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11 Rolls de canela

Nina pasa a ver a Miranda de nuevo, otra vez al día siguiente cómo habían quedado y lleva los rolls de canela que le dijo el Nono, ella no es amante de las cosas dulces y las calorías, le costó bajar esos kilitos que tenía de más y se esfuerza demasiado por mantenerse en línea, aunque se ve muchas veces tentada a ceder alguna que otra vez.

    —Esto está delicioso —dice la joven dándo un mordisco y cerrando los ojos ante el goce de tener semejante placer inundando su boca— tienes que probar uno.

   —No, no, eso tiene demasiadas calorías y me estoy cuidando.

   —Por favor Nina, te convido del mío no puedes perderte de esta cosa tan deliciosa.

   Nina cede, se acerca a ella colándose el cabello a un lado para no mancharse y abre la boca para dar una mordida al roll en la mano de la de ojos oscuros, al separarse ve cómo ella se le ha quedado viendo, no es la primera vez que ve esa mirada en Miranda. Se lame los labios, gesto que no pasa desapercibido por la otra mujer.

   —Tienes razón está delicioso, pero una mordida es suficiente ¿Cómo te sientes?

  Se limpia la boca con una servilleta, la castaña se chupa los dedos y Nina ve el gesto abriendo un poco la boca, se aclara la garganta y mira hacía otro lado, para tener claridad mental.

   —Mejor, descansar me ha venido bien y los medicamentos también, gracias por eso —su teléfono suena y en la pantalla sale Paul, ella corta—. No ha parado de llamar.

   —¿Te ha venido a ver?

   —Le pedí que no lo hiciera, sigo enojada con él.

   —Hay una conferencia la semana que viene, te anote para que vayas, el cupo es limitado.

   —Bueno ¿Irás también?

   —Sí. Ya vengo iré a ver si tu abuelo, necesita ayuda con la bandeja —se levanta y viene con la bandeja llena.

   Se ponen a conversar y ve cómo Miranda se ríe y sonríe, a ella siempre le ha parecido natural que lo haga, es parte de cómo ella es, pero según su abuelo, no es algo que haga seguido y ahora no puede evitar verla sonreír de esa manera, de hecho hace todo lo posible para que ella lo haga.

   —Tengo una pregunta —ambos la miran— ¿Cómo es que te hiciste el corte en la ceja?

  —¿Quieres la versión oficial o la verdadera?

   —La verdadera —nieta y abuelo se miran.

   —Te vamos a contar pero no puedes decirle a nadie, solo darás la versión oficial —la pelirroja sonríe y asiente—. Me dí con el filo de una puerta mientras iba corriendo, mi madre la abrió de golpe y me la dí en la ceja. Lo que le dijimos a la familia es que me agarré a pelear en la escuela, una niña me partió la ceja y yo le partí la nariz.

   —Era la más pequeña de sus primos y la vivían molestando —agrega su abuelo.

   —Después de eso no me molestaron más, y cómo la versión oficial es más cool que la verdadera, seguimos dando esa versión. Aparte si llegaran a enterarse ahora, me volverían a molestar.

   —Entonces ¿Cómo es que le partiste la nariz a una niña? Eso si es es saber defenderse, y tan tranquila que te ves —ambos ríen.

   —¡Papá, hija! —ambos se miran y suspiran, luego de contener la respiración— aquí estaban. Oh, hola. No sabía que tenían visitas. Soy Ana, la madre de Miranda.

   —Nina un gusto.

   —¿Nina cómo la jefa de mi hija?

   —Es mi jefa mamá.
  
   —¿Está todo bien que te ha venido a ver?

   —Perfecto, solo vine a ver qué estuviera bien.

   —¿Y el inútil de Paul ha venido? —mira a su hija.

   —Le dije que no viniera.

   —Y él tan conveniente obediente ¿Se queda a cenar, Nina? Traje para hacer estofado ¿Papá ya tomaste tus pastillas? ¿Miranda sigues con la medicación, has tomado agua, has comido bien?

   Nieta y abuelo suspiran cómo niños, ella se levanta y toma a Nina quién se ríe, para llevársela.

   —¡No me dejes con la controladora!

   —Lo siento abuelo, pero es tu hija.

   —¡Judas!

   Ambas ríen, Miranda va por la silla de ruedas y vuelve a buscarlo.

   —Arrepientete hombre o te dejaré con ella.

   —¿Si saben que los escucho? Estoy parada frente a ustedes.

   —Lo lamento amada nieta, me retracto de mis palabras.

   Ella lo toma y mientras su madre, les sigue hablando toma carrera a la puerta al grito de ¡NINA ABRE LA PUERTA PLAN DE HUIDA! Ella abre y salen entre risas corriendo hacía afuera.

   —¡Los quiero aquí a las 7 p.m. más tardar! —les grita Ana desde la puerta.

   Nina corre a su lado y Miranda comienza a toser frenando, la pelirroja se preocupa, pero la joven le hace señas con las manos de que está bien, que no es nada.

   —Dejame yo lo llevo ¿A dónde vamos.

   —Café Royals —responden ambos al mismo tiempo.

   —Con que se escapan seguido de ella.

   —Mi madre tiene buenas intenciones, pero aunque sus intenciones son buenas, es demasiado intensa —dice exasperada—. Y nos cansa ¿O no abuelo?

   —Se preocupa, de verdad los ama —les dice Nina—. Es lo que veo —se defiende ante su mirada—. Bien ¿Dónde queda el café?

