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10 El Nono

Nina piensa todo el día en la oficina en su sueño, y ahora anhela aún más algo que siempre había sido parte de su postal, una familia propia.

Por otra parte pese a querer preguntarle en todo el día que vió su escritorio vacío, cómo estaba Miranda, ella no lo hizo. No quería confundirla y ha sido tajante en cuánto a su relación laboral, aunque ayer lo que hizo se sale de toda regla que es solo laboral.

  La mujer que hizo el trato del casino hotel con ella, la cita en un lugar para entregarle documentación que faltó firmar.

   —No van a haber más encuentros, quiero ser clara con esa parte —le dice en cuánto recibe el mensaje.

   _Tranquila Nina, que no es mi casa ni un algún lugar dónde pueda meterte mano. Aparte soy una mujer de palabra, aunque por mí fuera podríamos repetir cuándo gustes.

   Sin decir nada más bloquea el teléfono y se dirige al lugar dónde fue citada, odia hacer esto y se siente como si fuera la amante, bueno aunque lo que hizo con esta mujer casada y con familia clasifica claramente como amante, aunque en realidad ella siente que fue más un trabajo en el oficio más antiguo del mundo, ya que fue por algo a cambio. Golpea la puerta de esa enorme casa y ella la atiende haciéndola pasar.

   —Estos son los papeles firmados —le extiende el sobre.

   —Melanie —entra un señor mayor caminando con la ayuda de un bastón—, hola.

   —Papá ella es Nina Benedict, su empresa se va a encargar de construir el hotel casino —el hombre mayor sonríe.

   —Así que tú eres Nina, he escuchado hablar mucho de ti, por unas amigas y por mi nieta —ella mira a Melanie y al hombre.

   —¿Su nieta y unas amigas?

   —Sí, mi amiga Griselda y Giovanna —ella se tensa al escuchar los nombres— y mi nieta, Miranda —dicen ambos al mismo tiempo cuándo ella aparece.

   —¿Qué haces aquí? —le dice ella atrás de su abuelo con una apariencia enferma.

   —Bueno su empresa que al parecer es dónde tú trabajas —dice su tía—, se va a encargar de construir el hotel casino de la familia.

   Ambas se miran aún sin decir nada, su tía toma a su padre y salen ambos de la habitación, dejándolas a solas ¿La situación podría ser más incómoda? Cae en la cuenta que tuvo relaciones con tía de Miranda ¿Todo queda en familia?

   —Hola, no sabía que ella es tu tía —Miranda asiente y se sienta— ¿Cómo estás?

   La nota pálida y con no muy buena cara, la ve sentarse y se sienta en la silla a su lado evitando tomarle la mano la deja sobre la mesa, la joven hace lo mismo, se ve mucho más joven de los 27 años que tiene.

   —¿De mi familia es el proyecto que vas a dejarme a cargo con Audry?

   —Sí ¿Puedo hacerte una pregunta? —ella asiente— si tu familia tiene tanto dinero, por qué no usaste sus contactos para comenzar a trabajar de inmediato.

   —El negocio familiar no es muy convencional que digamos —«entonces ella lo sabe»—. No quería que sus contactos se confundieran, y por supuesto que yo quiero hacer mi camino sola, no quiero que por ser hija o nieta de, las cosas se me dieran en bandeja. Quiero hacer mi carrera con mi propio esfuerzo y a ti a pesar que te conocí por una amiga de mi abuelo, no estabas en el rubro del negocio familiar, ni sabías quien era y eres mujer en dueña de una empresa, en una industria dominada por hombres. Eso definitivamente llamó primero mi atención.

   —¿Cómo te sientes? —se encoje de hombros y Nina se muerde el labio inferior, odia ese gesto— ¿estás tomando los medicamentos que te dejé? —asiente.

   Nina levanta la mano y se acerca lentamente, coloca la mano en la frente de Miranda y ella cierra los ojos. Ambas suspiran, saca la mano y toma su mano.

