Cap. 25
Soldado
(Nina)
Al llegar a la base pude respirar de nuevo con tranquilidad. Había pasado tanta adrenalina por mi cuerpo que en el auto me temblaban mis manos, jamás hubiera imaginado que iba a estar en una situación así. Estaba llena de sangre, pero eso era lo menos importante en realidad.
La enfermera que antes me había atendido (creo que se llamaba Ivanovich), fue a atender a Jane apenas llegó. No preguntó completamente nada, solo la vió, la tomó de la mano y con una sonrisa le dijo que iba a revisarla y curar sus heridas. Jane me veía asustada, pero yo asentí para decirle que todo iba a estar bien.
Aquí no la lastimarian.
Ivanovich quiso atenderme a mi también, pero me negué. Realmente yo no tenía ninguna herida, supongo que había tenido mucha suerte. Cuando mi hermana y la doctora desaparecieron, Jack y yo nos quedamos solos en el pasillo.
Hace unos minutos se había quitado la máscara, su rostro permanecía serio y sin sentimientos, inexpresivo de gran manera. ¿Estaba molesto?, era muy probable, ¿acaso se había preocupado por mi? La manera es que había reaccionado allá en los departamentos me hace pensar que si.
—Jack…—volteó a verme apenas escuchó mi voz—, yo…
—¡Nina!
Los dos vimos y Tobi se acercaba a gran velocidad. Miré a Jack y este empezó a alejarse sin decir palabra alguna. Maldije en mi mente, después tendría que hablar con él.
Tobi siguió acercándose a mi sin prestar atención al que pasó por su lado, parece que su atención estaba fija en mi persona. Cuando llegó, me tomó por los hombros apresurado y me inspeccionó por todos lados.
—¿E-estás bien?—preguntó—. Jack nos dijo que habías llamado y que estabas en aprietos, ¿te lastimaron?, ¿te hicieron algo?
—No, para nada—dije entre risas al verlo así de nervioso—, estoy bien.
—Quise ir con Jack para ayudarte, pero me dijo que no podía dejar a Reed y a Helen en aquel bar, que necesitaban mi apoyo, pero aún así te juro que…
—¿Bar?, ¿de que hablas?
—Pues cuando llamaste, Jack tomó eso como suficiente evidencia como para irrumpir en la red de trata de blancas que te mandaron a investigar, así que entramos y salvamos a las chicas.
—¿Qué?, ¿estás hablando en serio, Tobi?— Lo tomé del rostro llena de felicidad—. ¿Las salvaron a todas en serio?
—Si, si, a todas—respondió con voz rara, ya que le tenía apretados los cachetes, haciendo que tuviera una cara algo chistosa—. También los sujetos que nos encontramos allí nos dieron información de otros sitios con más chicas, así que gracias a ti encontramos una red grande.
Lo solté, pero a su vez lo abracé con fuerza casi saltando.
—¡Son increíbles!— Le dije—, de verdad que los admiro, ¡son héroes!
—Solo hacíamos nuestro trabajo, je, je.
—Pero no saben la felicidad que seguramente le propinaron a esas chicas, ¿sabes la felicidad que seguramente van a tener al ver a sus familias de nuevo?, al poder ver el mundo sin grilletes. Las han salvado, ¿sabes lo que es eso, Tobi?
—Yo…— Se había puesto rojo—, yo…supongo que es algo bueno.
—¿Algo bueno?, ¡es algo impresionante! Podrán decir lo que quieran de ustedes, pero son ángeles de la guarda, son como superhéroes sin poderes.
Todo lo que me había contado Jane de lo que le hacían a las chicas, de cada una que habían raptado para que fueran simples muñecas sexuales, me había achicharrado el corazón; ahora ellas serían libres de todo eso, podrían tener una vida normal, común y corriente, incluso feliz.
—No somos héroes, Nina…
—Para mí si lo son—dije con seguridad abrazándolo de nuevo—. Son héroes que viven en las sombras, no importa que pasado tengan, para mí son buenos.
Sentí la rigidez que había en el cuerpo de Tobi con mi abrazo y por mis palabras, pero poco a poco se fue suavizando y me respondió el abrazo. Él era del mismo tamaño que yo, así que mi cabeza estaba en el hueco de su hombro; aún así, sentí una pequeña humedad en mi propio hombro que me hizo creer que estaba llorando. No me moví, seguí con el abrazo acariciando su espalda.
—Ejem, ejem…—Escuché que alguien tose delante de mi, y cuando me fijo sin deshacer el abrazo, está Helen, con los brazos cruzados y viéndonos con una ceja levantada—. Que lindos se ven, ¿no quieren privacidad?
Yo me río disimuladamente y me despegó de Tobi, mientras él se limpia los ojos con una sonrisa tímida. Vi a Helen de nuevo, parecía incómoda y veía a todos lados para nos vernos fijamente. Estaba…¿celosa? Esto si era increíble.
—No, para nada—contesté a su anterior pregunta—. Solo estaba felicitando a Tobi por haber salvado a las chicas de aquel lugar—toqué el hombro de Tobi mientras la veía con una sonrisa—, de verdad que son increíbles. Ahora, si me disculpan, voy a buscar a Jack, ¿lo has visto?
Helen había cambiado su expresión, creo que para disimular. Tobi no parecía darse cuenta de nada y eso me estaba dando incluso más risa. Dios…no sé si me estoy volviendo vieja, pero los ví como niños que no saben que se gustan, fue raro.
—Eh…, creo que iba a la sala de tiro—dijo Helen metiendo sus manos en los bolsillos—. Se veía algo tenso cuando pasó por mi lado.
—Bien, gracias— Empecé a caminar por el pasillo, pero cuando llegué a su lado, me detuve un momento—. Tranquila, Helen, no pienso robarte a tu chico.
—Pfff…— Hizo ese sonido como quitándole importancia al asunto—. No sé de qué me hablas.
—Ajá, claro, como digas. Nos vemos.
Y así sin más, los dejé solos mientras en mi interior me moría de la risa.
(Jack)
Miré por la la mira de la pistola, apuntando directamente al centro de la lona. Ésta tenía forma de un ser humano, sin rostro, sin expresiones, solo un pedazo de cartón sin vida; a pesar de ello, seguí viendolo como una sola persona que me estaba atormentando por dentro. Apunté al corazón, aquel punto rojo rodeado de líneas de color blanco puro. Respiré profundamente, solté la tensión de mis hombros y disparé.
El disparo sonó y pude sentir el sutil cambio de temperatura que había causado la explosión dentro del cañón de la pistola. Nadie notaría un cambio tan inofensivo, una variación de 0,001 % de la temperatura regular, pero yo si podía percibir esa diferencia tan efímera que dejaba la bala al atravesar el aire frío que me rodeaba.
Repetí el mismo proceso, no sé cuántas veces, pero me imagino que muchas ya que el cargador quedó vacío, dejando el chek tan característico que dejaba el arma cuando pedia recargar. Sin hacer caso omiso, tomé otro cartucho y lo cambié por el usado. Seguí disparando sin parar hasta que también se quedó sin balas.
Una y otra vez, seguí disparando. Una y otra vez, reemplazaba las balas para descargar con cada bala la furia que había en mi. Una y otra vez…trataba de disimular que de verdad me había preocupado por ella.
¿Por qué no había seguido la puta misión como se le ordenó?, ¿por qué mierda fue a ese departamento sin avisar nada?, ¿acaso no pensó en los riesgos?, ¿No valora su vida?
Seguí disparando, los disparos de repente dejaron de tener ruido para mí, mientras yo me perdía en los pensamientos que desbordaban a mi mente.
Cuando recibí su llamada, pude sentir mi corazón en el cuello palpitando sin parar.
