Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Cap. 12

Recuerdos de Verano

(Nina)

En la historia de mi vida siempre me ha tocado enfrentar a los problemas escapando, escondiendome, escudandome en otra persona para estar realmente segura. No me había dado cuenta hasta ahora. No había luchado jamás en mi vida, solo había sobrevivido.

Al llegar al orfanato nunca me había defendido de los bully, al menos hasta que Jane llegó y me protegió bajo su ala. Cuando me adoptaron y fui a la escuela secular, jamás intercabie insultos con los que me molestaban, solo me quedaba callada soportando todo. Nunca me defendí de Salomé, jamás me enfrenté a ella por miedo de que me echara de la casa y terminar en la calle. Al final sucedió, pero no fue mi culpa al menos.

Cuando Reed empezó a entrenarme para pelear, tuvo que empezar de cero. No tenía conocimiento alguno de defensa personal, tampoco de lucha. Al subir por primera vez al ring, terminé lastimada ya que hice un mal movimiento con el brazo y me dolió. No sabía que habían posiciones específicas para pelear, en realidad, no sabía nada.

Cuando me dijo que lo golpeara como estuviera más cómoda, lo hice con el dorso de la mano de arriba hacia abajo. Él lo esquivó fácilmente. Me enseñó a pararme de la forma correcta, a cubrir y a golpear. Me enseñó que no usara tanta fuerza, solo la necesaria para infligir daño, ya que podría lastimarme si lo hacía de forma incorrecta.

Estaba adolorida al terminar el día. Me dijo que era normal ya que no estaba acostumbrada a tanto esfuerzo físico, pero que con el tiempo me iba a ir aconstumbrando. Cuando terminamos de entrenar, me dejó como tarea practicar los golpes con el saco de arena, al menos una hora, para desarrollar resistencia. Íbamos a entrenar todos los días, ya que al parecer yo estaba en pañales al hablar de defensa personal y lucha.

-Ya iremos trabajando, solamente golpea el saco bien a ver si obtienes algo de fuerza en esos brazos de dibujo infantil.

La primera vez que me dicen algo de esa manera, de verdad, aunque mentira no era. Era débil, tenía que esforzarme mucho. Ahora sí me di cuenta que tengo que empezar a defenderme, no solo a arañazos o mordidas. No siempre tendría un objeto con el cual golpear a mi enemigo, no siempre tendría a alguien en dónde refugiarme.

Aunque tuviera a los muchachos, en realidad no los tenía. No era estúpida, bien sabía que solo me tenían como una refugiada, alguien a quien tenían que proteger porque...no sé, era su deber o algo asi. Pero cuando ellos ya no estuvieran, ¿Que pasaría? ¿En quien contaría?

En nadie.

Golpee el saco dos veces. Poco a poco iba aprendiendo a dar mejores golpes sin lastimarme, y me estaba gustando esto. Suena a cuento pero es verdad, esto es relajante.

Golpee otras dos veces, con más fuerza. No traía guantes, así que con cada impacto sentía la arena haciendo contacto con mis nudillos desnudos, y aunque no era realmente grave, aún se notaba.

-No deberías golpear el saco así. - Dijo una voz detrás de mi y yo voltee.

Rápidamente lance un golpe por la impresión, pero Jack esquivó el golpe con mucha facilidad. Me di cuenta que era él por la máscara que traía, que era igual a la que había usado en la cabaña. Cubría todo su rostro, era completamente azul y en dónde los ojos se debían ver se apreciaba un fondo negro que te hacía dudar de que si tenía ojos o no.

Al yo dejar de golpear (porque si, había lanzado como tres golpes) él se quitó la máscara y me dejó ver su rostro. Tenía la expresión sería que lo caracterizaba, expresión que no me gustaba ya que me agradaba más su sonrisa. Sus ojos oscuros me veían con curiosidad y su cabello castaño se escondía en la capucha que traía sobre su cabeza. Me veía con la ceja levantada, yo solo bajé mis brazos.

