Cap. 9
El detrás de máscaras
(Nina)
A lo mejor esta no fue una tan buena idea. Me encontraba arrodillada frente a la puerta con una cuchara en la mano, intentando forzar la cerradura con ella. Lo hubiera intentado con otro objeto funcional pero al parecer aquí no había ninguno, solo mi cuchara.
Y no me estaba ayudando mucho que digamos.
¿Por qué estaba intentando forzar la puerta? Por el simple hecho de que estaba encerrada aquí desde hace tres días. ¡Tres días carajo! El encierro me estaba volviendo loca, ¿Lo peor? Lo peor es que no tenía nada con que entretenerme.
Bueno, eso no es completamente cierto.
Ah, si claro, porque los cuadernos de dibujo que me había traído Tobi eran lo más entretenido del mundo. ¡Yo no dibujaba! Además la punta del lápiz se me había roto y no tenía sacapuntas. Así que si no me querían sacar de aquí, tendría que hacerlo por mis propios medios.
Con una cuchara.
Si la vida te da limones, haz limonada. La vida me dió una cuchara, entonces me armo un escape estilo MacGyver.
Que estupidez.
Si no me vas a apoyar, cállate.
La idea era hacer que pasara la cuchara en el espacio que había entre la puerta y la pared, en dónde el cerrojo estaba pasado; con la cuchara tendría que pasar el objeto y poco a poco quitar el cerrojo con la fuerza bruta y así desbloquear la puerta. O para que me entiendan mejor, quería hacer palanca y abrir la puerta con la fuerza de mis manos.
Sonaba sencillo, pero no. Había estado allí durante una hora sin tener resultados. Me dolía la espalda y las manos te dando intentar pasar la maldita cuchara. ¡No quería pasar! Me estaba empezando a desesperar. En las películas parecía más fácil todo esto de escapar de prisión.
No estás en prisión, Nina.
Pero estoy secuestrada, es casi lo mismo.
Te dan atención 24/7, las tres comidas al día, puedes asearte con libertad y hasta te dan ropa limpia. ¿En serio es tan malo estar aquí?
Si lo pones así suena como un sueño, pero la verdad es una y es que estoy sigue siendo lo que es: Una jaula, una celda, una prisión. No sirvo para ser una prisionera. Cuando me secuestraron en el trabajo tuve miedo, si, lo tuve, porque no tenía defensa alguna. ¡Pero estaba viva! Eso significaba que podía vivir mi vida, empezar a creer que podía, que no todo estaba perdido en mi vida de mierda; pero esta gente me había metido en esta habitación sin dejarme salir, ¡No iba a quedarme aquí! ¡No iba a permitir que me encerraran como un ratón de laboratorio!
Estás exagerando.
¡Claro que no!
Intenté con más fuerza, moviendo la cuchara y empujándola hasta que sentí las manos calientes por el contacto de mi piel con el frío metal. Empujé una y otra vez, tratando de palanquear algo que ni siquiera había tomado…
Y de repente la cuchara pasó. Pasó. ¡Pasó! Mi sonrisa fue enorme al ver que la cuchara pasó a través del cerrojo y chocó con la pared del otro lado.
¿La pared del otro lado?
Si…la pared del otro lado…
Ay no, espera.
Antes de que pudiera reaccionar, el picaporte de la puerta se movió hacia un lado y la misma se fue hacia mi. ¡Adivinen quién cayó sentada hacia atrás!
¿Tú?
¡¡¡Tenemos un ganador!!!
Caí sentada hacia atrás mientras la puerta se abría frente a mi. Me debía ver chistosa en esa posición, sentada con las piernas levantadas por alguna razón, una mueca de incomodidad ya que me había golpeado las nalgas y con una cuchara en la mano.
Que elegancia.
La puerta se abrió y Jack apareció. Al principio vio directo hacia la cama, pero fue bajando la mirada hasta que dió conmigo. Subió una ceja, extrañado.
Si wey, estoy como una rana platanera en el piso, es normal.
—¿Qué haces sentada allí? — Dijo, sin ninguna clase de expresión, solo viéndome.
—Estaba haciendo yoga. — Le dije y pareció darle gracia (a mi no me daba). — ¿Tú qué haces aquí?
—¿No puedo venir?
—Obvio que puedes, es tu casa, base, guarida…yo que sé, pero dudo que hayas venido solo para hablar conmigo.
—¿En qué concepto me tienes, Bambi?
—¿Me seguirás llamando así?
—Obvio.
—¿Sabes que me molesta?
