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Todo estará bien

Sacar un tiempo para hablar con los chicos se ha convertido en una misión imposible. Custodiar a la mujer y a sus hijos no requiere mayor trabajo, lo que si es complicado es la seguridad de la casa.

La casa perteneció a Epson Frederick, el hombre que creó el imperio, que desocupara cuando su fortuna empezó a crecer de la mano de sus enemigos. Edificó una más grande con los terrenos que compró alrededor de la original y la fortaleció olvidándose de la seguridad de su antiguo hogar. Un acto que los ocupantes que siguieron a su muerte imitaron.

El resultado, era una propiedad con pésimo control de seguridad y cámaras obsoletas. Abarcarla toda era una tarea ardua que llevaría días. Sobre todo si se tiene en cuenta el estrés que se maneja en ese sitio en los últimos días.

Encontré una oportunidad para hablar de lo sucedido en la fiesta de cumpleaños de Mia y mientras las chicas charlaban animadas alrededor de la tarta de chocolate. Mi preocupación en ese instante era que ninguno de mis hermanos había probado bocado de la dichosa pieza dulce.

—No era Ludov —concluye Vryzas acariciando el cabello de su hija que se prende a su brazo negándose a bajar de su regazo. —difícil de creer que se contratara a alguien más solo por desquitarse.

—Difícil, pero no imposible —explica Noah y los demás guardamos silencio —¿Has hablado con ella?

—Lo necesario para saber que no tiene otro enemigo más que su ex —concluyo —el enojo podría ser por los años en prisión.

Evitando mencionar lo absurdo que suena mi sugerencia, ya que, los aquí reunidos, hemos sido testigos de actos, todo tipo de actos irracionales. Vigilo que Ana no pruebe de su tarta, es común que no coma de los postres que elabora. No tiene claro los motivos, asegura, le gusta ver a otros disfrutar de sus postres. Y no suele comerlos en las fiestas en que se sirven.

Un punto a mi favor, pero me mantengo alerta.

—Es posible si es el mayor de los imbéciles o le gustará estar en prisión.

Stan lo dice con la mirada fija en su prometida, en ese instante avanza hacia nosotros con una bandeja llena de varios trozos de postres. Todos, con excepción de Vryzas que mira a su hijo mayor, están muy al pendiente de sus mujeres.

—Hemos sido testigos de peores situaciones —habla Akim por primera vez —gracias cariño —le hace un guiño a Mia que es correspondido con un leve rubor en sus mejillas. —Si el de siempre, quiero dos más

—No lo hice yo —se apresura a decir —lo trajo Ana.

Aquel comentario hace que todos me vean intrigados, pero es Akim quien sale a mi rescate al decir que también es bueno. Una vez todos hemos recibido la porción correspondiente y Mia se ha marchado, se atreve a decir.

—Es el mejor que he probado.

—Se lo diré en cuanto estemos solos —amenaza Stan.

—Hacer de soplón, no le hará abrir las piernas —le riñe Noah.

Stan acaba burlándose y aceptando que era lo que buscaba ante las bromas de los demás. El primero en degustar su pieza es Vryzas llevándose a los labios una pequeña tarta ante la mirada de todos.

Si él da el visto bueno, Noah y Stan se animarán a probar, Akim lo hará de todas maneras. El chocolate la hace atractiva a sus ojos sin importar es buena o no. Permanece en silencio con el trozo de tarta en su paladar mientras su mirada va a cada uno de nosotros.

—Está amarga, será mejor que no la coman.

Habla alejando la mano de su hija que intenta tomar un trozo. El gesto de los demás es alejar la tarta de su regazo, viéndome con enojo y decepción.

—Percibo un sabor diferente. —insiste.

—No se juega con la comida, hermano. —replica Stan.

—¿Qué te traes? —increpa Noah en voz alta.

El griego se queda viendo el trozo de en sus manos con curiosidad al tiempo que yo guardo silencio. No la he probado, ni lo haré, pero he visto que las chicas lo han hecho y no han puesto objeciones.

—No he visto a sus mujeres protestar —me defiendo.

—¿Qué hiciste? —reclama Stan —Esto es demasiado, incluso para ti.

Akim mira la tarta y se la lleva a la nariz olfateando como el mejor de los sabuesos. Frunce las cejas y mira al griego que demora su parte haciendo muecas desagradables en cada bocado. Una vez nota que Akim lo observa, se excusa diciendo.

—Es amarga —insiste tomando el último trozo del plato y tragándosela de un tajo —¿No vas a comer tu parte?

Antes que pueda responder me la arrebata de las manos. Al intentar hacer lo mismo con la de Noah, que se encuentra en el costado opuesto, lo aleja de su objetivo.

—Algo tan exquisito, no está hecho para sus paladares —se mofa —solo una persona experta puede degustar y reconocer una pieza tan agradable.

—¿Qué carajos ...?

Mi risa no se hace esperar ante el alivio que resultan esas palabras y solo entonces empiezan a comer. El griego degusta mi parte con la mirada fija en mí y sonríe por cada bocado que consume o ve hacerlo a los demás.

—Te debo una.

Susurra tras verlos a todos con los platos vacíos y rumbo a la mesa en que está los restos que han dejado sus mujeres. Evito mirarlo en lo que dura el viaje de los chicos a la mesa y la lucha de todos por llevarse la mejor parte.

—Estoy harto de sus ataques —me defiendo y siento su risa fuerte —debo admitir que no conté con tu experiencia. ¿Cómo lo descifraste?

—He hecho un par —sorprendido observo su rostro impasible —fiestas de solteros, no es mi especialidad, pero hago mi mejor acto.