-Me asustaste, animal. - Le dije sin mirarlo a los ojos.

-¿Me vas a seguir llamando así?

-¿Me vas a seguir llamando Bambi?

-Pues si.

-Entonces si. - Dije con mofa, y él se empezó a reír sutilmente. - ¿Qué haces aquí?

-Es el gimnasio, yo también entreno aquí.

-Bueno, ve a entrenar a otro sitio. Estás invadiendo mi espacio personal.

-Solo quería saludar...

-Pues ya lo hiciste y casi me da un infarto, así que te puedes ir al carajo.

-¿Por qué me tratas así?

-¿Qué? ¿El niño va a llorar? A ver, dime, animal. - Me le acerqué hasta quedar a centímetros de él. - ¿Por qué eres tan amable de repente? Cuando nos conocimos ni siquiera eras agradable, solo fuiste un idiota que me dió recomendaciones de como podía morirme sin dolor.

-Por cierto, nunca me diste las gracias por ello.

-Y ahora eres como el chico buena onda que sería el protagonista de un libro adolescente. ¿Eres bipolar o qué?

-Solo no quiero que te sientas incómoda, es todo.

-Ah no pues que considerado.

Seguramente se preguntarán por qué razón lo trato de esa manera, y la respuesta es más sencilla de lo que parece. No lo sé. No podía evitar sentir hostilidad al verlo, solamente me dejaba llevar por el momento y lo que sentía. Él no me había dado razones para desconfiar, tampoco me había tratado mal...en realidad Reed me habia tratado peor y hablaba mucho mejor con él; no traten de encontrarle la lógica, porque aquí no existe.

Me di la vuelta para darle el frente al saco de arena y empecé a golpearlo ignorando a Jack completamente. Estaba muy segura de mi posición y de como estaba parada...me sentis bien golpeando de esa manera. Admito que me estaban empezando a doler los hombros y la cintura por alguna razón, pero era soportable.

Estaba dando la quinta ronda de golpes cuando siento una mano en mi espalda. No miré a ningún lado, solo sentí como la mano hacia presión en el centro de mi columna, enderezando mi espalda que no sabía que estaba curvada.

-La forma en que te preparas para golpear hace mucha diferencia. - Me dijo dándole una patada leve a uno de mis pies, indicándome que lo pusiera más adelante. - Una mala posición provoca que te fatigues de más o incluso que te puedas lastimar, además que eres vulnerable si no estás equilibrada.

Aunque me mantuve a la perspectiva mientras él movía mis articulaciones como un maniquí, no me puse rígida. También movió la posición de mis brazos, uno al frente del otro y levemente inclinados hacia los lados.

-Reed te debe haber enseñado mucho, pero son los detalles los que hacen la diferencia. - Me dijo con cara seria, tal cual como lo haría un sensei viejito.

-¿Sabes más que un coronel? - Dije arqueando las cejas.

-Obvio no, pero en comparación con Reed, he tenido la experiencia en combate cuerpo a cuerpo. Golpea.

Di un fuerte golpe con mi brazo dominante al saco, después lo regrese a su lugar original. Hice esto varias veces rápidamente, provocando que una nube de polvo saliera del mismo. Jack no me decía nada, solo me miraba sin expresión alguna. Era increíble lo facil que cambiaba de emoción en segundos.

-¿No ibas a entrenar? - Le pregunté notando que no se movía.

-¿Por qué ese deseo repentino de aprender a pelear? - Me preguntó ignorando mi anterior pregunta. - ¿Sientes miedo de alguno de nosotros?

-¿Además de Helen? No, de ninguno. - Confesé.

-¿Y entonces? Porque si de algo estoy seguro es que no importa que tan entrenada estés, de Helen no se salva nadie.

-¿Tan buena asesina es?

-Si. En el poco tiempo que la conozco la he visto asesinar a cientos de personas, la mayoría hombres que le doblan el tamaño. Siempre encuentra la forma de acabar con la vida de sus víctimas si se le complica la situación. Una máquina de matar, con tan solo diecinueve años.