—Por eso lo hago.
Volteo los ojos con fastidio y me levanto del suelo. Puse la cuchara en la mesita de noche que estaba a lado de la cama. Al parecer mi plan de escape realmente no funcionó, aunque si no hubiera llegado Jack tal vez hubiera escapado.
Ni tú te lo crees.
—¿Y entonces? — Lo volví a mirar. — ¿A qué viniste?
—El Jefe dijo que puedes salir de la habitación.
Abrí los ojos como platos al escuchar esas palabras. ¿El Jefe? ¿No era aquel que tenía que decidir el destino de mi vida?
—¿El Jefe? — Dije y él asintió.— ¿Y no te dijo nada sobre…?
—Dijo que aún tiene que pensar un poco lo de dejarte libre o eliminarte.
Eliminarme. Lo decía así tan normal, como si yo fuera solo un documento de Word que podían borrar así de fácil. Y si era fácil hacerlo, eso era lo más traumático.
—Entiendo…— Fue lo único que contesté.
—Pero también dijo que no le parecía justo que estuvieras encerrada en una habitación como si fueras una prisionera, así que me dijo que te dejara salir.
Bueno, su jefe era realmente amable, debí admitirlo. No lo conocía y ya me caía bien.
—¿Y qué? ¿Me darás un tour del lugar? — Dije sonriente en forma de broma.
—Exactamente. — Contestó empezando a caminar por el pasillo y desapareciendo a mi vista. — Sígueme.
Cuando el misterio es muy grande, lo único que queda es obedecer. Empecé a seguirlo por el pasillo a paso apresurado hasta que por fin lo alcancé y caminé a su lado.
Andaba descalza, por lo que sentía el frío del piso entrar en contacto con mis pies, y aunque era un poco incómodo, preferí no quejarte; en vez de ello solo me fijé en el tipo que estaba caminando a mi lado y el cual estaba más pendiente al camino que a mí.
Traía ropa completamente negra, como si fuera un uniforme. Una camisa negra que le marcaba muy bien sus brazos trabajados y su pecho, el cual tampoco estaba mal. Pantalones militares con botas del mismo tipo y color. Traía las manos detrás, como las tendría un militar, lo cual hacía que su pecho se marcara aún más. Andaba pensativo, teniendo un rostro enigmático como el de un abogado o un médico profesional. ¿Cuántos años tendría? ¿Unos treinta? Se veía muy maduro para ser mejor que eso…
Miré la ropa que traía y no era especialmente la más elegante o formal. Traía unos pantalones de algodón, y el suéter púrpura que me habían dado el primer día (no me lo quería quitar). Mi cabello estaba un poco despeinado, a comparación con el suyo que parecía que estuviera hasta secado.
Que vergüenza.
—Primero iremos a la cocina que conecta con el lugar de descanso, para que te vayas familiarizando con ese lugar, después podremos ir a otros lados de la guarida.
Asentí con la cabeza ya que no sabía que decir. ¿Lugar de descanso? ¿Descanso de qué? ¿De matar? Imaginarlos comiendo en un sillón después de haber asesinado a una persona no era la mejor escena. Aunque ellos mataban a personas que se lo merecían, ¿No? No era tan grave, ¿No?
Siguen siendo personas.
Si, lo sé.
Llegamos a una cocina muy grande. Alguien estaba cocinando, pero no lo detallé bien, preferí seguir a Jack porque no sabía cuáles peligros podían haber en este lugar, y aunque suene algo estúpido, solo me sentía segura en aquella habitación o con Jack cerca. En una porque sabía que nadie entraría solo Tobi, y el otro es porque él había prometido que nadie me haría daño…no sé ni por qué le creo.
Tienes que creerle, tienes la necesidad de ello.
Ahora que lo pienso mejor, él me ha salvado la vida dos veces sin ninguna explicación, ¿Querrá algo a cambio? ¿Por qué tanta ayuda? ¿Por qué carajo estoy aquí? Sé muy bien que estoy empezando a ser paranoica, pero eso de que un líder mayor este decidiendo si vivo o no, no sé, no me trago ese cuento.
Tengo en cuenta que son asesinos entrenados…¿Y si no lo son? ¿Que tal si solo es una mentira más? Tantas preguntas en mi mente me estaba haciendo tener migraña, a lo mejor debería calmarme.
Un tono de llamada me hizo regresar a la realidad, Jack me pidió un momento para atender su celular y se alejó de mí. Con que si hay señal de teléfono aquí…
Caminé sin mirar al frente observando la cocina. Bueno, la decoración era realmente minimalista, nada especial, aunque creo que es lo esencial para un lugar que solo sirve como base para los asesinos.
