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14 Secretos

Nina llega como cada día temprano a la empresa y pese a querer caer en los brazos la una de la otra se mantienen profesionales, pero de vez en cuando Miranda desaparece en la oficina de Nina. Llevan dos semanas en este juego de ojitos y reuniones en su oficina a puertas cerradas, de cafés entre besos y visitas el fin de semana a ver un día al Nono, que guarda su secreto.

   Por otra parte Paul, no ha dejado de insistir en verse, de hablar y arreglar las cosas, él había comprado un anillo de compromiso y no puede creer que su novia "tirara" cuatro años de relación a la basura, porque él tenía el departamento "un poco" desordenado, ni siquiera fue porque le fue infiel, bueno al menos que ella sepa, claro.

  —¿Qué haces aquí? —dice ella borrando la sonrisa de su rostro al verlo sentado en las escaleras. Uno pensaría que estaría desarreglado por pasarla mal, pero está muy bien, al menos se lo ve así— Te mandé todo a la dirección que me diste.

   —Quiero hablar.

   —¿De qué?

   —De esto —se arrodilla frente a ella con el anillo, su ex toma la caja y la cierra.

   —La respuesta sigue siendo no —coloca la llave en la cerradura y le da la espalda, entonces entra y él la sigue— ¿Qué hacés? —lo empuja hacia afuera.

   —Entrar para que hablemos.

   —Lo que tengas que decir, me lo dices acá, no te quiero en mi departamento. Te dije que no tengo nada que hablar contigo, no vamos a casarnos y no vamos a volver.

   —¡Son cuatro años, Miranda!

   —Me vale, así hubieran sido 10, yo no quiero estar ya contigo —la toma del brazo fuerte.

   —¿Todo bien? —aparece Nina descalza con ropa casual.

   —¿Qué? —él mira a Miranda, luego a Nina y la conexión se tarda un poco en llegar pero llega— ¿Tú y ella? ¿Ustedes?

   —Te está costando bombear la sangre del pito a la cabeza pensante, tú puedes solito, vamos —lo alienta, dibujando una gran sonrisa.

   —Soy un imbécil —Nina atrás asiente y se acerca un poco más— ¿Con ella me engañas? ¿Desde cuándo? ¡¿Desde cuándo?!

   —Primero mono involucionado le bajas tras rayitas de volúmen a tu tono de voz para hablarle a Miranda —Nina la coloca detrás de ella—, segundo no te engañó estuvimos juntas cuando ustedes cortaron, porque ya no son pareja, por sino te llegó la notificación a tu casillero mental de mierda, y tercero te vas o te saco con la policía por meterte en propiedad privada —él abre los ojos grandes y dan un par de pasos hasta quedar afuera.

   —Jeremy tiene razón eres una puta loca de mier... —antes de terminar la frase Miranda le da una bofetada partiendole el labio—. Ella está loca ¿Sabes lo que le hizo a su ex? —Nina aprieta las manos en puños—, se obsesionó con ella y hasta la acosaba. Te hará lo mismo y cuando eso pase vas a buscarme arrepentida.

   —Antes que volver contigo me tiro al mar atada a un ancla aún viva y con carnada para tiburones atada a mi cuerpo —él abre los ojos grandes—. Por cierto ¿Qué es lo que estás haciendo tú ahora? Te apareces por mi departamento, me esperas afuera, me dejas llamadas y mensajes, esto claramente es acoso —su semblante cambia a terror—. Me parece que te estás proyectando. Y dile a Jeremy que anda de muy lengua suelta, que mida... no solo su palabras, ya que lo corto no solo lo tiene mentalmente.

   —No la conoces, no como a mí. Yo te amo y sé que tú también...

   Le cierra la puerta en la cara y se soba las sienes, voltea a ver a Nina, que la observa fijamente intenta acercarse a ella, pero da un paso atrás, entonces la observa extrañada y acorta la distancia rápidamente.

   —Miranda yo...

   —No digas nada —la abraza—, yo lo sé, sé todo ¿Está bien? Y también sé que estás yendo a terapia y que tu miedo más grande es hacerme daño.

   —No quiero lastimarte.

   —No lo harás.

   —No puedes saberlo.

   —Confío en ti, lo sé.

   Nina la abraza y se aferra a ella, quizás solo necesitaba esto, a alguien que confíara en ella, incluso más que ella misma. Ciertamente no siente esta necesidad obsesiva que tenía con Griselda de controlar cada paso que ella daba, porque Miranda no la rechaza, pero esa idea no abandona su mente ¿Qué haría si ella la rechazara? ¿Qué pasaría si se entera que para salvar su empresa se acostó con su tía? ¿El rechazo la haría volverse de nuevo esta persona obsesiva y neurótica que no puede ni quiere dejarla ir?

