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Final

Nikolái sufrió heridas en su abdomen, espalda y brazo. Fue golpeado en sus costillas y cabeza, esto último puso en alerta a los doctores. Despertó días después, sin hablar, se distraía viendo a un punto fijo y permanecía estático sin hacer algún movimiento.

—Es como si estuviera soñando despierto —le explico a Natalie quien hace una mueca.

Los primeros días, le narré los por menores de su ingreso, el nacimiento de sus sobrinos y le mostré fotos de sus hermanos con ellos. Estaba consciente, lucido y reconocía a todos, pero seguía sin hablar.

Los exámenes no mostraron problemas neuronales o algún coágulo que produjera las lesiones en la cabeza. Nos pidieron ser paciente, no existía un daño que le impidiera hablar.

Y así fue.

Una noche desperté con su voz llamándome, al acercarme me reclamó por estar lejos. Su voz sonaba rasposa, exigente y con el acento aún más marcado. Natalie se burló diciendo que el chic del lenguaje se atrofió con los golpes, palabras que él parecía disfrutar. No eran los mejores amigos, pero se llevaban bien y me alegraba.

Dante tuvo un retroceso producto de la caminata aquel día. El señor Vryzas se lo llevó prometiendo dejarlo en las mejores manos. De vez en cuando enviaba fotos de su avance y solía mostrarle a Nikolái, pues, le ayudaban a mejorar.

—Es divertido verte hablar de él como si fuera un crío. —se burla caminando junto conmigo a la cafetería —ese gigante, es todo menos indefenso —continúa —seguro algo trama y por eso guarda silencio.

—¿Cómo qué?

Papá se ha quedado con Nikolái, está dormido y tardará en despertar. Sin embargo, no me gusta dejarlo solo en el estado en el que se encuentra.

—Estoy divagando—sacude sus manos nerviosas —me siento culpable por como lo traté. Lo que hizo por mi hija disipó toda la duda que podía existir.

Era Natalie la encargada de obligarme a salir a comer, ante mi negativa de dejarle solo. Gracias Dios, justo al frente del hospital estaba un restaurante y no era necesario ir lejos.

—Recibió golpes en su cabeza, su rostro estaba hinchado producto de eso —mi hermana guarda silencio y baja el rostro. —quien debe sentirse culpa soy yo.

Fue por ayudarme que ocurrió todo, acepto mi responsabilidad. Si Dante no hubiera sido atraído por el olor a pavo, Nikolái y yo seriamos solo vecinos. La posibilidad de tratarnos sería mínima si se tiene en cuenta del trato con los demás.

—No es tu culpa, debes empezar a perdonarte. —responde luego de una pausa sacándome de mis pensamientos.

Ingresamos en silencio recordando el instante en que fue sacado inconsciente y bañado en sangre por sus hermanos. Siento escalofríos y revivo el segundo en que vi su rostro hinchado por los golpes e irreconocible.

—Jamás he tenido tantas ganas de asesinar como en este instante.

Natalie hace un mohín y me abraza contra ella, dejando un beso en mi frente. Es mayor por unos minutos, pero se comporta como si tuviera muchos años más.

—Ya están refundiéndose en el infierno. —me recuerda.

—Es una lástima —rezongo.

Los ocupantes de algunas mesas al vernos llegar murmuran entre sí. El rumor de lo sucedido a Nikolái en el rancho Vass corrió como pólvora. Aumentó cuando se supo que Ludov Vass estaba ya al frente del mismo gracias a la intervención de cierto grupo.

No es agradable que mi nombre siga siendo usado en la misma oración con Ludov. No obstante, no hay nada que pueda hacer al respecto, salvo ignorarlos. Con Natalie en el lavado, me quedo leyendo la carta.

Algunos platillos serían bien recibidos por Nikolái. Con una idea rondando mi mente, le entrego mi pedido al mesero y hago otro para llevar.