Otra pregunta a mi mente, ¿Ellos tendrán casas propias? ¿Dormirán aquí también? No sé si saber que dormía en el mismo sitio que un grupo de asesinos me haría sentir mejor o peor.
Caminando absorta en mis dudas, choqué con la persona que ví cocinando cuando entre. UPS. La persona volteó hacia mi y noté algo de inmediato…era demasiado alto. Tuve que mirar arriba para poder ver su rostro, así que imagínense la magnitud.
Era un muchacho de color con el cabello súper corto. Sus ojos eran cafés oscuros y su mirada sería atemorizaba al que lo miraba (osea yo). Se veía súper fornido, como si fuera a partirle la cara a King Kong…pero contrastando completamente con su apariencia de boxeador, tenía un delantal de gatitos puesto, y una sartén en la mano.
Okey, esto daba un poco de gracia.
—Lo siento. — Dije alejándome con las manos adelante.
Él no respondió, solo regreso la mirada a la sartén y movió un poco su contenido con una cuchara de madera. El olor que emanaba de dicha sartén era realmente delicioso, me estaba dando hambre con solo estar allí. Después de algunas movidas, el chico abrió una olla que estaba en la misma cocina y agrego el contenido de la sartén adentro; al terminar de hacer esto solo me miró y pasó por mi lado en completo silencio.
¿Soy yo o esto fue incómodo?
Nah, ni tanto.
Escuché como cosas eran revueltas detrás de mi, así que voltee y me encontré con un trasero. No, no estoy bromeando ni hablando figurativamente, me encontré con el culo de alguien. Una chica estaba con la mitad de su cuerpo metido en la nevera, dejando al aire su trasero, el cual estaba cubierto por unos pantaloncillos muy cortos con diseño de patitos de goma…y aunque no sea lesbiana ni nada de eso…admito que la chica tenía una culazo.
No mames, controlate Nina.
¿Qué? No dije nada malo, ¡Si lo tiene!
A veces me arrepiento de estar en tu mente.
La chica se echó para atrás y dejó ver el resto de su cuerpo. Era una chica blanca con ojos grises muy hermosos, labios rojizos provocadores (no eran gruesos, pero tampoco muy delgados). Su cabello negro le llegaba hasta la nuca y estaba algo despeinado. Traía puesta una camiseta blanca sin logo, que se ceñia muy bien a su figura. En realidad la chica era muy hermosa.
—¿Te gusta lo que ves? — Dijo y la miré mirándome, con una sonrisa enorme.
¿Cuánto tiempo tenía mirándola?
Mejor me callo.
—Ehh…perdón. — Dije poniéndome roja como un tomate.
—Tranquila, este cuerpo se hizo para admirarlo. — Esa voz…me parecía conocida. — Eres la chica que está protegiendo con su vida el mandamás, ¿No? Te ves muy diferente sin tener toda esa sangre encima.
Diciendo esto soltó varias bandejas con jamón y queso en el mesón de la cocina, y de una bolsa sacó dos rebanadas de pan integral. Vi como se preparaba un sandwich paso por paso, uno muy sencillo.
—¿El mandamás? — Repetí yo un poco confundida.
—Si, el mandamás, capitán, el líder…ya sabes. — Me miró y al ver que aún no la comprendía, ella suspiro viendo hacia arriba. — Osea, Jack. No eres muy lista, ¿Verdad niña?
—Ehh…yo…— La verdad estaba en blanco y ella solo me miraba desde arriba, porque si, era también más alta que yo…pero solo unos centímetros.
Ella se empezó a reír en mi cara de la nada. Me estaba preocupando por mi seguridad en estos momentos.
—Tranquila niña, estoy bromeando. — Dijo haciendo un ademán con la mano, restándole importancia a lo último que había dicho, creo. — ¿Cómo es que te llamabas?— Esto último lo dijo agarrando el sándwich (ya preparado) que estaba en el mesón mordiendo un pedazo.
—Me llamo…Nina. Mucho gusto.
—El gusto es completamente mío, niña. Aunque ya nos conocimos la verdad, solo que no nos habían presentado formalmente.
—¿Nos conocíamos? ¿De dónde?
—¿En serio no me reconoces? Ah, bueno, creo que te entiendo. Es difícil reconocer a una persona cuando tiene una máscara y otra ropa. Mi nombre es Helen— Extiende su mano hacia mi. — Un placer.
