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CAPÍTULO 2 "La roja ceremonia"

Para muchos, aquel deseo era algo abominable, para otros incomprendido, para ella es simplemente una necesidad. El silencio era profundo y "Hermoso" una fuerte brisa se deslizaba por el tibio capó de la camioneta, se movía de un lado al otro, luego arriba y abajo, una mano enorme se lanza y se desliza acariciando el parabrisas hasta que es sacudido hacía atrás, una música chillona y repetitiva interrumpe el encanto del silencio, pero no era inoportuno, aquel tono significaba una cosa— Hola abue — dice con un tono de niña emocionada mientras jalaba una cuerda por encima del pecho del señor Edmund. —Tu padre pregunta por ti ¿En dónde estás?

—Estoy cerca de la ciudad de Indalck

—¡Tan lejos! Espera... ¿Lo hiciste?

—Aquí lo tengo abue, es parecido al retrato ¡Lo atrapé!

—Pero ¿Hoy? ¿Porqué hoy?

—Ya se hubiera cobrado a otra. Además podré llegar a la ceremonia. Tu tranquilo.

—Por favor hija llega rápido y se cuidadosa. Si alguien te ve, todo habrá acabado.

Revisa su reloj, faltaba una hora, inoportunamente el cuerpo era enorme, un oso vestido de hombre. De repente escucha esa susurrante y fría voz, otra vez ella, su compañera silenciosa, le pedía con insistencia propinarle un tortuoso final, quizás empezar con arrancarle los párpados para que no pueda cerrar los ojos y no perderse el largo proceso de convertirse en trozos de carne. Luego de haberse saciado, arrojar esos pedazos al bosque dónde solía enterrar a sus víctimas, aquello sería algo irónico y hasta poética, pero todo el trabajo y la paciencia de capturarlo se habría vuelto un desperdicio, uno tan grande cómo su presa ¿Cómo esconderlo y llegar a tiempo a la ceremonia de su padre?

Tenía sed, el calor es insoportable pero antes de que sus labios toque la boca de la botella, observa el cuerpo encorvado hacía abajo. Lo acuesta al asiento, le quita los lentes y lo vacía en la cara de Edmund, aquel hombre abre lentamente los ojos y levanta la cabeza. Estaba perdido, por un instante creé que todo era una pesadilla hasta que ve que sus dos manos estaban amarrados al volante. Nima tensa la cuerda, otra vez la misma pesadilla.— Necesito un favor — Le suspira al oído — y te sugiero que lo hagas bien.

Edmund estaba callado y colorado, Nima sabe que ardía en una furia contenida. Le era humillante estar en la misma posición de una víctima y más si se trataba de una chiquilla. Vuelve a tensar la cuerda con mucha fuerza, la espalda de Edmund se arquea para atrás y se notaba mucho las venas de su frente y el quejido de su garganta— Quiero que asientas si has entendido.— Edmund con la cabeza arriba hace todo su esfuerzo— Perfecto. Ahora quiero que vayas a está dirección.— Le coloca con delicadeza los lentes y le muestra un mapa con un círculo rodeando una calle. Era al norte, en una ciudad segura, Lidia, no estaba muy lejos. Edmund es un asesino en serie de muchos años, su experiencia le a enseñado que mientras más aisla a una víctima menos posibilidad tiene de escapar. Se preguntaba 《 ¿Porqué Lidia? un sitio dónde hay muchas seguridad 》 piensa que su chiquilla no es tan experta cómo creía, si sabe mover sus cartas, quizás tenga la oportunidad de escapar.

Por fin en marcha, el buen corderito de Edmund, sin trucos y vacilaciones, siguió el camino al degüello, tomó la ruta que llevaba a Lidia, su rostro dejó de estar tenso, su mirada volvió agarrar vida. Nima soltó un poco la cuerda, Edmund no dijo nada salvo una pequeña mirada de agradecimiento que se reflejaba con el de ella a través del retrovisor.

