Refuerzos
Narrador
Un par de manos se ciernen en sus tobillos y tiran de ellas con fuerza. Pasa del sueño, a la sorpresa en segundos ante el sorpresivo ataque. Somnolienta y con el corazón latiendo a mil por hora sacude sus piernas para liberarse.
La oscuridad que reina en su habitación y que ama mientras duerme se convierte en el mejor aliado de su atacante. Requiere solo de segundos para llegar a la mesita de noche y sacar su pistola, ese que supone tenerlo cuando su agresor suelta sus tobillos.
—¿A dónde vas? —pregunta una voz tomándola por los cabellos y enredando su mano en ellas —si esto apenas empieza.
Le cuesta reconocer el tono de voz de Nikolái, pero su inconfundible acento ruso lo delata. Fernand, advirtió siempre el peligro cuando se ofreció a acompañar a Ana a la ciudad.
Todo consistía en apoyarla, ser su paño de lágrimas, seguir sus pasos y esperar el regreso de Ludov. Una tarea de niños, la inocencia de Ana, su carácter influenciable y su fe ciega en su amiga le harían las cosas fáciles.
En los planes nunca estuvo Nikolái y el maldito perro.
Una de sus manos sostiene su cabello mientras otra la obliga a arrodillarse de espaldas a él. La luz que se cuela en medio de las cortinas, le indica que ha amanecido, aquello no es de ninguna manera, buena señal. Es una pésima vecina, nunca socializa y cuando lo hace es para discutir por el mal uso del ascensor.
—No esperes que implore perdón o que te narre mis motivos.
—Es una alivio.
La risa que acompaña a esa frase le hiela la sangre. Hay algo siniestro en esa voz que hasta ahora no había escuchado y que desconocía él la tuviera. Su piel se tensa ante el tirón de sus cabellos y los dedos en su cuello. Pasa saliva y maldice no haber tenido el valor de gritarle al mundo que amaba a un Vass.
—Ayer descubrí quien tiene el cerebro—sonríe al recordarlo —Es una lástima que el único ser inteligente agonice en esa veterinaria.
Jadea al finalizar la frase, el tirón que ejerce la mano en su cuello le impide respirar o moverse. Siente el frío del metal en su cuello y cierra los ojos esperando el momento.
A pesar de estar en una situación desfavorable y, en síntesis, debería pedir perdón. Algo dentro de ella le impide hacerlo. No se arrepiente de nada y, de tener la oportunidad de regresar en el tiempo. Volvería hacer todo al pie de la letra.
Lo hizo fue por amor a Alfred Vass. Suena descabellado para muchos que ame a un hombre que puede ser su padre. Solo que no es su padre y está tan enamorada que está dispuesta a morir por él y hacer cualquier cosa para hacerlo feliz.
Hasta traicionar a su mejor amiga para conseguirlo.
—Después de todo, no eres tan audaz como imaginé ¿Quién abandona a su amante para vengar a un sarnoso? En este instante tu amante debe estar colapsando —sonríe aún más fuerte sintiendo que su respiración se apaga —¡Nikolái Borch! —aclama.
Su valor ha vuelto y con él las ganas de vivir. Si puede distraerlo huirá por la salida de emergencia. En dos horas estará abordando un vuelo con rumbo a su libertad y nueva vida.
Percibe el instante en que la mano en su cuello disminuye lo suficiente para escabullirse de su agarre. Su corazón galopa a toda prisa al arrastrarse en la oscuridad hasta llegar a la puerta y de allí a la cocina. Está a un paso de la libertad, pero siente la respiración del hombre cerca a ella. Pese a todo, logra huir y solo se siente segura al ingresar al auto y pisar el acelerador.
En mitad de la estancia la figura se detiene, saca el móvil al sentir la vibración, lee los mensajes y suspira. Hoy le tocará dormir en el sillón, pero valdrá la pena. Regresa a la habitación, deja el arma debajo de la almohada y sale de la misma manera que ingresó.
Akim y Estanislav Borch tienen una rutina desde que están en la legalidad. No irse a dormir sin revisar las cámaras de seguridad de sus hermanos. Una costumbre que aumentó cuando Nikolái insistió en independizarse.
Estaban frente a ellas cada uno en su hogar, cuando vieron el auto parquear, la salida de Dante y el ataque. Vivían en el mismo vecindario, tan cerca que uno podía ver al otro desde su jardín.
Ambos se vieron salir despavoridos y fueron en búsqueda de detalles a casa de su hermano. Conscientes qué la prioridad para Nikolái era su perro y custodiar a Ana. Ellos harían los honores.
Ya en casa y luego de verificar cámaras no hallar nada en ellas.. El auto que disparó a Dante parecía saber el sitio de ellas y las evadió. Con las tripas vacías y conscientes que la chica siempre tenía postres en el refri, lo abrieron.
La imagen de los gusanos nadando sobre la comida de Dante, los alarmó regresando a las cámaras, pero horas atrás. Que la ramera intentara envenenar a Dante horas antes de resultar herido, no era casualidad.
Pensaron rápido, idearon un plan y lo pusieron manos a la obra.
—Subir y bajar cinco pisos en menos de tres horas no es mi idea de cardio —se queja Stan llegando al lado de Akim que lo ve acercarse, jadeando.