-¿¡Diescinueve!?

-Si.

-¿Cómo puede ser tan buena asesinando y dar tanto miedo con solo diescinueve? ¡Solo es un año mayor que yo!

-Te sorprenderías. No somos novatos como tú, Bambi.

Al oír el estúpido apodo lo miré feo, mientras él solo se reía de mi mirada.

-Si pudiera te daría un puñetazo ahora mismo. - Dije señalandolo con mi índice.

-¿Y qué te lo impide?

-¿Eh?

-Vamos, lanza tu mejor golpe.

-No hablaba en serio.

-Pero yo si. - Confundida opté por el silencio, que parece fue señal para que siguiera hablando.- Deberías entrenar con una persona de carne y hueso, ¿No crees? De nada sirve que quieras aprender a pelear si solo prácticas con un saco sin vida.

-Pero...

-Ven, subamos al ring.

Él se dió la vuelta yendo en dirección al cuadrilátero que estaba presente en el gimnacio. Yo quedé congelada, pensando alguna manera de salir de esta situación. ¿Por qué había abierto la bocota? Apenas había empezado ayer, ¿Cómo carajos iba a poder pelear bien con Jack que se seguro tienen años pasando de entrenamiento en entrenamiento?

Estaba muerta.

Aún así lo seguí hasta el ring, en el cual me esperaba con los brazos cruzados. Me veía desde arriba con superioridad, porque claro, además de que decía saber pelear mil veces mejor que yo, era más alto. Cuando estuve en frente de él me lanzó un par de guantes de boxeo de color rojo, y me dijo que me los pusiera para proteger mis manos. No tenía razones para llevarle la contraria, además, si era más seguro no le veía el problema entonces.

Él se colocó unos guantes azules muy parecidos a los míos, y movió sus hombros en círculos, me imagino que para liberar tensión.

-Okey, lo primero que vamos a corregir es tu postura. - Me dijo.

-¿Qué tiene de mal mi postura?

-Está del asco. - Se acercó un poco. - ¿Diestra o zurda?

-Diestra.

-Entonces pon el pie izquierdo adelante y el derecho atrás, apoyándote y flexionando levemente las rodillas.

No hice nada de eso. Todo lo que me acababa de decir se me hizo sopa en la cabeza. ¿Que pusiera la pierna qué en dónde? ¿Quién creía que era? ¿El hijo de Will Smith en Karate Kid? ¡No le entendía nada!

-Mira querido. - Dije captando diversión en sus ojos por esa última palabra, diversión que bien ignoré. - Se que haces esto con una muy buena intención, pero hablame más lento que mis neuronas no te están entendiendo.

Jack suspiro negando con la cabeza pero sin quitar su sonrisa. No me dijo mas nada, sino que con su pies arrimó mi pierna izquierda hacia delante. Por poco pierdo el equilibrio pero disimulé mi momento de inestabilidad. Con sus manos movió mis brazos y me los colocó en la "posición correcta", para terminar de colocarme bien al empujar levemente la parte tracera de mis rodillas haciendo que las doblara un poco. Me sentía extraña, pero confiaba de que Jack no me estaba jugando una mala broma.

Después de dejarme en posición, de devolvió a mi frente ajustandose un poco mas sus guantes.

-Relajate, estás demasiado tensa. - Dijo. - Vas a pelear, no a cantar el himno nacional.

-Pudrete. - Dije mientras relajaba los hombros, la verdad si estaba tensa, pero era por los nervios. - ¿Y como piensas enseñarme a pelear?

-¿Cómo crees? Pues peleando.

-¿Golpearas a una mujer, caballero?

-Jamás, va contra mi código moral. - Parecía sincero al decir esas palabras.

-¿No íbamos a pelear?

-Tú vas a pelear, yo recibiré los golpes y trataré de esquivarlos, como lo haría un adversario común y corriente.

-Un adversario común y corriente me respondería los golpes, ¿No crees?

