Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Valiente

Al abrir los ojos descubro es de noche y me he quedado dormido en el sillón de la sala. Giro mi cabeza y el cuello cruje, mis piernas hacen un sonido parecido y al levantarme ocurre lo mismo.

El recuerdo de la noche anterior es que me llamaron a una reunión en la oficina y estuve en ella, pero solo duró unos minutos. No le hice reclamos, hacerlo era mantenerlos alerta y no quería eso.

Durante la reunión se miraban entre sí, bastante extrañado por mi comportamiento amigable. No fue sorpresa cuando Akim sugirió ir de copas, una moción que fue aceptada por todos, incluso por Vryzas.

Ellos querían saber lo que planeaba y sabían que eso solo sería posible alcoholizándome. Acudimos a su restaurante en donde estuvimos hasta entradas la mañana. Al griego no le gustaba acudir a sitios concurridos, desde antes de ser Hermes, según decía, le fastidiaba estar rodeado de desconocidos.

Tomé más de la cuenta y hasta donde tengo consciencia no solté ni media palabra. Sonrío al recordarlo dirigiéndome al buzón, vacío el contenido y regreso sobre mis pies. Dante está en casa, por lo que imagino Ana no ha regresado y no es de extrañar.

En estos días me he mantenido al margen, por considerar que he estado acosándola y eso podría hacerla sentir intimidada. Subo los escalones con mi cuerpo pesado mientras leo la correspondencia y noto la misma tarjeta de siempre. Cada semana llega una, con una semana restada y las mismas iniciales.

Saco el móvil de mi bolsillo en un intento de llamar a Wells y preguntarle si averiguó algo del último dueño. Sin embargo, mi deseo se ve truncado ante la ausencia de carga en mi móvil. Intentando encenderlo llego hasta mi habitación. La cama me llama, pero el olor a alcohol que despide mi cuerpo me impedirá dormir.

Me deshago de mis ropas con la vista fija en la habitación de Ana. La ventana siempre está cerrada con cortinas oscuras, en todo el tiempo que llevo aquí, jamás la he visto asomada a ella. La luz encendida mostrará que está allí, pero no se asomará.

Esa noche está apagada, al igual que toda la casa.

Espero que logre crear un vínculo con las chicas, están locas y a un par de ellas les falta ser más sociable, pero la camaradería le hará bien. Alexandra le ayudará con empleo a través de sus contactos, Lissa le asesorará con su ex, Mia sería una amiga perfecta y Jazmín le inyectaría la seguridad que necesita para no dejarse intimidar, es posible que le diese un par de clases de las que Noah le proporcionó en su momento.

Yo puedo proporcionarle todo eso, pero no deseo que acepte mis atenciones por agradecimientos, tampoco deseo que se sea señalada en la empresa. Se correría la voz como se hizo cuando Stan insistió en darle trabajo Madeline, la mujer con la que salió un par de días y a quien agradeció sus buenos servicios dándole empleo.

Permanezco en la ducha más de lo habitual y estaría un poco más en su interior si el sonido del timbre no me obliga a salir. Dante está en la entrada del baño y no se ha movido pese a que el timbre es insistente.

—¡Voy! —le digo a quien insiste en romper mis tímpanos.

Cubierto con una toalla y descalzo bajo las escaleras, con mi perro siguiendo mis pasos. Su comportamiento relajado me permite no estar en guardia, aunque tengo especial cuidado de ver el sitio en que he dejado el arma antes de acercarme a la mirilla.

Dos hombres detrás de la puerta me hacen sonreír y empezar a retirar los seguros. Son cinco en total, solo uno de ellos es de mi interés, el que custodian los cuatro.

—Espero traigas de comer —le advierto al abrir y ver lo que tiene en sus manos.

Sergio Wells, en su esplendor, rompiendo el protocolo de visitas nocturnas, invadiendo mi espacio personal y robándole tiempo a su familia, me visita.

—No pagas lo suficiente —comenta cediéndole el paso a sus dos hombres —protocolo. —comenta al ver mi rostro divertido.

—¿Dónde traería un arma? ¿En los testículos o en el trasero?

Señalo al mostrar mi atuendo, pero ignora mis preguntas y sus hombres ingresan.

—Eres peligroso aún en ese estado —me advierte y le sonrío.

—Limpio —comenta los dos que han ingresado y resoplo.

—¿Qué deseas? —quiero saber al ver mi espacio ser violentado por él y los suyos.

—¿Tienes la correspondencia que has estado recibiendo?

—No todas —confieso al recordar que he roto un par de ellas —tengo una en la habitación.

—¿Puedo? —pregunta Danks el jefe de seguridad de Wells señalando el segundo piso.

—Te quiero en babydoll negro, subo en una hora mientras atiendo a tu jefe —comento y lo observo reír al subir las escaleras. —¿Puedo saber por qué es importante? Hace tres meses te pedí verificar quien fue el antiguo dueño y aún estoy esperando.

Pregunto regresando la vista a él que va rumbo al bar y se sirve un trago de mi mejor botella. Se toma su tiempo en responder, lo que no es raro en él, posee todos los vicios que un ser humano común puede tener. Resulta increíble que conquistara el corazón de su esposa y lograra tener un matrimonio tan estable.

—El antiguo dueño murió de un infarto...

—Las tarjetas no les intimidará supongo. —hablo restándole importancia y sirviéndome un trago, debido a que él no tuvo la delicadeza de hacerlo.