—Jack, necesito tu ayuda. Efectivamente el bar es una tapadera, o algo así, pero ahora estoy en un departamento escondida, con una de las chicas. Necesito que me ayudes…por favor…
No esperé a los muchachos cuando les avisé que fueran al bar. Yo solo fuí al auto y me dirigí al lugar exacto en dónde me llamó. Por primera vez en mucho tiempo recé por otra persona, aceleré tanto que casi choco a otro auto por descuido. Quería llegar a tiempo, no sé que hubiera pasado si por alguna razón a ella…le hubiera causado algún daño.
¿Desde cuándo te importa tanto?
No lo sé. ¡No lo sé!
Admito que estaba preocupado por ella, no quería que le pasará nada malo. Por eso estaba furioso, porque mientras yo estaba muriendome al no saber si estaba bien o mal, cuando llego, la descarada me dice que si no podía llegar más tarde.
Aunque…tampoco pudo molestarme con ella.
Sentí como la comisura de mis labios se elevó.
Supongo que eso es lo que me gusta de ella. Esa tenacidad, esa fuerza, ese fuego. Ese ímpetu con el cual atraviesa las dificultades, ese brillo que hay en sus ojos. Me encanta toda esa coraza que ella ha creado, pero también me encanta el corazón que me ha demostrado que tiene. La verdad no sé que me está pasando pero…no puedo evitar verla como algo magnífico.
—Que estés disparando como un loco mientras sonríes así me hace pensar que se te está pegando lo de Helen.
Miré a un lado y Reed estaba parado en la puerta de la sala de tiro. Él se mantenía casi siempre sin mostrar sentimientos, por eso no se me vio extraño verle con la cara de cañón. Puse el arma frente y me di la vuelta. Suspiré e inhale profundo. El olor a pólvora me hizo toser; bueno, capaz que me he pasado.
—Dime, Jack, ¿por qué estás aquí?— Me preguntó.
—No sé de qué me hablas, Reed, solo vine a practicar.
—¿Vaciaste diez cartuchos en menos de dos minutos practicando?
Vi hacia el mesón y efectivamente habían diez cartuchos vacíos alrededor del arma.
—Practiqué mucho.
—Jack, se que no me incumbe, pero…¿qué te pasa?
—¿Qué me pasa de qué?, ya te dije, vine a practicar mi puntería.
—Jack, tú no practicas—dijo cruzándose de brazos—, solo improvisas cuando llega el momento de la verdad y eso no está mal, porque siempre das en el blanco.
—Ya que me conoces tanto, ¿por qué vengo acá entonces?
—Para desahogarte—volteé rápidamente cuando dijo eso—. Cada uno de nosotros venimos para acá por una razón. Tobi nunca viene, prefiere jugar en su taller; Helen prefiere usar sus cuchillos, y yo…pues suelo practicar de verdad. Pero tú eres diferente, solo vienes aquí para tomar un arma y disparar hasta que no puedes respirar por la pólvora que hay en el aire. No lo estoy diciendo para que me lo confirmes porque ya te conozco, Jack, lo que quiero saber es la razón por la cual estas tratando de normalizarte.
—Yo…yo no lo sé—recosté mi espalda en contra de la pared y cerré los ojos con frustración. Odiaba ser analizado.
—¿Es por la chica?
—¿Cuál chica?
—Nina. No es por nada, pero desde que ella vino te has alterado más de la cuenta, has tenido más altos y bajos que desde que te conozco. Me estoy empezando a preocupar.
—Soy humano, Reed, no soy de piedra.
—Si, lo sé, pero desde el día que nos presentaron te he visto como un soldado, fijo en tu misión, sin lugar en tu mente para ninguna emoción. Te he visto reír, te he visto sentir debilidad, pero siempre te has mantenido firme.
—Es mi deber…
—Pero hoy, cuando Nina llamó, perdiste los estribos. No seguiste protocolos, no nos esperaste, solo tomaste tu pistola y te fuiste sin ver atrás— No dije nada porque todo lo que me decía era cierto—. ¿Qué tiene esta chica de diferente que te está afectando tanto?
—N-No…no lo sé, nunca había sentido algo parecido.
—¿Te gusta?
—No tengo idea.
—¿Cómo coño no vas a saber si te gusta una chica?