—¿Amigos?

—A mí hermanos —corrige y es mi turno de reír —y no lo hice por amor a ellos, como imagino fue tu caso. Recuérdame este día cuando tenga que emitir tu cheque.

Aquel comentario me hace reír al recordarme la época de los cincuenta. Solía decirlo cuando hacíamos algo excepcional que no estaba en los planes, pero que ayudó a la causa.

El premio era un par de números más por encima de los demás.

—Eran buenos tiempos. —comento con nostalgia.

—Estos son mejores Nikolái, es cuestión de que te adaptes ese nuevo mundo. —deja los platos en la mesa —esta vida es la correcta si la tomas del lado que es.

—¿Hablas por experiencia?

—Hay personas por las que vale la pena cualquier sacrificio—comenta buscando algo en medio de los asistentes y se topa con su hijo que juega con Mika futbol a varios metros. —¿Qué deseas hacer con ese ex?

—También crees que es él...

—Tiene que ver —me interrumpe y la observo a ella alejarse para responder una llamada —algo hemos dejado pasar, muy importante. Ella lo ha ocultado por desconocimiento a propósito.

—Tomaré el consejo —le digo incorporándome para ir con ella que avanza hacia mí con rostro pálido.

—Revisa hasta las notas escolares de ambos —me pide y le agradezco con una inclinación de cabeza —Te brindaría ayuda, pero...

—No la necesito —sigo por él y sonríe levantando la copa hacia mí.

—Buena suerte...

Me acerco a ella y se detiene frente a mí, se nota el esfuerzo que hace por no llorar. Alzo su barbilla y poder así detallar su rostro encontrándome con sus ojos a punto de ser inundados por las lágrimas.

—Mamá está en el hospital —limpio sus lágrimas con el dorso de mi mano, algo me dice que mucho más que eso —fue asaltada en el interior de la casa...—susurra viendo a todos lados —no deseo dañar la fiesta.

—¿Qué tipo de asalto?

La tomo por el brazo y la alejo del grupo al entender que no desea que los demás se enteren, tampoco yo. Mi deseo es que todo acabe este día, sin importar si van o no a casarse, estos ocho tendrán sexo y me dejarán en paz.

—La golpearon en la cabeza y la casa estaba revuelta —detalla —la policía dice que fue un robo. Ella no vio a al saltante, recuerda preparaba la cena, un golpe en la nuca y todo oscurecerse.

—¿Quieres ir a verla?

—Papá no quiere verme allí, mamá me exigió no ir al pueblo. —baja el rostro hacia sus manos antes de seguir —mi hermana y su esposo sospechan que es Ludov...

—¿Qué llegues al pueblo? —afirma y suelto el aire —voy a hacerte una pregunta y necesito de ti sinceridad...

—Ajá...

—¿Hay otro motivo aparte de celos? —no entiende mi pregunta y al verme se ve confundida — ¿Puede existir algo más de tu renuencia a volver con él? Hay algo que tenga que saber y que no me hallas dicho...

—No oculto nada, si es lo que insinúas...

—Ana. —intento tomar sus manos y se sacude, molesta, avanza hacia la salida de la casa. —quiero ayudarte, pero todo esto es exagerado para ser cuestión de orgullo.

—Es lo que hay, es absurdo, todo esto lo es. —se detiene en mitad de la sala, recoge la bolsa y su saco antes de seguir —Déjame sola —exige cuando siente mis pasos —me iré en un taxi...

—Detente un momento a razonar y notarás, tengo razón.

Pero, no me escucha y menos se detiene.

Continuó siguiéndola y pidiéndole detenerse hasta llegar a la salida de la casa. Con tan mala suerte que encuentra un taxi y yo no tengo las llaves del mi auto conmigo. Ingreso al hogar de Stan y busco las llaves, confiado que estará en casa encerrada al llegar.

—¿Qué sucede? —pregunta Jazmín con quien me topo en el salón —¿Se van?

Luce acalorada, sus mejillas están rojas y sus pupilas dilatas. No quiero un sermón a altas horas de la noche y me preocupa que se haya ido sola.

—Ana se siente mal —le miento —mañana debe ir a trabajar y quiso descansar.

—Debe ser algo que todas comimos —comenta distraída —todas estamos igual, es una pena que la fiesta acabe así.

—Despídeme de los demás —le ruego tomando las llaves y la americana.

Tres horas después ...

Rechazó todas mis llamadas, enviándome un mensaje pidiéndome dejarla sola. Con la certeza de no poder dormir así lo quisiera la esperé en el porche de la casa.

Una llamada a su amiga Ginger me trasmitió tranquilidad, ella prometió llamarla y hacerla entrar en razón. Eran más de media noche cuando la mujer me llamó y me aseguró que ya estaba de regreso a casa.

—¿Dónde estaba?

—No tengo idea —responde luego de una pausa —la sentí nerviosa, no quiso dar detalles. Tuve la ligera impresión que me ocultaba algo.

Un taxi se detiene del lado de mi casa y al constatar descubro que es ella, corre hasta la puerta de mi casa. Se detiene en mitad del jardín llevándose las manos al rostro y su comportamiento me alarman.

—Acaba de llegar —le digo evitando decir el estado en el que llegó.

—¿Está bien? ¿Revisaste si está herida?

—Le diré que te llame mañana —prometo al colgar y avanzar hacia ella —Ana, ¿Va todo bien?


—Si, todo está bien —susurra y sus manos tiemblan al decirlo —todo está muy bien —repite al pasar por mi lado —buenas noches Nikolái, que descanses.

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