   Ambos señalan un café casi escondido entre tiendas, que pasa desapercibido. Entran y está casi vacío, el dueño mismo los atiende. Nina vé que el lugar tiene todo el potencial, para ser un gran café, pero la fachada y el lugar por dentro parece haberse quedado en el tiempo, ni siquiera tiene WiFi. Le cuentan que son amigos y que se conocen desde chicos, el café ha estado desde hace generaciones en la familia.

   —¿Piensas que es muy anticuado? —pregunta Miranda.

   —Pienso que el café es delicioso, y que el lugar tiene el potencial, quizás un mejor cartel...

   Nina se acerca a la barra y habla con el dueño, le pide permiso, tizas y busca imágenes en Pinterest. Escribe el cartel y lo coloca afuera, en poco tiempo, más gente llega, parejas que finalmente charlan sin los teléfonos.

   —¿Qué dice el cartel?

   —Café gratis, si pasas 40 min sin mirar el teléfono.

   —Pero así va a perder dinero.

   —Nadie dura tanto tiempo sin mirar el teléfono y subir la foto al instagram, miren.

   Efectivamente en cuanto el café y la comida iba llegando, ellos tomaban el teléfono y lo subían a instagram, le pelirroja les dejaba una servilleta roja en la mesa señalando que perdían em reto. Nina se puso a hablar con el dueño quién entusiasmado escuchó sus sugerencias.

   —¿Qué le dijiste?

   —¿No eres muy chismosa? —da un trago a su café.

   —Cuenta, vamos cuéntame —la pica con el dedo y Nina ríe— ¿Tienes cosquillas?

   —Miranda, no.

   —Miranda, sí.

   Su abuelo toma el brazo de Nina, ella lo mira y Miranda comienza a hacerle cosquillas a Nina, hasta que cede y le cuenta, que le va a traer un plan de nueva imágen y se lo dejará a cambio de un vaso de café y de que coloque en su menú rolls de canela, así los tienen cerca para ir a comprarlos.

   Se hacen las 6:30 p.m. y emprenden la vuelta a la casa entre risas y charla, al llegar y entrar ven a Paul, y el humor de todos cambia, su madre sale de la cocina y mira mal a su yerno.

   —¿No tenías noche de póker con los chicos hoy?

   —Sí, pero quise pasar a verte ¿No te alegras de verme? —la saluda con un beso—. Hola, Nina ¿Está todo bien? Digo por qué estaría acá su jefa.

   —No es solo mi jefa, es mi amiga Paul.

   Nina la mira, y ella también le devuelve la mirada. Algo en esa afirmación le apretó el pecho a ambas, amigas.
  
   —Ah ¿Vienes conmigo a casa?

   —Estamos por cenar los cuatro, Paul —le dice su suegra, él incómodo se aclara la garganta y se acerca susurrándole.

   —¿Podemos hablar afuera?

   —Mamá ya vengo.

   Ambos salen, Nina se ofrece a ayudar a poner la mesa para relajar un poco el ambiente, el Nono le comenta a su hija, lo que hizo la pelirroja y cómo se comenzó a llenar el café de Rolo, Ana le da una gran sonrisa y le agradece. Ese café es el más antiguo y al que ella se escapaba a refugiarse Lara leer cuándo no aguantaba a sus hermanos.

   Miranda entra dándo un portazo y con el ceño fruncido que se relaja en cuánto entra a la cocina y ve a su madre hablar entusiasmada contándole a Nina anécdotas con el Nono.

   —Entonces oficialmente ahora somos tres personas quienes sabemos el secreto de tu cicatriz.

   —¿Tres?

   —Bueno mi madre falleció y Miranda es mi única hija, que crié sola ¿Estás casada o en pareja Nina?

   —No, estoy soltera y sola. Hasta hace poco en realidad estuve con alguien.

   —Él se lo pierde, eres maravillosa.

   —Ella —se aclara la garganta—, me gustan las mujeres.

  —Interesante —mira rápidamente a su hija—, ahora estás soltera, eres maravillosa y nos caes bien.

   —Mamá —interrumpe su hija—, sé lo que haces.

   —¿Alguien quiere café y postre?

   —Yo —comienzan a decir de a uno—. Disculpa si te incomodó, mi familia tiende a ser algo imprudente y metida.

   —Está bien.

   Su madre lava los platos, ayuda a acostar a su padre y se va despidiéndose de Nina, ella también toma sus cosas y camina a la puerta, seguida de la joven de cerca.

   —Gracias por el café, y la cena. Hacía mucho que no la pasaba tan bien.

   —Bueno ya te los has echado al bolsillo —le dice apoyándose en la puerta abierta— ¿Te veo mañana? —la otra asiente— ¿Debo volver a tratarte de usted?

   —En realidad  me encantaría que no lo vuelvas a hacer nunca jamás en ma vida, es incómodo —Miranda sonríe— ¿Nos juntamos a tomar tomar café en mi oficina? No quiero que hablen de que eres mi favorita.

   —¿Lo soy?

   —No —Miranda levanta una ceja y se muerde el labio inferior, ese gesto derrite a Nina y da un paso atrás para no besarla—. Mejor me voy —intenta irse y la castaña le toma la mano.

   —Gracias por haber venido a verme y preocuparte por mí —no le suelta la mano y la pelirroja se la toma aún más—, por traernos los rolls de canela y darle una mano a Rolo con su café.

   —No fue...

   —Sí, lo es. Es bastante. Descansa  Nina —se acerca besándola en la mejilla—. Te veo mañana ¿Me avisas que llegaste bien?

   Ella asiente y se va, la mira mientras se aleja en el auto, ambas suspiran cuándo están fuera del rango de visión de cada una ¿Por qué se siente tan bien estar cerca la una de la otra?

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