El sonido del viento mezclado con el motor calmaba a la chica pero su otra mitad seguía insatisfecha. Durante unos cinco minutos se subió a una colina que llevaba a una quinta. Afuera esperaba un vigilante— Detente — dice al fin — Bien Ed, lo hiciste bien. — Le acaricia la cabeza cómo si tocara a un obediente cacharro. El señor Edmund sentía golpes y movimientos detrás de su asiento, ve que en el espejo retrovisor se reflejaba un cuerpo pálido y unos pechos bien pronunciados que era cubiertos por un sostén violeta, se queda fijo observando cómo se desnudaba su sensual asesina, hasta que una mano se extiende hacía el retrovisor y lo gira señalando sus ojos — Se terminó el espectáculo — dice Nima mientras se cubría. Edmund esperaba silencioso, la cuerda que tensa su mano estaba perdiendo fuerza, mientras manejaba iba jalando de ella, hasta que lo consiguió, sólo tenía que liberar una mano.  

Le sorprende que la puerta de atrás se abra, gira hacía la izquierda y ve a la chiquilla revisándose en el espejo con un vestido largo color púrpura que marcaba su figura y descubría lo pálido de su espalda, tan delicada que sus costillas se dibujaban en ellas. De su mochila de cuero saca un pinta labios y se lo pasa varias veces. Luego se pasa un delineador de pestañas. Le parecía más humillante qué esa "Chiquilla" se burle de esa manera.

Deseaba con ansia poseerla, agarrar su cuello y presionar hasta escuchar su último suspiro y ver cómo se va nublando el brillo burlón de sus ojos. Gira su mano derecha varias veces hasta qué lo logra 《Te tengo》piensa. Con todas sus fuerzas arranca la cuerda de su otra mano cómo si fuera un fino hilo de cocer y se lanza sobre ella pero algo estaba mal, siente que algo con colmillos muerde su garganta que lo abrazaba desde el asiento deteniendo su aliento. Intenta coger la cuerda pero estaba tan adentro, que algo filoso penetraba con un dolor insoportable. Desesperado agita sus dos manos y golpea la puerta varias veces. Pero no pasaba nada, allí seguía Nima retocándose las pestañas con una tranquilidad insoportablemente perturbadora — Ed porqué eres tan impaciente. — Se lamenta, mientras se hacía el último retoque — Lo arruinaste. — Deja de maquillarse y observa con suspiro cómo va muriendo su presa, no tenía que ser de esta manera pero el tiempo es impaciente.

Se queda fija examinando con detenimiento el brillo de sus perdidos ojos, colgaba su cabeza sobre el nailon de pesca mientras que las pequeñas hojillas de afeitar iban entrando más profundo hasta rosar las venas de su garganta y sentía que lo estaba mirando. La sangre se derramaba cómo chorro sobre su pecho, le parecía asqueroso, un completo desperdicio, su otra mitad no estaba contenta, le reclamaba de no haber seguido sus reglas

¡Suficiente!

Ignora la insaciable voz de su compañera silenciosa, es cruel e impaciente. Esta noche, no era su noche, era la noche de Nima, la buena, la tierna y delicada, la que atrae miradas, era el momento de interpretar su papel más importante, la de buena hija.

Adentro de aquella quinta de lujos era toda una buena presentación: música en vivo, un banquete de reyes y hombres de trajes costosos, mujeres elegantes, refinadas 《Y falsas 》 algunos jóvenes con uniformes impecables. Para Nima le era un tanto incomodo estar rodeados de personas bien vestida que viven atrapando monstruo cómo Edmund y cómo ella. Se sentía acechada,《 Las miradas, paren ya las miradas 》 su compañera silenciosa se sentía acorralada, cómo una serpiente en un agujero. Nima lo sabe controlar, siempre lo hace, muchos jóvenes oficiales volteaban a ver a tan hermosa presencia.

"La linda Nima" se abría paso en medio de todos, esa encantadora presencia qué inspiraba cariño y protección era muy conocida en los eventos especiales, "La linda Nima" hija del sargento Jhons Santos. Un hombre qué estuvo en el ejército y salvó a muchas vidas. Luego se unió a las fuerzas policiales y gracias a su astucia atrapó a muchos asesinos famosos y temibles, incluso cómo jefe de operaciones logró capturar al cabecilla más importante de una mafia organizada, ganándose la reputación de "El sabueso de hierro" se volvió una figura muy respetable.

