Cap. 17 (Parte II)
(Continuación…)
Nina bajó las escaleras corriendo, llegando al sexto piso en dónde se encontraba Reed esperándola en la entrada. Cuando el moreno volteó a verla la vio de arriba a abajo, pero con preocupación.
—¿Estás bien?— Preguntó observando a la chica con escutrinio— ¿Y Helen?
—Está arriba con el sujeto— Nina tomó aire, la carrera le había quitado el aliento—, ¿Y Jack? ¿Tobi?
—Estan buscando armas—respondió Reed—, vamos.
—¡No!— Nina respondió— ¡Tienes que ayudar a Helen!
—Ella se las sabe arreglar sola, no es el primer hombre con que pelea.
—Lo sé, pero algo me dice que ese sujeto no es normal.
—¿A qué te refieres?
—Tengo un mal presentimiento.
Reed suspiró pesadamente.
—Tú y Jack con sus malos presentimientos— Negó con la cabeza—. Bien, sigue bajando, yo voy a apoyar a Helen.
—¡Gracias Reed!— Nina abrazó al chico por el cuello y después fue corriendo a las siguientes escaleras.
Reed sonrió disimuladamente y después empezó a subir las escaleras. Pero justo cuando estaba por la mitad, en el sitio en dónde se daba la vuelta para seguir subiendo, una figura vestida de negro salto desde la parte de arriba, cayendo en la parte de abajo sin ningún problema.
Aunque la impresión era grande, Reed bajó rápidamente las escaleras para encontrarse con el sujeto, el cual está a yendo curiosamente en la dirección que había tomado Nina. ¿Coincidencia? No lo creo.
Empezó a perseguirlo corriendo y antes de que consiguiera una distancia, lo tecleó, haciendo que los dos cayeran al suelo de golpe. El desconocido se dió la vuelta para encontrarse con Reed, el cual lo tenía sometido en el suelo. Impresionante, pensó.
Le dió una patada a Reed en el estómago quitándoselo de encima, y queriendo dar la vuelta para irse, pero Reed se levantó de inmediato y se fue contra el sujeto. Ya estando preparado y viendolo venir, se dió la vuelta rápidamente y esquivó los golpes de Reed, los cuales volaban en el aire como si fueran aves en plena migración, a una velocidad considerable y también a una fuerza enorme.
El sujeto lanzó también algunos golpes, pero Reed los esquivó todos, algunos cubriéndose con los brazos, otros moviendo su cuerpo lo suficiente como para que los ataques no lo tocaran. En fin, prácticamente estaba saliendo ileso de todos los golpes que le querían propinar.
Los golpes siguieron, y aunque estaban siguiendo un ritmo parecido, Reed se estaba empezando a sentir fatigado. Sus movimientos fueron cada vez más lentos y el sujeto aprovechó eso, empezando a lanzar golpes a más velocidad ya que él no estaba fatigado ni un poco.
Reed intentó esquivarlos, pero muchos le llegaron a tocar. El hombro, las costillas, los brazos e inclusive el rostro salieron afectados. A pesar del dolor, porque de verdad le estaban doliendo los golpes que recibía, siguió de pie. No podía permitir que siguiera a Nina, tenía que darle tiempo a la chica para que se encontrará con Jack y así estuviera segura.
Los golpes fueron más fuertes y se sentían en los huesos de Reed, llegó a retroceder en más de una ocasión, pero la idea del sujeto era pararlo por completo, no quería que un insecto fastidioso lo siguiera en medio de su misión.
Al saber Reed que no aguantaría más golpes, intento ejercer más fuerza en los puñetazos, pero por el cansancio era complicado de hacer. Maldijo cuando el tipo golpeó sus costillas y después pateó sus rodillas, haciendo que cayera de rodillas, y justo allí, dándole un puñetazo en la cara que lo tumbó.
En silencio el sujeto sonrió frente a un Reed caído en cuatro patas, tal y como un perro de la calle, viendolo él desde arriba mostrando la superioridad de su poder. Porque si, era superior, él lo sabía, lo tenía en claro. Era superior al humano promedio y no había persona que lo hiciera estar de rodillas. El señor sonrisas era el único que le podía dominar, y haría todo lo posible para que esté orgulloso.
—Coronel Murphy…—dijo y Reed levantó la mirada—, supuse que me daría una buena pelea por su rango e importancia, pero parece que la muerte no le sentó bien.