¿Helen? ¿Ella no es la misma que quiso darme un tiro cuando estaba en la cabaña? No puede ser la misma, ¿Cómo carajos puede ser la misma que me quería asesinar?
—Tú eres la que…— Dije aún impactada por sus palabras.
—¡La que te quiso matar! Que locura, ¿No? Aunque eso ya fue hace unos días, no te fijes mucho en eso. Jack dijo que no podemos hacerte daño de ninguna manera, así que estás segura, al menos en estas cuatro paredes. No hay rencores, ¿Cierto?
En realidad no sabía cómo contestar a eso, tomé su mano y correspondí a su saludo, el cual ella hizo muy animosamente moviendo nuestras manos eufóricamente.
Conciencia, tengo miedo.
Yo también wey.
—¡Quita esa cara, niña! No te voy a matar. — Dijo con unas sonrisa. — No me has dado razón alguna para hacerlo, además, valoro mi vida lo suficiente como para matar a la mascota del mandamás. Es como quitarle el perro a Jhon Wick.
Mascota. Que lindo apodo.
—Asi que calma. — Continuó hablando. — Ya que no te puedo matar, ¿Que tal si nos hacemos amigas? No hay muchas chicas por aquí, ninguna, en realidad, ¿Que te parece?
—Eh…claro.
—¡Bien! — Parecía muy emocionada con la idea de tener una amiga…aunque yo había aceptado solamente porque me estaba cagando del miedo.
Para relajar un poco el ambiente, a la cocina entro una cara conocida: Tobi. Este traía ropa cómoda como la mayoría de allí, y cargaba una cara de sueño que me daba ganas de bostezar. Abrió la nevera ignorando la presencia de nosotras dos y saco una caja de jugo, el cual empezó a beber con los ojos cerrados directo del pico.
Que clase.
Ya hablando saciado su sed, chasqueó con la la lengua y abrió los ojos. Se encontró con la mirada de nosotras dos y de inmediato se puso rojo. Je, je.
—N-Nina…¿Q-Qué haces afuera de tu habitación? — Dijo tratando de disimular la vergüenza que se veía muy claramente reflejada en su cara de tomate.
—Ehh…Jack me dejó salir. — Al decirlo en voz alta sonaba mal, como si fuera mi papá.
—¿No lo sabías, chiquito? — Miré a Helen cuando dijo esas palabras. Ella tenía una cara un tanto…peculiar, como la de un felino al ver a su presa…y estaba viendo a Tobi como si fuera un plato apetitoso. Uhhhh, aquí hay algo. — El mandamás dijo que ya podía salir a pasear la pequeña ciervo.
Miré a Helen al escuchar ese apodo. ¿Por qué me decía así? ¿Había escuchado a Jack decirme Bambi?
¿Por qué en este capítulo haces tantas preguntas?
¿Capítulo?
Digo…hoy. ¿Por qué haces tantas preguntas hoy? Me estás dando dolor de cabeza.
—Bueno, yo los dejo. Tengo que entrenar un poco. — Helen se va de la cocina no sin antes pararse a lado de Tobi y tomarle la barbilla con sus dedos de forma cariñosa. — Nos vemos luego mi pequeño Tic.
Y así, sin más, se fue.
—¿Tic? — Repetí con gracia poniendo a Tobi incluso más rojo.
—Cuando me pongo muy nervioso termino teniendo tics nerviosos. — Me confesó rascándose la nuca. — Helen me llama así siempre que puede.
—Creo que le gustas. — Dije golpeando su hombro con diversión.
—No conoces a Helen lo suficiente. Hasta creo que ella es asexual.
—¿Por qué lo dices?
—Solo digamos que ella no es igual a…nadie — Miró sobre su hombre como si le diera miedo de que alguien nos escuchara. — ¿Un consejo? No te quedes a solas con ella.
Un sentimiento de urgencia se notaba en su voz, por lo tanto decidí hacerle caso a su grave advertencia. Ciertamente Helen no parecía estar en sus cavales, porque…¿Quién quiere matar a una persona y al otro momento hablarle como si nada? Un cambio así de drástico no era normal, a menos que lo de ahora haya sido una actuación digna del Óscar.
—Cambiando de tema, ¿Dónde está Jack? — Dijo Tobi un poco más relajado. — Dudo que él haya querido que estuvieras sola.
—Puedo estar sola, Tobi, no soy una niña. — Dije volteando los ojos y cruzando los brazos. — Dudo que me vayan a matar aquí, según Helen, Jack les dijo exactamente que no lo hicieran. Lo que si me pone nerviosa es que haya tenido que decirlo, ¿Matan a cualquiera que entre en contacto con ustedes o qué?