—Pues…
Me quedé en silencio por un momento mientras Reed me miraba desconcertado, como si mi silencio le hubiera respondido.
—Jack, ¿nunca tuviste pareja?
—Pues si, algunas.
—¿Y entonces?
—Pero no duraban, usualmente siempre me dejaban porque no les dedicaba el suficiente tiempo.
—¿Y qué hacías en tu adolescencia?
—Jugar videojuegos, ver películas, leer cómics…estudiar, trabajar, y a veces salir con Rachel.
—No tuviste vida social.
—No me importaba mucho tener amigos, Reed, no era mi propósito principal.
—¿Y ese era?
—Ayudar a mi madre y a mi hermana—dije sin dudarlo—. Cuando mi padre ya no estuvo, quise llenar ese hueco que había dejado. Trabajé apenas cumplí los catorce y estudiaba lo suficientemente bien como para ser el mejor de la clase. Quería darles un futuro ejemplar, quería que fueran felices.
—¿Y qué pasó contigo?, ¿no te gustaba ninguna chica?
—Una que otra, pero jamás intenté nada. Una novia me hubiera quitado tiempo, o al menos eso pensaba en ese momento. Fue años después, cuando cumplí los dieciocho que decidí cumplir un capricho mío después de mucho tiempo, y me enlisté en el ejército.
—Primera vez que escucho que el ejército es un capricho para alguien.
—Mi padre fue militar. Mi madre siempre me contaba que él había sido un soldado ejemplar y esa fue una de las pocas imágenes que me quedaron de él. Quería ser como él, así que tomé la decisión y me uni al servicio militar.
Un recuerdo fugaz pasó por mis ojos y de inmediato el nudo en mi garganta apareció, nunca lo superaré, eso era seguro.
—Por ese simple capricho—dije— ella ya no está.
—Ya te lo he dicho, Jack, no es tu culpa lo que le pasó a Rachel.
—Si lo es, y no importa cuánto lo niegues, Reed, conozco bien mis pecados y sé por qué me castigarán el día que vaya al infierno.
—Eres muy duro contigo mismo.
—Soy un inútil, Reed. No pude salvarla, no estuve con ella cuando más me necesitaba, ¿y para qué?, ¿proteger a un país que después no hizo nada para encontrar al culpable de su muerte? Soy un maldito idiota que no merece vivir. La única razón por la cual no me he suicidado es porque prefiero espiar mis pecados en tierra, manchar mi alma lo suficiente con la sangre de mal nacidos y tal vez así, solo tal vez, poder entrar al paraíso y encontrarme con ella.
Vi a Reed y realmente pude ver la compasión de sus ojos. No me gustaba parecer débil, pero es que estos recuerdos me recordaban que no era un soldado, no era un cazador, no era un héroe, no era un salvador, solo era un humano que no sirvió para nada en el momento en que lo requería.
—Bueno, sé muy bien que nada de lo que te diga te va a hacer cambiar de opinión— Me respondió viendo al piso—, por eso espero que ella tenga mejores palabras que yo.
Lo ví, confundido, cuando dijo aquello.
—¿Ella?, ¿quién?
Reed sonrió.
—Nina, ya puedes dejar de esconderte, sé muy bien que estás allí—dijo viendo hacia la puerta.
Desde atrás de la pared apareció Nina lentamente, con el rostro algo sonrojado y con mirada apenada. ¿Ella había escuchando la conversación?, ¿desde hace cuánto tiempo?
—Eh…hola…—dijo Nina algo apenada, sin hacer contacto visual con ninguno—, perdón, no quería interrumpir. Es solo que vine a hablar con Jack, pero ustedes estaban hablando, pero como no quería perder al oportunidad…
—Te quedaste escuchando la conversación a escondidas—terminé de decir por ella.
—¡Si!, digo, ¡no!, osea si, pero no, pero…
Escuché como Reed soltaba un resoplido sarcástico acompañado de una risa. Lo miré mal, pero fui ignorado descaradamente por él. Maldito.
—Bueno, yo los dejo solos para que hablen. Nos vemos— Fué lo que dijo antes de pasar por un lado de Nina y largarse, dejando un una atmósfera muy incómoda detrás.
De verdad no quería entablar una conversación con Nina, de veras que no, así que preferí darme la vuelta para buscar el arma que había dejado en el mesón, además de buscar los cartuchos que había vaceado.
—Jack…—empezó a hablar, pero la callé.
—No quiero hablar sobre ello, Nina.
—Pero ni siquiera sabes…
—Sé que quieres hablar sobre lo que me hizo estar aquí, pero de verdad no estoy listo, al menos no ahora.
—¿Quién es Rachel?
Estaba lanzando los cartuchos a una bolsa cuando hizo la pregunta. Me quedé inmóvil y en silencio por unos minutos, ¿por qué era tan curiosa?
—De verdad, Nina, no quiero hablar sobre ello…
—¿Quien fue?, era tu hermana, ¿cierto? Se lo dijiste a Reed.
—Nina…
—Ella…está…, ¿ella está muerta?
—Si—dije secamente—. Lo está, ¿estás feliz con esa respuesta?
—Jack…
—¡No quiero hablar sobre eso, Nina!—contesté volteandome y viéndola fijamente—. ¡No quiero recordar nada de aquello!
—¡Pero si lo recuerdas igual!, de nada sirve atormentarte por algo que sucedió hace años…
—¡Cállate!— Le grité y le di la espalda—. No lo entenderías.
No sé en qué momento empecé a llorar, pero en un minuto mi rostro estaba cubierto de lágrimas. Apretaba mis puños, de verdad me estaba conteniendo. No la iba a golpear, pero quería golpear algo. Algún saco, la pared, lo que sea pero quería sentir ese ardor en los nudillos que me iba a dejar con las manos hinchadas durante varios días.
Me limpié las lágrimas con la manga de mi chaqueta, presionando mi puño contra mi cara de la impotencia. Estaba listo para irme, no quería hablarle mal o pagar mi molestia con ella. El único que debía sufrir aquí soy yo, ella no tenía nada que ver. Pero cuando di un paso hacia atrás para irme de la sala de tiro, sentí un peso sobre mi espalda y una pequeña presión en el abdomen.
Baje la mirada y me encontré con dos brazos rodeandome; vi hacia atrás y observé como Nina me abrazaba presionando su cara en mi espalda. No reaccioné, solo me quedé congelado con las manos alzadas.
—Entiendo que no quieras hablar de eso…—dijo ella abrazándome más fuerte—. No tienes que hacerlo si no quieres, pero aquí estoy, ¿okey? Te entiendo más de lo que crees.
—Nina, en serio lo dudo.
—Entiendo el sentimiento de culpa. Esa sensación de culpabilidad por ser el único que sobrevivió.
Abrí los ojos como platos, no…¿cómo…?
—No tienes que contarme lo que sientes si no quieres, tampoco es que tengamos mucha confianza; pero si no vas a hablar, déjame hablar a mi.
Bajé los brazos. No estaba acostumbrado a los abrazos, pero no me sentía incómodo por ella la verdad.
—Cuando mataron a mi familia…aquel sujeto me dijo que si yo hubiera estado allí ellos seguirían con vida. ¿Sabes? Ese día había salido a una fiesta, pero antes mi madre me había dicho que la ayudara a limpiar lo de mi fiesta de los quinces, ya que aún había algo de desorden. ¿Sabes qué le dije?
—¿Qué?
—Le dije que yo lo haría cuando volviera, porque de verdad quería estar en la fiesta. Por una fiesta me fui, solo por una noche de diversión estúpida. Fue por mi culpa y mi deseo egoísta que ellos están muertos.
—Nina…no es…
—Asi que si, te entiendo Jack. Sé lo horrible que es sentirte culpable solamente por estar vivo, ese dolor que sientes por no haberlos protegido. Yo aún tengo pesadillas de ellos culpandome por no estar con ellos…y a veces…a veces quiero irme de verdad.