Reed no respondió, solo escuchaba. Lo que tenían de mal esta clase de personas era que hablaban mucho y muchas veces sin querer soltaban información valiosa. Él sabía que no iba a ganarle a este desconocido, era demasiado fuerte, pero si podía recolectar suficiente información como para saber cómo atacar después…
Solo tenía que asegurarse de que hubiera un después.
Apenas del sujeto se acercó lo suficiente, Reed se abalanzó sobre sus piernas, tumbandolo al arruinar su equilibrio. Los dos cayeron, pero Reed esta vez estaba dominando, y subiéndose a horcadas sobre el tipo, empezó a golpearle el rostro. Lo dió todo en esos golpes, tanto que los visores del casco empezaron a romperse.
El sujeto sintió cada puñetazo como si fueran directo en la carne, y sentía como su casco poco a poco se hacía más chico. Lo estaba encogiendo como si fuera una simple lata insignificante.
Había subestimado al coronel, pero no iba a volver a pasar. Ese ataque de narcisismo lo había hecho bajar la guardia, y Reed había aprovechado aquello, por eso se juró a sí mismo de que no iba a volver a pasar.
Con sus brazos se cubrió el rostro, intentando parar los golpes, pero Reed siguió pegandole en el pecho y las costillas, intentando destruirlo. Pero el sujeto tenía resistencia, así que con todas sus fuerzas termino volteando a Reed y lo dejo debajo de él; empezó a golpearle de regreso, y a diferencia de él, Reed no tenía ninguna clase de casco que le protegiera.
Los moretones empezaron a cubrir su piel morena, oscureciendo su piel más de lo usual. Un hilo de sangre salía de una de sus fosas nasales. Sus mejillas empezaron a inflamarse con cada golpe recibido, y al final, Reed no pudo defenderse más.
Se rindió y dejo caer sus brazos a los lados. Al darse cuenta de esto, el sujeto se levantó y se limpio sus puños ensangrentados con el uniforme. No veía por causa del visor, que por los golpes se había desecho, por eso se quitó el casco dejando ver su verdadero rostro.
Cabello castaño, piel blanquecina como la de alguien desahuciado, y a pesar de esa apariencia enfermisa, su porte era de una persona inamovible. Sus ojos dorados que parecía brillar vieron al chico destrozado que había dejado en el suelo tirado y soltó un bufido de risa.
Reed quería verle la cara, quería reconocerlo, quería saber quién era para poder buscar algún rostro en la base de datos…pero sus ojos estaban entrecerrados y estaba empezando a ver todo con puntos negros. La golpiza había sido dura, nunca había recibido golpes de alguien con tanta fuerza.
Empezó a especular la razón de dicha fuerza, pero realmente no tenía respuesta clara a esa incógnita.
El sujeto volteó a Reed dejándolo boca abajo y colocó uno de sus pies en la espalda del mismo. Reed se quejó por el dolor y trató de moverse, pero el sujeto le pateó en las costillas al notar movimiento. Sintió como una de ellas se fracturaba y se movía dentro de su tórax.
Su contrincante se agachó a su lado y lo tomó por el cabello con tanta fuerza que parecía capaz de arrancarle su cuerpo cabelludo.
—Para la próxima, quedese en la tumba, coronel…— Y sin decir nada más, empezó a golpear la cabeza de Reed con el suelo, una y otra vez, hasta que este quedó inconsciente.
El sujeto se tronó sus dedos y cuello con sutiles movimientos, y después empezó a caminar en la dirección que habia visto ir a su objetivo.
(Nina)
Acababa de llegar al segundo piso. Un reflejo de esperanza cruzó mi pecho, ya que casi llegaba a la salida. No sabía quién la estaba persiguiendo, menos entendía cómo sabía que iba a estar en este lugar, pero el solo saber que era la presa, el objetivo, le estaba causando terror.
«—Soy lo que te atormenta por las noches, queridita.»
Recordé mis pesadillas y los nervios de ver a aquel monstruo escondido entre las sombras me empezaron a dominar. Era él, algo me gritaba que cada día estaba más cerca. No podría escapar de aquella sonrisa malévola, ni con la mejor protección del mundo, porque al final él me iba a encontrar.
Era su juego, su diversión verme sufrir, era un demonio al cual me habían encadenado para que cada vez que estuviera segura, él viniera a dejarme en claro que la paz no es algo que yo pueda merecer.