   Algo tiene que hacer y es aclarar este primer punto para evitar malos entendidos en el futuro, ella hizo lo que hizo por su empresa, no quiere tener secretos con Miranda, al menos no de estos y menos si involucran a su familia. Secretos en cuándo alguien toma de más, salen a la luz en alguna fiesta familiar, no quiere perderla por ocultarle cosas.

   —¿Estás bien? —le pregunta separándose de ella.

   —Sí, es solo que —«¿se lo digo ahora?»—, tengo algo que decirte —tocan la puerta.

   —Dime —vuelven a tocar.

   —Creo que debemos atender —pero Miranda no la suelta y la pega más a su cuerpo por la cintura—, puede ser importante.

   —Esto —las señala— es importante, dime —le acaricia rostro preocupada— ¿Qué pasa?

   —Sé que estás aquí, sobrina. Abrele a tu tía —ambas suspiran y se sueltan.

   —Agradece que eres mi tía favorita.

   —Soy la única que tienes, las esposas de tus tíos no cuentan. Traje... —la puerta se abre más y ve a Nina—. No sabía que estabas con tu jefa.

   —Tía, no es solo mi jefa —le extiende la mano a Nina y ella se acerca para tomarla, su tía las observa levantando ambas cejas sorprendida— ¿Quierés pasar y merendamos?

   —Sí, claro.

   Esto es lo que Nina quiere evitar, como la mira Melanie ahora, esas miradas de las que cualquiera se daría cuenta de que hay algo o hubo entre ellas. Se sientan a merendar mientras Miranda coloca la cafetera y conversa animadamente con su tía, la pelirroja se sienta revisando algunos correos en la notebook, el teléfono de Miranda suena y ella baja a recibir el pedido.

   —Voy a decirle —dice Nina y Melanie la observa.

   —No lo harás si quieres que ella siga contigo ¿Crees que perdonaría que te encamaras con su tía? Pero tranquila que ahora menos que menos quiero repetir, no me meto con lo ajeno y menos si es de mi sobrina favorita.

   —No soy un objeto y ella tiene que saberlo, sinó cuando se entere...

   —Cuando se entere ¿Por quién? Porque ciertamente yo no voy a decirle —coloca el plato con las cosas dulces en la mesa quedando muy cerca de ella tanto que Nina se echa hacia atrás—. Escucha solo fueron negociós ¿Está bien? Si abres la boca, hay mucho más en juego para mí ¿Crees que mi marido sabe que me encamo con mujeres? Aparte solo fueron tres acostones ¿La pasé bien? Sí, pero no vale esas tres revolcadas mi matrimonio.

   —¿Te coges a toda la gente con la que cierras tratos?

   —Solo las bonitas como tú —acaricia su mejilla y mira sus labios—. Tranquila aunque tienes una boquita muy linda no voy a besarte, a menos que quieras claro.

   —No quiero —Melanie sonríe.

   Tiene algo de perversa esa mujer y duda que no haya sabido que su sobrina trabajaba con Nina antes, definitivamente lo tuvo que haber sabido ese día en la cafetería, no muchas se llaman Miranda, ahora hasta duda que haya sido una casualidad.

   —Bien, me alegra que respetes a mi sobrina —intenta tocarla de nuevo pero le aparta la mano de un golpe y se levanta de la silla alejándose. La puerta se abre y Melanie vuelve a ser la tía buena onda y afectuosa con Miranda—. Ya está el café —le dice estrechando a la castaña entre sus brazos— ¿Merendamos? —la castaña mira a Nina que las observa y la nota rara.

   «Definitivamente no quiero volver a quedarme a solas con ella, es peligrosa y me va a meter en problemas con Miranda»

   —¿Todo bien? —toma la mano de la pelirroja a su lado y ella asiente, Melanie la mira fijo y niega para que no abra la boca.

  —Sí —le regala una sonrisa—, solo me quedé pensando en el imbécil de Paul.

  —¿Qué pasó con él?

   Pregunta interesada su tía y su sobrina comienza a contarle todo sin soltar la mano de Nina en ningún momento, algo que no se le pasa por alto a la mayor, a lo que Nina entrelaza sus manos y Miranda la mira sonriendo para dejar un corto beso en sus labios y seguir conversando.

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