—Hace diez años. —sigue y le veo detrás de la bebida —la casa se mantuvo en litigio legal por parte de sus hijos y una fundación a la que el viejo decidió heredar todo.

—Eso explica las amenazas. —al ver su rostro entiendo que no es así.

—¿Dónde encontraste la primera?

—No lo hice yo —señalo a Dante —en los límites con la casa vecina.

Recuerdo que ladraba sin control y al llegar a él me encontré con una caja sin remitente, pero que traía la dirección de mi casa.

—L.V. N. —menciono dando un trago largo a mi bebida. —es quien firma todos los mensajes con una cuenta regresiva de fecha de muerte.

—Encontré tres —dice Danks bajando por las escaleras y le veo un instante.

—¿Qué pasó bebé? ¿Tiene pulgas la cama?

—Esto es serio...

—El sexo también lo es para mí —sigo diciendo al abogado.

—¿Sabes quién tiene esas iniciales?

—¿Debería? —replico y sonríe dando un sorbo a su bebida.

—Ludov Vass Neville —lo nombra y mi sonrisa se amplía.—¿Sabes el detalle de su asalto? ¿Los motivos d? ¿Cómo sobrevivió? ¿Qué le hizo?

—Está viva y es en lo que me he centrado —respondo.

—Será mejor si te sientas, trae esa botella —me pide . —lo vas a necesitar.

—¿Qué tan malo es? —me animo a preguntar.

—Has visto detalles peores —comenta —pero nunca a alguien que nos importa y eso hace la diferencia.

—Antes que me digas lo que sufrió —me tomo de un tajo la bebida y voy por la segunda —¿Qué tiene las tarjetas que ver aquí? Ludov sabe donde vive, no hay razón para entregármelas.

—La has defendido —sugiere y niego.

—Recibí la primera el día en que la conocí, una cuarta o quinta, no lo tengo claro, cuando quiso abusar de ella —recuerdo —una vez más.

—No lo hizo en la primera —me corrige y le veo extrañado —se llenó de ira y la golpeo tanto que cuando reaccionó la creyó muerta.

—El punto es —aclaro mi garganta porque eso no cambia los hechos —que, si la tarjeta es para ella y la envía Ludov, sabe dónde vive.

—Me encargaré de averiguar quién lo hace —promete y afirmo.

—Te escucho...

****

Ana no merecía ser tratada así, sufrió demasiado para seguir haciéndolo. Me calzo las correas de la funda observando mi imagen en el espejo, tomo el saco y bajo por las escaleras con el relato de lo sucedido a ella por parte de su novio en ese bosque. Wells trajo el folio, me permitió leerlo y comentó que era necesario que lo hiciera. Era consciente que estaba en escritorio de Lissa, pero no quise violar su confianza.

Llenarme de odio no era el objetivo, deseaba protegerla, cuidarla y porque no, quizás llegase a amarla. Con los detalles descritos allí, entendí su comportamiento el día que Stan se la llevó. El sobresalto cuando levanto la voz o alguien cercano lo hace.

Ahora no tenía idea sobre cómo tratarla, el miedo a que saliera dañada me hizo marcar distancias. Era la porcelana más fina, la mujer más valiente que ha brotado la tierra. Así la veía, era tanta mi admiración hacia ella, que decidí dejar de acosarla y darle su espacio.

La amargura que siento desde que escuché aquel relato infernal no puedo describirla. Las ganas de asesinar a los Vass son cada vez más grandes. Al padre por llenar la cabeza de mentiras a su hijo, al crío por creerlo y dañarla.

Tomo las llaves de la casa y busco bajo las escaleras, no hay rastros de Dante, hoy no deseo ir a su casa. Llevo diez días sin verla, Dante va y viene, se ha acostumbrado a estar en las dos casas.

Salgo al jardín y freno al verla en pie en mitad de mi jardín con Dante a sus pies. Tiene sus manos agarradas y las retuerce varias veces me ve asustada por largo tiempo.

—Buenos días —saludo con duda —¿Todo bien? —afirma en silencio. —no lo parece ¿Es ese hombre otra vez?

—La doctora Alexandra me prometió un empleo, en el hospital de su hermano.

La noticia es buena, pero sus actitudes son nerviosas y sigue frotando sus manos de manera insistente.

—Me alegro saberlo, si ella no lo hace yo puedo hablar en la empresa —respondo sin animarme a avanzar.

—Me dio seguridad —responde nerviosa. —¿Aún estás dispuesto a ayudarme? —me pregunta de repente y la veo sin entender —defensa personal, tú dijiste que...

—Lo había olvidado —le interrumpo—¿Qué día quieres iniciar?

—Hoy —su respuesta es apresurada y se agita en segundos —Si no deseas hacerlo y hay alguien que pueda ayudarme...

—Lo haré yo —le calmo. — ¿Qué sucede Ana? —insisto al ver que no luce nada bien.

—Lo necesito —su mirada se oscurece y baja el rostro —papá me llamó hace unos minutos, hubo una discusión en el rancho de los Vass, todo el pueblo habla de eso. —solloza y elimino distancia hasta llegar a ella —Ludov abandonó el rancho y nadie sabe de él.

— Y temes que te haga daño —le digo atrapándola entre mis brazos —pero no estás sola bebé, lamento ser un imbécil todos estos días... pero tenía miedo de dañarte...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro