La novia de mi hermano
Stan era un hombre de odios, rencores y venganzas, sentimientos muy arraigados en él desde temprana edad. Nadie escapaba a ellos cuando de cobrar una afrenta se trataba. No importaba si eras amigo, compañero o en el caso de Nikolái, hermano.
Él se las cobraría y de la peor manera.
¿A qué viene todo eso? A Mía y a él, en la época en que aún no eran pareja y Nikolái se pavoneaba con ella por toda la ciudad. Llegaron a enfrentarse a los golpes y se proclamó mejor hombre que él.
No hay que olvidar que entre Mia y Nikolái ha crecido una amistad. Al punto que su mujer lo considera su hermano y le tiene confianza. Es Nikolái el que disipa sus dudas, brinda consejos, además el que le aseguró el sentimiento de culpa que crecía en ella por participar en la guerra entre las chicas con Vryzas era infundado.
La existencia de una mujer en la vida de Nikolái le hizo recordar aquella época y como todo en su vida quería cobrárselas. Le da una última calada a su cigarro observando a la dama cruzar el salón de la empresa. Lleva puesta una falda marrón bastante amplia, pero ceñida a su cintura con un cinturón a juego, una blusa blanca y un bolso pequeño. Es una mujer hermosa, que sabe llevar de forma elegante aquel atuendo que Stan puede jurar su hermano odia.
—Mi nombre es Ana Lucia Edevane y busco al señor Nikolái Borch —le escucha decir mientras avanza hacia ella lanzando el cigarro a la cesta.
—¿El señor la espera? —preguntan en la recepción.
La duda cruza sus ojos y niega mordiéndose los labios, su comportamiento y andar es nervioso. La chica sería una víctima perfecta para un acosador, asaltante o cualquiera de su tipo. Saca el móvil de su bolsa y mira el objeto suspirando con pesadez.
—Puedo llamarle ...
—Yo me encargo —le interrumpe.
La recepcionista alza su rostro y afirma en silencio al ver de quien se trata, ella por su parte le mira directo a los ojos sin pestañear. No solo tiene buen gusto, al parecer es sincera y de buenos modales, ya que le sonríe.
—¿En qué le podemos servir? —le dice llegando hasta ella.
—Gracias, busco a Nikolái Borch.
—El señor Nikolái no ha llegado—la recepcionista lo mira sorprendida y la ignora —solo los señores Noah y Akim están presentes. Si su visita se trata de algún servicio, cualquiera de ellos puede darle información, son los dueños.
—El señor Slora también se encuentra —comenta la recepcionista que al parecer ha decidido seguirle el juego.
—Mejor esperaré a que llegue a casa —comenta dando un paso atrás. —él no sabe que vendría hasta acá.
Son pocas las oportunidades que tendrá de estar cerca a ella. Nikolái se encargará de mantenerla al margen de la familia, bien sea para evitar que las chicas la conozcan o por eludir desquite.
Por lo que sea, no piensa dejarla ir.
—Si no tiene problemas de tiempo, puedo decirle donde ubicarlo —sugiere, ella afirma y muerde los labios.
Alguien debería decirle que ese gesto la hace ver aún más atractiva, no será él quien lo haga. Le indica hacerse a un lado mientras él acomoda los audífonos y llama al área de personal.
—Ubícame al señor Nikolái Borch —le dice a la persona que le responde la llamada. —sitio exacto.
—Espero no entorpecer sus labores.
—Estoy en mi hora libre, no se preocupe —le calma.
—¿Es compañero de Nikolái? —pregunta.
—No pertenezco a la elite de jefes, si eso lo que desea saber —ella sonríe y un hoyuelo se marca en su mejilla. —¿Qué hay de usted?
—Tampoco —sonríe divertida —soy del grupo de las desempleadas.
—Yo lo fui hasta hace seis meses —mira a la dama que no se muestra nerviosa por su presencia y le pregunta. —¿Es urgente? Yo podría ayudarle...
—No —su sugerencia es interrumpida con violencia —Lo siento. —se excusa con rapidez —es personal.
Afirma sin dejar de sentirse el más afortunado de los seres al escuchar aquello. Tras informarle el sitio en que se encuentra y lo que hace, observa el atuendo de la mujer. Una idea ronda su cabeza, una maravillosa y estupenda idea.
—Está en entrenamiento —comenta llamando la atención de la mujer que se ha distraído detallando el logo de la empresa—puedo llevarla, pero usted debe usar ropa adecuada —señala su falda antes de seguir. —Gracias, pero puedo esperar.