—Ana...—me tenso al escuchar la vos de Ludov a quien me niego a ver —no te levantes por favor, vengo en paz.

—No quiero saber de ti—ordeno.

—Intenté hablar con él, pero no ha sido...

Me incorporo de la silla y le enfrento a nuestro alrededor, todos fingen no ver. Lo veo a un par de metros, lo suficientemente lejos para no ser una amenaza. Si algo he aprendido de él, es que siempre lo es, no importa en donde se encuentre.

Me gustaría decir que lo vi delgado, vestido en harapos y horroroso, la realidad es que se notaba bastante bien. La diferencia es que ya no había temor, ni odio hacia él. Su rostro no me producía nada al verle. Observándome en silencio mientras da un paso atrás y mira a su alrededor.

—Será mejor si te largas —le advierto.

—Quise darle las gracias y dar explicaciones de mis últimos actos —comenta —los primeros no tienen explicación...

—Conoce los detalles, el señor Vryzas lo dijo—le interrumpo y enarca una ceja interrogante. —Tu padre no es tu padre...

Y, la madre no murió durante el parto de Luisa, como siempre aseguró. La envío lejos de sus hijos en donde murió décadas después por abuso de las drogas. El sitio está siendo investigado gracias a la intervención del Sergio Wells y la denuncia impuesta por su hijo.

Todo indica que será clausurado y muchos tendrán que ajustar cuentas con la justicia. En cuanto a su padre y esposa, nadie sabe nada y Luisa es como si la tierra se la hubiera tragado.

—Dale las gracias a él y a tus cuñados —me pide —estoy agradecido por la oportunidad que me dieron. Yo busco a Luisa, no es necesario que ellos lo hagan.

—Espero que esté feliz y nunca tenga la necesidad de regresar —manifiesto en voz alta.

Ludov posee parte de culpa en el trato recibido a Luisa, nunca hizo nada para detener sus maltratos. Incluso los llegaba a justificar.

Ingresa ambas manos en la remera y guarda silencio. Retira dos piezas blancas del bolsillo de uno de ellos y las sostiene entre los dedos.

—Lo hallaron mis hombres en el sótano, estaba lleno de sangre —sostiene en sus manos unos diminutos zapatos deportivos blancos —los lavé, espero puedan ser usados pronto.

—¿Ana? ¿Está todo bien? —afirmo en silencio con todo mi cuerpo tenso.

Lo deja en la mesa más cercana y regresa la mano al interior de la americana. La llegada de mi hermana le hace dar dos pasos atrás, inclina la cabeza y sale del lugar.

A pasos lentos me acerco a los zapatos que tomo entre mis manos y sonrío. La ternura que me produce me aleja de los sentimientos malos que produjo la presencia de Ludov.

—Los traía el día que lo conocí —me dice mi hermana y alzo el rostro hacia ella —también compró ropa de maternidad. Mucha —recalca y regreso la mirada a las dos piezas. —si aún lo lleva con él, es porque es importante.

—Se lo daré.

Comimos en calma evitando mencionar a Ludov y su visita, de vez en cuando miraba las dos piezas blancas y sonreía. Nunca había visto esos zapatos y si alguien me hubiera dicho que Nikolái poseía un lado tierno, es probable que me hubiera mofado.

Cuarenta y cinco minutos después, recibo la llamada de mi padre. Nikolái ha despertado y lo mejor es que regresar. Fue el trayecto más largo de mi vida, con las peores imágenes cruzando por mi cabeza.

Papá se encuentra en la puerta de la habitación hablando con una enfermera y me insta a entrar, le impide el paso a mi hermana negando en silencio. Empujo la puerta con cautela avanzando a pasos lentos en todo momento.

Retiro el aire, al verle sentado en la cama con la mirada fija en los azulejos del piso y mirada ausente. El ruido que hace la puerta al abrirse le hace alzar su rostro. Sus ojos se fijan en lo que tengo en las manos y luego a mi rostro.