-Y por eso esto es una simple práctica. Ven, da tu primer golpe.

A diferencia de ayer, no iba a pasar vergüenza lastimandome a mi misma. Apoyé mi peso en mis pies y lancé el primer golpe, justo a su cara. Rápidamente él se echó para atrás haciendo que mi puño atravesará el aire antes de regresar antes mi pensamiento sin haber cumplido su propósito.

-Okey...no está mal, ahora sigue golpeando y trata de darme al menos una vez en el rostro.

Seguí lanzando golpes directo a su cara, mientras todos eran detenidos o esquivados por Jack en el momento preciso, impidiendo así que pueda siguiera rozar su piel. Nos movimos por la lona, empecé a sudar por el esfuerzo que daba, y mi cabello se pegaba en mi rostro sobre mi frente mojada.

Jack me veía sudar y se reía, burlándose de mi; eso me daba más rabia aún. ¿Por qué había hecho esto? ¿Solo para burlarse de mi? El cabrón no iba a verme la cara de estúpida. Lancé un golpe a sus costillas, pero él se movió rápidamente para que mi puño solo atravezara el aire. Lo miré y él inclinó la cabeza como si dijera: ¿A dónde tan contenta?

Cabrón.

Intenté pegarle en el pecho que se echó para atrás, perdí un poco el equilibrio casi cayendome de boca, solo que me estabilice a tiempo antes de perder la poca dignidad que le quedaba.

-Por favor, Bambi, tienes que tocarme al menos con un dedo. - Me dijo Jack, burlándose.

Apreté los dientes con rabia.

Las piernas...

Abrí los ojos cuando escuché...esa no parecía la voz de mi conciencia.

Las piernas...

Aunque la voz que me hablaba no parecía ser conocida, algo en mi me hacía creer que valía la pena hacerle caso. No sé cómo lo hice, o con cuál habilidad, pero mientras Jack se reía como un estúpido yo di una patada a la altura de su rodilla.

No sé lo esperaba, por eso cayó arrodillado con cara de sorpresa; y fue allí, en medio de la conmoción, que aproveche y le di un derechazo en su rostro, uno muy fuerte, tanto que quedó con la cara volteada ante mi, exponiendo la mejilla que estaba roja por el golpe.

Quedé congelada en el lugar en donde estaba, con el puño al aire y los ojos como platos. Acababa de golpear a Jack, en la cara, yo sola...¿Esto había pasado en serio? Lentamente bajé mi brazo y al mismo tiempo Jack volteó a verme; parecía estar igual de sorprendido que yo.

-Me golpeaste. - Dijo viéndome fijamente.

-Te golpee. - Afirmé aún congelada.

-Nina, me golpeaste en la cara. - Dijo y una sonrisa dominó su rostro.

-Si...lo hice...

Jack se levantó del suelo y se sacudió las rodillas, yo no hice nada, solo lo veía. ¿Se había molestado? No parecía, más bien, se veía más contento que antes.

-Parece que no eres una chica indefensa, Bambi. - Dijo sonriendo. - Quita esa cara, me golpeaste. Hiciste bien.

No pude aguantarlo. Sonreí y empecé a chillar como niña chiquita. Salté en el mismo sitio como si hubiera conseguido la cura del cáncer. Había golpeado a Jack, ¡Le había dado un puñetazo en la cara! ¡Y no se pudo defender! ¡Ahhh!

-¡Si pude! ¡Siii! - Dije mientras brincaba y me lancé sobre Jack con euforia, envolviendolo con un fuerte abrazo.

Otra vez no se lo esperaba, tal vez por eso lo sentí tan tenso mientras me movía feliz abrazándolo. Estaba tan llena de felicidad que me importó un bledo si él no correspondía mi abrazo, era mi celebración, no suya. Al estar cerca de su cuerpo podía sentir como su corazón latía rápidamente, pero debía ser por el entrenar.