—…
—Lo intenté varias veces, ¿tú crees? Pero nunca corté tan profundo, hasta en eso fui cobarde—dijo con una risa melancólica.
—¿De qué hablas?
—Los cortes, en mis brazos, no aparecieron así de la nada. Me cortaba, me castigaba por ser tan débil. Parecerá una estupidez, pero realmente me sentía bien dándome a mi misma penitencia.
—Nina, no fue tu culpa la muerte de tus padres, no tenías cómo saber que ese asesino elegiría exactamente a tu familia.
—Lo sé, ahora lo sé. Pero trata de convencer de eso a una chica de dieciséis años que acaba de salir de un trauma, la cual perdió a las únicas personas que realmente la quisieron y vive con un montón de retrasados que hacen de su vida un infierno. Para esa Nina, la muerte siempre fue la mejor solución.
—¿Y para esta Nina?, ¿qué es lo que la mantiene con vida?
—Pues te podría decir que no había ninguna razón. Estaba a la deriva, evitando morir pero deseando hacerlo, atrapada en un estado de indiferencia por mi propio bienestar que se volvía un ciclo interminable de dolor…pero esa noche, en el puente fue la primera vez que alguien me recordó después de mucho tiempo que aunque la vida es una mierda, hay que vivirla y asi darle una patada en los bajos del destino.
Recordaba esa noche. Estaba haciendo guardia en un caso que tenía cuando pasé por el puente y la vi. Estaba a punto de lanzarse al río, y aunque usualmente me hubiera alejado, decidí intentar que no lo hiciera. De alguna manera…era me recordó a mi.
Y ahora lo hace más.
—De alguna manera ustedes me salvaron…—dijo ella—, aunque hubiera preferido otro método.
—Que malagradecido está el mundo.
—Me secuestraron, Jack.
—No te secuestramos, solo te hicimos cambio de morada.
Soltó una risa nerviosa contra mi espalda, haciéndome reír a mi también.
—¿Estás mejor?— Me preguntó.
—Un poco, realmente. Gracias, Bambi.
—No es nada, animal.
Sentí como sus brazos empezaban a zafarse de mí, pero no quería que terminara. La tomé de las manos y la retuve; al principio noté que parecía regia y sentí el impulso de soltarla, pero cuando lo iba a hacer ella se volvió a aferrar a mi cuerpo y nos quedamos allí, juntos.
—Nina…
—¿Si?
—Si te cuento lo que sucedió, ¿prometes que me verás igual?
—Jack, no tienes que hacerlo si no quieres.
—Si quiero, pero necesito que prometas eso. No quiero que me tengas lastima, o peor, que sientas miedo de mi.
—Si no me has dado miedo en todo este tiempo dudo que me digas algo que cambie eso.
—No hables tan rápido.
Ella me soltó y yo voltee a verla. Su rostro habitual era ahora de completa seriedad. Respiré profundo, tratando de encontrar las palabras con las cuales empezaré a contar mi historia. No lo había hecho con nadie, solamente con Reed hace mucho tiempo; e incluso con él fue un simple ataque de ira en el cual intervino, y solté todo sin pensar en las consecuencias. Gracias al cielo él no me juzgó, más bien, me entendía de alguna forma. A pesar de su actitud fría y de que tenga la actitud social de una piedra, Reed era uno de los mejores amigos que he tenido en la vida.
—Okey—empecé diciendo—, de seguro El Jefe ya te contó su parentesco conmigo, ¿No?
—Es tu padre…
—Si. Aunque durante una gran parte de mi vida no estuvo presente, y todo inicio antes de que él apareciera de nuevo.
—¿Hace cuánto fue eso?
—Hace casi seis años desde que sucedió…todo lo que me hizo lo que soy ahora, lo que me trajo aquí.
Ella quedó en silencio y yo con pocas fuerzas para hablar, preparado para posiblemente derrumbarme después de contar sobre todo lo que había sucedido, el pasado que quería dejar atrás pero me atormentaba con creces. Empecé a contarle sobre el preludio de mis desgracias.
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