Cap. 9.5
(???)
Los prestigiosos cielos daban tregua en este bosque el cual había sido violentado por fuertes lluvias desde hace unos días, pero ya acabada la tormenta solo quedaban gotas cayendo de las hojas más altas de los árboles hacia el suelo lleno de hojas secas y ramas rotas, cubriendo de charcos el bosque. Venados y pequeños conejos saltaban entre los árboles creando sonidos de percusión natural con el choque de sus pezuñas y patas con el piso.
En medio de la oscuridad, apareció él. Vestido de traje alegante negro con corbata, pantalones de clase alta y zapatos recién pulidos. Cualquiera que lo viera consideraría que era alguien adinerado, alguien que tiene toda su vida resuelta con lo que tenía en su bolsillo. Pasando entre los árboles, ignorando el ambiente de su alrededor, sus ojos dorados veían un aparato que tenía en sus manos, el cual lo estaba dirigiendo a su destino.
La señal era un poco débil por causa del tiempo, el cual anunciaba que las lluvias no habían terminado. El cielo estaba oscuro y nublado, como si el Sol temiera la presencia de este hombre. Esto de alguna manera podría considerarse más real que poético, porque el que estaba caminando no era más que la encarnación de la maldad.
Maldad. Al señor sonrisas le intrigaba esa palabra. La gente que él había “ayudado” le gritaban siempre que era un monstruo, que en él solo había maldad, siempre lo insultaban minutos antes de sucumbir a su inevitable muerte. Malagradecidos, él pensaba, solamente quería llevarlos a un nivel superior y ellos se negaban; preferían estar sentados en su casa y vivir una vida simple a poder ayudar a la humanidad a seguir adelante y volverse uno con la excelencia. En fin, la humanidad y su miedo al progreso.
Este hombre pensaba más allá del dolor y el sufrimiento, solo los veía como caminos hacia la verdadera evolución. Confiaba en un credo que ni él tenía evidencias de su veracidad, pero confiaba fielmente. Él era un heraldo, fue el elegido para ser el “mesías” de esta generación. Él los iba a salvar a todos de este mundo ignorante y cavernícola.
Si, así de loco estaba este pana.
Ya estaba cerca de la señal principal, a unos cuantos metros de distancia. El hombre vio al frente y se encontró con una clase de claro en el bosque, pero más que un claro era un espacio vacío lleno de escombros. La grama del piso estaba quemada y los árboles alrededor tenía señales de haber sido expuestos a un calor intenso durante un tiempo prolongado. Exparcitos habían restos de lo que fue una cabaña, retazos de madera calcinada hecha carbón natural.
Aunque la lluvia había borrado casi todo rastro del incendio que hubo en ese lugar, de igual manera el sitio olía a madera quemada y mojada, un olor desagradable, la verdad. El hombre pateó un trozo de madera que estaba frente a él, y este se partió como simple carbón, ensuciando sutilmente su pantalón.
Siguió caminando hasta que llegó a un sector del claro en dónde había una placa de metal en el suelo. Lo que fue un garaje ahora solo eran dos columnas desmoronadas y pareces caídas con bloques de concreto esparcidos alrededor. Los pitidos de la máquina fueron más fuertes hasta que se volvió un sonido largo e intenso, el cual indicaba que solo estaba a centímetros del localizador.
El señor sonrisas vió hacia abajo y se encontró con una figura carbonizada en forma de hombre. Su piel se había vuelvo simple carbón, tan negra como su alma, y emanaba un olor a incienso de mala calidad que hizo que el hombre hiciera una mueca de asco.
Él se agachó en frente de la momia carbonizada e hizo una inspección. Encontró en la parte de la cabeza una pequeña apertura que recorría la mitad de su cráneo superior. Sacó unos guantes de látex que tenía en sus bolsillos y se los colocó con delicadeza, amoldandose el material a su mano fría y delgada. Sin pensarlo mucho metió su mano en la abertura del cráneo del cadáver y el sonido del cerebro gelatinoso (que de alguna manera había sobrevivido al fuego) llegó a sus oídos.
Hurgó en el cráneo hasta que logró percibir un objeto extraño y lo sacó con fuerza. Levantó su mano y vio el localizador que se encontraba parpadeando con una luz roja. Al menos el aparato si había funcionado para encontrar a la marioneta que había perdido.
—Montimer, veo que fuiste una mala inversión. — Dijo el hombre mientras se levantaba y se quitaba los guantes. — Esto me pasa por creer que podría apagar tus instintos animales.
Abandonando el cuerpo empezó a caminar entre los escombros para buscar la segunda razón por la que había venido a este lugar. Aunque no había ido a ese lugar desde hace mucho, recordaba perfectamente la estructura que debía haber tenido. Obviamente, él habia construido esa cabaña.
Llegó a lo que debió haber sido el comedor de la cabaña. Las paredes no estaban del todo destruidas y tres de las cuatro aún estaban de pie. Eso sí, la mayoría de los objetos estaban totalmente hechos basura por el fuego tanto muebles como estanterías. Las ventanas estaban agrietadas, pero no rotas. Curioso, una ventana había cumplido mejor su trabajo que un ser humano funcional. Irónico.
Vio las esquinas del lugar y en una encontró una pequeña cámara desfigurada por el calor. Ciertamente se veía estropeada, pero él no buscaba la cámara en si, sino lo que había dentro de ella. Se acercó a dónde estaba y con una mano arrancó la cámara de la pared; con fuerza la lanzó al piso y esta se hizo añicos. Buscó entre los restos y encontró una pequeña memoria, cubierta con un material resistente. Una memoria de grabación de alto almacenamiento, su propio invento. Revisó rpor fuera a ver se había derretido alguna pieza importante, pero no, estaba intacta.