—Reciba usted mis respetos por imitar a cabalidad el rugido de Nikolái —Akim, sonríe haciendo una reverencia frente a él—¿Dejaste el arma? —la pregunta le hace enarcar una ceja y ver al más joven de sus hermano con desprecio.
—¿Eres consciente que todo cuanto sabes yo te lo enseñé? —se mofa y su hermano sonríe más fuerte. —mojabas la cama cuando Nikolái y yo asaltábamos. —le recuerda orgulloso.
—Fue solo una pregunta, de ninguna manera dudo de tu eficacia —se defiende ingresando al auto y sacando el móvil.
Asustarla y luego hacerla pensar que huyó fue la única manera que tenían de llegar a las pruebas que limpiarían a Ana. La búsqueda de Elijah, no ha dado resultados y de hallarlo, estaba en duda una confesión.
Ginger se convirtió en el único enlace entre quienes querían a Ludov muerto y a Ana pagando por ello. Hasta el momento, todo señalaba a Ana Lucia, por ser la heredera de Ludov. Siendo ella inocente, la búsqueda del verdadero culpable era una prioridad. Antes que ella fuera a prisión.
—¿Qué tan mal nos irá cuando lo sepa? —quiere saber Akim, un tanto preocupado por intervenir en algo que le han advertido no hacer.
—¿Le tienes miedo a Nikolái? —se burla Stan viéndolo un instante —si es así, di que fue mi idea.
—¿Y qué te lleves los créditos? —ataca y su compañero guarda silencio por varios minutos. —debimos decirle a Noah.
—El viejo Terek es un grano en el trasero —niega —En este instante la prioridad de Nikolái es Dante, le hacemos un favor—suspira —y ya la escuchaste. El perro fue solo una distracción.
—Deberíamos decírselo —insiste.
—Lo sabrá cuando llegue a casa y vea la hielera —con eso da punto final al tema.
El resto del camino a casa es en silencio, con ambos sumidos en sus pensamientos. Salir de casa y no alertar a sus esposas parecía una mala idea, lo saben al verlas a ambas en la puerta en compañía de Jazmín.
—Han llamado a la artillería —se burla Akim —estaremos castrados antes que caiga el sol.
—En el mejor de los escenarios —le sigue Stan al detenerse frente a todas que de brazos cruzados y cejas juntas lo esperan.
—Podemos explicarlo…
—Después —Lissa alza las manos impidiendo que su futuro esposo hable y pasa por su lado sin detenerse.
—¿A dónde van?
—Al hospital — responde Mía e intenta detenerse, pero Lissa tira de ella obligándola a seguir.
—Ana Lucia fue arrestada, se desmayó en la estación y la llevaron al hospital. —explica Jaz —Alessandra está con ella.
—¿Nikolái lo sabe? —quiere saber Stan, algo le dice que no.
—No hemos podido contactarlo, ni a ustedes… —Lissa se detiene un instante antes de ingresar y mira a su esposo molesta —¿Era más importante que esto?
—Sí.
No necesita decirle otra cosa, su mujer sabe que no le mentiría, ni jugaría con eso. La observa suspirar y verlo un instante antes de negar ingresando al auto.
—Ya se le pasará —le calma Stan palmeando sus hombros —llamaré a Nikolái.
—No le levanta el teléfono a nadie…
—Yo no soy nadie —le interrumpe con desdén. —no suelo jugar con mensajes estúpidos.
—Lo tuyo es robarte a su mujer, drogarlo o emborracharlo para que no tuviera sexo—le recuerda Akim en medio de risas.
—Colaboraste… —le recuerda escuchando el móvil sonar.
—No tenía opción.
—No actúes como virgen…—guarda silencio cuando Nikolái levanta. —¿Dónde carajos estás?
—Sigo a Ginger, una larga historia.
—Olvida a Ginger —le interrumpe —Tu mujer esta…
—Bajo arresto, lo sé. —sigue por él —Rogers se está encargando, me advirtió que no hay nada que pueda hacer.
—Fue llevaba al hospital. —el comentario lo hace callar —dicen que fue un desmayo, pero debe ser más si está en el hospital…
El sonido de la llamada colgar le hace sonreír, mira a su compañero que espera apoyado en el auto.
—¿Activo el GPS? —se ofrece y rueda los ojos.
—¿Tú qué crees?
—Creo que Ana está embarazada —Akim sonríe consciente que no era eso lo que su hermano quería decirle —Nikolái estuvo mucho tiempo sin sexo y le traía ganas…
—Akim—le advierte Stan, pero él luce ajeno a todo y sigue con sus especulaciones mientras revisa el celular.
—Ella demasiado enamorada para negarse a abrirle las piernas. —sus dedos viajan veloces por el teclado sin dejar de hablar —no hay nada más caliente que una mujer enamorada. Te lo digo yo.
—Akim…
—En unas horas sabremos si estoy errado, pero se qeu no. —continúa —Al final, si no nos castran nuestras mujeres, lo hará él cuando sepa metimos las narices.
Por un instante es como tener el parloteo de Mika frente a él, con la diferencia que este gusano tiene más labia, experiencia y es más exasperante.
—¡Lo tengo! —sonríe y su sonrisa cesa en los labios.
—¿Qué?
—Puedo estar equivocado… —empieza a decir y niega —Es el club del tal Elijah… Necesitaremos refuerzos.
—No. —corrige —lo que requerimos es un mejor plan y para eso, si necesitamos a Tarasov…
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