—La comida aquí es horrible —me excuso dejando la bolsa en la mesita —pensé que era buena idea traerte algo.

La sonrisa que asoma a sus labios cuando el aroma llega a él, es mi pago. Es la primera que hace, ni siquiera ver las imágenes de sus sobrinas, logró sacarle una sonrisa.

—¿Comiste? —afirmo en silencio e imita mi gesto —Gustavo vio a Ludov en los alrededores ¿Todo bien?

—Me dio esto —saco de mi bolsa de manos los deportivos que dejo en sus manos y juega con ellos. —quería dártelos en persona.

—¿Te molestó? —niego me mira directo a los ojos —no estoy tan vulnerable, puedo cuidar de ti.

—Es la verdad, estuvo todo el tiempo sin hacer contacto físico —le calmo apoyando una mano en su pecho —Pidió que les diera las gracias a tus hermanos, él buscaba a su hermana.

Juega con los zapatos por varios minutos distraído, pocas veces hemos hablado de la perdida de nuestro hijo. Sé que no le gusta hablar de cosas dolorosas y suele adornarlas o bromear con ellas.

—Trabajé por más de dos décadas con grupos ilegales, trafiqué con todo tipo de mercancías. Algunas de ellas seres vivos. Hice negocios con personas peligrosas, asesiné a tantas personas que no podría darte un número exacto de ellas —calla y busca mi rostro.

Estoy concentrada en sacar lo que traje y consumirlo antes de que alguien llegue. Junta las cejas y aprieta los labios al ver que no hago comentarios.

—¿Me escuchaste?

—Sí.

—¿No tienes nada que decir?

—No. —ruedo la mesa con la comida que dejo frente a él. —A la única persona que debe importarle el pasado es a ti. Tener presente tus fallas es importante para no cometerlas.

—Ana...

—Come por favor —le ruego tomando el cubierto descartable y estirándolo hacia él —si lo que deseas es una excusa para no casarnos...

—Lo que quiero es que sepas quien soy, una vez nos casemos no habrá marcha atrás —amenaza tomando mis manos que une entre las suyas.

—Es la confesión de amor más extraña que he escuchado. —Recoge el cubierto y come en silencio —Tu pasado te trajo a mí.

—No pienso cambiar Ana...

—Nunca he querido que lo hagas... —mientras come juega con las dos piezas blancas en su mano izquierda que rota en círculos sin soltarlas.

—La primera vez que te vi, me dije que alguien tan perfecto no podía existir —habla sin dejar de comer entre masticadas —luego empecé a sentirme estúpido en tu compañía y me alejé.

Mueve el cubierto de un lado a otro distraído, me cruzo de brazos viéndolo degustar el plato sin prestar atención a nada.

—Intenté retomar mi rutina, bares, rameras, licor —describe y ruedo los ojos lo que le hace sonreír por segunda vez. —no funcionó.

Guardo silencio en espera del momento en que acabe y tome la servilleta. Me estresa que por primera vez decida tomarse el tiempo en comer. Lo normal es que devoré lo que consume en minutos, como si en lugar de estómago tuviera aspiradora.

—Mi miembro solo servía contigo y maldije mi mala suerte por fijar mis ojos en alguien inalcanzable. —niega —había oído hablar del amor, pero siempre lo vi como fantasía.

Personas con su pasado no podían aspirar a sentirlo o esperar que alguien los amara. Sus hermanos pudieron desprenderse de lo que eran sin problemas, a él le sigue costando colgar las pistolas y ser un hombre de bien.

—Weber aseguró que el amor solo puede describirlo un niño y encontré respuesta en Mika.

Deja el cubierto y busca la pieza blanca, pero la deja en su puesto. Descubrí aquel día que la descripción era parecida a lo que sentía por su sobrino, también a Akim, Estanislav, Noah y hasta Dante.

—Sin embargo, lo que sentía por ti era diferente, más fuerte —continúa.