Cuando por fin mi miembro de euforia fue menguando y solo quedaba una pequeña sonrisa, me alejé despegandome de su cuerpo. Miré su rostro y ví que tenía una expresión...¿Incómoda? ¿Le había molestado que lo abrazara? Otra cosa que noté fue un pequeño rubor en sus orejas...las tenía rojas.

-¿Estás sonrojado? - Dije apuntandolo con diversión. - ¿Qué? ¿Nunca una chica te había dado un abrazo?

Él me miró con rabia y yo me burlaba. Si, animal, ahora la que se reía era yo. La venganza sabe dulce como la miel.

-No me he sonrojado, solo es por...el ejercicio. - Dijo pasando una mano por su rostro. - No nos alejemos del tema. - Cambió su expresión intentando que no se le notará el nerviosismo que me nació de repente, pero fingir se le daba pésimo. - No peleaste nada mal para ser una novata.

-Si, hasta podría acostumbrarme a esto. - Dije dando unos pequeños brincos y dando golpes al aire como boxeadora.

Su expresión cambio completamente cuando solté esas palabras.

-¿A qué te refieres con eso? - Me dijo y yo dejé de saltar.

-Solo digo que...no tengo a donde ir. - Empecé a decir viendo al suelo. - No tengo familia, amigos o conocidos. Prácticamente no existo. Entonces...estaba pensando...¿Que tal si me quedo aquí?

El Jack que sonreía y estaba contento con mi progreso había cambiado por el serio y frío que tanto me caía mal. Sus ojos oscuros me veían con juicio, como si me mandara a callar mentalmente.

-¿Quedarte aquí? - Repitió.

-Si. Podría aprender a pelear, y los podría ayudar. Yo podría...

-No.

Alcé la mirada al escuché esa única palabra.

-¿No, qué?

-No te vas a quedar aquí.

-¿Y por qué no?

-Porque no estás aquí como recluta, estás aquí como nuestra...

-¿Protegida? Si, lo sé Jack, pero podría ser más que eso, yo podría...

-No, tú no puedes nada. No te vas a volver una asesina solo porque necesitas dónde quedarte.

-No lo hago por eso, ustedes me caen bien y me siento cómoda aquí...tal vez si entrenara más me aconstubraría a todo lo que hacen diariamente.

-Nina, no te vas a volver una Jinete.

-¿Y por qué no? ¿Crees que no podría? Tobi fue capaz de hacerlo, ¿Por qué yo no?

-Con él el caso fue distinto.

-¿En qué sentido? Los dos fuimos victimas y él siguió adelante.

-Él no tuvo elección, tú si la tienes.

-Eso lo sé, y estoy tomando mi decisión ahora. - Lo miré fijamente y me acerqué para verlo directo a los ojos, sin dudar de mis palabras. - Quiero volverme una de ustedes.

-¿Quieres volverte una asesina? No sabes lo que dices. Te estás dejando llevar por la emoción del momento y no estás pensando en las consecuencias de tus decisiones. Esto no es un juego.

-¿Crees que no lo sé? ¡Lo tengo muy en claro! Pero ahora te pregunto yo, ¿Que haré cuando todo esto termine? ¿Ir a casa? ¡No tengo casa Jack! ¡Solo soy una huérfana que vive en el restaurante en dónde trabaja! No tengo a nadie, no tengo nada.

-Personas en peores condiciones siguen adelante, esta no es la única opción.

-Pero...

-¡Pero nada, Nina! - Ante su grito di un respingo. Su expresión solo mostraba molestia. - ¡No vas a volverte una de nosotros! Apenas El Jefe diga que puedes irte de aquí vas a tomar tus cosas y seguirás con tu vida, te olvidarás de nosotros y jamás en tu puta vida volverás.

-¡No puedes tomar esa decisión por mi!

-Ya lo hice.

No dijo nada más, solo pasó por mi lado y bajando del ring dejándome allí, molesta y con ganas de golpear a alguien. No podía decidir por mi, esto era injusto.

Está pensando más claramente que tú.