—Lo dijo por Helen. Ella no suele tener límites a la hora de matar. Yo sería incapaz de matar a alguien que no lo merezca y Reed…pues él suele ser indiferente a todo ser vivo, incluyendonos.— Lo estaba viendo con terror, y él lo notó porque dijo:— Mientras estés bajo la protección de Jack estarás segura, tranquila, no hay mejor protector que él.
—¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Solo lo sé, confía en mí.
Pude ver cómo Jack aparecía en la entrada de la cocina en silencio, viéndonos a los dos. Tobi se percató de su presencia, así que me vio con la amabilidad que lo caracterizaba.
—Los dejo para que sigan su recorrido. Nos vemos luego, Nina.
Después de ello pasó al lado de Jack y nos dejó solos. Jack se acercó a la cocina y destapó la olla que hace unos minutos el chico moreno habia cerrado. Una nube de vapor salió de la misma y con ella un olor grato que me causaba placer, las especias y las hierbas que contuviera ese guiso entraban por tus fosas nasales y te deleitaba sin siquiera haber tocado tu paladar. El chico tenía talento.
Jack tomó una cuchara de madera y con lentitud sacó un poco de caldo del guiso junto a un pedazo de carne. La cuchara humeaba por la temperatura alta que tenía el líquido, pero aún así Jack se la metió a la boca probando sin miedo a quemarse. Cerró sus ojos, como un crítico culinario a la hora de probar el plato ganador, listo para dar su opinión gloriosa sobre el manjar celestial.
Me dió hambre de ver cómo probaba el maldito guiso.
—¿Quieres probar? — Me dijo volviendo a meter la cuchara y sacando un poco de caldo. — Te juro que no está envenenada.
Lo miré feo por su comentario, ¿Tobi le había contado lo del otro día? Definitivamente aquí no existía la privacidad. Aún así me le acerque y traté de tomar la cuchara, pero la alejó apenas levanté mi mano. Mirándolo confundida, él negó con su dedo índice.
—Asi no era. — Dijo con diversión.
—No voy a dejar que me des comida en la boca, animal.
—¿Y por qué no?
—Porque es demasiado cursi, además, apenas te conozco.
—Pues empecemos a conocernos, querida Bambi.
—Vete a la mierda.
Él empezó a reírse por mi insulto, pero solo, porque a mí no me daba gracia para nada. Al terminar de reírse me ofreció la cuchara, esta vez para tomarla yo misma y así lo hice. Tomé la cuchara y tomé en un sorbo el caldo. Apenas el guiso inundó mi boca, el sabor fue percibido por mis papilas gustativas y les juro que sentí que fuegos artificiales aparecían en mi interior. Por Dios, esto estaba buenísimo.
—Está delicioso, ¿Verdad? — Dijo Jack con una sonrisa.
—La verdad es que si, tenía tiempo sin probar un guiso así.
Mis recuerdos me llevaron directo a cuánto tenía diez años, cuando papá nos llevaba a Jeremy y a mi a acampar. Siempre hacia un guiso para que almorzaremos y cenaramos en la naturaleza. Solo usaba cosas naturales, a excepción de la sal y la pimienta. Después de que mi familia murió solo había comido lo que daban en el orfanato y comida procesada (los Vásquez no cocinaban).
—Reed podrá ser un alguien simple y sin emociones, pero es un experto en la cocina.
—¿Reed? — Pregunté.
—Si, él es el que cocina la mayoría de las veces. — Me dijo tapando la olla de nuevo y apagando la hornilla. — No sé de quién aprendió, pero le enseñó bien.
Así que Reed era el moreno con el que había chocado…okey, ya definitivamente conocía a todos los de este lugar.
No a todos.
—Me gusta tu suéter.
Cuando dijo eso ví que estaba apuntando a mi sudadera, exactamente en dónde estaba un pequeño logo al cual no le había prestado mucha atención…un pequeño ciervo bebé. Volví a verlo con cara sería y él no podía aguantar la risa.
—Tú elegiste la sudadera, ¿No?
—La mejor elección que he hecho hasta ahora.
—Pudrete animal.
—No deberías hablarle así a un asesino, Bambi. — Dijo acercándose a mi y quedando muy cerca de mi. Tuve que levantar la cabeza por la diferencia de estatura. — Es peligroso faltarle el respeto a alguien que trabaja en el negocio de la caza de hombres.
—No, lo peligroso es creer que me intimidas, animal. — Dije tocando su pecho con la punta de un cuchillo que estaba en la encimera, el cual tomé sin que se diera cuenta. — No eres el primer chico malo con el que me encuentro.
—¿Y has conocido acaso a chicos más malos que yo? — Dijo sin demostrar estar intimidado por el cuchillo que estaba pegado a su pecho.
—He conocido a monstruos, Jack, de los que te encuentras en los armarios y atemorizan a los niños. — Dije viendo directo a sus ojos oscuros. — He visto los que se esconden en las sombras y he sobrevivido a ellos, así que no me das miedo, animal, menos sabiendo que no me vas a hacer daño.
Me alejé de él y puse el cuchillo en el mesón. Jack siguió con su mirada mi mano y después la posó en mis ojos, los cuales lo veían desafiantes. Algo que me molestaba en esta vida es que me intentarán intimidar, y aunque había sido una cobarde en esa cabaña, no lo iba a ser de nuevo.
—¿Seguimos con el recorrido? — Pregunté cruzando mis brazos.
—Por supuesto. — Jack pasó por mi lado sonriente.— Sígueme, Bambi.
Seguí a Jack y me enseñó toda su base, la cual era muy grande. Habían varias habitaciones, y si, todos ellos dormían aquí. Todos tenían baños privados, así como lo tenía mi cuarto, y los demás lugares de esta guarida eran cuartos con diferentes funciones como un laboratorio, enfermería, una sala de escobas e incluso un gimnasio, en el cual estábamos entrando en estos momentos.
—Aqui entrenamos la mayoría de la veces. — Dijo caminando frente a mi. — Aunque el rey de este lugar es Reed, no hay un día que no se le vea aquí golpeando un saco.
—Pero esto está desierto.
—A esta hora no suele haber mucha actividad.
—¿Y que hora es? Perdona, es que no tengo celular.
—Son como las once y media de la mañana. — Jack se volteó a verme. — ¿Alguna pregunta?
—¿Por qué me trajiste para acá? — Mi pregunta pareció sorprenderlo. — ¿Por qué me enseñas todas estas cosas, Jack? ¿Cuánto tiempo voy a estar aquí?
—Haces muchas preguntas, querida Bambi.
—Perdón, pero no puedo quedarme callada mientras estoy secuestrada solo porque si.
¿Estaba siendo estúpida al retar a un asesino profesional? Si, muy estúpida, pero quería saber cómo diablos iba a terminar esto. Quería saber si me iba a morir para poder recordar las plegarias necesarias a tiempo.
—¿Quieres saber la verdad del por qué estás aquí? — Dijo captando mi atención. — ¿Estás segura?
—Obvio que quiero.
—Bien, entonces vamos a otro sitio para explicártelo mejor.
Lo seguí caminando hacia una de las habitaciones de la base, y le digo habitación porque era una parte de la base, pero no era como el cuarto en dónde yo dormía. Aquí habían un montón de estanterías llenas de cartuchos de cds. Cada uno de los cartuchos tenían papeles pegados en los costados con números…como si fueran fechas. En el centro de esto había una mesa con una computadora y una silla al frente de esta.
—Sientate. — Dijo Jack buscando algo en las estanterías.
Yo obedecí y me senté en la silla. No sabía la razón de venir a este lugar, ¿No podía decirme la razón y ya? Después de unos segundos Jack se agachó a mi lado y puso un cd en el lector de la computadora, después la encendió y busco frente a mi el archivo deseado, el cual era un vídeo.
—Te enseñaré algo antes de decirte todo.
—¿Tiene que ver con la razón de estar aquí?
—Tiene que ver completamente.
Miré a la pantalla cuando empezó a reproducirse el vídeo. Era una grabación, como la de una cámara. El vídeo comenzaba en el interior de un auto, el cual iba adentrándose en un bosque. Se escuchaban voces en el fondo, pero no les presté atención.
—¿Qué es esto? — Pregunté.
—Usamos máscaras en todo momento para que El Jefe vea nuestro rendimiento en el campo. — Explicó. — Esta grabación es del día en que fuimos a buscar a Tobi, y es el mismo día en que te encontramos a ti.
Regresé mi mirada al monitor y Jack tomó el mouse de la computadora para adelantar el vídeo. Lo adelanto más o menos hasta la hora en que todos estaban en la sala y ya me tenían atada a la silla.