   —Tienes un poco de fiebre.

   —Señorita ¿Se queda a tomar un café?

   Entra el Nono, caminando con la ayuda del bastón y no se le pasa por alto que ella están tomadas de las manos, porque sí, Miranda le ha tomado la mano que Nina dejó sobre la suya.

   —Nono, ella está trabajando —saca la mano y Nina cierra la suya—, seguro tiene que ir a la empresa.

   —Bueno papá me voy, tengo que ir por los niños a la escuela. Adiós mi amor —se acerca su tía apachuchando a Miranda y le besa tiernamente en la frente—. Avísame si queda algún documento más que debamos firmar, Nina —le dice seria y le extiende la mano para estrecharla de manera firme—. Nos vemos, cuídate mi amor —le dice a su sobrina, no antes de abrazarla y guiñarle un ojo a Nina que los blanquea desviando la mirada.

   —Sí, me encantaría un café. Pero solo si ayudo —Nina se levanta y acompaña al Nono a la cocina para salir un poco de la embarrosa situación.

   Miranda va a la cocina, pero no entra se queda en la puerta escuchando cómo ellos ríen y hablan de arte, ella le pregunta y escucha genuinamente interesada lo que él le cuenta. La pelirroja toma la bandeja y le ofrece su brazo, él lo toma y caminando a paso lento van hacía el comedor, Miranda corre y toma asiento en dónde estaba sentada. Al ingresar Nina, Miranda toma la bandeja rozando las manos de la otra y la deja sobre la mesa, se sientan ambas lado a lado y el Nono en la punta de la mesa.

   —¿Te quieres quedar a comer? —me pregunta el hombre mayor, ella mira a la joven buscando aprobación y asiente despacio.

   —Sí, claro. Pero...

   —Nada de peros, tengo una lasagna ya casi lista, solo tengo que armarla y comemos. Miranda muestrale el jardín a Nina y la casa, seguro le fascina su arquitectura cómo a ti. Esta niña solía quedarse embelesada mirando cada punto de las habitaciones, aún guardo los dibujos que hacía de la casa.

   La joven se levanta, le pide que la acompañe mientras deja las tazas en la cocina. Luego le muestra las habitaciones y le habla cómo un guía turístico de la casa, ella lo sabe todo, investigó y sabe en que año y qué materiales usaron para las remodelaciones. Llegan a la biblioteca de la casa que al parecer tiene un significado especial, ya que Miranda toca las estanterías de madera de los libros y sobre todo la ventana dónde puedes sentarte a leer.

   —Mi abuela solía leernos cuándo éramos niños, me encantaba verla leer, el sol que entraba la hacía parecer mágica, y sus lecturas parecían embrujarnos, incluso nuestros padres que se sentaban atrás a escucharla.

   —¿La extrañas mucho?

   —Cada día.

   Voltea a verla con lágrimas en los ojos. Nina se acerca a verla, tomando su rostro entre sus manos limpiando sus lágrimas, la joven cierra los ojos, la pelirroja la abraza y ella se deja abrazar, se siente bien entre sus brazos, y así permanecen un momento.

   —Deberías ir a descansar, tu cuerpo necesita reponerse ¿Dónde está la habitación?

   La de ojos oscuros la guía, ella se acuesta y ve los medicamentos, una jarra de agua y un vaso a su lado. La tapa y sentándose a su lado, acaricia su rostro, le vuelve a tomar la temperatura. Nina se está levantando para irse, pero una mano la frena.

   —¿Te quedas un rato más? —suspira porque no puede negarse a Miranda, entonces asiente, y busca una silla— acuéstate un rato conmigo, si no te importa arrugar tu camisa —Nina ríe.

   —No, no me importa.

   Se acuesta se miran frente a frente, están cerca, lo suficiente para verse pero evitan tocarse.