Entonces sí que toma la servilleta, debe sentir lo grueso porque la mira un instante.

—No es el mismo amor y supe que había muchas formas de amar. —me muestra los zapatos y sonríe con tristeza —lo que siento por ti es más fuerte que yo.

Despliega la servilleta y se queda viendo el interior, gira su cabeza buscándole forma a lo que hay allí y una vez lo entiende sonríe. Cuatro semanas de atraso fueron suficientes para hacerme una prueba de embarazo el día de ayer. Recibí los exámenes esta mañana, minutos antes que mi hermana y papá ingresara.

—Espero que aplique para Zoé...

—Isis —corrige tirándome de mí —se llamará Isis —advierte —y nos casaremos junto con los demás. Estarás unida a mí hasta la muerte y si te atreves a intentar dejarme... te ataré y tendré sexo contigo hasta que acabes en silla de ruedas.

—¿Estás seguro de que esa es una amenaza? —pregunto inocente —acaban de darme ganas de huir...

Une nuestras frentes y me pega a él sin dejar de sonreír. De lo único que soy consciente entre sus brazos es de la felicidad que nos arropa. Hace años un abrazo no me transmitía tanto y pego mi rostro en su pecho.

—La segunda puede ser Zoé —sigue diciendo, alejándose de mí — ¿Es necesario decir que Te amo en este punto?

Me divierte su rostro serio al esperar una respuesta. No era necesario, me había demostrado de muchas formas sus sentimientos. Sasha tenía razón que eran malos con las palabras, pero los mejores a la hora de demostrarlo.

—Mis labios y los tuyos tienen una cita pendiente —sonríe haciéndome un guiño en el proceso —nuestros cuerpos también, pero tenemos poco tiempo.

Miente, si algo tenemos para amarnos es tiempo.

Tres meses después...

Si yo hubiera cultivado la amistad con Aníbal Weber desde mi llegado o tenido acceso a sus cámaras con antelación. Me habría enterado de que la persona que dejó la primera caja encontrada por mí fue Ginger. Los motivos por los cuales erró la dirección poco importan.

Importan la traición y el daño que ocasionó.

Paso el pañuelo por toda la glock escuchando el ruido de la puerta del piso inferior. Los tacones femeninos retumban en el piso en madera y se van a cercando al subir las escaleras.

—¿Cariño? Llegué —se escucha decir y observo el cuerpo en el suelo.

Intenta hablar y lo que sale de sus labios es sangre a borbotones. Los Vass habían escogido un barrio tranquilo, en estrato bajo para esconderse.

—¿Alfred? —le llama.

Miro la hora en mi reloj sintiendo los pasos cada vez más cerca. En tres horas mi vuelo sale y ocho debo estar esperando a Ana en el altar. No podía darle el sí, sabiéndola a ella libre después de todo lo que hizo.

No planeo hablar mucho, ni escuchar excusas o hacer señalamientos. Ella había sido hallada culpable y la sentencia estaba dada.

Ingresa a la habitación con una sonrisa y varias bolsas. Se detiene en el umbral, le lanza una mirada al anciano que agoniza y su barbilla tiembla.

Da un paso, pero el ruido del seguro ser retirado la detiene. Pensé que el miserable había muerto y ella vivía en París, como siempre ostentó. Las casualidades quisieron que tuviera tratos con cercanos a William.

—No pienso decirte donde está Luisa —inicia —¿Cómo esconderás a dos cadáveres? —me reta —no eres tan imbécil para dañar tu boda...

Sus ojos se detienen y los labios hacen una o antes de caer al suelo. Dejo el arma en las manos de la mujer y le doy un último vistazo a su cuerpo tendido a mis pies. Los años me han vuelto más hijo de puta, aumento la intolerancia a la estupidez, me hizo menos paciente, entre otros muchos defectos.

