado en cuidarlo, pero ellas por sus horarios son quienes se han rozado al cambiar el turno.

   —Hola, —le dice de manera seca— el doctor vino a verlo y el kinesiólogo pasa en una hora para hacer los ejercicios, dejo este medicamento para que lo tome en dos horas y lo ha visto mejor —le dice Miranda y su abuelo se intenta sacar la mascara de oxigeno—. Abuelo no, ya hablamos que no puedes sacarte la mascara —él toma su mano y la mira suplicante, ella lo deja.

   —No puedo seguir viéndolas así —ambas se miran.

  —Tranquilo, ya me voy.

   —Miranda, por favor —su abuelo toma su mano con las pocas fuerzas que le quedan— ¿Cuánto más vas a seguir enojada con ella? ¿No ves que en verdad está arrepentida?

   —Papá...

   —No, verlas así me rompe el corazón ¿creen que si algo me pasa me podría ir en paz con ustedes así? —ambas lo mira y se mira. Entonces entra Nina y ve a ambas.

   —Nada va a pasarte, deja de hablar esas cosas —le dice Miranda, lo besa en la frente e intenta sacar su mano.

   —Nina —él suspira agitado—, hazla entrar en razón, por favor —Miranda le coloca la mascara de oxigeno y mira a su novia.

   —Amor, creo que tiene razón ya es tiempo —Miranda la mira frunciendo el ceño—. Melanie ven —le estira la mano, pero su novia se la baja así su tía no la toma, aunque si se acerca—. Yo sé que hace unos meses obraste mal y que esto te ha costado tu relación con Miranda —ella no la mira—, también sé que ambas se aman —su novia la mira—, aún amas a tu tía —ella no lo niega, solo agacha la mirada—. Yo voy a dar el primer paso entonces, Melanie, yo te perdono, no olvido lo que hiciste, pero me gustaría empezar de nuevo —estira su mano y la otra la toma con lagrimas en los ojos—. Hola, soy Nina Benedict, la novia de tu sobrina que la quiere con lo locura y que solo busca hacerla feliz ¿amor me presentas a tu tía?

   Miranda se queda un momento pensando, si Nina es capaz de perdonarla y seguir avanzando sin rencores entonces ella puede hacer el intento. En este último tiempo su tía ha buscado las mil y una formas de acercase a su sobrina, de hacer las pases y enmendar su error, pero Miranda ha puesto una barrera tras otras, dejando infranqueable cualquier puente o hueco que ella construía o intentaba construir para llegar a ella.

   —Ella es Melanie, mi tía favorita porque no deja que tenga otras —su tía se ríe—, fue mi mejor amiga y es como mi segunda madre —finalmente la mira—, supongo que si mi novia te perdona, yo puedo intentarlo. Te he extrañado mucho —le dice con lagrimas en los ojos y Melanie con precaución finalmente se acerca despacio y la abraza cuando ve que no hay resistencia—. No voy a perdonarte una segunda vez, Melanie.

   —Lo sé y espero que no haya un segundo error que me aleje de ti —dice entre lagrimas—, definitivamente no quiero volver a pasar otra vez por eso y lo lamento, de verdad -mira a Nina— con ambas —besa la cabeza de Miranda y su madre entra.

   —Al fin las veo juntas así de cómplices —exclama al entrar y ellas sonríen, Miranda se separa secando sus lagrimas y tomando la mano de su novia.

   Salen rumbo a casa, Nina le abre la puerta del copiloto no sin antes de recibir un beso de su novia que la hace sonreír, se sube tomando el lugar de piloto y tamborilea la canción que suena en la radio mientras conduce, Miranda no puede evitar observarla con detenimiento, sonríe al verla tan concentrada ¿Cómo es posible que se vea tan hermosa solo conduciendo? es lo que se pregunta sin poder despegar los ojos de ella, es entonces cuando se da cuenta y se lleva la mano al pecho, esto creciendo adentro de ella cuando la ve, cuando la tiene cerca definitivamente es amor, entonces una segunda pregunta la invada ¿Será muy pronto para decirle, te amo?

   —Amor.

   —Dime —la pelirroja voltea a verla, tomando su mando izquierda para dejarle un beso en el dorso.

   —Te... te... —Nina la mira— te iba a decir si querías que fuéramos a almorzar a algún lado, yo invito, no tengo ganas de quedarnos encerradas en casa.

   «Que cobarde de mierda».

   Cierra los ojos despacio.

   —¿A dónde quieres ir o que quieres comer?

   —Abrieron un nuevo restaurant de pastas, vamos ahí, yo te guió.

   Esa noche al llegar a casa se dan una ducha juntas, y se acuestan, la primera en caer rendida es Nina casi que al tocar la almohada, con las cortinas y ventanas abiertas, dejando entrar la luz de la luna Miranda se atreve a hacer su confesión algo cobarde, pero la cual ya no puede contener en su pecho, desde que se dio cuenta de a que se debe el sentimiento. La observa dormir y respirar de manera calmada a su lado, quieta los mechones de cabello que cubren su rostro, besa las pecas de sus hombro y bajo la tenue luz de la luna se confiesa.

   —Te amo —susurra—, te amo Nina, eres lo mejor que me ha pasado, siento que la vida me ha premiado al ponerte en mi camino, al tenerte a mi lado —le acaricia la mejilla y sonríe delineando la curva de su boca con su dedo índice—. Te amo —susurra nuevamente—, sé que es cobarde confesarme mientras duermes, pero no sé si es muy pronto para decirte lo que siento y claro que tengo miedo de que te veas forzada a responderme de vuelta o de que sea solo yo quien lo siente por ahora. Así que dejaré que me lo digas primero, mientras yo te lo digo cada noche en tus sueños. Te amo.

   Le regala un beso y se acomoda para dormir a su lado, se mueve un poco para despertarla lo suficiente así Nina se volteaba y poder abrazarla por la espalda, se pega a ella besando su hombro, la pelirroja sonríe y voltea para abrazarla hundiendo su rostro en su cuello y entrelazando sus piernas y abrazarla fuerte, hasta que el agarre se afloja y vuelve a caer en un profundo sueño, ambas lo hacen, se quedan dormidas con la luz de la luna de fondo, siendo la otra testigo de la declaración de amor, velando por el sueño de las dos.

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