Aquel formidable y seguro hombre de aspecto paternal, le sonreía con gracia a sus amigos, se inclina a ver que llega una hermosa jovencita. Al principio siente un nostálgico recuerdo, era cómo ver a su esposa en los tiempos de su adolescencia, hasta que aterriza cuando oye la voz de esa pequeña — Hola papi — dice con ternura. Jhons vuelve a recordar porqué estaba tan ansioso en la noche más importante, esa espina de preocupación que le inquietaba desde el momento que salió de casa—¿En dónde estabas?— dice con severidad. Estaba molesto pero se aguantaba, muchos giraban a ver a la chica.

— Tu traje es muy bonito — dice ella tratando de apaciguar el rostro colorado de su padre que se hinchaba de no poder descargar sus duras palabras.

El sargento sigue en silencio, su rostro estaba duro pero su mirada decía otra cosa, Nima sabía que no estaba molesto del todo. Agacha la cabeza y dice — Lo siento, no me decidía que ponerme. — Lanza su mejor mirada triste.

El señor Santos observa sus grandes ojos azules, se volvian cristalinos al estar vidriosos, eran brillantes, la luz se reflejaban en ellos cómo un espejo. Más le recordaba a su amada, por un momento sentía que estaba hablando con ella, la extrañaba demasiado — ¡Ya estás aquí! — dice un señor mayor de traje negro, el tono de su piel pálida cómo la de un cadáver, era el contraste de su traje, levanta la cabeza hasta descubrir sus ojos qué eran tapados por la sombra de la boina negra que siempre le acompañaba cómo si fuera una parte de su cuerpo. Suelta con libertad una sonrisa traviesa pero de una mirada poco expresiva. La recibe con un abrazo, mientras la contenía le susurra al oído — ¿Qué hiciste con él? — Nima sonríe de forma tierna y le dice —Abuelo ¿Viste la luna? ¡Es tan hermosa! ¿Porque no me acompañas? — Jala de su brazos hasta estar lejos del sargento.

— Está a 30 metros en el espeso bosque —. Desde la ventana la luz de la noche se reflejaba en esos ojos azules de poca expresión, aferrandose al brazo de su abuelo. — Dentro de su coche — dice recostando su cabeza.

—¿Manejaste hasta acá?

— No, el me debía un favor. — Sonríe con una picante malicia — ha... se lo que estás pensando. Fue impaciente y se adelantó, quería que estuviera vivo para que lo vieras. Es enorme... — hace un gesto con las manos— pero lo logré.— Sonríe de forma placentera hasta qué ve una mirada seria pero fría. — Me desobedeciste — dice el señor.

—Pero no a pasado nada. Edmund está muerto, ya ninguna colegiala será su víctima. Hice lo que ninguno de estos estirados de trajes y uniforme logró en varios meses.— Señala con desprecio a las personas que hablaban con su padre.

— Organización y paciencia. — Dicta el señor cómo si fuera una ley religiosa —. Es el secreto de un buen asesino.

— ¡Fui paciente! Estuve todo el día...— ¡No me conteste! — Exclama el señor con una mirada dura. Nima retiene su lengua, a diferencia de su padre su abuelo no es de sentimientos, lo sabe muy bien porqué ella es igual.— Fuiste desorganizada e imprudente, dejaste un cadáver cerca de un recinto en dónde están los agentes policiales más importante del estado. Un error... — Hace un gesto con las manos — un simple y tonto error puede revelar lo que eres en verdad.

Nima es una chica que no le gusta quedarse callada y ante tal acusación le hace saber que sus oscuros sentimientos también son frágiles —. Y para ti que es lo que soy— dice.

—Ese no es el punto Nima, te pones en riesgo

—Responde a mi pregunta.

—Este no es el lugar ni el momento.

—¡Responde!

El señor se detiene y recorre la mirada hacia todo el exterior de la noche que permitiera la ventana, hasta que era el turno de ella, respira profundamente y sólo piensa un sin fin de palabras terribles mientras la examinaba —Mi nieta— dice al fin y se aleja de ella.