Escuché un grito a mis espaldas, y al voltear me encontré con la figura oscura que me perseguía desde arriba, solo que esta vez pude ver su rostro. No era él, o al menos así no recordaba su rostro, pero al ver aquellos ojos dorados algo en mi se paralizó. No pude moverme, me quedé estática viendo como se acercaba lentamente, como una fiera a un antílope herido.
Chasqueaba su lengua mientras negaba moviendo la cabeza. Sentí miedo, tanto como aquella noche sentí al ver la sonrisa que hoy en día me atemorizaba. ¿A quien engaño? Podré ser insensible con muchas cosas…pero nunca he dejado de sentir miedo, terror, pánico. No era una Jinete, jamás sería una cazadora, siempre sería la simple y débil ciervo que es comida de los depredadores.
—La verdad imaginé que atraparte sería algo sencillo, pero al ver a tus guardaespaldas…supe que mi instinto no se equivocó. ¿En serio en ellos confías para que cuiden de tu vida? Ay, queridita, estás mal.
Su voz era enigmática, y eso me daba más miedo aún. Era como encontrarme a un él en otro cuerpo, con otro rostro, con otra apariencia. No podía moverme, estaba presa por los nervios y el miedo.
—Mi Señor no se equivocó a la hora de decir que eras hermosa…—Me vió de arriba a abajo, no sé si con lascivia o con curiosidad, pero algo inspiraba esa mirada que no me agradaba—. Tal y como una hoja seca en pleno otoño, volando por el viento. Tan bella…y tan efímera.
—Lo que me faltaba, un poeta—dije tratando de ocultar los nervios, y empecé a caminar hacia atrás con un tirón de valentía.
No podía dejar que me atrapara, no confiaba de que me matarían al instante. Algo me decía que me harían sufrir, que romperían mi alma, que me destruirían por completo hasta que implorara la propia muerte y vea un corte en mi garganta como un acto de piedad. No podía permitir eso, no, no iba a pasar un infierno, al menos no ese círculo.
—Puede que sea un poeta…uno de los mejores—contestó con orgullo—, ¿Sabes por qué?
No contesté, no quería saberlo. Vi disimuladamente hacia atrás y supe que no me daba tiempo de ir a las escaleras, pero si a una de las puertas que se encontraba entre abierta. Si corría lo suficientemente rápido conseguiría llegar y con suerte tendría seguro. No sé si eso me salvaría, pero al menos me daría tiempo para pensar algo más.
—¿Sabes por qué, Nina?—repitió la pregunta y yo lo mire directo a los ojos.
—¿Por qué?
—Porque no hay mejor inspiración que la misma muerte.
Eso fue suficiente para que me diera al vuelta y corriera a la puerta. Él me siguió muy de cerca, tanto que sentí sus pasos entrar en compás con los míos. Llegué a entrar y cerré la puerta en la cara del desconocido, puse el seguro y suspiré.
Me alejé de la puerta lentamente mientras mis respiración se normalizaba. Un golpe, otro más, cada uno de él intentando entrar. Cada golpe era más fuerte, la madera de la puerta crujía como si se quejara de la agresión que estaba recibiendo.
Retrocedí tanto que choqué con la pared del otro lado. Estaba temblando, sudando frío y también casi no podía respirar.
De un momento a otro la puerta dejo de sonar. Un minuto de silencio eterno que me dió una vaga esperanza de que se había ido; le pedí al cielo de que se haya rendido, de que creyera que no podría entrar, de que hubiera vuelto por dónde había llegado…
Pero no, obviamente, solo era esperanza vacía y sin fundamento.
Con un solo golpe la puerta terminó por romperse y cayó al piso levantando una nube de polvo. En el marco de la muerta, el sujeto de ojos dorados me veía con una sonrisa, jactandose, diciendo con su mirada: «Podrás correr, pero nunca esconderte».
No tenía salida, no tenía escapatoria, no había nada a mi alrededor para protegerme. No tenía armas, no tenía salida alguna. Solo me tenía a mi, frente a él, lista para ser llevada como el regalo a un monstruo.
—Si dejas de huir, se te hará mucho más fácil— Fueron las palabras del sujeto mientras se acercaba cada vez más a mi—. No quiero hacerte más daño de lo que es necesario, Nina.
—Me importa una mierda, primero muerta antes de irme contigo.