Quería gritar, quería descargar mi ira, así que me bajé del ring y me acerqué al saco de arena, el cual estaba completamente quieto justo frente a mi. Me puse en posición y empecé a golpear, cada vez con más fuerza. Llegó un momento en que ya no media los golpes, en dónde estaba gritando como si el saco tuviera la culpa de todas mis desgracias.

No sé en qué momento empecé a llorar.

Cuando me quedé sin fuerzas, cuando mis nudillos palpitaba y todo mi cuerpo estaba lleno de sudor, caí de rodillas. En mis mejillas caían gotas de sudor y lágrimas saladas, mis ojos ardían por el esfuerzo y el dolor. Aún así no puedo asegurar que sentía rabia, tristeza o melancolía, solo sentía un enorme vacío, como si mis golpes hubieran vaciado mi alma dejándola como una vasija sin usar.

Solo tenía un pensamiento que me atormentaba...

¿Que pasará cuando llegue al final de esta historia?

(Jack)

Me eché agua en la cara tratando de bajar la tensión que ahora dominaba mi cuerpo. Tomé mucho aire y lo solté como pude, no lograba quitar la jaqueca que tenía en este instante.

Carajo, ¿Por qué todo lo que me decía ella me afectaba tanto?

Okey, la entendía. Sería hipócrita decir que no. Estaba en un lugar en donde la protegían a toda costa, donde la trataban bien, donde la hacían sentir en cada. Se podía senti bien aquí, lo entiendo pero...¿Acaso se le olvida qué es lo que somos? ¿En qué cabeza cabe que quería quedarse entre los Jinetes? Y peor, volverse una.

¿En serio necesitaba tanto amor que se siente segura aquí? ¿Qué tanto la habían dañado?

Lo peor del asunto es que pude ver la firmesa en su mirada. Quería hacerlo, quería demostrarme que si estaba dispuesta a correr el riesgo, pero es que ella no sabia el verdadero riesgo de ser una Jinete. Iba a perder su humanidad, su empatía. Se iba a volver una justiciera, alguien que no podría dejar de ver las cosas en blanco y negro, sin tonos grises que te impidan matar. No sabía el peso que tenía la sangre que manchaba nuestras manos.

Empecé a caminar por el baño sin pensar, o mejor dicho, pensando en demasiadas cosas. Tal vez estaba exagerando, tal vez solo era un deseo de adolescente rebelde que quiere cambiar su modo de vida. Si, era normal, ¿No? Había pasado por mucho, si no me equivocaba, solamente es una fase.

O no.

¿Por qué quería volverse una puta asesina? ¿De dónde habían salido esos deseos de algo tan horrible? A lo mejor pensaba que era similar a las películas de acción en dónde la protagonista se hace amigo de un grupo de asesinos y se vuelve la mejor de ellos, pero esto era la vida real y su vida peligraba por cada minuto que estuviera afuera con nosotros.

Nosotros éramos cazadores, y aunque suene cruel, estamos cuidando la presa de otro cazador. Aquel hombre que la buscaba...no tenía idea de quien podía ser. Duré días encerrado tratando de unir los puntos, sin obtener resultados; era la primera vez que un objetivo era tan difícil de encontrar.

En el tiempo que Montimer estuvo en prisión no se relacionó con casi nadie, y las raras excepciones habían sido asesinadas desde hace tiempo. Su familia no tenía antecedentes y aún si los tuviera, la mayoría dejo de contactarse con él desde que fue arrestado. La única que aún lo quería era su madre, la cual siempre defendió su inocencia, por estúpido que parezca.

La cabaña no tenía papeles de propiedad alguna, no estaba en el mapa ni había Sido vista por satélite. No había rastro de otra persona que pudiera estar involucrada, pero tenía que haberla.

No había dudas de que el que estaba allí, muerto en el garaje era Montimer, pero el estado de descomposición estaba demasiado adelantado. Además, aún si dudará de la palabra de Nina, Tobi me dijo que él estaba vivo cuando llegó. ¿Entonces por qué se descompuso tan rápido aún estando en un ambiente frío?