En ese momento se escucha desde los parlantes la voz de un hombre pidiendo a los invitados tomar asiento para iniciar la ceremonia. Un hombre colorado de bigote más blanco qué su cabello, erguido en todo el medio del atril, le pide al sargento Jhons Santos levantarse de su asiento. En medio de los decentes invitados cuenta los logros de toda su trayectoria, como agente de la policía, luego cómo detective y sargento hasta llegar en la parte de haber capturado al cabecilla de un cartel de drogas. Ahora en frente de todos los miembros mas destacable de la fuerza policial, hace un anuncio sorpresivo para el formidable Jhons Santos, su ascenso cómo teniente en un nuevo estado. Una ola de aplausos se abren complacidos, le piden ahora al teniente unas palabras y el empieza agradeciendo al director por el cargo y promete cumplir con responsabilidad y honor lo que representa ser miembro de las fuerzas policiales. Luego le agradece a muchos de sus compañeros y finalmente menciona a su hija y a su difunta esposa de ser la más grande motivación de hacer de esta ciudad un mejor lugar para todos, culminando con su más conocido lema "Proteger vidas, es mi más grande deber"

De repente ante todos los aplausos se escucha unos gritos acompañados de una brisa helada que sacudía las cortinas, todos los presentes se quedan en silencio hasta que se extienden los murmullos. Un hombre con el rostro pálido vestido de camarero exclama histérico que en el jardín hay un cadáver. Todos los oficiales incluyendo el teniente, se dirigen afuera cómo tropas ante el combate. El señor Ángel le clava una mirada tensa a Nima y ella le responde igual.

Los oficiales, peritos de criminalistica y todo aquel que haya visto un cuerpo como cosa rutinaria, comienzan a examinarlo cómo si aquello fuese parte del día. Se dan cuenta que estaba tirada en una fuente y la rodean, Nima se abre paso en medio de ellos. Era una joven chica vestida de camarera de banquetes, su traje blanco ahora era rojo, una lamida de corte en su cuello exponía su carne dónde brotaba a chorro la sangre que coloreaba ahora la fuente. Nima queda aliviada que la víctima encontrada no era obra suya pero ahora se hace la misma pregunta que se hacían todos ¿Quién habría sido? El señor Ángel no perdía de vista ni por un segundo el símbolo que se dibujaba profundamente en la carne de su frente, una V invertida y dos alas retorcidas. El teniente Santos dicta su primera orden a sus hombres vestidos de gala, rodear la casa y que nadie salga.

Nima observa con fascinación aquel corte limpio y profundo que habría su garganta, se acerca un poco más hasta bañar la falda de su vestido, cosa que despierta las miradas de los forenses que no querían manchar sus trajes y mucho menos las manos. Veía con asombro su rostro y piensa en voz alta. — Esta chica no presenta golpes ni maltratos, no tuvo tiempo para defenderse, fue sorpresivo. Debió ser alguien conocido o simplemente un anfitrión que debía atender— Sospechaba que el asesino estaba entre los presentes. Ahora se detiene en contemplar el símbolo dibujado entre ese lienzo pálido, qué brillaba con el roce de la luz de la luna y la humedad del agua con un corte minucioso. Quién haya sido se arriesgó lo suficiente para dejar un mensaje pero ¿Para quién?

De repente alguien agita su hombro izquierdo, era su abuelo que la miraba con dureza— Deja de verla de esa manera y sal de la fuente — murmura —Estás llamando la atención.— Observa las miradas abiertas de los hombres de ver a una adolescente examinado un cadáver con un vestido de gala. Cierto, se le olvidó que debía seguir actuando cómo una chiquilla. Se incorpora en su papel y actúa cómo si le afectara mucho. Histérica le pide a su padre irse a casa y el teniente acepta de inmediato, pidiéndole a su padre que se la lleve.— Avísame cuándo hayan llegado, porfavor — dice — Estaré en casa mañana en la mañana.

El señor Ángel le asegura que no se preocupe y se marchan. Bajando la colina hasta quedar acompañado por el rose de la luz de la luna y el silbido de los grillos, envueltos en la oscuridad de la noche, detiene el coche y Nima dice —Vaya, fue todo un espectáculo ¡No me imaginé un cierre cómo ese!

—Sí, cómo qué quiere algo de fama este chiquillo —. Piensa en voz alta el señor, entrecogiendo la mirada — Enserio no me agrada. —murmura.

—Lo hizo en la cara de todos los poli —Sonríe la fascinada chica— ¡Vaya que tiene huevos!

—¡Nima! controlate ¿Sí? Recuerda el código. Esos son a los que debemos de atrapar cómo lo fue Edmund, por cierto ¿En dónde está?...

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