Ya con la memoria en sus manos salió de entre los escombros y buscó un sitio en dónde sentarse. Encontró una gran piedra, así que se sentó allí sacando una laptop de un bolso que traían. Encendió el aparato y con un cable USB conectó la memoria, encontrando los archivos de video de los últimos días…aunque la cámara había dejado de funcionar al parecer desde hace una semana.
Buscó la última grabación. Le dió play y empezó a ver. Por la posición de la cámara se podía ver con claridad la cocina y el comedor. En la cocina estaba una chica. Él sonrió al ver su cabello castaño suelto cayendo en su espalda. Pudo ver que su ropa tenía algo como sangre, pero eso no parecía afectarle, ya que solo estaba preparando…¿El desayuno? Definitivamente ella era a la que estaba buscando, alguien que puede comer incluso con la sangre de alguien encima de ella.
Habían hachas en la mesa, una de ellas tenía restos de líquido carmesí en su filo. ¿Había matado a Montimer ella misma? Parece que la había subestimado. Iba a sonreír incluso más hasta que apareció una segunda figura en el vídeo. Un chico, más o menos del mismo tamaño que la muchacha. Cabello rizado castaño, parecía estar despertándose. Apenas entro en el comedor se apresuró a tomar las hachas, pero cuando volteó a ver a la que lo acompañaba decidió dejarlas allí y sentarse en el mesón.
¿Quien era este chico?
Lamentablemente el vídeo no tenía audio, porque hubiera deseado poder escuchar lo que estaban diciendo. Entablaron una larga conversación mientras comían, así que él adelantó el vídeo hasta que vio que el muchacho se levantó. Parecía asustado, preocupado por algo. Le dijo algo a la chica y le contagió su preocupación.
¿Ahora qué?
La chica fue corriendo hacia un armario y se encerró en él. Él no entendía nada hasta que en la puerta aparecieron dos figuras, las dos enmascaradas, las cuales le dieron cara al muchacho. Este parecía nervioso, como si temiera que ellos supieran lo que acababa de hacer. Adelantó el vídeo un poco más y apareció una tercera figura en el comedor, y todos los presentes reaccionaron ante su presencia.
Era el líder, no había ninguna duda.
Siguió adelantando el vídeo y el líder descubrió a la chica que estaba en el armario. Él vió como el grupo de personas amarraba a la chica de cabellos castaño a una silla y hablaban entre ellos. Estaban amarrando a su princesa como si fuera una cualquiera. El señor sonrisas apretó sus puños con furia, pero no perdió la compostura, no serviría de nada.
Hubo una disputa entre ellos, pero durante un momento el líder y la de cabellos castaños se quedaron solos, conversando. La princesa no parecía estar incómoda con la presencia del sujeto enmascarado (que de por cierto se había retirado su máscara hace rato) y en la cara del sujeto se mostraba una seriedad extrema. El señor sonrisas vió fijamente la cara del muchacho y de alguna forma le pareció conocido…pero no sabía de dónde.
Pasó un rato más, obviamente sin nada interesante, solo una conversación estrictamente larga entre ellos dos. Adelantando el vídeo llegó al momento en que todos volvieron a estar en el comedor, pero uno de ellos apunto a la princesa. Él se levantó por la impresión, abriendo sus ojos dorados como platos. La que tenía en su máscara una sonrisa estaba decidida a disparar, pero el muchacho que había estado con la princesa se lo impidió.
El señor sonrisas suspiró de alivio. La obsesión que tenía con ella era preocupante. Yo sabía la razón, bien estaba con él desde hace mucho, pero eso no le daba sentido a alguna de sus acciones y obsesiones.
En el vídeo los enmascarados se llevaron a la muchacha y minutos después de que el comedor quedará desierto, hubo una explosión que cortó el vídeo.
Ellos la tenían.
El señor sonrisas se quedó pensativo tratando de averiguar quienes eran ellos, buscando en su mente en que lugar había visto al chico que se había quitado la máscara.
Yo preferí callarme porque supe que la chica estaría segura mientras estuviera con ellos. No sabía por qué se la habían llevado, pero dudo que haya sido con malas intenciones. Ellos la podrían proteger, la protegerían del monstruo que estaba aqui presente.
—Lester. — Me llamo por mi nombre captando mi atención. — ¿Sabes quienes son estos jóvenes?
—No tengo idea.
—Bien sabes que si me mientes vas a sufrir mucho hasta que me lo digas.
Si, lo sabía, pero ya estaba cansado de ser cómplice de este demente. Puede que me torture, puede que arrebate incluso más de mi libertad, pero no podía hablarle de Los Jinetes. No. Debía callar.
—No los conozco.
El señor sonrisas empezó a reír desenfrenadamente, sentí un escalofrío al escucharlo.
—Bien Lester, si así quieres jugar, juguemos. — Dijo cerrando la laptop. — Pero creo que se te olvida que siempre obtengo lo que quiero, y siempre terminas diciéndome la verdad aunque sea llorando de dolor.
Él se levantó de dónde estaba y se sacudió el polvo invisible que había en su traje. Miró hacia el bosque y encontró a un ciervo que nos veía fijamente. El señor sonrisas se relamió los labios y él ciervo salió huyendo.
—Principes in locum suum succedet, etiamsi caedem ad illam consequendam habeat. — Dijo en otro idioma rompiendo de nuevo en carcajadas maniáticas. Definitivamente esto no iba a terminar bien.
Ojalá la chica esté a salvo.
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