—No me tientes, que bien puedo caer en la tentación de ahorcarte hasta que tu alma salga de esos lindos labios.
—Pudrete.
Él se empezó a reír se forma maniática, viendo el techo y después viéndome con unas sonrisa en sus labios.
—Eres tan linda, fingiendo ser tan valiente cuando se nota que te mueres de miedo. Ahora veo por qué el Señor Sonrisas te quiere con vida.
El Señor Sonrisas. Nunca había escuchado ese sobrenombre y la verdad me dió terror. Aunque sonaba a nombre de payaso desempleado, me daba miedo conocerlo en persona.
Otra vez.
Se acercó a mi, casi podía sentir su aliento. Su sonrisa podría considerarse encantadora para cualquiera ignorando las circunstancias que tenía en ese momento, y esos ojos amarillos causaban más inquietud al verlos de cerca. Era como ver dos aros de oro, brillantes pero escalofriantes. Con su dedo índice levantó mi barbilla para que lo viera mejor.
—Nos divertiremos mucho…pequeña hada.
Ese maldito apodo me hizo abrir los ojos como platos y quise llorar. Quise hacerlo, quise romper en llanto allí mismo y rendirme. Soy una cobarde, lo sé, pero esto era demasiado para mí. Tenía miedo de lo que pudieran hacerme, y no tenía fuerza suficiente para evitar que aquello pasara.
No era una superheroina, sino una humana débil. No era una gángster, era una chica común y corriente que te encontrarías en cualquier supermercado. No era alguien libre, solo era una víctima que habían dejado jugar en el patio de su prisión.
El sonreía, pero su sonrisa (valga la redundancia) fue borrada cuando se escuchó un disparo. Ví rápidamente a la puerta y allí estaba. Sus ropas oscuras me dieron esperanzas y sus ojos tan profundos como la noche me hicieron sonreír. Nunca me había sentido tan a gusto de verlo.
El sujeto se dió la vuelta con cara de fastidio. Se acercó rápidamente hacia Jack, pero este volvió a dispararle, dándole siempre en la cabeza. Aún así, él seguía caminando como si le hubieran dado con balines de pintura. Empecé a sentir temor hasta que apareció Tobi, disparando solo una vez hacia el sujeto.
Él se cubrió el rostro con uno de sus brazos, pero unos segundos después, algo explotó. Una nube de sangre cubrió el lugar, algunas gotas cayeron sobre mí y la verdad olían horrible…pero me hicieron recordar al sujeto de la cabaña. Era el mismo olor de su sangre y los mismos ojos dorados…estaban conectados entonces.
Mi cabeza empezó a trabajar a mil por hora, con miles de pensamientos, pero ninguno con un orden concreto.
Con la explosión, el sujeto se fue a un lado, por lo que Jack aprovechó en acercarse a mi y verificar mi estado. Me vió de arriba a abajo, sus ojos mostraban preocupación, como si temiera encontrar alguna herida en mi.
—¿Estás bien?— No reaccioné, simplemente estaba en blanco— ¡Nina! ¿Estás bien?
Abrí la boca, pero no salió voz alguna. No tenía palabras, de verdad no podía. ¿Seria el miedo y la impresión lo que me tenían muda? Solo podía verlo mientras temblaba inconscientemente.
Iba a hablar de nuevo pero el desconocido apareció de repente, tomándolo por la la camisa y lanzandolo a otro lado de la habitación. Observé en silencio como chocaba contra una de las paredes y caía al suelo, como un simple muñeco.
Volví a la realidad cuando el desconocido me tomó por el cuello y me pegó a la pared. Estaba molesto, lo pude ver en su rostro, en el cual también habían varios orificios de bala. ¿Cómo seguía vivo?, fue mi pregunta. Vi como uno de sus brazos estaba hecho tirones como papel, y sangraba sin detenerse. Me dieron ganas de vomitar, pero la presión que ejercía en el mi cuello impedía que el líquido de mi estómago subiera más de lo necesario.
—Ya me están cansando—dijo mientras sacaba algo de su bolsillo y me inyectó en el cuello. Sentí como lo que sea que había entrado a mis venas recorría todo mi cuerpo—. Dudo que el Señor se moleste si te llevo en una bolsa, él podrá traerte de vuelta.
Trate de zafarme de su agarre, pero era una estupidez. No podría quitarlo con mis fuerzas, era imposible con la diferencia que había entre los dos.
Cuando empecé a sentir los efectos de la falta de oxígeno, el desconocido soltó un grito de dolor. Al ver sobre su hombro estaba Tobi a sus espaldas y un cuchillo enorme en la espada del idiota. Sonreí, aunque casi no tenía fuerzas.
Cuando él me soltó para ir contra Tobi, me desvanecí allí sentada. No me levanté, estaba sin fuerzas. Solo me quedé viendo como Tobi se preparó para pelear, mientras el sujeto se le acercaba. No podría pelear con un solo brazo, eso le daba ventaja a Tobi.
Tobi lanzó un golpe con fuerza, pensé que le iba a pegar al desconocido, pero este atrapó su puño en el aire con la mano que aún tenía. Vi como el rostro de Tobi se volvía uno de terror y un crujido llegó a nuestro oídos. Tobi gritó de dolor y se colocó de rodillas. El sujeto no dijo palabras alguna, solo soltó la mano que acababa de romper tan fácilmente como palillos de madera, y le dió un solo puñetazo a Tobi, el cual cayó al piso.
Me vió por encima de su hombro y supe que no lo iban a parar. No importa cuanto pelearan contra él, siempre terminaría levantándose. ¿Cómo es posible que sea tan fuerte como para haber vencido a cuatro asesinos entrenados sin ninguna clase de esfuerzo?
Miré hacia un lado y Jack se estaba poniendo de pie. Negué con la cabeza, pero él me ignoró. Si pudo acabar con Helen, con Reed y con Tobi…¿Qué quedaría de Jack? No quería que también terminara en el suelo a manos de este desconocido. Ahora no solo tenía miedo de acabar muerta, sino también de que ellos murieran por mi causa.
Cuando Jack se terminó de levantar, intenté ponerme de pie, pero sentía mucho dolor en el cuello y me había quedado sin aire muy rápido cuando me ahorcaron. La cabeza me daba vueltas, y me dolía; mis articulaciones no me respondían. Solo podía ver todo, como la inútil que era.
—¡Hey!— Gritó Jack desde su lugar y el sujeto sin brazo se volteó hacia él.
—Miller…— Abrí los ojos como platos al escucharlo, ví a Jack y este parecía igual de sorprendido que yo. ¿Se conocían?— Admito que estaba deseoso de conocerte.
Bueno, parece que no.
—¿Quién eres?— Preguntó Jack.
—Solo soy un mensajero, alguien que vino por algo que no les pertenece.
—¿Mensajero de quién?
—Eso no es de tu incumbencia— El sujeto levantó el brazo que tenía por la mitad y lo observó, para después ver a Jack de nuevo—, ¿Sabes lo difícil que será que sane esto?
—Contesta a mi pregunta.
—Ya la respondí. No tienes por qué saber quien es mi líder, solo dejame llevarme a la chica.
—Ni lo pienses.
—¿Por qué tanto interés por la muchacha? No es para nada igual a ustedes, ¿Les agrada tener una mascota a la cual cuidar?
Dolió porque era cierto. No era como ellos, me había vuelto una simple carga con la que ellos tenían que lidiar. Estar así, medio drogada y tirada en el suelo, viendo como morían por mi culpa, demostraba lo inepta que era.
No podía ni defenderme a mi misma, era patética.
—Porque ella es parte de nuestra familia—respondió Jack y yo lo miré fijamente—, y nosotros protegemos a los nuestros hasta la muerte.
Intenté sonreír, pero mis labios estaban dormidos. Solo podía parpadear con lo que sea que me había inyectado aquel idiota. Maldije en mi mente mientras intentaba con todas mis fuerzas hacer que mis extremidades se movieran, pero era inútil. Maldije mil veces, a mis piernas, a mis manos, a todo lo que no podía mover.
—Ahora responde tú—dijo Jack—, ¿Por qué la quieren a ella ustedes?
Vi como sonreía el de ojos dorados.
—El Señor Sonrisas no deja a nadie vivo si no es con un propósito, y ahora desea reclamar lo que es suyo.
Tragué grueso cuando me vió de reojo con esa sonrisa socarrona. Un pensamiento me estaba atormentando, pero me creí loca por solo pensarlo. No podía ser posible, esto no era real. Él no había vuelto, no me estaba persiguiendo de nuevo, no había salido de mis pesadillas.