Todo alrededor de Nina me estaba perturbando, y ahora ella me salía con que quería entrar en este mundo. Esa fue la gota que derramó el vaso. Estaba tratando de atrapar al tipo que la quiere asesinar y ella viene a decirme que quiere trabajar en un sitio donde más de una persona la pueden matar.

Esta chica estaba loca. No pensaba con claridad.

Miré mi rostro en el espejo. Observé esos ojos oscuros que me había heredado mi padre, esa mirada sombría que me recordaba mi parentesco con él. Profundicé en aquellos iris color noche llenos de ira, tristeza, y sobretodo, culpa.

Eso no lo entendía Nina. Ella cree que nosotros buscamos solo redención, pero yo no buscaba eso. Yo buscaba venganza de alguien que ya estaba muerto, vengar a alguien que no estaba ya. Quiero volver a aquellos días en que saltaba en el parque y jugaba a policías y ladrones con mis amigos. En aquel tiempo en dónde los monstruos que me preocupaban eran los que vivían dentro del armario o debajo de la cama.

Aquel tiempo en dónde mamá y Rachel aún estaban conmigo, en dónde aún podía ver sus ojos y sus sonrisas contagiosas. Aquel tiempo en dónde soñaba ser un gran policía para ayudar a los demás, cuando creía que los que usaban uniforme eran la representación del bien encarnado...aquel tiempo en que el dolor era definido por una herida en la rodilla...

(Hace doce años)

-

¡Hermanito!- Escuché la voz de Rachel y me voltee para verla en lo alto del tobogan. - ¡Mira hermanito! ¡Mírame!

Sonreí inconscientemente al escuchar sus felices gritos mientras bajaba por la resbaladilla, su cabello castaño fue movido por el viento hasta que llegó abajo. Cuando se encontraba ya en el suelo, me miró con sus ojos azules llenos de inocencia, con una sonrisa que jamás voy a olvidar.

-¿Viste hermanito?- Preguntó y yo asentí.

Para tener once años, yo era un chico muy maduro. Si, jugaba con mis amigos, pero cuando llevaba a Rachel al parque siempre me concentraba en ella. Sabía que había gente mala en la calle, no quería que le hicieran daño a mi hermanita.

Rachel volvió a subir hasta la cima del tobogán para repetir el proceso de bajada, y yo solo la veía mientras me comía un helado de chocolate con oreo, mi favorito.

El parque era un tanto viejo, apenas el tobogán y los columpios funcionaban, pero a pesar de ello era bonito para estar. Estábamos a mitad de verano, por lo que el sol estaba en su punto máximo de temperatura, por eso yo había venido en shorts y camiseta; mientras que Rachel traía un vestido veraniego.

El helado se derretía por entre mis dedos, tenía que comerlo rápido o si no se volvería agua.

¿Cuántas veces Rachel bajó por el columpio ese día? No lo sé, perdi la cuenta cuando llegó al suelo por décima vez. Le encantaba el tobogán, no se subía a ningún otro juego, solo a ese.

Con una pequeña piedra que había encontrado en el camino, una muy bonita de color azul, tallaba la madera del banco donde estaba sentado. Yo no era alguien que le encantara dibujar, pero hacer garabatos era mi pasión, más si era en lugares en donde no se debían hacer. Un zorro (o al menos lo que yo decía que era un zorro) se quedó tallado en una de las tablas del banco, y aunque fue hecho por un niño de once, no estaba tan mal.

Estaba admirando mi "obra de arte" cuando escucho un ruido seco. Veo rápidamente a dónde está Rachel y se encuentra sentada agarrándose la rodilla, gimoteando. Rápidamente tome la botella de agua que había traído y me fui a dónde estaba ella.

Cuando estuve a un metro de ella, me arodille para verla mejor. Tenía sus ojos llenos de lágrimas y lloraba mientras se veía su rodilla, la cual estaba llena de sangre y tierra.

-Ya, ya...- Traté de calmarla. - Solo es una raspadura, Rachel.