—Aún sigo creyendo que era innecesario atarme a la silla. — Dije al verme incómoda tratando de mover mis brazos en vano. — ¿En la perspectiva de quién estamos viendo la grabación?
—La de Reed.
—¿Y por qué no podemos ver la tuya?
—Porque quiero enseñarte algo, así que calla por favor.
—Solamente no tardes mucho. Iré a tratar con el cuerpo. — Escuché la voz gruesa del tal Reed salir de la pantalla.
Vi como pasábamos a un pasillo y llegábamos a la puerta del garaje, la cual estaba en el piso. Reed atravesó la entrada y empezó a inspeccionar el lugar, se movía a todos lados, me imagino que era para que la cámara lo captara todo. Durante un rato solo fueron paredes y cajones vacíos…hasta que llegó al centro del lugar.
Me dieron náuseas.
Era un cuerpo, o al menos lo había sido, pero estaba completamente inflado. Definitivamente era el tipo que me había secuestrado, solo que su cuerpo estaba gris y varios animales pequeños como moscas y gusanos estaban sobre él. No estaba allá y sentía el olor nauseabundo que debía tener.
—¿Por qué está así? — Pregunté alarmada viendo en la grabación como la cámara enfocaba mejor el cuerpo.
El sujeto estaba boca abajo, por eso se podía apreciar muy bien la herida abierta que tenía su cráneo de la cual emanaba un líquido negro en dónde andaban gusanos blancos.
—Descomposición.— Me contestó. — El cuerpo se llena de líquidos y los gusanos empiezan a devorar la piel muerta.
—Pero cuando grabaron esto solo había pasado un día.
—Eso es correcto.
—¿Cómo un cuerpo se puede descomponer tan rápido?
—No puede. Usualmente se llegan a descomponer por temperaturas altas o condiciones diversas…pero la temperatura del lugar más bien debía retrasar la descomposición, pero en vez de eso el cuerpo parecía haber estado durante semanas en ese lugar.
—No tiene sentido…
—No, no lo tiene. Sigue viendo.
Reed se agachó frente al cuerpo. Al estar más cerca podía ver cómo la piel estaba carcomida y llagas asquerosas cubrían la misma. Esto no era solo descomposición, esto era otra cosa. Veo como Reed inserta una clase de aguja en el cuello del hombre y un chorro de líquido amarillento sale de la herida. Me dieron ganas de vomitar.
—¿Qué está haciendo? — Dije conteniendo las náuseas.
—Prueba de ADN, para comprobar si es el sujeto al que buscábamos.
—¿Y si lo era? — Pregunté pero él no respondió, sólo me dió una carpeta.
Abrí la carpeta y allí estaba la siguiente información:
Información del Objetivo
Nombre: Mortimer Abraham Slovak Asmodie
Edad: 45 años (última edad registrada)
Buscado por: Violación, violencia pública, agresión a mano armada y acoso. Sospechoso principal en la violación y asesinato de 17 mujeres en el área de New Orleans en el 2012.
Estado actual: Muerto.
Vi la foto que aparecía en el archivo y quedé atónita. Era el hombre que me había secuestrado, solo que en esa foto tenía el cabello negro y sus ojos no eran amarillentos, sino fe un color café muy llamativo. No tenía arrugas y su mirada maniática no estaba. Parecía otra persona…incluso se veía más flaco.
—¿Es el hombre que te secuestró?— Preguntó Jack recostandose en el escritorio.
—Se parece mucho pero…aquí parece más joven.
—Esa foto fue tomada hace una década. Lograron atrapar a Slovak y pagó cadena perpetua por sus crímenes, solo que se ahorcó en su celda unos años después.
—Espera, ¿Está muerto? — Dije confundida. — ¿Entonces tienen el mismo ADN?
—No. Son la misma persona.
—¿Estás diciéndome que me secuestró un zombie?
—No lo diría de esa manera, pero si.
Okey, esto estaba perdiendo el sentido cada vez más.
—¿Sabes que eso es imposible?
—Nada es imposible en esta vida, Bambi, nada. — Me contestó fijando su vista de nuevo en el monitor.
El vídeo seguía y Reed ahora estaba viendo una de las paredes, la que estaba llena de mapas. Pude ver frente a mi todos los dibujos que tenía de mi cara y recordé las palabras del sujeto…
—No me gustan los juegos, Nina…
—¿Estás pensando lo mismo que yo?— Dijo viendo que me había quedado absorta en mis pensamientos.
—Yo era su objetivo desde el principio.