La vida me ha enseñado a cobrar las faltas y ella me debía. El daño ocasionado a Ana, el asalto a Dante y la perdida de mi hijo. No busco la paz de mi alma al asesinarla, eso es imposible de hallar. Lo sé.

Mi alma está perdida desde hace mucho tiempo, tengo asegurado un lugar en el infierno. En el remoto caso que ese sitio exista, cosa que dudo. De existir, también lo haría el cielo y, por ende, Dios.

¿Dónde estaba el tipo del apartamento azul cuando había tantas injusticias? No a mi lado, de eso estoy seguro. No. Lo mío era venganza, cruda y oscura.

Las dos de la mañana, en un barrio popular, unos vecinos misteriosos con tráfico de personas de dudosa reputación. Nadie se sorprendería al escuchar las sirenas y ver salir los cadáveres por la policía.

Tomo la bolsa negra que cargo en mis hombros me dirijo al balcón y me lanzo al vacío. Cruzo el jardín trasero, lanzo el maletín al auto estacionado e ingreso al lado del copiloto.

—Pude hacerlo —habla Carlo al verme ingresar al auto —era mi trabajo —insiste y sonrío — el pago de una deuda a William estaría saldada.

—Necesitaba estar seguro de que se hiciera —le veo un instante antes de seguir —no es personal ...

—Desconfiar es normal —me interrumpe encendiendo el auto —¿Qué traes allí? —señala la bolsa.

—El pago por la ofensa de dudar de tu eficacia.

Abro el morral y le muestro el interior, el interior de la bolsa resplandece. Alfred y Ginger Vass, ahora Kenneth y Raquel Morgan, estaban planeando abrir una joyería. Estaban aún en los trámites, pero tuvieron la estúpida idea de comprar antes de tener un local.

Para desgracia de ellos, los socios resultaron siendo amigos de William York. Dado que el hombre conocía la afrenta y me debía un favor cuando insistió en que fuéramos a la votación del Boss...

—Estás perdonado —sonríe viéndome un instante —¿Una copa por los viejos tiempos?

—Sin mujeres —le advierto —soy un hombre nuevo, con una hija en camino y un matrimonio al que asistir en unas horas.

— ¿Qué mierdas sucede con ustedes? —me riñe —¿Los golpean en los testículos o le hacen lavado de cerebro?

Su arrebato de mal humor me recuerda a mí cuando opinaba lo mismo de mis hermanos y sonrío al recordarlo.

—Deberías intentarlo...

—¿Y depender de un coño? ¡Jamás! —saca el arma de la funda y la besa mientras pisa el acelerador —esta es mi mejor amante.

Asegura que lo planteo no es más que un hueco en donde ingresa su pene y sale un bebé. Me mira de reojo algo preocupado y me asegura que puede ayudarme a salvarme.

—Los demás no tienen remedio, tú si —comenta serio —Puedes dirigir innominado.

—Amo a mi mujer Carlo, pero agradezco tu oferta —se encoge de hombros y detiene el auto frente al bar.

—Un par... —insisto y sonríe.

—Un par —repite.

Una vez pongo un pie en la entrada y la vista al interior, sé que no será dos copas. El grupo de quince hombres que giran a verme cada uno con una copa en la mano me lo dice.

—¿Ya tuviste tu despedida de soltero Borch? —pregunta Vladímir —porque si no es así, tenemos un par de ideas.

La música empieza a sonar y en la pista varias mujeres salen semidesnuda. Los silbidos salen de sus labios y el dinero de su bolsillo avanzando a ellas como perros hambrientos.

—¿Qué pasó Borch? Antes solías subir a la pista y cogerte un par...

Ana, pienso con una sonrisa. Ingresó a mi vida y de forma silenciosa se hizo dueña de ella. Recibo la copa y hasta me siento en una de la silla dispuesta para mí, pero rechazo a la chica que intentan obsequiarme.

****

—Hueles a alcohol —susurra Akim en mi oído y le sonrío —y llegaste tarde.