Mira su ropa por largos minutos, al alzar el rostro hacia él niega decidida. No iba a ser fácil convencerla, pero no es un hombre que se rinda. Se va por un área que sabe, tendrá éxito, le han dicho que la mujer es creyente.
—Ya está aquí y yo estoy más que dispuesto a llevarle al sitio —insiste —el señor Borch se enojará si se entera de que estuvo aquí y no le ayudamos. La recepcionista y este servidor estaremos en problemas.
****
Contempla a la mujer avanzar hacia él y una sonrisa se marca en sus labios. ¿Quién fue el que dijo que las mejores guerras son las que se ganan sin derramar una gota de sangre? Es una lástima que no pueda estar allí cuando su hermano vea a la mujer vestida de esa manera.
—Hace mucho tiempo no usaba uno de estos —su rostro marca vergüenza al decirlo —me recuerda viejos tiempos.
—Espero que buenos —habla indicándole seguirle.
—¿Está seguro que no habrá problemas? —el cambio de conversación le hace sonreír internamente —no me gustaría molestarlo y no considero apropiado utilizar un uniforme de estos, no soy empleada, aspirante a serlo o algo que se le parezca.
—No los tendrá —responde firme —los que los tendría sería yo, si la dejo ir sin darle ayuda o llevarla a la zona de entrenamiento sin los equipos correspondientes. Lo último que deseo es enojar a mi jefe por no ayudar a su novia.
Ella guarda silencio y no niega o acepta ser la novia de Nikolái. Pudo decirle que no lo era, pero aquello podría significar que él lo viera como una invitación, aunque también podría ser que le gusta el título.
****
Todo el viaje lo hizo en silencio, sostenía con fuerza la bolsa con sus cosas contra su pecho y mirada por la ventana. Lamentó usarla y recordó la recomendación de Lissa y Vryzas.
Durante algunos instantes del viaje, creyó que iba a lanzarse del auto en movimiento. Sostenía en sus manos el móvil que veía con insistencia, envío un par de mensajes, todo ello sin verlo a los ojos.
Disminuye la velocidad cuando están cerca llamando con eso la atención de la mujer. La única muestra que había personal allí, eran varias motocicletas y un par de autos parqueados debajo de varios árboles. En sus mejores años el sitio fue un rancho, hoy día sirve para entrenamiento y bodega.
—Es aquí —habla al llegar a la zona y retira el seguro del auto.
Su reacción es apenas lógica, sale del vehículo alejándose de él y suelta el aire de sus pulmones. Las manos que hasta hace unos momentos sostenían la bolsa se liberan y sus mejillas empiezan a tener color.
—¿Se encuentra bien? —pregunta al salir del auto teniendo cuidado de marcar distancia.
—Lo estaré en un momento —responde agitada —fue mala idea hacer este viaje, usted es un desconocido para mí.
—No sería capaz de hacerle daño.
Ante su comentario su reacción es sonreír con cinismo y dar varios pasos atrás. Su comportamiento es nervioso y busca en medio de la nada a quien imagina es a Nikolái.
—Espero que Nikolái esté aquí o usted estará en problemas —le advierte alzando el mentón y sonríe divertido por su reacción. —¿Qué es tan chistoso?
—Nunca lo entendería. —confiesa —y el señor Borch está aquí —señala su auto. —también Dante.
Cualquiera de los dos puede destrozarlo en minutos si osa propasarse con ella o hacerle daño. De ser un potencial asaltante, ella no estaría en peligro con esos dos cerca. Le bastaría lanzar un grito para que el cuadrúpedo corra a su encuentro y su hermano lo remate en caso de quedar vivo luego del ataque de su mascota.
—Debió decirme que era lejos —le reprende.
—Está por allí, yo la espero aquí... —responde ignorándola.
—Si cree que me iré con usted está demente...
Da media vuelta y sigue el camino que le ha señalado con la cabeza en alto andar firme. El vaquero se ciñe a su cuerpo como una segunda piel y marca a la perfección todo su cuerpo.
—¿Pasó la prueba? —le pregunta Noah detrás de él.
—No tiene malicia, es bastante confiada —responde tras una pausa.
Ignora las risas, se cruza de brazos viéndola alejarse por el sendero. Da media vuelta encontrándose con Noah y Akim en espera de respuesta.
—Es perfecta para él.
Los dos afirman en silencio y juntos la ven perderse en el horizonte.
—Cuando describa quien la trajo aquí y vestida de esa manera...—advierte Noah.
—Estarás en problemas. —sigue Akim.
—Estaremos a mano. —aclara.
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