Jack asintió con la cabeza tomando la carpeta que tenía en mis manos. Empezó a sacar fotos de ella y ponerlas frente a mi. Mujeres, las primeras que me mostró eran de cabello negro, ojos verdes y pecas en el rostro. Se parecían mucho entre si.
—Las primeras víctimas de Mortimer fueron mujeres que cumplían con su perfil de acosador. Altas, cabello negro, pecas en las mejillas, ojos verdosos, delgadas, de unos 20 años. Al morir fue vetado de cualquier investigación por obvias razones.
—Pero de alguna manera permaneció con vida.
—Lo cual es prácticamente imposible ya que lo enterró su familia días después de su muerte.
—Y aún así crees que es la misma persona, ¿Por qué?
—El ADN no miente. Además, su modus operandi en el mismo. Secuestraba a mujeres inocentes, siempre por detrás y durmiendolas con cloroformo. Las violaba, sodomizaba y asesinaba para después enterrarlas en un lugar cercano a dónde vivían.— Me le quedé mirando, sin pestañear, él solo siguió. — Cuando nos dieron el caso de las chicas desaparecidas, jamás hubiéramos creído que teníamos que matar a alguien que ya estaba muerto.
—No estaba muerto, me iba a asesinar, e incluso violó a Ivana…es imposible que no tuviera vida.
—Te creo, por eso no estoy comprendiendo nada. ¿Cómo es que este sujeto tiene hasta el mismo ADN que un violador ya muerto? ¿Por qué cambió su estilo de víctima?
—¿Lo cambió?
Jack puso otras fotos frente a mi. Otras mujeres pero diferentes.
—Las nuevas víctimas son completamente diferentes a las originales. Cabello castaño, ojos azules, de una edad estimada desde los quince a los veinte años. El mismo modus operandi, diferentes víctimas. Adivina a quién se parecen.
—A mi. Okey, pero si yo era su víctima inicial, ¿Por qué secuestró a tantas chicas antes que mi? ¿Por qué no me buscó desde el principio?
—No lo sé, eso es lo que quiero averiguar. ¿Lo habías visto antes de que te raptara?
—Obviamemte no.
—Entonces creo que sí puede ser posible una teoría que tengo. Tal vez no trabajaba solo.
—¿Que dices?
—Creo que hay alguien más detrás de esto y que Montimer solo fue una marioneta en su juego.
—¿Pero quién mierda querría secuestrarme?
—No lo sé, pero aquí hay gato encerrado, lo sé.
Muchas cosas para mi pobre mente. Ahora resulta que no solo me había secuestrado un demente sino que también había un loco que estaba detrás de esto y que me quería muerta, o viva, no se cuál de las dos era peor.
—Esta es la respuesta a tu pregunta. Te tenemos aqui porque si tú eres el objetivo estás en constante peligro allá afuera. Estás más segura aquí.
—Y me quieres proteger porque…
—¿No puede ser simplemente un acto desinteresado?
—No. Contigo no lo creo.
—Solo digamos que tengo mis razones.
Inconforme con su respuesta iba a seguir cuestionando sus acciones, pero al verlo ver hacia la pared con la mirada perdida me detuvo. ¿A quien le recordaba?
Vi el archivo del sujeto otra vez y observé a detalle al hombre. ¿En serio este hombre había causado tanto daño? ¿Estará sufriendo en estos momentos? Con personas como esta me gusta creer que existe un mundo más allá en dónde ellos sufren y son castigados por sus maldades. Me gusta pensar que están pagando todas las que hicieron aquí en la tierra.
Pero sin desviarnos del tema. Toda esta información de mi secuestrador me estaba haciendo tener migrañas. ¿En serio había alguien detrás de todo esto? ¿Quién? No tengo nada de especial como para que alguien quiera privarme de mi libertad y hacerme sufrir, ¿Verdad?
No es que fuera una santa, pero en este caso era inocente. Y fue allí que me di cuenta que me había vuelto la presa de un juego de asesinos, una cierva huyendo del arma de un cazador, y no tenía idea de qué tan cerca este podía estar.
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Buenos días, tardes o noches a los que leen mi historia. ¿Me creerían si les digo que se me olvidó que era sábado? Cuando me entere terminé gritando:
—¡LA ACTUALIZACIÓN!—
Tampoco es que me lean muchos, pero me gusta cumplir a los pocos que me apoyan (además una lectora me quería matar XD)
Bueno, ya sin más nada que decir, les agradecería que votaran y comentaran para que esta historia salga del anonimato.
#Dile no al lector fantasma.
Se les quiere :*
Atte.: I. H.
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