—¿Dónde estabas? —interroga Stan del otro lado.

—En una despedida de soltero —respondo ganándome una mirada de reproche de Daniel Wells —no hice nada que tú no harías Wells.

Si tiene algo que decir se lo traga y me observa con ese aire superior que los de su especie suelen tener. La gran mayoría asegura que es un hombre fiel a su sotana, bastante abierto a ayudar y no hay nada que lo aleje del celibato.

De ser cierto todo esto, el hombre es Gay. Es sencillo.

—¿Por qué tuviste una despedida y nosotros no? —protesta Akim y mi sonrisa aumenta.

—No lo planee, te lo aseguro.

Permanecer tan cerca y murmurando ha llamado la atención de Noah y el griego que se unen a nosotros.

—¿Quiénes asistieron? —insiste Stan.

—Carlo, Vladímir, Elijah (El italiano, no el americano) —corrijo viendo sus rostros sorprenderse cada vez más.

—¿Dónde? —quiere saber Akim.

—Centro, este. —esas dos palabras lo hacen alejar sus cuerpos.

—¿En serio? —afirmo con suficiencia.

—Tuvo una maldita despedida de soltero con los chicos —riñe Stan viendo a Noah —este infeliz —recalca viendo a Angelo.

—No era una despedida de soltero como tal, ellos querían que desistiera de casarme o que no llegara—me encojo de hombros —son como ustedes... egoístas e infantiles.

—Tendrás tu primera disputa de casado —me señala Stan y el griego solo niega, divertido y alejándose de los cuatro —te lo aseguro.

—Estoy preparado para todo —confieso viéndola en la entrada de la iglesia junto con todas las chicas. —acabo de ingresar a un templo, me casará un sacerdote —Wells le lanza una mirada de advertencia y le sonrío — asistiré a un servicio por mi propia voluntad.

Solo por ella y el ser que lleva en su vientre.

Viene de la mano de su padre, Jazz del viejo Terek, Alexandra con su padre y Mia le pedí el favor a Aníbal Weber que aceptó gustoso. Los encargados de los anillos son Adara, Terek y Mika, no lo hacen nada mal, aunque de vez en cuando se detengan a saludar o se comporten como si fueran los protagonistas.

—No me defraudes, hijo —me dice al entregar su mano.

—Le aseguró que no —prometo y al hacerlo se mira con los ojos entornados. —¿Lista? —afirma sonriente.

—¿Tomaste? — susurra cuando vamos rumbo al altar puedo sentir y escuchar las sonrisas de mis hermanos.

—Un par de copas.

Estoy en una iglesia y se supone que no debo mentir, pero no entraré en detalles. Yo ni siquiera debería estar allí por todos mis pecados. Afirma viéndome un instante y sonríe, divertida por mi rostro.

—Supongo que lo necesitabas para poder ingresar aquí.

Los demás ruedan los ojos al escucharla, Vryzas me brinda una mirada cómplice y Noah los insta a guardar la compostura.

—Estamos aquí reunidos...

La voz de Daniel Wells nos arropa en un manto de silencio a todos. En mi interior existen vicios que sacar, defectos, pecados y un sinnúmero de eventos llenos de dolor, pero soy fiel a las promesas. Estoy lejos de ser el hombre ideal para Ana, con todo, sé que puedo dar la pelea y convertirme en todo lo que necesite.

Ser esposo y padre será sin lugar a dudas mi nueva misión, una que planeo hacerlo por lo grande. Fracasar no estuvo ni estará en mis planes.

Dante quiso que la conociera aquella mañana, los problemas nos unieron y el destino nos hizo inseparables. Ingreso la mano en el bolsillo de mi pantalón sin prestar atención a lo que dice Wells y aprieto los pequeños zapatos. Mi amuleto de mi buena suerte está allí y dentro de poco serán llenados...

Sonrío viendo al altar frente a mí y diciendo internamente a los que me abandonaron....

¡Les gané! 

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