Pero no puedo engañar a nadie, porque al final tenía la mejor evidencia frente a mi.
Cuando el sujeto se distrajo, Jack se le vino encima dándole un derechazo en la cara. El tipo se repuso y empezó un intercambio de golpes frente a mi. Mi cuerpo no respondía aún, así que me quedé allí en el suelo como una espectadora de la lucha, echándole porras a Jack mentalmente.
Aunque el sujeto pudiera ser como un soldado del invierno, su cuerpo estaba realmente dañado (incluso le faltaba un brazo), por eso Jack pudo darle una paliza como Dios manda. Aún así, el sujeto le dió pelea esquivando y golpeando con el brazo que aún tenía bueno.
Los golpes sonaban al chocar con la piel del otro, observé como el suelo se llenaba de sangre ya que el brazo del tipo no había dejado de drenar ese líquido carmesí tan oscuro. El olor a sangre me estaba dando ganas de vomitar, recuerdos de aquella noche pasaron frente a mis ojos por alguna razón.
No puedes hacer nada.
No, cállate.
Así como esa noche, solo ves la sangre…
Por favor, cállate…
Te quedas congelada, te quedas allí, no logras escapar mientras él te tiene aprisionada.
Él no me tiene, él no me tiene…
No, aún no, pero es cuestión de tiempo para que te encuentre.
No, no lo logrará, estoy segura.
Si uno de sus siervos pudo vencerlos a ellos en menos de una hora, ¿En serio crees que podrás impedir su venida? Que patética.
Estaré preparada…
Solo serás lo que siempre has sido, una presa lista para ser cazada.
¡Mentira!
El sujeto quedó debajo de Jack mientras él lo tenía paralizado, poniendo lo que supuse era un cuchillo en su cuello. Jack estaba muy golpeado, su rostro estaba moreteado de gran manera. Supe que estaba respirando con dificultad, era un milagro que aún siguiera de pie.
—¿Quien es el Señor Sonrisas?, ¡Habla o juro que te corto la garganta aquí mismo!— Escuché que dijo.
—Dile a tu Jefe, que Sonrisas le manda saludos.
Allí escuché un sonido metálico en el suelo. Jack volteó a dónde venía el ruido. Yo no podía ver nada porque estaba muy lejos, además, ellos estaban en mi campo de visión. Jack rápidamente se apartó hacia un lado y una luz cegadora inundó el lugar acompañada del sonido de una pequeña explosión.
Cerré los ojos, pero no lo suficientemente rápido. La luz me había quemado los ojos, tanto que me ardían, como si hubiera visto al sol directamente. Cuando los volví a abrir Jack estaba ahora en el piso, y el sujeto estaba de pie junto a él.
No escuchaba nada, la explosión me había dejado un pitido insoportable en el tímpano. Solo podía ver imágenes borrosas, pero reconocibles. El sujeto pateó con fuerza al Jack, haciendo que este se pusiera en posición fetal. Quise gritar, pero seguía sin poder mover los labios.
Vi hacia arriba y los ojos del sujeto estaban fijos en mi. En medio del humo que llenaba el sitio y la poca nitidez de mis ojos pude vislumbrar el brillo que tenían, como dos faroles en medio de la niebla. Tuve miedo, pero sabía que había un brillo peor que ese. Un brillo que te hacía recordar tus más espantosas pesadillas, pero no para revivirlas, sino para asesinarlas y volverse la pesadilla principal.
El Señor Sonrisas, ese nombre se quedó grabado en mi mente, porque ese era el nombre del miedo más grande que he tenido.
—Pronto nos veremos de nuevo, pequeña hada— Fue lo que dijo antes de ir a una ventana, romperla con el puño y saltar a través de ella. Así no más.
Sentía como mis ojos se volvían pesados. Lo que me había inyectado más el cansancio físico me estaban cobrando partido. Todo se puso borroso y el pitido de mis tímpanos se volvió más insoportable. Solo quise dormir, dormir por horas o si se podía, por la eternidad.
—Código Carmín…código carmín…— Escuché que dijo Jack desde el suelo antes de un sonido de interferencia…o eso creo. Tal vez el sonido fue una simple ilusión de mis oidos dañados—…código carmín…
No seguí escuchando, me sumergí en la oscuridad que cubrió mis ojos, rindiendome en la inconsciencia y entrando en el mundo de los sueños o pesadillas que me esperaban detrás del telón.
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