   —Le caes bien a mi familia y eso es decir bastante, no les cae bien cualquiera. Paul, no les cae bien.

   —¿Tu novio? —ella asiente— ah.

   —¿Qué?

   —Tampoco me cae bien, no me gusta cómo te trata.

   Miranda la mira con sus ojos oscuros, siente una necesidad casi inconsciente de acercarse a Nina y estar abrazada a ella.

   —Acabas de romper tu regla, jefa —la pelirroja sonríe—. Eso quiere decir que fuera del horario laboral ¿Podemos llevarnos mejor?

   —Miranda —suspira—, no soy alguien grato de tener cerca en este momento. Estoy sanando y no quiero lastimarte, me he apartado de todo hasta de mia amigas. Lo que dijo Jeremy es cierto, me dejaron por ser una maldita loca.

  —Eso lo voy a decidir yo, soy grande para tomar los riesgos que crea necesarios. Así que ¿Tregua? —le ofrece su mano.

   —Tregua.

   Se acerca más y la abraza, la joven se acurruca a ella y tose antes de lograr quedarse dormida. Nina se levanta despacio la tapa, besándola en la frente se va, y se coloca los zapatos a los pies de la escalera y ve al Nono que le sonríe ampliamente.

   —Se durmió al fin. Cualquier cosa me llama, este es mi número —le da una tarjeta.

   —¿Pero no te quedas a comer?

   —No, tengo que volver —se coloca el abrigo—, pero si le decía que no me quedaba, esa cabeza dura —señala arriba—, no iba a ir a acostarse —el hombre sonríe y asiente. Ha sido un gusto conocerlo.

   —El gusto es mío Nina. Griselda también me habló de ti —ella avergonzada baja la vista, al suelo.

  —No voy lastimar a Miranda, le juro que no voy a hacerle nada...

   —Mi niña calma —le toma la mano—. Sé que no vas vas a hacerle nada. Miranda es una buena chica y te admira mucho, no la dejes sola.

   —No lo haré.

   —El que me preocupa que le haga daño es el idiota que tiene de novio —niega con la cabeza—. Puedes venir a verla mañana también si quierés.

   —¿De verdad puedo?

   —Claro, eres bienvenida.

   —Su novio... ¿Por qué él no la está cuidando?

   —Porque es un idiota, no te digo yo.

   Ella se dirige a la puerta, pero frena volteando a verlo de nuevo.

   —¿Griselda le contó todo? —él asiente y ella traga con dificultad—. No hice las cosas bien con ella, pero estoy en terapia y estoy resolviendo las cosas.

   —Lo sé, Nina Benedict Rein, cada persona que se cerca a esta familia es investigada, espero que no te molestes pero tenía que hacerlo. Supongo que sabés cuál es el negoció familiar —ella asiente—. No me preocupa que le hagas algo a Miranda, estoy al tanto de tu progreso en terapia y ella parece estar más relajada y tranquila cuándo estás cerca. Miranda no sonríe mucho, pero algo le haces, porque ella no deja de hacerlo contigo.

  «¿No sonríe mucho? Pero si desde que la conocí no ha parado de sonreír».

   —Cuida a mi nieta por favor, Nina —le toma la mano—. Ella no deja entrar a cualquiera y tú pareces haber atravesado la primer barrera.

  —Lo haré, cuidaré de ella.

  —Gracias. Te esperamos mañana.

   —Traigo algo para merendar entonces ¿Algo que le guste en particular?

   —Rolls de canela, son nuestros favoritos.

   —Anotado.

   Con una sonrisa se despide del anciano, se siente muy cómoda estando cerca de él, no se siente juzgada y lejos de ser amenazada le ha pedido que cuide de su nieta. Aunque le quedó en su cabeza, eso de que está al tanto de su progreso en la terapia ¿Hasta dónde saben de su vida? Tal vez tenga que cambiar de terapeuta.

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