-M-Me d-duele...- Dijo llorando tocandose la herida y apartando la mano con rapidez. - ¡Me duele!

-Ya, tranquila...- Tomé la botella y verti algo de agua sobre ella, limpiando así la tierra que tenía encima de la herida. Rachel soltó un quejido de ardor. - Okey, esto te dejara cicatriz. ¿Qué te he dicho de andar corriendo?

-Me duele, hermanito...-Ignoró mi pregunta y por sus ojos deduje que volvería a llorar. - Mi rodilla me duele...

Obviamente no podía reclamarle a una niña de cuatro años el llorar o el correr en el parque. Preferí limpiarle las lágrimas y ayudarla a levantarse.

-Estarás bien, grillito. - Dije mientras ella gimoteaba. - Eres mi responsabilidad, y mientras yo esté al mando estarás segura, ¿Okey? Sanarás, solo mantén la calma.

-Okey...

-Ven, dame un abrazo.

Ella me rodeó el cuello con sus pequeños brazos y yo le correspondí. Le dije que podia bajar un par de veces más por el tobogán y que después regresariamos a casa...porque mamá nos esperaba ya que había hecho lasaña.

Ella me sonrió y asintió con felicidad...

(Actualidad)

Ojalá esas sonrisas hubieran durado para siempre, ojalá no se hubieran acabado nunca; pero alguien había apagado esa risa nerviosa y esos ojos azules, y con ellos, mi alma entera.

La puerta del baño se abre y yo rápidamente limpio las lágrimas que habían salido sin darme cuenta. Helen entra ignorando mi presencia al principio, pero al verme se detiene en seco.

-Ehhh...¿Interrumpo algo? - Dijo y yo trate de mantener la compostura.

-No, para nada.

-Bueno. - Se encogió de hombros y se acercó a mi. Vi sus ojos, para ver con que Helen estaba hablando. Al nota que no parecía tener malas intenciones, no me moví de dónde estaba. - ¿Te pasa algo, mandamás?

-No, solo estaba...lavando mi cara.

-¿Con tus propias lágrimas? No creo. ¿Te peleaste con tu mascota?

Le dirigí una mirada molesta y ella sonreía.

-No la llames así. - Le advertí.

-Ya, lo siento. ¿Quieres que le diga cómo tú? ¿Cómo es que era? ¿Bambi? Suena demasiado cursi, incluso para ti.

-No es...¿Qué quieres Helen?

-Nada. En realidad solo vine al baño, no esperaba encontrarte aquí; pero quiero decirte que no te calles lo que sientes. - Me sorprendí cuando empezó a hablarme con ese tono tan...tranquilo. Usualmente la que dominaba era la parte agresiva y demente. - Tragar todo ese veneno te puede volver loco.

-¿Tú crees?

-Lo sé, ¿O crees que mi personalidad apareció así como así? El psiquiatra que me trate necesitará un psiquiatra personal.

Me reí. Helen usualmente era alguien que le importaba un bledo como te sentías, podía verte llorando y aún así darte un golpe solo porque cree que estás siendo dramático. Ver está faceta de emotividad de su parte...aunque fuera solo unos minutos, era increíble de verdad.

-Pero ya en serio, Jack, ¿Estás bien? - Me preguntó seria, veía la preocupación en sus ojos.

-Lo estaré, en algún momento. - Respondí. Ella solo sonrió forzosamente, seguramente no conforme con mi vaga respuesta.

Escuché el sonido en conjunto de nuestros comunicadores, saqué el mío para ver de que se trataba.

«CODIGO MAGENTA»

-¿Código magenta? - Leyó Helen desde el suyo. - ¿Cuál era el codigo magenta? Me confunden a veces los colores. - Ella me vió, y de seguro notó la preocupación de mi mirada. - ¿Jack? ¿Qué pasa?

No respondí, solo veía el único mensaje...no, es que no era posible.

-Jack, ¿Que significa «Codigo Magenta»?

-Intrusos en el perímetro.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro