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15 Pensadora compulsiva

Sobre pensar en exceso es el deporte menos favorita de Nina, pero no puede evitarlo, una vez que entra en bucle ya no puede salir de ahí, es agotador y le da dolores de cabeza, pero le cuesta. Ahora solo está ahí sentada en el sofá de su psicólogo, intentando que él la ayude a tomar una decisión.

   —Eso pasó este fin de semana y ahora no puedo sacarmelo de la cabeza, no sé si decirle o no, pero eso no es lo peor.

   —¿Qué es lo peor?

   —Siento que no puedo tener intimidad con ella ocultandole algo así. Me quedé en su departamento por primera vez y la situación escaló un poco en, ya sabes —aparta la mirada—, pero no pude seguir.

   —¿Piensas que tiene algo que ver con haberte acostado con su tía?

   —Tiene todo que ver, estaba por... tocarla y simplemente no pude —suspira agotada dejándo la almohada a un lado llevándose las manos al rostro—. Si quiero hacerlo con ella, me he tocado por Dios santo pensando en ella —se ruboriza en cuanto lo admite en voz alta pero su psicólogo no se inmuta—, quería hacerlo este fin se semana y no pude seguir. Desde que ella apreció y me dejó esa duda implantada, sobre que Miranda me dejaría por haber estado con ella, no pude dejar de pensar que estaba mal tocarla sino sabe lo de su tía ¿Qué hago?

   —¿Qué sientes que debes hacer?

   —No lo sé, por eso te lo estoy preguntando. Si le digo y se enoja, la pierdo, sino le digo... no puedo contárselo, no es correcto. Pero yo estuve con Melanie antes de siquiera pensar que podría tener algo con ella y ni siquiera lo hice por placer o porque quisiera sino que fue por llegar a un acuerdo y salvar mi empresa —él sonríe, ahí está su respuesta— ¿Y si Miranda se enoja, manda todo a la mierda y expone a su tía? Tampoco quiero destruir un matrimonio y una familia.

   —Solo te quede ver como actuará ella una vez que lo sepa, sobre pensar en los mil escenarios posibles, te consume tiempo y energía ¿Cuántas horas duermes últimamente? —se encoje de hombros, pero sabe que no la suficientes— Se acabó el tiempo, nos vemos la próxima sesión, llámame si necesitas algo.

   Sale del consultorio algo dubitativa aún, pero en algo él tiene razón hizo todo eso antes de siquiera saber quién era Melanie en la vida de Miranda, aunque está segura que ella supo que era su sobrina en esa cafetería, pero no deja de ser su tía, casada con hijos. Recibe un mensaje de su castaña favorita y se dirige a su casa directamente ya que ella la espera, tiene decidido contarle hoy todo.

   —Bienvenida —la recibe con una gran sonrisa al cruzar la puerta—, te extrañé —se acerca dejando un beso en sus labios y antes de que se aparte Nina la abraza fuerte, tiene miedo, teme perder a esta mujer maravillosa— ¿También me extrañaste?

   —Bastante si —huele el aroma de su piel y su cabello apartándose de ella—. Te quiero, Miranda —sabe que es un golpe bajo decírselo justo antes de confesar su secreto, pero quiere que lo sepa.

   —Tambien te quiero —la besa con una gran sonrisa.

   —Necesito hablar algo contigo —entrelaza sus manos—. Pero antes quiero que sepas que no haría nada para lastimarte, ese es mi miedo más grande en realidad.

    —Lo sé, pero ¿qué pasa? —los ojos de Nina se llenan de lágrimas—. Nina ¿Qué pasó? —golpean la puerta y Miranda rezonga— Debe ser mi madre.

   —¿Tu madre?

   —Sí, te pregunté si podía venir por mensaje y me dijiste que sí —suspira—, de haber sabido que querías hablar conmigo le decía que no viniera —Nina mira su teléfono y el mensaje que respondió casi sin saber que lo había respondido— ¿Quieres que le diga que...?

   —No, no, ya está acá, parecerá que la estamos echando —se seca las lágrimas rápidamente—. Iré a cambiarme la ropa —le da un beso fugaz, pero Miranda la toma y lo profundiza.

   —Puedo decirle que surgió algo y dejamos que se vaya —Nina lo piensa.

   —Estoy bien, después hablamos.

   Sube a cambiarse y aprovecha para recomponerse un poco antes de bajar, pero antes se sienta en la orilla de la cama en ropa interior y vuelve a pensar si es lo mejor que ella lo sepa, pero cada vez que se hace la pregunta, la respuesta es la misma, sí, ella sabe que no puede ocultarle esto, ni tener intimidad con ella hasta que lo sepa.

   Al bajar escucha varías voces y risas, se encuentra con la persona que de desde su último encuentro le ha complicado la existencia y mentiría si no admitiera que la odia un poco.

   —Hola, Nina, que hermosa que es tu casa —dice Melanie con una gran sonrisa.

   —Hola, gracias —responde algo tajante y se da cuenta así que cambia a un poco más amable— ¿Quieren algo de tomar o comer hasta que esté la comida? —su sonrisa es muy forzada, pero es una buena actuación.

   —Claro ¿Qué tienes para ofrecernos? —pregunta su suegra.

   —Vino, tengo uno rosado dulce que es exquisito ¿Les gustaría probarlo? —ambas asienten y Miranda le sonríe— Ya lo traigo —se dirige al la pequeña bodega que tiene entra y al entrar escucha la puerta cerrarse detrás de ella con Melanie del otro lado.

   —Hola, bombón.

   —Ni que bombón ni que ocho cuartos, para ti soy Nina, la novia de tu sobrina.

   —Sé que aún no están de novias y que tampoco bueno —le regala una sonrisa maliciosa—, mi sobrina me cuenta todo, soy su tía favorita ¿Acaso no te pone? ¿Por qué no puedes sacar la tarea?

   Nina se siente manoseada en la intimidad, aunque es claro que Miranda le contaría o preguntaría a alguien, tal vez tenga inseguridad sobre quizás le gusta, pero no lo suficiente como para estar con ella de manera íntima.

   —Eso no es problema tuyo —intenta pasar pero Melanie la detiene.

   —Abre la boca y nuestro contrato se termina —Nina la mira desafiante y se suelta con violencia empujandola—. Vaya si que eres una leona —sonríe.

   —No. Me. Gus. Tas. Lo que pasó fueron solo negocios y créeme ni siquiera lo disfrute, después de todo no es tan difícil fingir un orgasmo —su rostro cambia a uno de furia, sabe que le dió en el ego—. Por lo demás no te preocupes que de este fin de semana no pasa —le guiña un ojo y sale. Se acerca a Miranda y le susurra al oído— ¿Necesitas ayuda en algo, amor?

   Miranda voltea a verla con una gran sonrisa y los ojos brillantes, usar esa forma de llamarla casi le hace saltar un latido. La besa y comienza a olvidarse que está su tía y su madre hasta que la última se aclara la garganta.

   —¿Puedes poner la mesa? Ya va a estar.

   —Claro.

   Clava su mirada por un momento en Melanie y sonríe victoriosa, mientras Miranda conversa con su madre, Nina se afirma un poco en ella colocando su mano en la espalda baja muy cerca del trasero que toca cuando se despega, todo bajo la atenta mirada de Melanie. El almuerzo se lleva a cabo sin parcanses y harta del amor que exhibe la pareja la primera en retirarse es la tía de Miranda y luego después del café y la sobre mesa su madre. Nina se acuesta en el sofá colocándose ambos dedos en los ojos, cuándo siente unos labios tocar los suyos y enfoca la vista sonriendo.

   —¿Amor? —pregunta Miranda.

   —¿No puedo decirte así?

   —Sí, es solo que ni siquiera hemos dado "ese" paso —dice algo avergonzada—. Nina —ella la observa con atención— ¿No te gusto de esa manera? Porque todos los contactos los he iniciado yo y todos los has frenado tú, no creo que seas de esas que se guardan para el matrimonio —la pelirroja comienza a reír y niega.

—En realidad es algo con respecto a eso que quería hablar contigo —suspira y se pone seria— ¿Recuerdas ese día que me viste en la cafetería con una mujer? —Miran asiente— Bueno ella es...

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